jueves, enero 31, 2008

cinco o seis o siete pasos

Al principio tenía la sensación de seguir a las personas, de que ellas pensasen que las estaba siguiendo, de creer pensar lo que ellas estaban pensando en ese momento.
Si alguna vez crucé la mirada con alguien en el metro, en el autobús, en un semáforo, y luego salí por la misma salida, bajé en la misma parada, caminé detrás durante un rato después de que el semáforo se pusiera en verde, siempre tuve la sensación de que aquella persona estaría pensando que la estaba siguiendo.

Un día, hace ya unos años, imaginándome que una mujer estaba pensando que la estaba siguiendo, aceleré el paso para adelantarla, por su izquierda, como se debe hacer, con mi brazo derecho pegado a mi espalda, por si la rozaba o si ella pensaba que la había rozado. Pero en cuanto aceleré el paso para adelantarla y así la mujer dejase de pensar lo que yo creía que estaba pensando, ella aceleró también el paso mantiendo conmigo, entonces, la misma distancia de unos cinco metros.
Cinco zancadas nos separaban continuamente.
Mantuvimos el mismo paso durante unos cien metros. Más tarde ella se cansó y pude reducir un metro de distancia con su cuerpo ya que yo seguía al mismo ritmo, que mantenía gracias a una canción cantada en mi cabeza.
Quería decirle que no la estaba siguiendo, pero prefería decírselo cara a cara, no desde atrás, como esos que nos asustan por las noches.
Viendo que había ganado un metro, aceleré un poco más el paso y noté cómo ganaba otro más reduciendo a sólo tres mi distancia y la suya. Si hubiera empezado a correr la habría alcanzado en un segundo, pero no quería asustarla, no quería que se sintiera más acosada ya que no era mi intención.
Pude mantener esos tres pasos de distancia durante un minuto, porque la mujer ladeó disimuladamente la cabeza, aunque yo me percaté del gesto, y vio lo cerca que estaba ya de ella. Fue entonces cuando volvió a acelerar su marcha, siempre caminando deprisa, nunca corriendo, siempre manteniendo un pie en el suelo, nunca volando del todo. Me di cuenta de que ahora nos separaban unos diez pasos ya que ella iba el doble de rápido que yo. Me empezaba a fatigar pero no quería que la mujer se fuese con la impresión de que la había estado siguiendo durante todo este tiempo.
Pasaron los minutos, los metros, las horas, los kilómetros.
Estábamos ya fuera de la ciudad, caminando por el arcén de una autopista, ella con su ritmo acelerado pero sin correr.
Y así pasaron los días, los meses y los años, todos estos años, siguiendo a una mujer para sólo decirle que no la estaba siguiendo, que sólo quería decírselo, ser amable como siempre lo había sido hasta ahora.

Esta mañana, en un país desconocido, rodeados de bosques y señales de tráfico que no entendía, esta mañana, después de tantos años de querer hablar con esa mujer y decirle que no la estaba siguiendo, ella se ha detenido, en seco, en un camino de piedras por el que estábamos caminando desde hace unas horas.
Al verla quieta me he asustado y me he parado yo también, manteniendo esa distancia de cinco o seis pasos, esa distancia que nos ha unido durante todo este tiempo.
Ahora la tengo ahí, de espaldas, sin querer girarse y mirarme y al menos preguntarme qué quiero, la tengo ahí, una espalda que conozco de memoria porque ha sido lo único que he visto durante estos largos años.
Y ahora que la tengo ahí, ahora que tengo ocasión de caminar cinco o seis o siete pasos y así avanzarla y ponerme delante de ella, cara a cara, ahora que la tengo ahí, quieta, no puedo decirle nada, no quiero decirle nada, no quiero decirle que la he estado siguiendo todo este tiempo sólo para decirle que no la estaba siguiendo, porque sé que no me entendería, la conozco demasiado, sé que no va a entender que alguien como yo pueda estar siguiendo a una mujer como ella durante todo este tiempo sólo para decirle una cosa así.

Así que nos quedamos quietos los dos, yo detrás y ella delante, de espaldas a mí.
Y pasarán los años y seguiremos así, sin hablarnos, sin mirarnos, siempre manteniendo una distancia de cinco o seis pasos, una distancia que hace que existamos.

Y allí, entre nuestros dos cuerpos inmóviles, entre esos cinco o seis o siete pasos, transcurrirá la vida.
Como un ligero soplo de aire que anuncia una tormenta.

hecho globo

si alguien me llama

un papel de plata
jugando
con un niño
en un patio vacío

el corazón arrancado y hecho globo
paseando
por las afueras
de una ciudad industrial

revistas porno
caídas del cajón
de un pupitre de ese niño
que ya no vendrá más a clase

chicles sin sabor
masticados
por gente
a la que le falta una muela

no limpié los cristales
y todavía está esa cagada de paloma
que cayó justo en el momento
en que cerraste la puerta

cada vez que la miro
oigo
el portazo

olvidé la contraseña de mi hotmail
y ahora no puedo escribirte
para preguntarte
si es necesario que seas tan estúpida

hoy
si alguien me llama
es porque
se ha equivocado
de diego.

aquellas flores
en la cuneta
que hace tanto tiempo
que nadie cambia

miércoles, enero 30, 2008

mito sexual para desviados

Una mujer, a la derecha, escucha atentamente las explicaciones de un hombre, de rubio.
El hombre le explica que todavía no está operado del todo, que es sólo fachada, que aún tiene que ahorrar para la operación más importante.
Dice que desprenderse de algo tan personal siempre es doloroso aunque sea con antonomasia.
La mujer de la derecha le corrige y le dice anestesia, querrás decir.
El hombre rubio se queda pensativo y pregunta ¿y yo qué he dicho?
Antonomasia, has dicho antonomasia le responde la mujer de la derecha, quien anteriormente ya le había explicado su periplo por diferentes clínicas mundiales en busca de una vagina que le satisficiera.
Así, entre risas, pasan la tarde.


Una multitud de desviados sexuales se apelotona para ver a una mujer estirada en una camilla.
La mujer acepta resignada su condición de mito sexual para desviados.


Una mujer llama al médico porque a sus hijas se les acaban de borrar los ojos justo hoy cuando les iban a hacer la foto de grupo en el cole.


Un niño practica el air guitar delante de su abuelo.
El abuelo le está explicando a una persona que no se ve en la foto que está hasta los huevos de su nieto y de las tonterías que hace, que si fuese su hijo ya le hubiera dado una ostia a tiempo y se le hubiesen quitado todas las gilipolleces que hace normalmente pero que como su educación no depende de él tiene que aguantar las estupideces del chaval que, encima, se mea de emoción cada vez que acaba un tema.
El niño está tocando el riff de Sweet home Alabama.


Un grupo de hombres de color negro se acaban de enterar de que Tele 5 ha decidido dejar de emitir Aquí hay tomate.
Los hombres negros piden, al menos, que Jorge Javier venga a visitarles de vez en cuando.


Escalofriante imagen de una mano izquierda atacando a un joven.
Es una de las pocas muestras que tenemos de este tipo de conductas manuales ya que se dan con muy poca frecuencia hoy en día.
El joven besa con cariño el dedo meñique, que es lo que se debe hacer en estos casos si quieres que la mano se tranquilice y te deje en paz.


Un grupo de jóvenes se han quedado dormidos después de una noche de orgía pantagruélica llena de sexo y vino Don Simón de oferta.
Al fondo, unos depravados que no tienen nada mejor que hacer, miran.


Un hombre vestido de policía monta a un unicornio sin cuerno y con muñequeras que acaba de defecar en plena calle y tirar por el suelo, además de su mierda, todo el romanticismo y leyenda de la que era poseedor.


