viernes, febrero 29, 2008

coger un puñado

Me entero de que hoy no hacía falta que hubiese ido a trabajar. Como de casi todo lo bueno, me entero demasiado tarde.

También me entero de que Bardem estuvo a punto de morir ahogado en Barcelona, durante el rodaje de la peli del Allen. Sale a la luz ahora. Una noticia extraña, ¿no?

Ayer, en un nuevo acto de idiotez suprema de esos que me sacuden cada dos por tres, me volví a comprar la Time Out Barcelona.
Y no sé por qué, porque Lolita Bosch ya no escribe el relato final, lo único que me apetecía leer de ese montón de páginas numeradas.
En el número de esta semana, titulado Barcelona Gratis (sic), se te ofrecen cincuenta (50) opciones para no gastarte ni un solo euro y hacer algo de provecho en esta ciudad, bendita ciudad.
Una mentira detrás de otra.
La opción treinta es la que más me gusta: observar las estrellas. No sé quién ha sido el ingenioso que ha ideado estas cincuenta opciones.
Siguiendo su estela, a mí se me ocurren muchas más cosas que hacer en Barcelona sin pagar nada. Así, que me vengan ahora a la cabeza, mira,
opción 51: ir a la playa,
opción 52: sentarte en la arena,
opción 53: coger un puñado y metértelo en la boca,
opción 54: intentar cantar I like to move it, move it,...
opción 55: ingerirla;
opción 56: llegar con vida al hospital más cercano.
Y ahora no se me ocurren más.

Bueno, ya me ves, hoy no estoy productivo.
Mañana más, si Google quiere.

Vaya vídeo, madre mía. Qué clase, qué detallismo, qué fotografía.
En definitiva, cuánto talento, joder.
Te gusta el mueve mueve.

jueves, febrero 28, 2008

me acaba cansando la risa de Vincent Price al final de Thriller

ayer fuimos a escuchar
el Réquiem de Mozart
a Santa María del Mar
había mucha gente
y nos quedamos muy atrás
los coros no llegaban con mucha fuerza
aunque a mí tampoco me importó demasiado
yo sólo quería
escuchar el Confutatis
contigo

el director de orquesta
de espaldas
de lejos
vestido de negro
haciendo movimientos de director de orquesta
me imaginé que era
un borracho discutiendo con su tetra-brick
al que todos los músicos hacían caso
para crear esta maravilla
que ahora resbalaba
como miel por las columnas
imaginar este tipo de cosas
me hace sentir bien

hoy un hombre que siempre se bajaba
en la misma parada desde hace mucho tiempo
se ha bajado en otra diferente
he pensado que quizá ha cambiado
de trabajo
de vida
y
por un momento
lo he odiado

miércoles, febrero 27, 2008

tanto-todo

Aquí te dejo los deberes para mañana.
La profa me ha corregido un montón de cosas, nen. De tiempos verbales, que no queda claro, dice. Yo lo veo todo clarísimo pero, claro, lo he escrito yo, sólo faltaba. Dime tú algo.
Me da palo tener que dar explicaciones de lo que escribo y por qué lo hice así y por qué no lo hice de esta otra manera y por qué el personaje nosequé y por qué nieva y por qué todo. Pero bueno, es lo que tiene un taller de escritura. Supongo.
No sé si es bueno analizarlo tanto-todo-tanto-todo-tanto-todo, tanto. No sé si es bueno.
En fin.

