miércoles, julio 30, 2008

la rampa de su vida

Ayer fue ayer y hoy es hoy.

Pues ayer iba yo caminando, bajando la rampa automática de este bendito centro comercial en dirección al kiosco, a ese reducto de paz donde me compro la Cuore y La Vanguardia los miércoles, y precisamente ayer iba yo en busca de La Vanguardia y de su Cultura/s, ese suplemento que me la pone, nena, cómo me la pone, ese suplemento, oh, sí, dámelo todo, suplemento, entraba yo ya, ya yo entraba al kiosco y hacía el gesto de agacharme y pinzar el diario y voy y lo hago, sin ningún tipo de miramientos voy, me agacho y pinzo la Vanguardia, que no dice ni mú ante mi pequeña agresión, y la sostengo con mi mano y se la pago al pobre hombre de detrás del mostrador y la doblo y la encajo en mi sobaco, qué placer encajarse un diario, un libro, de bolsillo, en el sobaco, qué placer el de depositar un euro encima de un mostrador y llevarse a cambio un diario, y con el diario bajo el sobaco caminaba de vuelta a la bendita tienda donde trabajo/é y de nuevo ahora por la rampa de subida, la rampa de su vida, señora, pruébela, no le defraudará, me dejaba llevar por esa cinta de metal hipnótica cuando desencajé La Vanguardia de mi sobaco para hojearla y fue entonces y no antes, podría haber sucedido antes pero fue entonces, dejándome arrastrar por esa alfombra mágica, cuando me di cuenta de que ayer no era miércoles, y no me di cuenta porque en la portada se me avisase con un claro y conciso martes, 29 de julio de 2008, no me di cuenta por eso, no, repito, cuenta no me di por eso, me percaté que ayer no era miércoles, porque dentro de sus páginas no se encontraba oh, sí, dámelo, el suplemento Cultura/s.
Qué desgracia la mía, cuál fue mi desilusión, por si no tenía bastante con el pelo que me empieza a cubrir la cara y la palma de las manos, para lo que no saben darme cura los médicos, por si no tenía bastante con mi mutación, ahora me vienes con esas, LaVanguardia, no me jodas, que hoy era miércoles, por qué no puede ser hoy miércoles, pensaba yo ayer todavía dejándome arrastrar por esa orgía de piezas metálicas, por qué, repetía para mis adentros, por qué este sufrimiento tan descarado hacia mi persona, oh, suplemento, mi suplemento, esperaba encontrarte entre estas páginas que ahora me parecen tan sombrías, esperaba verte brillar al desprenderte de las páginas que te tienen atrapado, páginas innobles que te aprisionan y no dejan, no dejan, da igual, esperaba encontrarme el Cultura/s ayer porque pensaba, tenía en mente, estaba convencido, deseaba, que fuera miércoles.

Me decidí a bajar de nuevo la rampa y me encaminé otra vez hacia el kiosco, donde el mismo pobre hombre seguía tras el mostrador, lo que me produjo una desazón inhumana ya que pensé si él es el mismo que antes, quiere decir que hoy sigue siendo hoy.
Esperaba yo que el día hubiese cambiado mientras subía y bajaba la bendita rampa, esperaba que fuese ya miércoles, que fuese hoy.
Y así se lo dije al pobre hombre.

yo: pensaba que hoy era miércoles.

pobre hombre: ...

yo: quiero decir que me he comprado La Vanguardia pensando que era miércoles, por el suplemento Cultura/s.

pobre hombre: ya.

yo: pues eso.

pobre hombre: mañana será miércoles.

yo: sí.

pobre hombre: ...

yo: ...

pobre hombre: ... (tose)

yo: ...

pobre hombre: ...

yo: ... (toso)

Después de la enriquecedora conversación con el pobre hombre, salí del kiosco y definitivamente fui otra vez a la tienda.
Allí, en la puerta, se agolpaban centenares de personas, golpeando los cristales y gritando todas ¡queremos comprar cd's!, ¡queremos comprar cd's!, y así muchas veces, vete a saber las veces que lo habrían dicho ya. Los de seguridad habían acordonado la zona para que no hubiera incidentes con el resto de la gente. Cuando llegué a la puerta me dispuse a sacar las llaves de mi bolsillo y abrir la puerta pero decidí unirme a ellos, a toda esa gente que se amontonaba ante una tienda de discos y exigía poder comprar un cd.
En la aglomeración alguien me preguntó ¿tú sabes por qué está cerrada?, no, dije yo, acabo de llegar. No hay derecho, gritaba otro con un niño en brazos, queremos comprar música y no podemos, ¡no hay derecho!
Me quedé un rato más. La masa me empujaba de un lado a otro. Luego me fui con La Vanguardia bajo el sobaco a otra parte, a algún lugar con papeleras, y la tiré.
A mí sin suplemento no me vengas, le dije antes de enterrarla entre vasos de cartón del Fresh'n'ready.

La cuestión, a lo que quería llegar, si es que quería llegar a algún sitio, es que hoy es miércoles y he vuelto a bajar al kiosco, esta vez convencido, orgulloso, sacando pecho, se diría, porque hoy sí que es miércoles, hoy sí que me viene el suplemento, oh, sí, nena.

Hoy los del Cultura/s hablan de El mito zombi.

La metáfora de los muertos vivientes resurge como expresión de la angustia existencial de los más jóvenes.

Ese es el subtítulo que le dan al artículo.

Quiero saber dónde consiguen las drogas estos del Cultura/s.

Dios santo.

Pero es que, lo mejor de todo, aun reconociendo que están rebien drogados estos articulistas, güey, me apetece leer lo que dicen, me parece interesante, hacen interesante un día al papel albal, otro al estucado veneciano, y hoy a los zombies, los dignifican, los culturizan, que me dan ganas de verme Yo anduve con un zombie (Jacques Tourneur, 1943), que la tengo y aún no la he visto.

Son buenas drogas las que toman.


Aquí también, en el Cultura/s, oh, sí, ya, descubro, me descubren, los drogatas me dicen en la última página que el sábado 25 de octubre de 2008 a las 6 pm GMT (20:00 en Barcelona) se intentará romper el récord mundial de bailar Thriller simultáneamente. Actualmente el récord está en 1.722 personas repartidas en 52 ciudades.