Un viejo exige que se le preste atención.
A su lado, dos menos viejos se ríen del carca.
El de la derecha le está pellizcando el culo al de barba.

que da gusto

Los Mars Volta en una excursión que hicieron en busca de peyote.
Te voy a contar un secreto: Mars Volta se han convertido en un auténtico coñazo. El otro día estuve escuchando su nuevo disco y aguanté dos canciones, o lo que es lo mismo: treinta minutos. Dime qué droga tengo que consumir para soportar un disco entero de este grupo. ¿Cuándo piensan acabar una canción? Creo que deberían dejar el peyote o lo que estén tomando estos chicos porque su música ahora sólo la soportan dos clases de personas: menores de veinte años que descubren el rock progresivo y mayores de cincuenta para recordar aquellos tiempos de barba y campana. Si estás entre los veinte y los cincuenta y te gusta Mars Volta es que estás chiflado. He dicho.
Son demasiado complicados.
¿Por qué ya no quiero escuchar nada complicado? ¿Por qué, con los años, busco lo simple, en todo? ¿Te pasa a ti también?
Reconozco que el primer disco de ellos me gustó, es un buen disco, vamos. Me lo descubrió Tomás después de haberme descubierto a At the drive-in, el grupo de donde proceden dos de sus miembros. Y quizá me seguirían gustando si hicieran canciones de menos de tres minutos, o de uno. Pero ahora se van por las ramas que da gusto. Son los Balzac de la música.

Mira, ahora mismo estoy escuchando en la tienda el recopilatorio de The Cardigans; My favourite game suena. Un tema que habrás escuchado unas doce mil veces y habrás visto el videoclip unas cinco mil más, donde Nina Person sale tan guapa conduciendo un descapotable por un desierto mientras se le deshace el tatuaje de mentira del brazo. Pues eso es lo que quiero ahora: canciones de menos de cuatro minutos que ya haya escuchado cinco mil veces. Será la edad.
Lo que escucho ahora en mi Ipod (momento Cuore) son los primeros discos de Depeche Mode, sobre todo el Speak & Spell y el Music for the masses. Esto sí que es bueno, joder. Y mira que Dave Gahan se ha metido más heroína que tú y que tú y que yo juntos. Supongo que no tenía el mismo camello que los Mars Volta.
Dreaming of me es mi canción favorita del primero y Never let me down again y Little 15, del segundo.
Por si no sabes qué bajarte.
P.D.1: Para este jueves me tengo que leer Las babas del diablo de Cortázar.
P.D.2: ¿Ellen Page está excesivamente guapa en el póster de Juno o me lo parece a mí?


martes, enero 29, 2008

hasta en mis rodillas

Aquí dejo el ejercicio de este jueves.
Se trataba de escribir a partir de una foto.


Vacas naranjas a lo lejos.

Supongo que sería sábado o domingo.
Y supongo que estaría feliz.
Más o menos como ahora cuando la miro. Quizá más. Porque cuando eres pequeño no tienes preocupaciones. No es que no tengas, es que no existen.
Mi felicidad completa existe en mi infancia. Esta foto es el resumen. Y cada vez que la miro algo de esa felicidad sale como un perfume y penetra en mis poros.
Supongo que la foto la haría mi padre. Él era, y es, el encargado de fotografiar a la familia, de fotografiar nuestros viajes, los cumpleaños, los días especiales.
En esa foto estamos mi hermana y yo, césped alrededor y árboles al fondo. Yo tendría unos ocho años. Mi hermana, cinco menos.
Estoy sentado en un balón de plástico gigante con un saltamontes en la mano izquierda que me llevo a la boca, abierta y sonriente, como si fuera a comérmelo. Con la otra mano abrazo a mi hermana por la cintura. Me mira riendo, divertida, sabiendo que mi gesto es simplemente eso, un gesto para hacerla reír. Ella viste un pequeño vestido blanco. Yo una camiseta y unos pantalones cortos. El sol nos ilumina de lleno. Se puede ver felicidad hasta en mis rodillas.
Fue durante una visita a unos amigos de mi padre. Tenían un aixopluc, un refugio de madera en las montañas, que en la fotografía queda fuera de la imagen, a mi izquierda. Si alguien pudiese asomar la cabeza y mirar, allí estaría.
No sé exactamente dónde está, dónde estaba. A veces se lo he preguntado a mis padres, siempre me lo repiten y siempre lo olvido. Supongo que quiero creer que ese lugar sólo existió para nosotros y ahora nadie lo puede encontrar, que fue un instante, una fotografía. Igual que la infancia.
También recuerdo que fue allí la primera vez que vi una vaca.
Había vacas en los prados que rodeaban la casa. Eran enormes. Salimos a pasear después de comer, después de esta foto. Una se acercó curiosa. Pude ver sus venas por el cuello, las babas mientras pastaba, las moscas en su nariz, esos ojos enormes que no miran nada. La vida de cerca es muy diferente.
Todo el prado verde estaba rodeado de un alambre electrificado para que las vacas no lo traspasasen. Lo comprobé yo mismo, tocándolo sin querer. Una especie de relámpago de dibujos animados corrió por mi brazo hasta llegar a mi oreja. Al principio me asusté. Luego me lo explicaron. Más tarde seguí dibujando relámpagos en mi brazo cuando nadie miraba. Mi hermana me guardó el secreto con un simple guiño.
Estuvimos paseando hasta que empezó a oscurecer. El color anaranjado de la tarde lo bañaba todo y mi hermana se reía al ver vacas naranjas a lo lejos.
Volvimos al refugio. Supongo que empezaba a hacer frío aunque fuese verano. Nos tomamos un vaso de leche con galletas sentados en sillas de madera, pisando el suelo de madera, apoyándonos en paredes de madera.
Por la ventana ya no se veía la montaña, ni el prado, ni las vacas, ni el alambre, ni los saltamontes, porque la noche lo empapaba todo de negro.
Lo único que tengo que hacer para que el sol salga de nuevo es mirar esta foto.

lunes, enero 28, 2008

en una bota

Pou, detrás, intentando disimular una erección.
La semana pasada hablé de Leonor Watling para decir que no me parecía buena actriz, que no era buena actriz. Y dale con la negrita.
Siguiendo con la estela dejada, hoy voy a hablar de un actor que no me convence en absoluto aunque se haya tenido que comprar una casa nueva para meter todos los premios que le han dado.
Hoy hablaré de Josep Mª Pou.
¿Por qué es buen actor un actor?
Porque te crees a los personajes que interpreta, podría ser una respuesta.
Porque te convence lo que dice su personaje y te olvidas del actor, podría ser otra.
Porque te emociona o te hace reír como no lo llegan a hacer otros, otra respuesta posible.
Pues bien, ninguna de estas tres se ajusta, para mí, a Josep María Pou.
Y no hablo de cine y tv, que no he visto ni un solo minuto de actuación. Hablo de teatro.
En teatro he visto tres obras con Pou: El Rey Lear, La cabra o qui és Sylvia y La nit just abans dels boscos.
Perdona mi ignorancia y mi poca cultura en general pero yo en las tres he visto al mismo personaje. Un desquiciado al que no dejaría coger a mi hija en brazos.
El Rey Lear la fui a ver porque la dirigía Calixto Bieito. No tengo ni puta idea de teatro pero me parece que este hombre al menos se arriesga y pone su cara y sus cojones en cada proyecto. Es una apreciación, claro. Ahora puede venir un crítico teatral y decirme el Bieito es un notas que no tiene ni puta idea y, además, es calvo. Pues muy bien.
Pou hacía de Rey Lear, claro, no iba a hacer de ratón que vive en una bota.
Quizá es la sonoridad del teatro, los golpes que se oyen cuando corren por el escenario, no sé, pero a mí el Pou no me convenció aunque la obra en sí me gustó bastante.
Una de las cosas que no me gusta de Pou es que se le mueva toda la papada cuando niega con fuerza. Es una estupidez pero todo cuenta.
Luego vi La cabra... porque me leí el texto de Albee y me resultó curioso.
Pou continuó sin convencerme y dejándome pensando en la cantidad de actores que podrían haber hecho bien este papel.
Pero claro, cualquiera le dice al Pou perdona, ¿podrías hacer de amigo del prota?...¿no?...y...¿de cabra?, más que nada porque él ha sido quien ha viajado a Londres y NYC, con gran pesar y disgusto, para hacer de ojeador de lo que se estaba programando en las salas europeas y luego importarlo aquí, así que no te va a dejar hacer de prota aunque tú seas mejor.
Es una mierda pero es así.
Hace poco vi La nit.... La fui a ver con mi hermana. Si recuerdo La nit... no me acuerdo de J.M.Pou. Mi hermana lo puede corroborar a través de un comentario perfumado. (Elena, como me dejes en ridículo no te regalo esas gafas que me pediste. Tú misma).
La obra consistía en un monólogo hecho por varios personajes. La verdad es que el texto es emocionante.
Pere Arquillué fue el mejor actor de esa obra con diferencia y seguro que no habías oído su nombre antes. Él es quien comienza el monólogo y, si hubiese seguido hasta el final, la obra habría sido perfecta para mí.
Esto es un buen actor: alguien que no quieres que se vaya del escenario.
Pero bueno, que le estamos quitando protagonismos al Pou.
Nada, sólo quería comentarte eso, que Josep María Pou no me parece buen actor. Y, además, me parece bastante pedante.
Hace unos años fui a ver a Bob Dylan al Poble Espanyol.
Una mierda de concierto. Houdini lo puede corroborar desde su Manchester natal.
Una mierda, digo, aburrido a más no poder. El sonido perfecto, sí, pero yo no había pagado para un sonido perfecto, yo había pagado para ver al puto Dylan en acción. Y el puto viejo estuvo acorralado detrás de su piano de mierda durante todo el concierto.
Pues eso es un mal concierto que sólo convence a los Ángeles del Infierno que están de coca hasta arriba.
Al día siguiente, claro, todo eran alabanzas para el viejales.
Porque somos unos cagaos, eso es lo que somos. Lo mismo pasa con Pou.
Y no estoy diciendo que yo sea más chulo que nadie por decir que J.M.Pou es un mal actor, no, simplemente estoy diciendo, repito, que somos unos cagaos. Yo el primero.
Nada más.
P.D.: Si vives en BCN te recomiendo la Time Out, por si algún día se te acaba el papel de w.c.
Lo único que me gusta es el texto final de Lolita Bosch.
Lolita, si lees esto: me compro la Time Out por tu texto. Pero ahora que todavía vale 1 euro. Cuando suba a 1'95 ya veremos.