Cuatro asientos vacíos.
Hojas muertas descansan en el patio.
Anoche empezó a nevar y no paró hasta hace unas horas. El camino hasta la carretera está cubierto de una espesa capa de nieve. Los pies se hunden, se entierran y vuelven a surgir del blanco frío para desaparecer de nuevo, como cansados animales que salieran a respirar. Hace unos días ella le dijo ¿Querrás que te visite alguna vez?, y él le contestó Será lo mejor que me pueda pasar en diez años. ¿Por qué no me lo pediste antes?, siguió ella. Al otro lado del teléfono su respiración buscaba una respuesta. Creo que nunca he sabido formular ese tipo de preguntas, contestó al fin.
Ahora caminaba a su encuentro en la carretera, hacia aquella parada de autobuses que venían de tierras lejanas. Algunos rayos de sol se atrevían a tocarle. Después de dejar el camino nevado, sube un pequeño montículo y mira atrás. Siempre se ha sentido bien contemplando huellas en la nieve. El hombre y la naturaleza, el camino elegido, el antes.
El después se mostraba al otro lado del montículo. La carretera, húmeda, vacía, negra, contrastaba con todo el blanco pisado hasta ahora, con toda la vida que, sin querer, pisaba al hundir sus pies en la nieve. Todavía quedaba un largo trecho hasta la parada de autobuses. Entonces pensó en ella, en todo este tiempo sin verla. Si me voy ya no me verás más, le amenazó una tarde, mientras se pintaba las uñas de los pies sentada en el sillón. ¿Por qué dijo eso? ¿A qué venía entonces tanta rabia? No venía a nada, ella era así, imprevisible como una noche en aquella cabaña, en aquel bosque donde él había decidido quedarse. Y un día ella se fue, cogió sus cosas y dejó marcas en la nieve. También había nevado entonces. Él la veía alejarse, esperando que se volviera al menos para un último adiós, una última visión de sus ojos.
La parada de autobuses se divisa a lo lejos. La desolación representada por cuatro asientos vacíos. Sentado al fin en uno de ellos, mira su reloj. Faltan todavía quince minutos para que el autobús llegue. Un coche pasa, lento, silencioso, un copo de nieve con ruedas. Lo conduce un anciano que le saluda a través de los cristales empañados. No adivina a saber quién es pero le devuelve el saludo.
Ha pasado ya más de una hora. Se ha tenido que levantar varias veces y caminar para que los pies no se le durmieran. El sol empieza a esconderse tras una gris capa de niebla que cubre las montañas. Decide esperar un rato más. A lo lejos, negras nubes anuncian tormenta. Más tarde, empieza a nevar.
De vuelta a la cabaña intenta seguir sus huellas pero la nieve se está encargando de borrarlas, cubriéndolo de blanco todo, de nuevo, haciéndole dudar de su paso por ahí.
Ya dentro de su habitación se quita las botas y los calcetines húmedos. Calienta agua y mete los pies en ella. Luego se prepara un caldo y lo sorbe lentamente, mientras observa cómo los copos de nieve mueren al calor de la ventana, convirtiéndose en lentas y frías lágrimas que dudan en su recorrido hacia la madera.
Bajo el edredón todo parece más seguro. Frota los pies para hacerlos entrar en calor. Afuera, la tormenta.
El viento aúlla al colarse por las rendijas del tejado.
La hojas muertas del patio golpean la puerta.

martes, febrero 26, 2008

fiega ce


Y coincidiendo con las entradas del sónar, Estopa han sacado un nuevo disco.
Están a la última, ya ves.
Aunque para la historia de la música Estopa sea tan importante como abrir un pistacho, lo que me llama la atención es la ciega fe (fiega ce, había puesto) con la que los seguidores de este grupo de Cornellà compran sus discos.
Todos los discos están caros menos los de mi grupo preferido. Ese sería el lema.
Da igual, Estopa son Estopa, decía una chica mientras desembolsaba casi veinte euros.
Eso sólo tiene un nombre: amor.
Y otro: idiotez.
Siempre suelen ir unidos.

Pero no quería escribir sobre esto.
Quería escribir sobre lo nerviosa que se pone la gente con la fecha de salida de un disco, en este caso el de Estopa. (Por cierto, se titula Allenrok, la inversión de Kornella. Se ve que es un bar de allí. Ni idea, no me importa lo más mínimo).
Bueno, pues lo que iba diciendo. La fecha de salida era hoy, 26 de febrero.
Las radios lo están emitiendo desde hace al menos dos meses.
Dos meses respondiendo a la pregunta ¿cuándo sale el último de Estopa? pueden hacer que una persona en su sano juicio pierda los papeles y coja una pistola para matar vacas.
Aunque no ha sido mi caso. Por poco.