Y también que esto lo han sacado de esta web molona.
Lo mejor son los vídeos con las lecciones para aprender el baile.
La tía lo hace fácil pero te puedo asegurar que no lo es tanto.
Lo he estado probando ahora en la tienda y, repito, no lo es tanto.

Creo que mi preferida es la Lesson 2, March booty swim.

martes, julio 29, 2008

pisadas de un cervatillo

Esto se acaba.

Me doy cuenta de que las ideas, si es que las tengo, se me ocurren mientras camino.
¿Debería llevar conmigo mismo yo a mí conmigo una grabadora o, en su defecto, una libretita moleskine?
Pregunto.
O simplemente dejo que las ideas, si es que las tengo, me se vengan y me se vayan de la cabeza así, como una canción, como el chiki-chiki.
Las ideas, si es que las tengo, que me vienen a la cabeza sólo me sirven para actualizar el blog.
Pienso, joder, de qué hablo hoy en el blog, de qué le hablo a esa madre de familia que me tiene como único consuelo, de qué le hablo a ese consumidor compulsivo de porno que me descubrió un día cuando tecleó en el Google Sasha Grey y descubrió que este mi blog era mucho mejor que el porno y mucho mejor que un torneo de voley playa femenino con una caipiriña en la mano, de qué le hablo al cobrador del frac, de qué le hablo a mis padres, que me leen de vez en cuando y me preguntan si eso que pusiste es verdad, de qué le hablo a ese anciano que se conecta cada mañana desde la biblioteca y luego se sienta en un banco y luego compra el pan y luego le hace un bocadillo a su nieta, de qué le hablo, de qué te hablo.

El otro día me topé con una chica del Círculo de lectores.
¿Por qué siempre te topas con este tipo de gente? Nunca vas por la calle diciendo a ver si veo a uno del Círculo de lectores, que me quiero hacer socio porque, claro, a mí gusta mucho leer, por eso quiero hacerme socio del Círculo de lectores, porque ¿hay algo más excelente que pertenecer al Círculo de lectores?
Pues el otro día me topé con una chica del Círculo que me invitó a escucharla.
Yo escuchar, lo que se dice escuchar, puedo estar escuchando durante mucho rato, llevo treinta años escuchando, al no ser muy locuaz y al desordenar las palabras en mi boca antes de que salgan pareciendo borderline, lo único que puedes hacer es escuchar, además la gente se piensa que eres inteligente y todo.
Pues escuchando me quedé a esta chica yo, con un brazo en jarra y el otro en el bolsillo, mientras buscaba un gatillo que apretar, pero me olvidé la pistola en casa, la pistola de salir del paso: me disparo en la pierna y así tengo una excusa para irme.
La chica me decía tonterías aprendidas de memoria que yo aquí, lo que se dice aquí, no voy a reproducir por vergüenza ajena.
Admiro el trabajo de un comercial, lo digo en serio. Saber que no eres bienvenido y seguir sonriendo como si nada, eso es admirable.
En un determinado momento del lance, a mí se me ocurre preguntar esto que me vas a explicar no supone ningún tipo de compromiso, ¿verdad?, a lo que la chica me responde no, no, tú tranquilo, y ese no, no, tú tranquilo sonó como si lo dijera Nacho Vidal cada vez que le preguntan no me va a doler, ¿verdad, Nacho?

La chica me intenta convencer de cosas que ni ella se cree.
De pequeño comí espinacas esperando que un gran bíceps emergiera o, al menos, emergiese de mi brazo.
¿Cuántas mentiras más tengo que esperar?

La chica me recomienda libros que no ha leído ni leerá y me pregunta si me los he leído yo.
Le digo la verdad: no. Y se le ponen duros los pezones al escuchar ese no, que a ella le suena a pisadas de un cervatillo en una cueva con lobos.
Entonces me los recomienda, claro, y me dice de qué van y coge un boli y me pide los datos y luego me pregunta un libro que me haya leído y que me haya gustado y le digo el primero que se me pasa, que me se pasa por la cabeza: El pabellón nº 6, un cuento de Chéjov, y se queda callada y me pregunta si está bien, y estoy a punto de responderle ¿está bien el qué?, pero le digo no está mal, dándome vergüenza a mí mismo lo que acabo de decir: no está mal El pabellón nº 6, (acabas pareciendo tonto ante un comercial del Círculo de lectores, no estoy diciendo que yo sea listo y ellos tontos sino que, si yo no tenía bastante con ser tonto, encima lo parezco, sacan lo peor de mí, quieren verme tirar una toalla a la lona empapada en sudor y lágrimas), y luego me dice que tengo que comprar obligatoriamente un libro, que tengo que elegirlo ahora aunque no lo pague hasta el mes que viene o el otro o cuando me vaya bien, entonces le digo que me pensaba que había dicho que no había ningún tipo de compromiso y ella me dice que compromiso no, que sólo tengo que comprar un libro.
(Y así entraríamos en un bucle infinito, que es el objetivo de un buen comercial.)
Ante la nueva disyuntiva que se me proponía:
a) echar a correr gritando ¡ya están aquí!, o
b) aullar y empezar a caminar a cuatro patas,
decidí que lo más lógico sería hablar y comentar la jugada como buenos hermanos.
Le dije que a mí me parecía muy bien su trabajo, que la entendía, y lo único que pedía yo era que me entendiese a , no pedía nada más.

Acabamos como amigos aunque perdimos el tiempo mutuamente, cada uno a su manera.

¿Qué piensas tú del Círculo de lectores?
Yo no veo mal que exista, no voy a decir que desaparezca ni ninguna tontería de las mías, al contrario, me parece estupendo que exista, me parece lo mejor del mundo que alguien venda libros, que alguien compre libros, me encanta comprar libros más que leerlos, no hay nada que me parezca mal ahí.
Lo único que no quiero es que me obliguen a hacer algo aunque sea algo que me guste hacer.
Porque es muy probable que lo aborrezca.

P.D.: Apuntes sin importancia (como el resto del post):

Me gusta el programa de TV3 Herois Quotidians.

Y también Yolanda Ramos. (Minuto 3:20. Lo mejor.)

lunes, julio 28, 2008

clonación

Estaba yo mismo leyendo esta noticia, imaginando a este pobre chico en Barcelona, la ciudad con el índice más alto de clonación de chicas, cuando pensé:
¿Sabrías tú que se refieren a ti?