leave me alone, bastard!


El otro día dejé una flor virtual en la tumba virtual de Charles Bukowski.
Es una de las cosas que puedes hacer en esta web de la que ya hablé hace tiempo. Y la dejé aun sabiendo que Bukowski se estaría revolviendo en su tumba y gritando leave me alone, bastard! Yo le quiero igual, ya te lo dije.
Algún día viajaré a Rancho Palos Verdes y dejaré una botella de vino en su tumba. Me importa poco que luego pase un homeless y se la beba de un trago. Estas cosas hay que hacerlas.
¿A qué personaje le dejarías tú una flor en su tumba?


sábado, enero 26, 2008

culpa de Sebald


El EP3, a.k.a. El País de las tentaciones, esas cinco páginas que cada viernes se dirigen a los más guays desde El País, el EP3, digo (qué frases más largas hago, joder, esto es culpa de Sebald) publicó ayer diez direcciones para satisfacer tu adicción. 
Dejo nueve porque se han equivocado en una que me mandaba a una casa rural cuando se trata de un blog tecnológico, al estilo microsiervos, creo yo, por lo que dice. Estará contento el blogero.
Ninguna porno, qué cagaos el grupo Prisa.
Estas son:

1. nopuedocreer.com: inventos absurdos. Está simpática. La cantidad de tonterías, madre mía.

2. cool people: tendencias callejeras a través de fotos. Te gustará si te gusta la moda y reírte de la gente así, en general.

3. bog de series: avances y curiosidades de series de tv.

4. la cárcel de papel: blog de cómics.

5. redkaraoke.es: karaoke. Si no te interesa el karaoke ni cliques.

6. famoblog: famoseo y derivados. Al estilo del Perez Hilton.

7. comer por la patilla: fiestas gastronómicas gratuitas a lo largo de España.

8. gastronomo furioso: curiosidades gastronómicas.

9. popy b: crónicas de Madrid y la removida madrileña (EP3 dixit).


viernes, enero 25, 2008

Zubizarreta es etarra

Viernes 25 de enero de 2008

Estimado señor terrorista islámico:

Me dirijo a usted ahora que conozco sus intenciones de hacerme volar por los aires en cinco pedazos en cuanto menos me lo espere.

Le pediría al menos una cosa, ahora que conozco sus intenciones de mutilarme dentro de un metro, ahora que empiezo a desconfiar de aquel pakistaní que me vendía el falafel cuando estuve viviendo en Barcelona.
Y si empiezo a desconfiar sé que sólo es por mi culpa, porque soy un occidental lleno de prejuicios.
Porque decir que el pakistaní al que le compraba la Coca-Cola cuando se me acababa es un terrorista porque es pakistaní es como decir que Zubizarreta es etarra porque es vasco.

Sé que sólo es un prejuicio.
Pero esa es nuestra historia moderna, una historia llena de prejuicios.
A saber lo que piensa usted de mí.

Ya lo dijo Einstein: "Es más fácil desintegrar un átomo que una idea preconcebida".

Los argelinos son carteristas, los negros delincuentes, así en general, menos Eto'o, los chinos matan a sus familiares y luego los meten en neveras y luego los trituran para hacer el rollito de primavera, los rumanos son mafiosos, los rusos, alcohólicos de vodka, los brasileños fiesteros, los colombianos traficantes, menos Shakira, los americanos estúpidos como su presidente, los australianos...los australianos... están boca abajo, los ingleses toman el té a las cinco, los franceses son gilipollas y las francesas no se depilan el sobaco porque son unas frescas, los italianos unos exagerados que hablan gritando por la calle y llevan gafas de sol grandes, los catalanes unos tacaños, los madrileños tocan el organillo por la calle a la más mínima, los vascos etarras, claro, y además llevan todos boina, los andaluces unos juerguistas más o menos como los brasileños pero, además, con siesta, los gallegos siempre están tristes por lo de la lluvia y eso, y yo, yo soy simplemente un gilipollas más, como todos los que se dedican a contar su vida en blogs y se creen que les importa a alguien y forman la comunidad blogger de los cojones.

Sé que sólo es un prejuicio, decía, pero ayer fui en metro y había un pakistaní con un móvil. Supongo que le estaría enviando un sms a alguien, o estaría mirando cuántos contactos tenía, o estaría buscando aquella canción de bollywood para ponerla a toda ostia, o estaría haciendo lo que hagan los pakistaníes con sus móviles pero ayer, digo, cuando me di cuenta de que el pakistaní estaba manejando un móvil, sólo pensé en una cosa: voy a volar por los aires en cinco pedazos.
Por suerte, o el pakistaní no era un terrorista como usted o no le funcionó el sistema detonador y ahora le puedo estar escribiendo esta estupidez, estimado señor terrorista islámico.

Para finalizar, y como decía al principio, el motivo de esta misiva era el de pedirle al menos una cosa: el día que decida inmolarse y hacerme saltar por los aires en cinco pedazos, dentro de un metro de la línea 3 le pediría, repito, que, al menos ese día, pague el billete, y así nadie pueda decir después de la tragedia algo así como ...y encima se coló.
Me daría mucha rabia que la gente se quedara con esa idea de usted y que desde ese día todos dijéramos que los pakistaníes no pagan el metro.

Me despido, estimado señor terrorista islámico, no sin antes decirle que, gracias a usted, yo y los míos a partir de ahora caminamos más.

Un abrazo.
(Sin apretar mucho, no vaya a ser).

jueves, enero 24, 2008

coches de segunda mano

¿Por qué sé

que no haré
lo que tengo ganas de hacer?

Me buscaste

en lugares
donde
sabrías que no estaría.

Y me encontraste.


No quisiste

perder
el tiempo
arreglándote
el pelo.

A cambio,

lo perdí yo por ti.

Ahora puedes exigirme
lo que quieras

porque no te voy a hacer caso.