La cuestión es la siguiente. La cuestión es que ahora mismo, ahora que el cd ya está a la venta, la gente no viene a comprarlo como sería de esperar, con la impaciencia contenida durante dos meses. Claro que se vende, es lo único que se vende ahora mismo en la tienda, pero si toda la gente que preguntó cuándo sale el último de Estopa hubiese venido hoy, el día de salida, a comprarlo, quizá el Sr.Castelló estaría poniéndose unas bermudas y comprando unos billetes, sólo ida, para las Seychelles. Pero no es el caso.

Un día le dije a Víctor que parecía que la gente sólo quisiese que el disco saliera a la venta, como para quedarse tranquilos o algo así. Porque pasa con muchos lanzamientos importantes, la verdad.
Supongo que es una forma que tenemos de comprobar que todo sigue su curso. Que todo tiene su día. Que a todo cerdo le llega su San Valentín. ¿O era San Martín?

O quizá también es una forma de tranquilizarnos, de ver que, aunque nuestra vida sea un caos, aunque todo nos vaya mal, aunque llueva y no llegues a tu trabajo por culpa de la caravana, aunque tu novi@ te deje, aunque todo sea gris rata, todo una mierda, siempre puedes mirar el calendario y comprobar que hoy, pese a toda tu miseria, salía a la venta el último de Estopa.

La vida no está tan mal.

P.D.: La foto que encabeza el texto la encontré en google images tecleando a todo cerdo le llega, debido a que no estaba seguro del santo.

bravoceable


Ya están a la venta las entradas para el sónar de este año.
A mí me da igual porque no pienso pasarme por ese parque de atracciones para traficantes.
Bueno, quizá voy a ver a Camille porque es en el Palau de la Música, es decir, sentado. Pero ya veremos.
Lo único que me interesa ya del sónar es la imaginería que inventa cada año.
Este 2008 me parece ligeramente desagradable y, por tanto, plausible, incluso vitoreable, bravoceable (?), diría yo.
A ver qué te parece a ti.

lunes, febrero 25, 2008

sonreír un poco

Este hombre metió mano en la gala de los Oscars. Seguro, vamos.

Anoche me quedé a ver la gala de los Oscar de pe a pa. O, mejor dicho, de Pe a Ba.
Y verla entera significa verla entera, por primera vez en mi vida.
Desde la alfombra roja, con esa chica tan guapa a la que no le queda bien el pelo corto y habla como lo haría un dibujo de Jordi Labanda, hasta que todos se levantan de las butacas y se sacan la ropa interior que se había metido.
Es decir, de 1:30 a 5:45, este año.
Àngels Barceló no lo hizo del todo mal. Jaume Figueras, para mi gusto, ya está en esa edad en la que una persona necesita irse a la cama a las diez, o cuando se empieza a poner oscuro.

Voy a escribir sin orden ni mucho criterio estético, aviso.

Qué quieres que te diga.
Yo creo que José Luis Moreno tuvo algo que ver en esta gala. Lo digo en serio.
Ahora, así a bote pronto, me costaría defenderla de la de los Goya. Lo vuelvo a decir en serio.
No sé si la viste o has visto algún resumen.
Además, ¡publicidad encubierta de Apple y de la Wii! Tíos, que esto es Hollywood y estos son los putos Oscars, no un centro comercial de las afueras.
Luego, claro, ahí tienes en primera fila a Jack Nicholson y a George Clooney espatarrados, algo que nunca tendrán los Goya.
Y la orquesta, ostia, mira que lo dije, la orquesta en directo, coño, y Bill Conti de director. Eso hace mucho.
Pero los números musicales, ¿esto qué es? ¿Y las canciones de Encantada? Pero, ¿qué basura es esta? Creo que incluso los interpretes no querían salir al escenario. Por suerte se lo llevó la ñoñería de Once. Algo es algo.