Por cierto, ya lo han dejado.

¿A que ahora te sientes mejor?
Yo sí.

viernes, julio 25, 2008

deja de agacharte

¿A quién le importa cómo acabe Perdidos?

Hoy no voy a hablar de nada en concreto así que prepárate, siéntate bien, la espalda recta y tráete algo de bebida o chocolate.

(Ahora mismo estoy en la tienda escuchando Neu!, un grupo alemán para gafapastas de Barcelona y del mundo así en general, pero sobre todo de Barcelona.)

Me dan pena algunas personas. Esto es lo primero que se me ocurre decir.
No hablo de la pena que te puede dar, por ejemplo, Amy Winehouse en un determinado momento, en según qué fotos. (A mí la Amy a veces me da una pena que lloraría, en serio. También a veces pienso como tú: pues a mí no me da ninguna pena, se está metiendo jaco, coño, y ya es mayorcita.)

Hablo de la pena que te puede dar, por ejemplo, Bernardo, el cantante Bernardo, sabes quién te digo.
Me doy cuenta que me dan pena algunas personas que no tendrían por qué dármela.
Por qué me pasa eso, no lo sé.

Quizá tendría que haber pensado una lista de personas que me dan pena.
No lo he hecho, diré las que me vengan a la cabeza.

Josmar. ¿Sabes quién es?, ¿te acuerdas de Josmar, es superfort? A mí ese chi@ me da pena de llorar, que bostezo para disimular cada vez que lo veo. No me preguntes por qué.

También me da pena Josep Mª Rubio, el actor que hacía de Sr. Barragán.
No me da pena el personaje, sino el actor. Tampoco me preguntes por qué.

Kurt Vonnegut también me da pena cada vez que le veo en alguna foto. Me parece entrañable.

Mariano Rajoy. Es un hombre triste que me transmite lástima. No parece que pueda estar realmente contento nunca.

Estoy pensando y no me da pena nadie relacionado con el mundo de la música.
Quizá Robert Wyatt.
El resto me parecen prepotentes, todos, sobre todo los grupos de Barcelona, excepto La orquesta de la muerte, que ya no existe.

También me dan pena algunos clientes habituales de la tienda.
Uno que sólo compra techno y siempre pide que le quites el plástico del cd.
Otro camionero que sólo compra la colección I Love Disco, música disco de los ochenta. Le tendrían que invitar a cenar un día los directivos de Blanco y Negro. Me da pena.
Otro que viene a la hora de comer, supongo que sale de la oficina, da una vuelta y se va. El traje le viene grande y será que lo relaciono con un clown.

En fin. No sé a qué venía este rollo sentimentaloide.

Otra cosa.
He escuchado varias veces el disco de Bon Iver.
Le he dado varias oportunidades a este loser.
Que le dejó la novia y se fue a una cabaña y parió este disco.
Mira, que no me cuenten más historias, no me contéis historias.
Me da igual que le haya dejado la novia, que haya perdido a sus hijos en el bosque o que su padre se haya comido a su madre.
Me da igual.
Dame algo nuevo, Bon Iver, dame algo que te salga de dentro, no esta mierda mediocre, estoy harto de perder el tiempo, Bon Iver, ¿a ti te sobra?, porque a mí no.
Escucha cien veces el Lady in satin y déjate de tonterías de rupturas y de cabañas.
Te fuiste a una cabaña a hacerte pajas porque aún te duraba el calentón, joder, no nos engañes, que ya tenemos una edad.

La cuestión es que todo el mundo lo pone por las nubes y por supuesto todos los fotologs donde lo encuentres te dirán que es un discazo.
Mierdas.

Hay discos buenos, malos y mediocres. Y el de Bon Iver es mediocre.
Así de sencillo es el asunto.

No me engañes más, prensa musical gratuita.

Mira, el otro día hablaba con Víctor de la prensa gratuita, la prensa musical gratuita.
Yo estoy en contra totalmente, así de claro.
No estoy diciendo que desaparezca (o sí, por mí sí) porque la prensa musical gratuita está bien si tienes entre diez y veintitrés años y algo puedes aprender durante ese tiempo.

Después de los veintitrés te tienes que buscar otra cosa.
Después de los veintitrés lee en inglés. Busca a Lester Bangs o a Simon Reynolds.
Después de los veintitrés deja de agacharte para coger cualquier revista.

Y estoy en contra porque es un viva la vida, que dirían Coldplay.
La prensa musical gratuita es un chat del messenger en el que cada uno dice la suya.
No estoy diciendo que la no-gratuita sea excepcional y que no sea también un poco eso. No.
De hecho, ahora que lo pienso, que desaparezca tanto la una como la otra, que desaparezca la crítica musical tal y como la conocemos.
Unos catálogos mensuales con las novedades discográficas y punto.

Hoy en día, y ahora muy en serio hablo, con el emule o con lo que diablos te bajes la música, con las facilidades de internet, con lo bueno y lo malo que tiene internet pero con lo fácil que es hoy en día acceder a cualquier música, a cualquier información, de cualquier tipo, con lo fácil que es hoy en día, si se quiere, tener un criterio musical propio, dime, ¿qué sentido tiene la crítica musical?

Hombre, me dirás, un poco para orientarse, ¿no? Yo no la veo tan mal.

Y también me podrías decir: ¿y qué puto sentido tiene entonces que tú digas aquí que el de Bon Iver es mediocre?

Ninguno, te respondería mientras me saco un moco, ninguno.

La cuestión es que yo nunca he pretendido nada, ni siquiera tener sentido.
Ahí radica la diferencia.

Yo te digo que el de Bon Iver es mediocre y tú:
a) ya no te lo bajas porque te lo he dicho yo,
b) te lo bajas para ver si tengo razón o si soy un bocazas, o
c) te subes los pantalones al oír a tus padres abrir la puerta.

Fíjate. Si yo hubiera dicho que el de Bon Iver es una obra maestra, las opciones serían las mismas.
A eso me refiero.

La crítica musical no sirve absolutamente de nada.

Siempre acabo hablando de lo mismo.
Mierda.

jueves, julio 24, 2008

trozo de cuneta

Todos mis días
son iguales.