Veo a familiares muertos
conduciendo
coches de segunda mano.

miércoles, enero 23, 2008

comparsa

Un hombre italiano señala a quién le importa dónde.
Un hombre francés se quemó ayer con el café con leche.
Le muestra la punta de la lengua a su novia.
Ella le sopla mientras él le sube la camisa para que todos podamos ver que hoy sí que lleva bragas.


Un hombre le explica su vida por séptima vez a una mujer.
La mujer no le escucha porque está mirándole el culo a un joven que se agacha para recoger una T-MES que se acaba de encontrar en el suelo.


Cada día unos polis cogen en brazos a unos niños y se los llevan rápidamente cuando empieza el programa de Leticia Sabater.


Una comparsa de hombres disfrazados de anti-disturbios dialoga amistosamente con otra comparsa de mujeres disfrazadas de musulmanas.
Las dos quieren hacer la misma ruta, pasar por los sitios de siempre, tirar confeti, saludar a los balcones y todo eso que hacen las comparsas.


Un hombre hace un misterioso gesto mostrando tres dedos cuando pasa por detrás de otro hombre sentado en una silla.


Dos mujeres alegres en una manifestación se abrazan después de haber perdido de vista a sus bebés.
Todos los manifestantes están más o menos igual de alegres.


Un grupo de ancianos enseñan orgullosos todo lo que han podido mangar del Corte Inglés de Cornellà.



Una chica muestra las llaves de su coche.
A la chica se le transparenta el ombligo.

martes, enero 22, 2008

que para eso pagas

Aquí te dejo dos ejercicios. Uno que no hice para la semana pasada y el de ésta.
El primero consistía en plagiar un cuento de Max Aub titulado La gabardina. Se ha hecho lo que se ha podido.
En el segundo, el de esta semana, se trataba de usar mitos para fabricar el relato. Podías desmitificarlos, mitificarlos más aún, tratarlos de tú o de usted, podías hacer lo que te diese la gana, que para eso pagas.
Casualmente, hace un tiempo escribí unas tonterías basándome en mitos. Las reuní dentro de la etiqueta Mitos venidos a menos (te la dejo en este post para que la cliques y los leas; significará que tienes poca faena). Pues eso, que he ampliado una historieta de esas hasta llenar una cara de DinA4, que es lo que nos piden.
Ahí van.


Seis botones grises

Alfred vivía en Portland y coleccionaba botones.
Viajaba solo por todo el mundo comprándolos en cada una de las ciudades que visitaba.
Era su vida.
Había comprado botones en la mayoría de mercados de las principales ciudades europeas. Algunos amigos decían que ni él mismo sabía cuántos tenía.
Y estuvo comprando botones hasta su último viaje, a Barcelona, donde encontró seis grandes botones grises pertenecientes a una antigua gabardina.
Eso fue lo que le dijo Arturo, un vendedor del mercado de Els Encants, un anciano encantador que regentaba una mesa donde también había algunos libros y fotos y postales antiguas a la venta. Alfred le compró los seis botones, un libro de cuentos y una foto donde aparecía una joven sonriente. Le gustará, le dijo el anciano señalando el libro que se llevaba. Alfred agradeció con la cabeza la recomendación y se fue.
Días más tarde volvió a Portland y ya nunca más volvió a salir de viaje.
Sus amigos se preocuparon por él. Iban a visitarlo y le preguntaban dónde iría el próximo viaje. Él les contestaba lo mismo siempre: a ningún sitio.
Un extraño desánimo se apoderó de él.
Una mañana de domingo Alfred cogió de la estantería el libro que había comprado en Barcelona. Entre sus páginas había guardado cuidadosamente la foto de la muchacha. Abrió el libro por la página que marcaba la fotografía y empezó a leer un cuento titulado La gabardina. A medida que iba leyendo la historia un sudor frío recorría su espalda. Había dejado la fotografía a su lado, en el sofá. De soslayo creyó ver cómo la imagen se movía. Continuó leyendo sin darle más importancia, quiso pensar en algún reflejo que se colaba por la ventana. Cuando terminó la lectura, cerró el libro con parsimonia y respiró hondo. Esa historia le había dejado una sensación de bruma que envolvía todo lo que miraba.
Fue al lavabo y se echó agua en la cara y luego se pasó la palma mojada por la nuca. Al volver al sofá, cogió la fotografía y vio cómo la joven caminaba hacia el fondo de ésta, llevando ahora sobre sus hombros una gabardina gris. Alfred contemplaba la escena esperando despertar en cualquier momento. Se quedó inmóvil, mirando a la joven alejarse hasta desparecer en el horizonte de la imagen.
Lo que tenía ahora entre sus dedos era la imagen de un paisaje sin ningún sentido.
Sostuvo la fotografía entre sus dedos, mirándola fijamente, como si pudiese hacer volver a la joven protagonista. Pero allí nada se movió.
Horas más tarde, cuando ya se había cansado de esperar, se levantó y fue hacia los cajones donde guardaba los botones que había ido comprando durante tantos años.
Buscó los seis botones grises que compró junto al libro y la fotografía.
Los estuvo buscando durante toda la noche.



Manchas blancas

Son las ocho de la mañana y Hefesto se abrocha el tercer botón de la camisa dejando sin abotonar, como siempre, otros tres botones para que el colgante de oro en forma de martillo luzca en su pecho. Coge las llaves del coche y besa en la frente a su mujer, Afrodita, que duerme plácidamente en la cama, aunque ese beso ya no representa la ternura de hace años.
Hefesto conduce hacia la joyería donde trabaja, a las afueras de Omaha, Nebraska.
Hace un mes contrató a un detective privado porque desconfiaba de su mujer. De hecho, siempre ha tenido la sensación de que Afrodita le engaña con otro hombre, que nunca ha sido una mujer muy transparente. Por eso Hefesto se puso en contacto con Helios’ Detectives, una compañía de detectives privados que acaban de instalar cámaras ocultas por toda su casa.
Por ahora no han descubierto nada fuera de lo normal. En las imágenes grabadas que ha podido revisar Hefesto durante alguna reunión con Helios se ve a Afrodita paseando por el salón, pintándose las uñas de los pies, viendo la tele, bañándose en la piscina. Nada raro. Pero hoy, cuando Hefesto ya está a punto de tomar la última rotonda hacia su joyería, recibe una llamada al móvil. Helio, lee en la pantalla. Aparca encima de la acera y apaga el motor.
- Hefesto, buenos días. Bueno, no sé si tan buenos, creo que no son buenas noticias. Acabo de ver a un tipo entrando en tu casa. No le he podido ver la cara, joder, estas putas cámaras son las más baratas del mercado, tío, la cosa no está muy boyante, ya lo sabes, pero bueno, que he visto a un tipejo entrar en tu casa. Ha sido tu mujer la que le ha abierto la puerta.
-¿Y no has podido ver quién era? Joder, tío, ¿para qué coño te estoy pagando? Pero bueno, dime, dime al menos qué coño están haciendo ahora.
- Pues ahora el tipo la abraza por la cintura y caminan hacia el salón. Él se sienta en el sofá. Ella camina hacia la cocina, no, espera, va hacia el dormitorio, abre un cajón de la mesita de noche y saca algo, creo que son condones, tío, joder, no quiero seguir contándote esto, tío. Ve para allá.
- ¡Cállate, joder!, ¿qué más hacen? ¿Puedes verle la cara a ese cabrón ya? ¿No tienes zoom?
- No tío, está estropeado, lo instalamos demasiado rápido, tío, no...
- ¡Calla y dime qué más hacen!
- Tu mujer ha traído unas copas al sofá, se ha sentado en sus piernas, joder tío, no me hagas seguir con esto.
-Está bien, joder, voy para allá.
Hefesto da media vuelta en la rotonda y conduce ahora camino a casa. Se pregunta quién puede ser ese hombre, qué es lo que ha hecho mal en su matrimonio.
Mira su reloj. Ya debería estar abriendo la tienda. Pero hoy será un día extraño, un día de dolor, un día de aquellos, supone, que recordará toda su vida.
En un semáforo en rojo se mira las uñas.
Algunas tienen manchas blancas.

peinado



Sólo por el peinado Bardem ya se merece el Oscar.
La peli la estrenan aquí, en este país para viejos, el 7 de febrero.

lunes, enero 21, 2008

poco convencida

La Watling, poco convencida, en una pausa de rodaje.