Me alegré por Bardem, la verdad, y me gustó que nombrase a sus abuelos y familiares, y por los Coen también, son extraños los tíos.
También me gustó ver a Cormac McCarthy sonreír un poco.

Como actrices, mis favoritas fueron Cate Blanchett y Ellen Page. El resto, mediocres.

Luego, madre mía, los vídeos entre premio y premio. Pero, ¿quién se dedicó a editarlos?


La encargada de los vídeos, premiada por su delicadeza al editar.

De todas formas, ya viendo el vídeo inicial de la gala, donde se hacía un repaso a "toda" la historia del cine, te podías imaginarlo que te esperaba. Es el peor vídeo que he visto en años. He jugado a juegos de la Play con mejores efectos.
El presentador, Jon Stewart, estuvo correcto aunque lo noté bastante, muy, censurado. Podías ver cómo se mordía la lengua cada dos por tres para no liarla. Incluso a veces se podía oír el mordisco.
En fin, que la gala estuvo bien porque ganó Bardem, si no, una puta mierda para olvidar, así de claro.

Aquí dejo algunos de los premios de ayer.

Mejor película: No es país para viejos.
Mejor director: Joel & Ethan Coen por No es país para viejos.
Mejor actor protagonista: Daniel Day-Lewis por There will be blood.
Mejor actriz protagonista: Marion Cotillard por La vie en rose.
Mejor actor secundario: Javier Bardem por No es país para viejos.
Mejor actriz secundaria: Tilda Swinton por Michael Clayton.
Mejor guión original: Diablo Cody por Juno.
Mejor guión adaptado: Joel & Ethan Coen por No es país para viejos.
Mejor película de animación: Ratatouille.
Mejor película de habla no inglesa: The counterfeiters (Austria)
Mejor banda sonora: Dario Marianelli por Expiación.
Mejor canción: Falling slowly (Once)
Mejor documental: Taxi to the dark side.
Mejor corto: The Mozart of pickpockets.

domingo, febrero 24, 2008

ojos vidriosos

Hace un tiempo leí una entrevista a Javier Bardem.
No recuerdo exactamente la pregunta, supongo que era la típica "cuándo te diste cuenta de que querías ser actor", o alguna otra idiotez por el estilo.
No sé si era esa, digo, la cuestión es que Bardem decía que cuando vio Toro salvaje por primera vez, pensó que De Niro era realmente un boxeador.
Luego descubrió que no, que se trataba de un actor, claro. Antes no había Google, recuerda.
La cuestión es que ayer vi, por fin, No es país para viejos. Y me acordé de esa entrevista a Bardem y pensé que él había conseguido lo mismo conmigo que lo que logró De Niro con él hace años.
Porque no era el actor que hizo de parapléjico, ni el que hizo de homosexual, ni el que le chupó las tetas a la Pe, no, no era ese actor.
Era Anton Chigurh, era el auténtico Anton Chigurh que Cormac McCarthy había ideado. Un personaje de su novela había cobrado vida y estaba allí, frente a una sala abarrotada y cagada de miedo.
No era Bardem, era un puto monstruo que una de las cosas que consiguió fue que, a la salida del cine, caminando, le preguntase a Sheila si no tenía la sensación de que nos iban a disparar en cualquier momento y ella me dijera que sí.
¿Estará orgulloso McCarthy? Yo creo que sí.
No sé si ganará el Oscar esta noche, supongo que sí. No sé si se lo merece respecto al resto de actores secundarios, no he visto el resto de películas, no puedo opinar.
Lo único que sé es que Bardem elabora un personaje en una actuación soberbia, excepcional. Fabrica un auténtico monstruo, un monstruo loco como dios manda, sin un atisbo de sentimientos, sin remordimientos, salido de la oscura nada de la que nacen los monstruos.
Y ese lugar de nacimiento, esa oscura nada, quizá, es la que hace que siempre tengan los ojos vidriosos.
Aunque sepas que nunca se van a poner a llorar.