Intento hacer cosas
para que mi vida,
mis días,
no sean tan iguales entre sí.

Pero no soy capaz.
Ni siquiera de intentarlo.

Me levanto
siempre
a la misma hora
mismo minuto.

Me ducho
cantando
siempre
la misma canción.

Camino hasta la parada
del autobús,
primero por esta acera
y luego por la otra.

Escucho
las mismas canciones
durante el trayecto
hasta el trabajo
en el mismo orden,
para que cada una
coincida
con la misma parada
del día anterior.

Incluso miro
el mismo
trozo de cuneta,
el mismo
edificio,
la misma
señal rota,
el mismo
gato muerto
que nadie
se digna a quitar.

Todo
para que ningún día
sea diferente.


Todos mis días
son iguales.

Todos mis días
serían iguales

si no fuese
por Sheila.


Sólo sé
que hoy no es ayer
porque
hoy
la quiero más.

lightning elephant


miércoles, julio 23, 2008

toda la pesca


Hago un alto en el camino de etiquetador, reponedor, en definitiva, chimpancé, para recomendar un disco que estoy escuchando durante toda la mañana.

Esto parece el fotolog de un veinteañero que acaba de descubrir el Razz, lo sé, pero es que llevo escuchando el mismo disco unas cuatro horas. Sé que te importa muy poco, poquísimo diría yo, pero es que a mí me importa menos todavía, imagínate.

La cuestión es que llevo escuchando este directo de Daft Punk durante cuatro horas y es para volverse loco, que me estoy volviendo loco, vamos, que la gente sale de la tienda de lo fuerte que peta el bafle, nen.

Ya sé que hace tiempo que salió, que es del año pasado y toda la pesca pero, ¿acaso esto es la Rockdelux?
Cuando un disco es tremebundo, no hay fecha que valga.

El tema es que este directo es apoteósico.
Que tengan que venir gente de otros planetas para quitarnos el trabajo y hacer estos directos.
Apoteósico, repito.

apoteósico, ca.
1
. adj. Perteneciente o relativo a la apoteosis.
2. adj. deslumbrante. Tuvo una despedida apoteósica.

apoteosis.
(Del lat. apotheōsis, y este del gr. ἀποθέωσις, deificación).
1. f. Ensalzamiento de una persona con grandes honores o alabanzas.
2. f. Escena espectacular con que concluyen algunas funciones teatrales, normalmente de géneros ligeros.
3. f. Manifestación de gran entusiasmo en algún momento de una celebración o acto colectivo.
4. f. En el mundo clásico, concesión de la dignidad de dioses a los héroes.

lunes, julio 21, 2008

ningún incentivo

"Son los errores los que guían la evolución.
La perfección no ofrece ningún incentivo para el mejoramiento".

Colson Whitehead.

sábado, julio 19, 2008

ha venido a mirar

Finaliza Los Serrano.
"No me conoces. Yo a ti sí. Bueno, de la tele y eso.
Voy a ser directo. Me gustas. Me gustas mucho. Me encantaría que pasáramos una noche juntos, al calor de un fuego a tierra. ¿Tienes fuego a tierra en tu casa? Porque yo no. Por eso lo digo, porque si quieres podríamos quedar directamente en tu casa cuando quieras. O mejor esta noche mismo, que no tengo nada que hacer. ¿Sobre las diez te va bien?
Tengo muchas ganas de abrazarte y de que recorras mi cuerpo con tu lengua y de muchas más cosas que me las guardo para cuando nos veamos.
P.D.: Ahora mismo estoy desnudo".

Abajo a la izquierda, un argelino le roba la cartera a una anciana.
Arriba a la derecha, un pakistaní vende cervezabierr.
Por el centro de la imagen, un chino vende cd's piratas.
Y debajo de los árboles hay negros sentados que pasan droga.
El resto es gente que hace cola a lo loco para devolver el iPhone porque se pensaban que era otra cosa.

Un hombre llora después de comprobar que Russian Red no lo add a sus friends del myspace.
La tristeza del perdedor se extiende a la gente que le rodea.
Una incluso aplaude la tristeza.
En cambio, el calvo de atrás pasa de todo. Ha venido a mirar.


Una multitud de estúpidos miembros de una secta se estrella contra el suelo después de tirarse desde un balcón animados por su líder quien les aseguró que lo de la espalda eran alas.


Un hombre se divierte arrancándole la cabeza a un viejo.
El viejo le suplica que no lo haga pero el hombre divertido no está para tonterías.
La gente de atrás no quiere ni mirar.

pasas el rato

Esta página es una de esas páginas ideales para un sábado por la mañana.
Por decir algo.
La cara oculta de las portadas de discos, qué hay más allá de las portadas, cuántas tonterías se pueden hacer a partir de una portada.
Hay algunas buenas. Otras, simplemente patéticas.
Pero bueno, pasas el rato.

viernes, julio 18, 2008

irremediable

Te voy a contar un secreto: me siento un inútil.
Si esto es lo que querías oír, ahí lo tienes, si te hace gracia, allá tú, a mí no, aquí está mi actualización de hoy, no tengo nada que decir aunque ya lo he dicho, y te lo vuelvo a repetir sin ningún tipo de complejos: me siento un inútil, y pregunto: ¿qué diferencia hay entre sentirse un inútil y ser un inútil?, y respondo: creo que ninguna, cuando la inutilidad te invade, ahí está para distorsionarlo todo, ya no te sientes, ya eres, ya no eres, ahora sólo te sientes, ¿y qué más da?, digo yo, sintiéndome un inútil, ¿y qué más le da a esta persona lo que le estás diciendo?, no le importa en absoluto, como no me importa cómo se sienta ella, y sentirse un inútil es como ir quedándose calvo, lo puedes ir disimulando, sí, pero, ¿para qué?, tarde o temprano la gente sabrá que te sientes un inútil, que eres calvo, por eso he decidido que lo mejor es que lo sepas antes que nadie: me siento un inútil, y lo mejor es que no me siento mal al decirlo, no es que me deprima ni nada de eso, lo mejor es que me siento bien diciendo que me siento un inútil y no me sienta mal decirlo, y alguien dirá: ¿podría hacer algo para que no te sintieras un inútil?, y yo le contestaría: no, porque sentirse un inútil es algo único, irremediable, y nadie puede hacer nada por ti, sólo tú, y lo malo de esto, lo peor de sentirse un inútil, lo que más rabia me da de todo este asunto es que, por más que quiera, no le puedo echar la culpa a nadie.

miércoles, julio 16, 2008

langostas bañadas en ron

Hubo un tiempo en que siempre que iba a una librería (h)ojeaba unos libritos de Cortázar en dos volúmenes titulados La vuelta al día en ochenta mundos, unos libritos reeditados en 2006 en un formato incluso comestible, incluso, si me apuras, si me excitas, follable, a ese tipo de formato me refiero.