La diva Leonor Watling, novia de aquel cantautor uruguayo que recibió un Oscar de manos del mismísimo artista antes conocido como Prince y cuyo mejor disco se titula Vaivén, la diva Leonor Watling, digo, ha dicho esto: "Serviría copas antes que rodar poco convencida".
Claro, servir copas, algo tan ruin y despreciable, tú, Leonor, no, no caigas tan bajo, que tus manos de princesa no se mezclen con el jabón ni mucho menos con la lejía.
Si no estás convencida, hija, tú canta, o estírate y descansa, pero no sirvas copas ni hagas nada que podamos pensar los demás mira, la Leonor sirviendo copas en este bar, como una delincuente más, qué pena de mujer, cómo se ha echado a perder.
Leonor, ahora que me estás leyendo quiero decirte una cosa:
No eres buena actriz. (No sé por qué el no me ha salido en negrita).
Tampoco buena cantante. Simplemente imitas a Fiona Apple, eso es lo que haces.
Hay los que te comparan con cantantes de jazz muertas, pero son esos con los que te vas a tomar copas por los bares de moda y te ríes con ellos y ellos contigo mientras te miran las tetas.
El 99,9% de espectadores, yo uno de ellos, se tragó la tremenda mierda que es Son de mar sólo por verte las tetas por primera vez. Ahora ya nos las sabemos de memoria.
Es que veo el tráiler de Los crímenes de Oxford y ya veo un trozo de teta. Qué aburrimiento.
Mira, no me caes mal, bueno, sí, para qué negarlo, pero quizá es simple envidia por lo buena que estás y lo bien que hablas inglés, que son dos de las cosas por las que mataría, aish.
De todas formas, Leonor, Leo, guapi, no me hagas caso, ten en cuenta que esto te lo dice un simple chimpancé al que le gusta jugar al golf de vez en cuando. Y te lo dice desde su trabajo, detrás de un mostrador de una tienda de discos, un trabajo que ni se te había pasado por la cabeza cuando nombraste lo de servir copas.
Por cierto, tu último disco no se vende mucho. Nada, diría yo.

P.D.: Espero algún comentario dándome la razón a todo lo que he dicho, Leonor.
Puedes usar seudónimo.
Y escribir en inglés, si quieres.

domingo, enero 20, 2008

claude lelouch - rendezvous

Una mañana de agosto del 1978, el director de cine francés Claude Lelouch instaló una cámara en la parte delantera de un Ferrari 275 GTB y un amigo, conductor de F1, condujo a través de las calles de París llegando a alcanzar los 200 km/h. (Esto lo he copiado)
El vídeo/película/comoquierasllamarle se tituló Rendezvous y quizá ya lo has visto alguna vez, en yonkis o en alguna página de perder el tiempo.
Yo me acordé el otro día de él, del vídeo, no sé por qué, por esas ráfagas que la dan de vez en cuando a uno y nos acordamos de cosas para luego decir ¿y por qué coño me he acordado yo de esto ahora que estaba tan a gusto viendo la Noria? y la cara grabada que tiene el Jordi González ese, ay, que mira, que sí, que lo hace bien, que lleva muchos años también, pero que lo hace bien, eso hay que decirlo, pero si le arreglasen la cara, hijo, mira, que es un hombre igual, aunque he oído por ahí que es guei de esos, que le gustan los hombres, vamos, ay, bueno, qué se le va a hacer, lo importante es que sea feliz y no le haga daño a nadie, pero, qué quieres que te diga, la cara, hijo mío, la cara para televisión pues es muy importante.

El vídeo en sí es un ligero coñazo a no ser que a) hayas estado en París y reconozcas los lugares por donde pasa (no es mi caso) o b) seas un pastillero al que le gusta el tunning (tampoco).
Lo iba a colgar así sin más, pero he encontrado una nueva versión que incorpora el google map, para que vayas siguiendo el recorrido.
Te lo explica en la página que adjunto pero te lo digo yo igualmente:
- clica el play del vídeo y dale a la pausa inmediatamente. Espera a que se haya cargado hasta el final porque si no se va cortando y es un rollazo.
- cuando ya esté cargado dale al play de nuevo y cuando vaya, más o menos por el segundo 4 o 5, dale al GO! gris. Él solo ya hará el zoom hasta París.
A mí me ha gustado.

Vídeo y Google map

sábado, enero 19, 2008

sesenta y cuatro

Que la mama te ha comprado esto para que te portes bien, ¿eh?
Eso es lo que le acaba de decir una madre a su hijo de cuatro años, no más tenía, y esto es una mierda de película de dibujos que el niño no va a descubrir hasta los catorce años cuando, durante una mudanza, encuentren la bolsa de la compra de hoy. Ahora mismo lo estoy oyendo berrear por el pasillo del centro comercial exigiendo un Scalextric. La abuela lo coge en brazos y le besa la cabeza en un gesto que muchas veces significa no llores que luego te lo compro yo cuando tu madre no me vea.
De aquí a unos años el niño crecerá y le llamará vieja gorda a su madre y pesada a su abuela. Pero hoy, ahora mismo, esta mañana soleada de sábado, eso es lo de menos.

Vamos a cambiar de tema, mejor será.
Llámame inculto, fuera de onda, poco despierto o lo que se te ocurra, pero no había oído hablar en mi vida, en mi vida, repito, del ajedrecista Bobby Fischer.
Yo pensaba que los ajedrecistas eran rusos todos, no islandeses. Vuélveme a llamar lo que se te ocurra, a estas horas me da un poco igual todo.
Ahora lo sabremos todo sobre Fisher.
(Recomiendo este artículo de Rafael Reig. Me ha parecido entrañable, que no es poco hoy en día).
¿No te da pena descubrir a personas cuando mueren? A mí más de lo que piensas.
Primero porque, aunque quisieses, nunca las podrás llegar a conocer o, al menos, agradecerles a tu manera lo que han significado para ti. Es importante agradecer.
Y segundo porque su muerte te hace sentir un completo ignorante del mundo que te rodea.
Y digo yo: ¿por qué toda esta información sobre Fischer que se recoge hoy en El País (por ejemplo), no salió publicada hace unos años, aunque no hubiese ningún motivo para ello?
¿No es posible hacer un balance de una vida hasta que dejas de existir?

Leo que Fischer ha muerto con sesenta y cuatro años, el número de casillas de un tablero de ajedrez.
A mí me ha parecido bastante bonito, no sé a ti.

viernes, enero 18, 2008

mi culo desnudo

Aquí estoy el otro día, que me dio por jugar al golf.

Ayer tuve un día triste, ya me viste.
Por suerte, no van a tener que contratar a ningún chimpancé. Me acabo de convertir en uno hace un momento.
La gente se ha quedado un poco sorprendida al principio, cuando me ha salido todo el pelo, sobre todo, pero luego lo han visto lo más normal del mundo.
Han entrado unos niños y han empezado a lanzarme cacahuetes.
Al principio me ha hecho gracia pero uno de ellos los tiraba con fuerza y me ha dado en el ojo. He saltado encima suyo y le he empezado a tirar de la cabeza para arriba, como si quisiera arrancársela. La madre se ha puesto histérica. Mi compañero la ha intentado calmar recordándole que yo sólo era un chimpancé, que lo entendiera. Luego se han ido y me han puesto una reclamación. Cuando me la traigan la romperé en dos trozos: uno me lo comeré y con el otro me frotaré mi culo desnudo.
Ser chimpancé tampoco está tan mal.

Por otra parte, Francesco Schlimé lo hizo bastante bien para su edad y no tuve que subir y empezar a arrancar teclas.