jueves, febrero 21, 2008

dejando enfriar


El otro día pensé la siguiente estupidez que voy a escribir.
Salí de una tienda y empecé a caminar hacia la izquierda, pero a los dos segundos me di cuenta de que no quería ir en esa dirección, porque tenía que dar mucha vuelta para llegar al sitio a donde iba, así que di la vuelta y caminé en dirección contraria, hacia la derecha. Es una cosa que pocas veces hago por el qué dirán. Siempre he pensado que queda muy sospechoso alguien que da media vuelta cuando camina. Sé que es una estupidez, pero si supieras la cantidad de estupideces en las que pienso a lo largo del día, ésta sería una simple anécdota. Bien, así que yo caminaba ya en la dirección correcta para llegar al lugar donde quería ir, a una librería.
Pues fue ese pararme y dar media vuelta lo que me hizo pensar en la siguiente estupidez.
Pensé en cómo había influido ese cambio de dirección en mi vida, en mi vida a partir de ese momento. Me imaginé que, por ejemplo, se desprendía un balcón y me caía encima, o que un yonki me clavaba una jeringuilla, o que simplemente me tropezaba en un escalón y sufría un esguince. Todo cosas malas, claro. Me imaginé, mientras caminaba hacia la librería por el camino elegido, qué me estaría pasando en ese momento por el otro camino, el más largo, el que rechacé con un cambio de dirección. Me imaginé cómo sería mi vida ahora si hubiese seguido por ese camino. Entonces me puse a rebobinar mi vida y, por tanto, la historia en general, hasta llegar al Big Bang. Así me entretuve un poco mientras caminaba por el camino correcto hacia la librería, y una vez allí continué recordando las pequeñas decisiones de mi vida y no le hice caso a los títulos de los libros que estaba mirando. Vi que Amélie Nothomb había sacado uno nuevo, lo ojeé y creí leer una frase que ya había leído en otro de sus libros. Lo volví a dejar en su sitio y seguí recordando.
Analizando mi vida actual descubro que, como la tuya, depende de pequeños detalles.
No te los voy a explicar porque no te interesan en absoluto, o quizá sí, pero así piensas en los tuyos.
Y cuando digo pequeños detalles quiero decir algo tan pequeño como que mi mirada se cruzara con la de otra persona en el momento idóneo para que esas miradas significasen algo, decir un o un no cuando ese o ese no no significan sólo o no. Detalles, aunque muy generales y poéticos y estúpidos. Pensaba en ese tipo de detalles.
Pero luego pensé en actos más concretos, por ejemplo que dejes la leche demasiados minutos en el microondas y tengas que esperar a que se enfríe perdiendo así el tren que tenías que coger para llegar a tiempo a aquella entrevista de trabajo a la que cuando llegaste te dijeron que ya no hacía falta.
Esos treinta segundos de más en el microondas definieron lo que es tu vida ahora.
O quizá fue simplemente el cristal determinado del vaso que elegiste. Piensa si hubieses escogido aquella taza, la taza de siempre. Pero aquella taza ese día estaba sucia y por eso utilizaste un vaso que nunca utilizabas, un vaso que ha decidido tu futuro.