La cuestión es que iba yo a las librerías y buscaba la C y luego la Co y luego veía estos libritos y pinzaba siempre el negro, el tomo II, no sé por qué pero así era, así es, mi delicado índice y su amigo gordinflón pulgar, mi Quijote y Sancho de la mano derecha, siempre juntos, pinzaban el tomo II de La vuelta al día en ochenta mundos y luego lo abría siempre por la misma página, desde el primer día por la misma página, hasta hoy por la misma página.

Decidí comprarme los dos tomos de La vuelta al día en ochenta mundos porque pensé que se necesitarían mutuamente, por las noches, mutuamente, uno sin el otro no los concebía yo, por las noches, mutuamente.
Así que ahora tengo los dos volúmenes y el tomo II, el negro, lo sigo abriendo por la misma página y ya es algo inevitable porque incluso dejado encima de una mesa, incluso de una cama, incluso de una sartén se abre el tomo II por la misma página, ya por inercia, ya por una especie de magia cósmica, como si esto fuera una película de brujería de serie B y el libro me quisiera decir algo.

La vuelta al día en ochenta mundos se compone de pequeños textos formando un collage variado,
A: si no no sería un collage, idiota, borra lo de variado.
B: déjalo, queda bien, aparenta bien.
impresiones, críticas de libros, de personajes, de conciertos, cosas que se le pasaban por la cabeza y por los dedos al Julio.
Mira, para que te hagas una idea, si Cortázar hubiera tenido un blog, estos libritos serían una recopilación de los mejores textos.
Nadie te lo podrá resumir mejor de lo que lo he hecho ahora mismo yo.

La cuestión es que el tomo II se me abría por la página donde Cortázar escribe la crónica de un concierto de Thelonious Monk en Ginebra en marzo del 66.

Es la mejor crónica de un concierto que he leído.
Sobre todo, porque apenas habla del concierto.
Y esa debe ser la esencia, ese el objetivo a cumplir, ese el final.
Hablar de algo sin hablar de eso.

La otra cuestión es que cada vez que leía, que he leído esa crónica, he soñado con el concierto de Monk, que yo estaba allí, en un bar lleno de humo y columnas que dificultaban la visión y hacían que me cambiase de sitio una y otra vez hasta encontrar el ángulo perfecto, ese desde donde ver los dedos del gigante caer rodando sobre el marfil. Pero siempre me despertaba o cambiaba de sueño, que es lo mismo, justo antes de que el músico saliera a escena.

Mira a Cortázar:
[...]Ahora se apagan las luces, nos miramos todavía con ese ligero temblor de despedida que nos gana siempre al empezar un concierto (cruzaremos un río, habrá otro tiempo, el óbolo está listo) y ya el contrabajo levanta su instrumento y lo sondea, brevemente la escobilla recorre el aire del timbal como un escalofrío, y desde el fondo, dando una vuelta por completo innecesaria, un oso con un birrete entre turco y solideo se encamina hacia el piano poniendo un pie delante de otro con un cuidado que hace pensar en minas abandonadas o en esos cultivos de flores de los déspotas sasánidas en que cada flor hollada era una lenta muerte de jardinero. Cuando Thelonious se sienta al piano toda la sala se sienta con él y produce un murmullo colectivo del tamaño exacto del alivio [...]

¿Qué te ha parecido?
A mí se me pone dura cada vez que leo esta crónica, que cojo el libro con la zurda y todo.

El lunes, anteayer, a las 21:00, sentado en una butaca del Auditori, pensaba, recordaba yo esta crónica, ereccionándome y disimulando con un cruzado de piernas tan doloroso como patético. Recordaba la crónica del Cortázar y cogía una a una las palabras y casi todas coincidían conmigo entonces, el lunes, anteayer.

Miraba a mi alrededor y veía gente y gente llegar y sentarse nerviosa en sus butacas.
A mi alrededor, con la espalda pegada a la pared, fotógrafos con zooms no baratos preparaban el arma con una mezcla de parsimonia y ansiedad, como el cazador que sabe, porque lo ha soñado, que esa noche cazará al oso que mató a su hija.
Aquí y allá, esparcidos meticulosamente por la sala, en las puertas, en los accesos, miembros de seguridad, chicos de no más de veinticinco años, posiblemente todos miembros del mismo equipo de kickboxing, chicos fuertes con gomina y los cartílagos de las orejas destrozados que en lo único que pensaban era en la próxima velada en ese polideportivo de extrarradio que nunca ha pasado una inspección de sanidad.
Estos chicos no sabían a quién estaban a punto de ver.
Dios santo, nadie sabía a quién estaba a punto de ver.

Con un retraso propio de la ciudad donde vivo, vivimos, donde pocas cosas se toman en serio, las luces se van apagando, como si se hiciera de noche de pronto y entonces salieran los trasgos y los demonios del bosque a invadirlo todo, y las luces apagadas actúan de resortes en todos y cada uno de nosotros, todos de pie, porque va a suceder, un meteorito va a caer sobre la tierra, sobre nosotros, que lo sabemos pero sonreímos porque no hay otra cosa que hacer cuando las luces se apagan, se hace de noche y un meteorito se acerca.
Si hemos de morir, que sea sonriendo.

Allí en el escenario aparece un vagabundo que se agarra al micro como quien se apoya en la barra de un bar, de su bar, como quien sabe que ahora el mundo, nuestro mundo, es suyo.