P.D.: No sé si has visto lo nuevo de Apple.
A mí me lo enseñó Sheila el otro día y la verdad es que tiene muy buena pinta.

jueves, enero 17, 2008

no siempre se le toca la mano a un chimpancé

A veces me da por pensar en cerrar este puto blog de los cojones de una puta vez. Sé que para mis padres sobrarán las palabras malsonantes pero entonces no significaría lo mismo.
A veces me da por pensar en esta puta mierda de vida y en lo que significa y que el hecho de trabajar solo en una tienda durante seis horas cada día tampoco ayuda a dejar de pensar en esta puta mierda de vida. ¿Qué cojones significa todo esto? ¿No te lo preguntas tú también de vez en cuando? Espero que sí. ¿De qué sirve que te diga esto? ¿Me voy a quedar más tranquilo? ¿Me va a ayudar en algo? No. Este blog no sirve de una puta mierda. Te podrá entretener durante un rato, pero lo que de verdad importa no lo encontrarás aquí ni en cualquier otro blog de mierda que visites. Sólo estarás dejando pasar el tiempo. ¿De qué sirve la puta mierda de vida que vivimos? Pues para disfrutarla mientras se pueda. Pues vaya puta mierda de respuesta. Hoy no estoy muy alegre, ya me ves, pero tampoco estoy pensando en suicidarme ni ninguna gilipollez por el estilo. No tengo tantos cojones para eso, ni para eso ni para nada. Ya me conoces, tú que me odias tanto.

¿De qué sirve que yo esté aquí sentado, en esta tienda? Mi trabajo lo podría hacer un chimpacé adiestrado. No bromeo. Y no me siento orgulloso de esto. Simplemente habría que enseñarle el orden alfabético y a dar bien el cambio. Se ahorrarían un sueldo. Con comprarle plátanos, todos contentos. Ni contrato ni nada. Además, la gente seguro que compraría más simplemente por la sonrisa final del mono al despedirse y por rozarle las manos a la hora de recibir el cambio. No siempre se le toca la mano a un chimpacé. La industria discográfica depende de los simios.

A veces me da por pensar que The beast of thee de Matt Sweeney y Bonnie "Prince" Billy es la mejor canción compuesta en los últimos cien años. Creo que es perfecta. O al menos roza la perfección absoluta. Escúchala si tienes ocasión. No te va a animar. Pero es perfecta.

No voy a rezar porque no creo en rezos ni mierdas de perder el tiempo.

¿De qué sirve la puta mierda de vida que vivimos? Pues para querer y para que nos quieran, ¿te parece poco? Pues vaya mierda, me parece poquísimo, claro que me parece poco, eso no es suficiente. Pues para olvidar y ser olvidados. Al fin y al cabo eso es la vida.

Toda nuestra vida se irá como una puta mierda flotando en el mar, adentro, hasta que ya nadie la vea y se hunda y, mientras cae al fondo, los peces la picotearán y la destrozarán en mil pedazos y entonces, algún día, la marea la devolverá a la orilla y se quedará pegada a las algas y a las compresas y a todo lo que nos molestaba cuando nos bañábamos y luego permanecerá allí, inmóvil, viendo pasar el tiempo, los niños y las chicas en bikini, sin hacer absolutamente nada, como la puta mierda que es en definitiva.

¿Te parece que me importa que no te llegue ese DVD que pediste hace más de un mes y que era para un regalo y que el vale se te va a caducar? ¿Me ves cara de importarme una mierda tu puto DVD de los cojones? ¿Es eso lo que quieres oír? ¿Que me importa una mierda tu vida y tus regalos? Pues ponte ahí que ahora te lo digo.

Hoy voy a un concierto de un pianista. Espero que me cambie un poco el humor porque voy a subir al escenario y voy a arrancar las teclas una a una hasta que suba alguien de seguridad.

No hagas caso de nada de lo que he escrito. Es simplemente un día triste por algunas cosas. Otras me ponen alegre, claro, pero hoy las tristes son más densas y se han quedado arriba.

trizados

Me llamarán

1.
Me llamarán, nos llamarán a todos.
Tú, y tú, y yo, nos turnaremos,
en tornos de cristal, ante la muerte.
Y te expondrán, nos expondremos todos
a ser trizados ¡zas! por una bala.

Bien lo sabéis.
Vendrán
por ti, por mí, por todos.
Y también por ti.

(Aquí no se salva ni dios, lo asesinaron.)

Escrito está.
Tu nombre está ya listo,
temblando en un papel.
Aquél que dice: Abel, Abel, Abel...o yo, tú, él...

Blas de Otero (1955)

miércoles, enero 16, 2008

el culo a mi novia en dos

Un hombre con bigote se acaba de lavar las manos en el lavabo y, orgulloso, deja que una mujer disfrute del nuevo perfume del jabón que hacía tanto que no cambiaban.
La mujer aplaude el cambio.
Un hombre francés y uno árabe sostienen sendas espadas.
El hombre francés le dice al árabe: Como le vuelvas a mirar el culo a mi novia te clavo la espada por aquí y luego la subo hasta partirte en dos.
El hombre árabe sólo ha entendido el culo a mi novia en dos y por eso se ríe.

Un multimillonario mejicano salta encima de un millonario uruguayo.
Mientras, la pelota se sostiene en el aire nadie sabe cómo.


Un hombre alto llora porque otros dos delincuentes negros le quieren quitar su pelota.
El delincuente de pelo rizado está a punto de darle un cabezazo y así aturdir de una vez por todas al hombre alto, para que no sufra más por una tontería así .
Al fondo, un montón de gente se ha sentado para ver cómo acaba el asunto.

Una pareja y un hombre están a punto de colisionar mientras caminan a gran velocidad por delante de un cine.
Ajena a lo que está a punto de suceder, Rebeca, la taquillera, lee asombrada un ejemplar de una revista que publica las noticias del día siguiente.
Observa la foto del cine donde trabaja y lee la noticia: Tres personas sufren heridas de gravedad tras colisionar frontalmente cuando caminaban a gran velocidad.
J.H.R, M.D.S y G.R.T., este último de nacionalidad desconocida, fueron ingresados en el hospital donde ahora pasan unos días a cuerpo de rey, con todos los gastos pagados.


Un niño bosteza porque ayer se quedó hasta las cuatro de la mañana jugando a la Playstaiton 3 que le regaló su abuela, detrás de él, para Reyes.
Estuvo jugando al Resident Evil.
La abuela tampoco ha podido dormir debido a los contínuos gritos de alegría del niño cada vez que mataba a un zombie.
A su lado, un amigo de la familia piensa en su vida, en lo que quería llegar a ser cuando era como el niño que bosteza.
También piensa en sus padres, que deben estar pasando frío en la casa de la montaña.
Quizá tendría que ir a hacerles una visita y pasar unos días con ellos.
P.D.: La gente que aparece atrás no estaba en el momento de hacerse la fotografía.
En este momento se están analizando los negativos.
Las primeras hipótesis señalan a que podrían ser los personajes de Resident Evil que ayer mató el niño.

martes, enero 15, 2008

777

soplaba un viento frío

Siempre hacíamos el mismo recorrido de vuelta a casa.
Mi padre, mi hermano y yo.
Y siempre pasábamos por aquellos bloques de pisos.

Un día mi hermano señaló uno de los bloques y me dijo: "En el piso once vive una mujer que sólo sale de noche. Mira, ahora todas las ventanas están bajadas porque aún son las seis y hay luz. Pero cuando se hace oscuro, sube las persianas, sale al balcón y aúlla. Y así todas las noches".
Recuerdo que yo era muy pequeño y aquella historia me turbó durante un tiempo.
No le pedí ninguna explicación a mi hermano: ni por qué aullaba aquella mujer, ni por qué no salía de día, ni cómo lo sabía él, ni siquiera por qué me había explicado eso. Los dos permanecimos en silencio hasta llegar a casa.
No sentí miedo sino fascinación. Al fin y al cabo era algo tan extraño que llegaba a ser hermoso.
Poco después nos mudamos a otra ciudad al norte del país y aquellos bloques de pisos dejaron de ser parte de nuestro día a día. Aunque aquella mujer, pese a sólo existir en mi imaginación, se quedó conmigo durante toda la vida.
¿Y si mi hermano sólo lo hizo para asustarme? Nunca se lo pregunté, no sé por qué. Supongo que no quise que me dijera que todo era una broma.