A ese vaso le debes la mujer que ahora tienes, incluso los hijos que tendrás. Y así, toda tu descendencia habrá dependido de un simple vaso de cristal.
Pero imagínate que decides averiguar qué vaso utilizaste aquella mañana y descubres que era un vaso de Nocilla. Entonces piensas en el día en que compraste esa Nocilla. No fuiste tú, fue tu madre, un viernes por la tarde, cuando tú eras pequeño y te quedabas a dormir en casa de tu abuela. Luego intentas recordar lo que hacías el día en que tu madre fue a comprar y, entre otras cosas, compró esa Nocilla. Quizá estabas viendo la tele, quizá estabas pintando un folio con tus plastidecores nuevos, quizá estabas sentado en aquel sofá que se hacía cama y mirabas por la ventana sin ser consciente de que tu madre, en aquel preciso momento, estaba comprando un bote de Nocilla que definiría la vida que ahora tienes, sin ser consciente, en definitiva, de que tu madre estaba decidiendo tu futuro.
Aunque luego piensas en otra cosa.
Piensas en lo poco que le gustan a tu madre esos vasos de Nocilla y te preguntas por qué lo teníais. Entonces te acuerdas de tu hermana, a la que le encantaban esos vasos de pequeña y se ponía tan triste si tu madre decidía tirarlos. Lo que quiere decir que ahora el peso de tu vida lo tiene tu hermana, ya que era la persona a la que le gustaban esos vasos y por eso teníais uno en casa.
Piensas en tu hermana, en qué estará haciendo ahora, en qué estaría haciendo ahora mismo si tu madre hubiese tirado ese vaso de Nocilla cuando ella era pequeña. Piensas en la vida de tu hermana si algún día hubiese presenciado cómo tu madre tiraba a la basura ese vaso de Nocilla que le había dicho que no tirase.
Así que ahora el peso de tu vida lo vuelve a tener tu madre, quizá un poco compartido con tu hermana, claro.
Pero entonces recuerdas a tu padre. No sabes por qué no te has acordado antes de él pero ahora estás pensando en él. Qué estará haciendo en este momento.
Y por qué te has acordado de tu padre es simplemente porque él también forma parte de tu familia y quizá algo tuvo que ver en tu vida, en tu futuro, aunque no tuviese nada que ver con el vaso de Nocilla.
Más tarde te vuelve a venir a la mente el día en que calentaste demasiado la leche en el microondas y recuerdas un detalle importante.
Aquel microondas era nuevo, lo había comprado tu padre el día anterior, de hecho, le habías ayudado a descargarlo del maletero y a subirlo del parking a casa.
¿Es tu padre ahora el que dictó tu futuro?
¿Fue tu madre, tu hermana?
¿O quizá simplemente fuiste tú?
¿O quizá nadie?
No lo puedes saber, no lo podrás saber.
Estás preguntas te las puedes estar haciendo toda tu vida y siempre encontrarás otro lazo que te llevará a otro lugar del cual ni te acordabas.
Supongo que son recomendables de vez en cuando. No lo sé.
Lo único que sé es que, por muchos minutos que haya dejado un vaso de leche en el microondas y luego haya tenido que esperar hasta perder todos los trenes que hayan podido pasar por mi estación, mi vida, por ahora, dejando enfriar un simple vaso de leche, tampoco me ha ido tan mal.