Tom Waits no es humano. Es una especie de monstruo nacido de la tierra, una raíz con forma humana, el tronco de un árbol centenario y vagabundo al que se le ha dado el don de comunicarse con la gente.
Y allí estamos nosotros, contemplando a esta maravilla de la naturaleza que golpea el suelo con fuerza y hace levantar nubes de polvo venido de otras épocas.

De su garganta salen plagas de langostas bañadas en ron que se nos cuelan en la ropa, se nos meten en la nariz, las orejas, los ojos, pero nosotros no podemos hacer otra cosa.
La tierra se abre en dos, una roca se parte en mil pedazos y el vagabundo la escupe con fuerza y luego se limpia con la manga.
Ríe como una serpiente justo antes de atacar o de morir, se mueve como un predicador loco al que le hubiesen dicho esta es tu última oportunidad de captar fieles.
Luego se sienta al piano, un borracho sentado ante un piano de cola cantándonos su vida, diciéndonos al oído que todos somos inocentes cuando dormimos.

La vida tiene cosas buenas, cosas que te hacen gritar y luego preguntarte ¿ese grito he sido yo? Sí, ese grito eres tú cuando Tom Waits extiende los brazos y mueve los dedos como queriendo despertarlos, como si quisiera mover millones de hilos imaginarios y así hacer bailar a millones de marionetas imaginarias que corren entre las butacas y hacen que sigamos el ritmo con los pies, hacen que pisemos los hilos sin querer, aunque nada importa ahora.

La gente se balanceaba como niños que descubren la masturbación, la gente quiere abrazarse como se abrazan las gentes después de una desgracia, con la misma extraña alegría de la salvación, del encuentro con el yo.

Durante más de dos horas un tronco con sombrero empapó su americana hasta mutarla completamente de color, la serpiente se dejó la piel en el escenario, curando sus heridas, se fue por donde llegó, escondiéndose de nuevo bajo la tierra, y nos dejó con la sensación de haber presenciado algo único y, por tanto, irrepetible.

Una estrella fugaz cruza el cielo negro y tú estás precisamente mirando esa parcela de cielo negro, quizá por casualidad, quizá porque sabías que en algún momento esto pasaría, y allí estás tú, mirando el recorrido de esta estrella, un segundo, puede que dos, y cuando ya ha pasado, el cielo negro de nuevo, alguien a tu lado dice ¿sabes que esto ha pasado hace millones de años?


Y eso fue el concierto de Tom Waits el lunes, anteayer.


Algo que pasó hace millones de años.

sábado, julio 12, 2008

our daily terror


Qué buena idea la de comprarse el Cahiers du cinema español.

Qué buena idea tuvieron al traducir ese fanzine francés y ponerlo en los kioscos de incluso los centros comerciales de extrarradio de incluso encontrarlo en el sitio incluso correcto de encima de al lado detrás escondido de las revistas para listillos, ahí dónde te tienes que poner muy de puntillas o agachar hasta oír algún clac cervical.

Qué buen número este el de Cahiers du cinema español, este de julio-agosto para leer en el sofá y que el aire entre por la ventana y te pase las páginas, este de cine invisible, con su lista de cincuenta (50) pelis ni más ni menos que no vas a ver ni en pintura por aquí, en este país para viejos, y en cambio sí podrá ver tu colega el que está de erasmus fumando porros.

Qué necesario este número del Cahiers que podría subtitularse Spain: el tercer (o cuarto) mundo cinematográfico.

Qué buenos son, joder, aunque a veces esté diez minutos leyendo el mismo párrafo y preguntándome dónde coño empezaba la frase, cuál es el sujeto, cuál el complemento directo, cuál el propósito de los redactores, ¿desquiciarme?, vuelvo a repetir, qué buenos son, joder.

El Àngel Quintana qué bueno es, cuánto hay que aprender de este hombre y qué poco de, por ejemplo, mí.
La Eulàlia Iglesias, con sus comas allí donde hacen falta y no en cualquier sitio y con su diadema mientras escribe por la noche, me la imagino a la Eulàlia.
El Monterde, cualquiera le dice algo al Monterde, que le ha puesto un dos (2) sobre diez a Los Cronocrímenes del Vigalondo, cualquiera dice que es buenísima esa peli si el Monterde le ha puesto un dos.
Echo en falta al Sergi Sánchez, que para mí es el más grande, the man, y al Quim Casas, que, aunque no se moja mucho en sus críticas, lleva Converse. Sus motivos tendrán, el Sergi y el Quim.
Pero aún sin estas stars (estas stars), qué buena opción es el Cahiers du cinema. Incluso mejor opción que este blog que te lo recomienda, imagínate.

Me descubre, ya no a ti cuando te la compres, a un artista neerlandés, Martijn Hendriks, que ha cogido la peli Los pájaros de Hitchcock, así, con sus dos manitas de artista neerlandés, la ha cogido y ha dicho: le voy a quitar los pájaros (de los cojones).
Y eso es lo que ha hecho: borrar digitalmente todas y cada una de las aves que aparecen en la película.
El resultado es una peli mucho más inquietante, bizarra, casi surrealista.
Una segunda obra maestra.
Lo puedes ver en su web, buscando en su list of works and projects (a la derecha, arriba) el proyecto en cuestión, que ha titulado Give us today our daily terror.
(Qué título más bueno, joder. Qué rabia le tengo a este hijo de puta).
Se pueden ver tres escenas ya retocadas.
Qué bueno es.
Me he emocionado, créetelo.

Martijn Hendriks

goya meets mobb deep


jueves, julio 10, 2008

conferencias

Aquí te dejo el calendario del ciclo de conferencias, encuentros con escritores, para el curso que viene que echarán en el Ateneu, allí donde me dicen que esa coma no hacía falta.
Serán los miércoles, de 19:00 a 21:00.

QUIM MONZÓ
presenta: Pere Guixà
29 octubre 2008

NAJAT EL HACHMI
presenta: Rosa María Prats
5 noviembre 2008


JUAN JOSÉ MILLÁS
presenta: Helena Rotés
19 noviembre 2008

ISABEL-CLARA SIMÓ

presenta: Mar Tomàs
17 diciembre 2008

JOSÉ MARÍA MERINO

presenta: Teresa Martín Taffarel
28 enero 2009

BERNARDO ATXAGA
presenta: Eduard Márquez
18 febrero 2009


ALICIA GIMÉNEZ BARTLETT
presenta: Mercedes Abad
11 marzo 2009


PEREJAUME
presenta: Francesc Parcerisas
1 abril 2009

MANUEL VICENT
presenta: José María Albert de Paco
29 abril 2009

PERE GIMFERRER

presenta: Abraham Mohino
20 mayo 2009

abismo

El otro día,
ayer,
el profe de teórica de la auto escuela,

lautoescuela,

un chaval que dice asín,
haiga y
¿qué hay que hacer si me se para el motor?
dijo una frase
reservada
a los grandes.