Hoy, cincuenta años después, he vuelto a pasar por la misma carretera de entonces. He aparcado en la cuneta y me he quedado contemplando el paisaje, esos bloques de pisos que formaron parte de mi infancia, de lo que soy ahora.
He buscado el bloque en cuestión, he contado once pisos y he fijado la vista en él.
Allí estaban, las persianas bajadas, era mediodía. Como no tenía nada que hacer me he quedado en el coche hasta que ha oscurecido.
Durante la espera he pensado que estaba haciendo una estupidez, que habían pasado cincuenta años, que la mujer habría muerto, que quizá ese piso ya tenía nuevos inquilinos, mil cosas.
De todas formas he pasado más de siete horas metido en mi coche aun sabiendo que cometía una estupidez y que estaba perdiendo el tiempo.
Hay veces que no podemos hacer nada sino perder el tiempo.

Ha oscurecido completamente a las siete y cuarenta.
Entonces he salido del coche y me he apoyado en el capó. He encendido un cigarrillo. He movido una piedra con el pie, pisándola y desplazándola, haciendo dibujos en la tierra. Soplaba un viento frío.
Poco a poco se han ido encendiendo las luces de casi todos los pisos. Ahora los bloques parecían naves a punto de despegar.
Y entonces, a las nueve y cuarto, el piso once ha subido la persiana que daba al balcón.

sábado, enero 12, 2008

salir pitando


Este vídeo lo he robado sin compasión de un comentario del interesante blog de Pedro Calleja.
De eso se trata: de robar joyas, salir pitando y luego lucirlas al sol.
Para tí, que eres joven y estudiaste y hoy seguramente no trabajas.
Mañana domingo estará todo abierto.
Mi boca bostezando, también.

viernes, enero 11, 2008

karma chameleon

Una sonriente papelera camina masticando un paraguas.
A veces, la vida es bella.

Un policía le dice a un hombre tatuado hazte así, porque el hombre tatuado tiene las cejas despeinadas y esto suele poner muy nerviosos a los policías.
Detrás de ellos, un grupo de jóvenes ensayan el videoclip de
Thriller.
Al fondo, de espaldas, un hombre va a darle al play para que empiece a sonar la música.
Un hombre francés le indica a su mujer francesa dónde está la puerta.
Ella hace ver que no ve ninguna puerta.
Pero la puerta está ahí.

Un hombre le susurra a otro te quiero.
El otro no le escucha porque está pensando en cómo hacía aquella canción de
Culture Club.
Una mujer abraza a un hombre por detrás.
La mujer hace caras estúpidas para llamar la atención.
Mientras, el hombre piensa en lo bien que quedará esa foto en la mesita de noche.

sufro bien


Tengo que hacer hoy los deberes para el jueves porque la semana que viene voy a estar ocupado. Iré a más conciertos que en todo el 2007. Tres.
Lunes 14: Iron&Wine en Apolo. En este estaré apoyado en el escenario, dejando que las babas del tío Sam caigan sobre mi cara después de haber pasado por su barba.
Jueves 17: Francesco Schlimé en L'Auditori. Para este me llevaré las gafas de pasta sin cristal.
Sábado 19: Jason Molina en BeCool. Y este último servirá para ratificar lo que un día dije: Jason Molina canta como si su hija pequeña se hubiese ahogado en la ciénaga.

Como no tengo pensado nada, voy a dejar unas poesías que he leído en Quimera y me han gustado lo suficiente como para perder el tiempo copiándolas aquí.
Sobretodo la segunda, totalmente de acuerdo con ella.

ANUNCIOS
Belén Reyes

Se traspasa afectividad
por cese de negocio.

Pecho reformado, mucha luz, calefacción central,
autoestima.
Negociable. Vacío...

Busco amor de segunda mano, todo terreno. No importan quilómetros psíquicos. Sufro bien y al contado.


ROLLERBALL 1975
Pedro Calleja

La primera
vez, la vi
por la violencia de sus imágenes, era
un niño.

La segunda, por
el mensaje
anticonservador y enrollado:
era un joven idealista.

La tercera, por la estética
años 70
de ciencia ficción:
me hubiese encantado vivir
en un entorno parecido,
sin dar golpe,
asistiendo a fiestas
caras en las que se reparten
drogas y se
coquetea
con todo el mundo.

He crecido.
Ahora sólo soy
un adulto con mentalidad de post
adolescente. El movimiento costra me da risa.
La globalización no me preocupa.
Prefiero vivir bien
que hacerles la vida imposible
a los que viven bien.

Me he convertido en el malo de la película.

miércoles, enero 09, 2008

pocas ganas

Hace tiempo que no voy al cine.
Esta ilustración de porterodelantero me lo ha recordado.
Y también ha hecho florecer las pocas ganas de ir que tenía.

martes, enero 08, 2008

algodón de oferta

Aquí dejo otro ejercicio para este jueves.
Se trataba de un cuento desmitificando la Navidad.

ESCENA FINAL


Interior de un centro comercial.
Luces de todos los colores adornan los escaparates de las tiendas.
La gente se mueve muy rápido. Si alguien llegase de otro planeta en este momento y observara la escena desde arriba podría pensar que se trata de una alarma nuclear.
Entre las personas, una madre y su hijo caminan rápidamente, no porque lleguen tarde a ningún sitio, sino porque es lo que hace todo el mundo.
La madre arrastra al hijo, que no puede seguir el paso tan rápido y vuela literalmente.
La cara de la madre denota frustración. La del hijo desenfreno, lujuria, en fin, locura.
En ese momento al niño no se le ocurre otra pregunta que ésta.

Niño: Mamá, ¿qué es la Navidad?

La pregunta del niño no expresa ningún tipo de dulzura si es que el lector la interpretó así. La pregunta del niño no expresa absolutamente nada. La oyó en una película y quiere saber si la respuesta será la misma.
Su pequeña mano aprieta una Nintendo DS de la que se cansará dentro de cinco, cuatro, tres, dos, uno.
Aunque sólo tiene seis años ya conoce a su madre lo suficiente como para tenerla controlada totalmente. Con sólo una mirada puede hacer que se arrodille y acaricie su barriguita y luego le compre lo primero que señale aquí, en el centro comercial donde habitan. Sólo irán a casa para dormir.
Afuera, los copos de nieve no caen porque ya no existe el invierno, ni el verano ni ninguna de las estaciones de las que hablaban nuestros abuelos.
Los copos de nieve ahora son algodón de oferta.
La madre y el niño siguen vagando frenéticamente sin rumbo fijo. Aunque el verbo vagar ya suponga sin rumbo fijo y frenéticamente no sea el adverbio más adecuado para acompañarlo, dije: la madre y el niño siguen vagando frenéticamente sin rumbo fijo. ¿A quién le importan ahora los significados? No hay tiempo para eso.
La pregunta del niño sigue en el aire, un aire cargado de colonias recién regaladas y falsos propósitos. Quizá por eso tarda tanto en llegar a los oídos de la madre, por la densidad de todo ahora.
La madre sigue de un lado para otro. Ha pasado ya cinco veces por delante de esa tienda. Quiere creer que no. Los tacones la están matando. Pero pronto llegarán las rebajas. Eso la tranquiliza momentáneamente.
El niño sigue con su cara loca, aunque empieza a estar cansado de ver sólo piernas y zapatos. Mira de vez en cuando a su madre, esperando la respuesta a esa pregunta que hace tanto formuló. Pero la respuesta no llegará ni hoy ni mañana.
A cambio, una mejor.

Madre: Venga, que hoy cenamos en el McDonald´s.

el estanco de Dawney

Aquí dejo el ejercicio para este jueves. Se trataba de formar un relato en el que hubiese al menos dos espacios diferenciados.
A la de an, a la de de, a la de truá.