miércoles, febrero 20, 2008

tazón gigante de chocolate


Acaba de salir al mercado un nuevo jabón que permite lavar la ropa blanca y la de color juntas.
Un hombre se alegra tanto que hace una pancarta con rotulador azul y grita, aunque no se oye ya que se trata de una foto.

Un hombre muestra el pulgar condolido después de pasarse tres horas pulsando el botón de arrancar el tren.
Al final se dio cuenta de que había estado apretando el botón del mechero.

Una niña se asombra ante la facilidad con que un hombre sostiene un libro con sólo cuatro dedos.
La niña no ha tenido en cuenta el pulgar.


Los futbolistas siameses suelen tener pocas opciones de jugar debido a su pobre coordinación.
La foto muestra a uno de los pocos siameses de la liga, desolados, después de que el entrenador avisase a uno de ellos para el cambio.

Un hombre con corbata se ríe de unos niños porque cree que se han caído en un tazón gigante de chocolate y eso siempre lo ha encontrado gracioso.
A los niños, en cambio, no les hace ni puta gracia la ignorancia del hombre con corbata.


Un hombre estúpido desnudo se asombra ante la cantidad de personas estúpidas vestidas que hay en el mundo y que le miran.
Y estas son sólo las que han podido venir.
Hay dos que incluso se han sentado debido al peso de estupidez que acarrean.
A mí también me pasa a menudo, me tengo que ir sentando por los sitios de lo estúpido que soy.


Un hombre alegre sostiene a un niño al que la fotografía acaba de cortar la cabeza.
El hombre alegre aún no se ha dado cuenta del desastre que acaba de ocurrir, por eso todavía sonríe.
Más tarde se supone que llorará, no tanto por la desgracia del niño, al que no conocía de nada, sino porque su oscuro pasado sólo ha servido para confirmar que las manchas de sangre en esa camisa son difíciles de quitar.

Dos hombres, uno de ellos con bigote, muestran a la cámara lo que pondrán en la quiniela el día del Madrid-Barça.

mire lo que le guste


No mire un cuadro mucho tiempo, no lea un libro demasiado insistentemente, no escuche una pieza musical con la mayor intensidad, se los echará a perder todos y, con ello, lo más bello y lo más útil que hay en el mundo. Lea lo que le guste, pero no penetre en ello totalmente, escuche lo que le guste, pero no lo escuche totalmente, mire lo que le guste, pero no lo mire totalmente. Porque siempre lo he mirado todo totalmente, lo he escuchado siempre todo totalmente, lo he leído siempre todo totalmente o, por lo menos, he intentado siempre escucharlo y leerlo y mirarlo todo totalmente, en fin y final de cuentas me ha horrorizado todo, y con ello me han horrorizado todas las artes plásticas y toda la música y toda la literatura, dijo ayer. Lo mismo que, con ese método, en fin y final de cuentas me ha horrorizado el mundo entero, sencillamente todo. Durante años me ha horrorizado sencillamente todo y, lo que lamento profundamente, también me ha horrorizado mi mujer. Durante años, dijo, sólo he podido existir con y gracias a ese método de horrorizarme. Ahora sé, sin embargo, que no debo leer totalmente ni escuchar totalmente ni contemplar y mirar totalmente si quiero seguir viviendo.

Maestros antiguos.
Thomas Bernhard.

crumb


Terry Zwigoff filmó en 1994 uno de los mejores documentales basados en una persona.
Lo único que te harán falta son dos horas. Los subtítulos van de regalo.
Ponte el pijama y baja la persiana.
Espero que te guste.

martes, febrero 19, 2008

al principio no nos dijimos nada

Aquí te dejo los deberes para el jueves. El tema era la máscara, qué es lo real y qué no lo es. Aproveché una idea que quizá ya leíste hace un tiempo, la de la confusión de nombres hasta que el personaje adopta el nuevo, su falso nombre. Una gilipollez, vamos. He variado un poco la historia.
Aquí está.