Él no se dio cuenta,
cómo se iba a dar cuenta
si estaba escribiendo
carril contigüo
en la pizarra,
pero acababa de enunciar
una frase trágica y mítica a la vez.


Cuanto más sepamos, peor.


Dijo.

Y
el tiempo
se paró
y
sus palabras
cayeron al suelo

como una piedra
al fondo del mar
que levanta
una humareda

l

e

n

t

a


y
ahuyenta
a los peces
que
duermen
allí,




en el abismo.

miércoles, julio 09, 2008

chocolate jesus

esta misma cosa

Un grupo de personas gritan tras escuchar un cohete.

A mí la fiesta de San Fermín como que me da más vergüenza ajena cada año que pasa, cada año que me hago más mayor, más carca.
A mí la fiesta de San Fermín como que me da más asco en el sentido más amplio e íntegro de la palabra.


asco.
(De asqueroso).
1. m. Alteración del estómago causada por la repugnancia que se tiene a algo que incita a vómito.
2. m. Impresión desagradable causada por algo que repugna.
3. m. Esta misma cosa.


(¿Qué quiere decir la tercera definición? Esta misma cosa. No lo entiendo. ¿Me he vuelto más imbécil de lo que era hace un minuto o qué está pasando? En fin, me da igual. Pero no entiendo la tercera definición que da el DRAE. ¿Habrá sido un jaker que se ha colado? Esta misma cosa. ¿Qué coño?)


Decía que a mí la fiesta de San Fermín me da cada año más asco y vergüenza ajena.
No la podré entender nunca.
Como tampoco qué coño pintaba el Hemingway allí y por qué coño es un reclamo Hemingway para los americanos cazurros borrachos que van a Pamplona.
Hemingway representa lo mejor y lo peor, joder.
Leo sus cuentos y me podría cortar las manos para no intentar escribir nunca más.
¿Qué se puede hacer después de leer un cuento de Hemingway? Cortarse las manos.
Pero luego lo veo ahí, en las fotos de mierda que cada año se apresuran a enseñar los de Antena3, como diciendo oye, que Hemingway venía a los San Fermines, a ver qué pasa y me vienen arcadas, que me sube todo el ácido. ¿Y qué coño significa eso? Es una puta mierda de fiesta vaya quien vaya. Además, los que miramos Antena3, ¿acaso sabemos quién es el puto viejo ese?


¿Y todo esto a qué viene, a dónde quiero llegar? A ningún sitio, ya te aviso.
Siempre empiezo a escribir sin tener ni idea de lo que voy a hablar pero hoy mucho más.
Eso se refleja en las visitas a este blog.
Si tuviera las ideas claras, en general, si mis ideas fueran claras, límpidas, precisas, ordenadas, otro gallo cantaría y, cuando empezase a cantar, le dispararía con la escopeta de perdigones que robé de aquella feria en la que se perdió un niño y luego lo encontraron en un pozo, vivo, pero con miedo y tierra debajo de las uñas.


Que los San Fermines me parecen patéticos.
Y que los emitan en la tele mucho más. No hay nada más absurdo que ver correr a toros y personas durante dos minutos a lo largo de una calle que siempre resbala.

También veo que existe una tradición gilipollas, como todas las tradiciones, una tradición inventada por algún borracho o algún inglés, que es lo mismo, que trata de lanzarse desde una fuente y esperar a que un grupo de personas, avisados ellos, te cojan como si de un colchón se tratara. Se ve que viene como atracción en los folletos para los turistas: tirarse desde una fuente de tres metros y caer en brazos de unos borrachos. El sueño de cualquier persona.
Al menos el mío.


Los San Fermines me dan asco y vergüenza ajena y me pregunto si a los pamploneses y a las pamplonesas les pasará lo mismo.
Yo creo que sí.
Porque por mucha tradición, por muchos abuelos que hayan corrido en los encierros, blablabla, una mierda acaba siendo una mierda.
A mí cada vez me molestan más las tradiciones, ya sea San Fermín ya sea una cena de Navidad con cuatro familiares.
Las tradiciones deben ser exterminadas y emitidas por la tele, sin dar un paso en falso, de un día para otro, en un segundo, que todo se vaya a la mierda porque mierda es.
Las tradiciones son supersticiones encubiertas y las supersticiones son la fiel imagen de la incultura.
Pero, Diego, para salir adelante, lo que hace falta aquí es incultura, ¿no habíamos quedado así?, entonces, ¿qué coño dices?, entonces, ¿a dónde quieres llegar, Diego, gilipollas?, entonces, ¿en qué quedamos?
Entonces, ¡que viva San Fermín!
Coño ya.

sábado, julio 05, 2008

ya verás qué miedo

So I always keep a bottle near

1.
Amy Winehouse está viva
Pese a la desconfianza la cantante británica se impone a Shakira en el segundo fin de semana de Rock in Rio.

No es tan fiero el león como lo pintan. Incluso puede ser simpático. Y si nos ponemos excesivos, hasta puede dar un buen concierto. Hablamos de Amy Winehouse, una de las estrellas más esperadas ayer en el festival Rock in Rio. Ella marcó la diferencia.
Y es que ayer vimos la mejor cara de Amy, la de una de las grandes cantantes de nuestro tiempo. A las 9 de la noche apareció en el escenario principal con un ajustado vestido y un abismal escote. Atacó con Addicted y Just Friends y el público recuperado de la sorpresa inicial ("Está viva y ha venido", se decía) paró el festival. La heredera de Keith Richards en versión femenina no falló. Una banda consistente la escoltó en una actuación impecable llena de soul y reggae. Y aunque los zapatos de tacón le duraron sólo tres canciones -los sustituyó por unas zapatillas de suela plana- Amy cerró un buen concierto. Sin tirar cohetes.