Thomas prepara la mirilla del rifle. Las balas y cómo se cargaba ya se lo enseñó su padre aquel día, entre risas, con dos botellas de vino danzando en sus venas. Pero la mirilla la compró el otro día en el estanco de Dawney. Sólo veinte pavos.
Thomas se mueve con dificultad en el cuarto trastero. El polvo acumulado junto a los juguetes y muebles viejos dificulta sus acciones. Es un espacio sombrío, seco y caluroso ya de buena mañana. El único foco de luz proviene de una pequeña ventana, orientada hacia la casa de los Robertson, desde la cual sacará su rifle, ajustará la mirilla, esperará a que la señora Robertson esté bien enfocada y apretará el gatillo, ese gatillo adornado con una especie de piel de leopardo.
La señora Robertson les prepara el almuerzo a Jessica y a Magdalene, sus dos hijas, rubias como princesas de cuento. Jessica hoy viste una falda a topos y una camiseta amarilla y rosa. Magdalene pasea sus pies descalzos por la moqueta de su habitación mientras decide si se pondrá los botines verdes o las zapatillas blancas y rosas. La casa huele a tostadas recién hechas. A tostadas y a champú. Una mezcla extraña.
Thomas mira a través de la mirilla, el cañón sobresaliendo por la pequeña ventana. Ve a Magdalene calzándose unos botines verdes y luego mirándose en el espejo de su habitación y hablando y gesticulando sola. Desplaza la mirilla hacia la planta baja y allí encuentra a Jessica, untando mantequilla de cacahuete en una tostada y hablando con alguien que no aparece en el plano. El exceso de polvo dificulta su respiración y Thomas tose sin dejar de observar la escena.
¡Ya son casi las ocho y media, Magdalene, baja a desayunar!, grita la señora Robertson desde la planta baja. ¡Ya voy!, responde la niña con aire cansado. Baja las escaleras corriendo mientras canta una canción de moda. Salta los dos últimos escalones dejando una estela de colonia por toda la escalera. Mientras tanto, Jessica mira por la ventana la casa de los Phillips y mastica su tostada. Mamá, ¿qué es eso que sale de la ventana de arriba?, dice señalando el cañón de escopeta.
Thomas observa cómo Jessica lo está señalando. Tose con más insistencia, empieza a sudar, mierda, puta niña, se mueve ligeramente pero es peor, el polvo que levanta se mete en su nariz y su boca, se pega a su frente empapada de sudor, niña, cállate, las gotas de sudor caen por sus pestañas y empañan el objetivo, entonces aparece en escena una borrosa señora Robertson, rodeada por un círculo que significa muerte.
La madre entorna los ojos para ver lo que señala su hija, sin ser consciente de que su vida está dependiendo de una gota de sudor. Pues no sé lo que puede ser eso, la verdad, contesta la madre. Vamos, acabaos el desayuno que nos tenemos que ir.
Thomas se enjuga el sudor y dice mierda varias veces. Golpea la pared de madera con el puño cerrado y vuelve a decir mierda. Se levanta más polvo que lo hace toser de nuevo con insistencia. Cuando se calma vuelve a colocar su ojo izquierdo en la mirilla de veinte dólares y enfoca hacia la casa.
Para entonces, allí ya no hay nadie.

lunes, enero 07, 2008

silba para dentro



Pero, ¿qué día es hoy? ¿Tú tienes fiesta? Porque yo no.
¿Soy el último idiota sobre la tierra? Espero que así sea. Al menos seré el único en algo. Orgulloso no estoy, pero, ¿qué más me da si soy idiota?
¿Qué más falta por celebrar? ¿Cuando empieza a trabajar la gente que no soy yo? ¿De qué nos quejamos?
Odio a la gente que silba para dentro cuando quiere llamar a alguien. ¿Tú no o qué?
Hoy tengo que hacer los deberes o la profe me va a castigar de cara a la pared con las orejas de Dan Brown y luego me paseará por todas las clases y todos se reirán de mí señalando con el dedo mis orejas postizas y será lo único que me falte para rubricar esta semana horribilis en cuanto al animus se refiere.

domingo, enero 06, 2008

popular demand

Por petición popular y debido a las pocas ganas de buscar un vídeo interesante, unido a la gran calidad de los recomendados, aquí van los vídeos del domingo de hoy, que ya se acaba.
Casualmente los dos en cámara hiper lenta.
Casualmente los dos más que inquietantes.
Gracias a oasispain y a anónimo.

Health-"Heaven"



Interpol-"The Heinrich maneuver"


sábado, enero 05, 2008

lapo de astro

Este es el mejor videoclip del año para la revista Rockdelux. ¿Es una puta mierda o soy yo que ya estoy muy viejo para estas tonterías? Clica para verlo, tú mism@.

Hoy (ayer viernes) ha sido un día de mierda. ¿Sabes lo que eso significa? ¿Has vivido alguna vez un día de mierda pura? Seguro que sí. Pues a eso me refiero. Y mañana (hoy sábado) va a ser la MIERDA más pura que hayas probado en tu vida, colega, me la trae un tipo directamente de Amsterdam. No me hagas caso, cosas mías, hagas caso, cosas mías, hagas caso. Demasiadas ca y co. Falta precisión en el texto. Habría que cuidar la sonoridad. Un día leí una entrevista a Quentin Tarantino en la que decía que él, cuando acababa de escribir un guión, llamaba a un amigo (supuse que siempre el mismo, un buen amigo, digo) y se lo leía por teléfono. Dice que era la única forma de darse cuenta de las cosas que le fallaban. Vaya mierda de técnica en un día de mierda tan pura como este. ¿Has visto Death Proof? A mí no me pareció tan mala pero a Sheila sí. Hoy sábado vienen los reyes. Estarás nervios@. Yo les he pedido un lanzallamas, con tres potencias a ser posible. Para mis altibajos. Hoy lo pondría al tres. Creo que empezar el año con Hitler no ha sido muy buena idea. Luego hemos ido a mirar pisos. Todos eran preciosos. Ideales para abrir la llave del gas y quedarse dormidito entre sus grietas. Mierda fina fina. Hoy (ayer viernes) los astros no estuvieron con nosotros. Los putos astros no estuvieron con nosotros, he dicho. Se habrían ido de putas a Amsterdam, a pillar buena mierda y escupírmela en la cara, eso es lo que han hecho. Tengo lapo de astro por toda la cara. Estoy bastante cansado. Me estoy leyendo Austerlitz, de W.G. Sebald, y el cabrón escribe bien pero construye las frases tan largas que podría estar varios días leyendo la misma y la escena transcurriría con normalidad, sin importarle mi presencia, claro, frases largas, cuando digo largas me refiero, a, por ejemplo, esta misma, no quiero decir que escriba así, escribe mucho mejor, ya que su cultura es más amplia que la mía y que la tuya y que la tuya juntas, como la de Thomas Bernhard, por ejemplo, y frases con sentido, no como esta, que me está haciendo odiarme a mí mismo: me, odiarme, mí mismo: MAL. Ahora me voy a dormir y cuando despierte quiero que todo esto haya pasado, así de fácil te lo digo. No quiero verte llorar más. No quiero verte llorar nunca. Ahora me voy a dormir, he dicho, y dejo este vídeo para que te alegre un poco, para que nos alegremos un poco. A mí me gusta más que el de Animal collective. Y costó mucho menos, seguro. Me gusta sobretodo el baile del de la mandolina, hacia los 45 segundos, y el gesto de ¿me entiendes? de Julián López en Noche Hache que hace el Carosone hacia los 52 segundos, y el batería tocando el contrabajo con un chicle hacia el 1:27, y todos haciendo un poco el tonto, que, al fin y al cabo, de eso se trata en la vida, de hacer frases largas con sentido y luego un poco el tonto.
Y mira, el piano es Petrof.
¿No te parece bonito?

martes, enero 01, 2008

black

Empezaremos el año con la verdad por delante.
A ver cómo acaba.
Hoy no escribo nada más.
Feliz año a tod@s.