2.
Shakira reina en la noche de Amy
La cantante colombiana enloquece a los 75.000 espectadores congregados en Arganda del Rey con sus movimientos de cadera.

[...]
El estilo Amy
Sin tacones, con un ajustado vestido amarillo y con el tema Cupid de inicio, llegó ella. Amy Winehouse, la gran esperada del Rock in Rio en Arganda del Rey (Madrid), aunque a tenor por su voz la nueva esperanza del soul aún no está recuperada de sus últimas andanzas con las drogas. Tras interpretar sólo dos temas, la cantante echó mano de una copa de vino y siguió con su actuación. El concierto de Winehouse ha durado menos de una hora, algo frío y al que puso fin a la carrera, sin apenas despedirse.



¿El País está dividido o qué pasa, Zapatero?
En qué quedamos.
¿Estuvo bien el concierto o no?
¿Y quién ganó al final, la Amy o la Shaki?
Vuelvo, buelbo, a repetir una pregunta que hice hace (hice hace) un tiempo:
¿De qué sirve leer la crónica de un concierto?
Y vuelvo a repetirme la misma respuesta: De nada.
¿Con qué crónica me quedo?
A mí me gusta más la que gana Amy.
A lo mejor lo han hecho para que elijas tu preferida, como aquellos libros de elige tu propia aventura.
En las dos queda claro que el concierto de la Winehouse no fue para tirar cohetes, hasta ahí todo bien. Pero mientras en la primera, la inglesa eclipsa con su mellada sonrisa a la colombiana, en la segunda, las caderacas de la Shaki golpean hit me baby one more time y derraman el vaso de vino de la no, no, no.

Quizá me equivoco, pero la primera (firmada por Lino Portella hoy sábado) huele a impaciencia juvenil y la segunda (no he sabido encontrar quién la firma pero la firmó ayer después del concierto, cansado/a, hasta los huevos/ovarios de borrachos/as y tierra en las sandalias) a colonia de abuelo.
Quizá me equivoco, dije, pero ¿qué más me da? ¿Alguien va a dejar algún comentario y decir Te equivocas. Lino Portella tiene 89 años?

Que dos personas no vean el mismo concierto es algo de lo más normal. Lo que ya no me gusta, no, no, no, es que para una el concierto empiece con un tema (Addicted en la primera crónica) y para la otra con otro (Cupid en la segunda).
Una cosa es la apreciación subjetiva y otra el relato de los hechos.

De todas formas, ya dije, la crónica de un concierto no sirve absolutamente para nada.
Hay tantas cosas que no sirven absolutamente para nada.
Ponte a pensar, ya verás qué miedo.

jueves, julio 03, 2008

hasta las nubes

¿Tú te lo crees? Él tampoco.


El otro día, en el kiosco de este bendito centro comercial, mientras hacía ver que no miraba la portada de la FHM, me topé con esta otra.
Por un momento pensé en algún rollo de cámara oculta. Luego comprobé que no estaba torciendo los ojos y superponiendo, así, la cara de una portada en el cuerpo de otra.
La realidad era esa: Pablo Motos y sus abdominales.

Dime que no parece un trucaje, joder, dímelo a la cara, dime Esto no parece un trucaje, dímelo, grítamelo desde donde estés, dime que no te parece patético el contraste cara-cuerpo, dímelo tranquilamente, sin remordimientos, sin ira libertad.
Mira lo que te digo, es que incluso quedaría mejor si a ese cuerpo le hubieran puesto la cara de una de las hormigas, Trancas o Barrancas, quedaría al menos más simpático. Pero, joder, la cara de Pablo Motos no, la-cara-de-Pablo-Motos-no.

Un humorista no puede tener un cuerpo atlético. A esta frase quería yo llegar.
Un humorista no es creíble con un cuerpo atlético. A esta frase también quería yo llegar.

Ahora bien, ¿Pablo Motos es humorista?
Se supone, aunque a mí no me hace ni puta gracia.
¿He dicho ni puta gracia? Quería decir ni pizca de gracia.
Ni él ni sus hormigas ni las frases de niños escritas por los guionistas ni sus experimentos que siempre consisten en hacer explotar algo o que algo haga reacción o que algo aumente de volumen o, simplemente, que, simplemente, algo, simplemente, manche.
Una especie de slapstick.
Un intento de slapstick, digo.

En fin, que salí del kiosco con convulsiones (con con), la gente mirábame, yo no podía enfocar la vista, anduve perdido por el pasillo del bendito centro comercial después de la visión de esas abdominales y de esa cara de pájaro recién nacido, y caí rendido, de rodillas rendido caí ante la tienda de chuches.
A duras penas
me arrastré
hasta las nubes.

miércoles, julio 02, 2008

insignificante

Hoy vi un crepúsculo rojo y gualda y pensé "¡Qué insignificante soy!"
Naturalmente, también pensé eso ayer, y llovió.

martes, julio 01, 2008

entonces, en vida

Todo esto es nuestro. ¿Qué te parece? ¿Qué te perece?

Quizá ya lo sabes pero ya está a la venta el nuevo blog de moda.
Es una nueva forma de perder el tiempo.
¿Quiere perder tiempo? Pregúnteme cómo. ¡Pregúnteme cómo!
Esa chapa viene conmigo siempre, en mi solapa cuando voy arreglado y en mi pijama a la hora de dormir.
El nuevo blog de moda trata de cuentos en cien palabras.
El proyecto en cuestión es Cien cuentos de cien palabras, escritos de lunes a viernes con la alegría y decisión que me caracteriza.
Tú que me conoces ya sabes de qué hablo, y tú que no me conoces, también.
Además tienes la oportunidad de postear, decir cualquier cosa que se te ocurra, preguntarme cómo va todo y esas cosas, cosa que en este blog no puedes hacer.
Yo no creo que te conteste porque así debe ser, así lo ha querido él, aquel que no conocemos, pero tú puedes comentar lo que sea, dije.
Hasta el día en que no puedas y entonces te arrepientas.
Tendría que haberle dicho lo mucho que le quería entonces, en vida.
Ya me entiendes.
Yo no.
En fin.
Oye, que España ha ganado la Eurocopa.
Ni enterarme, mira lo que te digo.