Marta y Sergio

Conocí a mi mujer en un autobús. Estaba sentada al fondo. Se parecía a una antigua compañera de clase que se llamaba Marta. Ella me miraba desde su asiento y medio sonreía. Fui hacia ella y me senté a su lado. El autobús iba medio vacío. Al principio no nos dijimos nada. Pasados unos minutos, me atreví a preguntarle si se llamaba Marta, si era la Marta que fue conmigo al colegio. Ella me dijo que no, que se llamaba Laura, y luego me preguntó si yo me llamaba Sergio porque me parecía, también, a un antiguo compañero de clase. Le contesté que no, que mi nombre era David, y nos reímos con nuestras confusiones. Pasamos el resto del viaje sin hablarnos, haciendo ver que mirábamos algo por la ventana. Faltaban sólo dos paradas para que me bajase y decidí hacer la locura de preguntarle si nos podíamos ver otro día. Ella me dijo que sí, que no le importaba, y quedamos en el centro la semana siguiente. Al despedirme, antes de bajar del autobús, le dije Hasta pronto, Marta, y ella me contestó Nos vemos, Sergio. Al llegar a casa, lo primero que hice fue guardar su número de teléfono en mi móvil. Marta clase. La semana, hasta la cita, transcurrió lentísima. Al fin llegó el día. La tuve que esperar unos diez minutos pero no me importó. Fuimos a tomar un café y hablamos de nuestras vidas. Éramos muy diferentes, aunque quise creer que nos mentimos para no descubrir lo mucho en que nos parecíamos. Le pregunté si no le importaba que la llamase Marta y ella me dijo que no, que incluso le gustaba más que su nombre. Luego ella me preguntó si me podía llamar Sergio y yo le dije que encantado. Pasaron los días y nos fuimos viendo un día sí otro también. Una noche, quedamos para cenar en un restaurante, y luego me propuso ir a su casa para tomar la última copa. Una vez allí, me dijo que me fuera sirviendo algo, que ella tenía que ir al lavabo. Me paseé por el pequeño piso. Observé algunas fotos en las estanterías, una figura de un dios hindú y una tarjeta de cumpleaños en la que se podía leer ¡Felicidades Laura! Me pregunté quién podría ser esa Laura y por qué tenía Marta su tarjeta de cumpleaños ahí. Luego pasamos la noche bebiendo, charlando y haciendo el amor. Más adelante nos fuimos a vivir juntos y luego nos casamos y luego Marta se quedó embarazada. Un día me dijo que teníamos que ir pensando algún nombre para nuestro futuro bebé. Le propuse que si era niño lo llamásemos Sergio y si era niña, Marta. Me contestó que le parecía bien. El bebé nació. Fue niño y le llamamos Sergio. En una comida familiar, mi padre me preguntó que por qué ese nombre. Yo le contesté que el niño se llamaba como su padre. Recuerdo que mi padre me miró extrañado y, aunque me molestó un poco la pregunta, no le quise dar mucha importancia, siempre había sido bastante olvidadizo con los nombres. Más tarde, antes de irnos, mi madre me dio algunas cartas del banco que todavía seguían llegando a esa dirección. Me di cuenta de que los apellidos del destinatario eran iguales a los míos pero no así el nombre: David.
De todas formas, aunque esas cartas no eran para mí, le di las gracias a mi madre y me las llevé.
No quise preocuparla.
Estaba ya muy mayor.

domingo, febrero 17, 2008

500



Por ti seré gaviota de tu bella mar.
Sheila, ¿te pareces a la de rojo o qué?

sábado, febrero 16, 2008

barcelona apesta vol.1 y 2


¿Recuerdas ese día en que cagaste aquel zurullo?
No te estoy hablando de esa caca que se fue a la primera cuando tiraste de la cadena.
Te hablo de aquel zurullo. Seguro que lo recuerdas, aunque no sea agradable, seguro que te acuerdas ahora de él. Se quedó tanto rato que estuviste a punto de ponerle nombre.
Fue un día, por la noche, o por la mañana, qué más da. Cagaste aquel zurullo que se quedó inmóvil, como un menhir que llevase ahí dentro miles de años.
Al principio te asombraste. Dijiste joder. Luego te hizo gracia. Quizá llegaste a pensar en cómo habías podido acumular tanta mierda dentro.
Te limpiaste y tiraste de la cadena. El agua se fue pero el zurullo no. Volviste a decir joder. Cuando oíste que la cisterna volvía a estar llena, tiraste de nuevo. Allí estaba el menhir, dispuesto a sacarte de quicio, envuelto en papel de w.c., pastoso, repulsivo, desafiante. Aquello que podía ser una anécdota de borrachera se estaba convirtiendo en tu peor pesadilla.
Sobre todo cuando te diste cuenta de que no estabas en tu casa.
No había escobilla así que te envolviste la mano con papel de w.c. y decidiste destrozar con delicadeza aquel menhir. Luego tiraste de la cadena una o dos veces más.
Al final, cuando alguien ya golpeaba a la puerta del lavabo preguntando si estabas bien, desapareció.

Algo así es Barcelona para mí: un zurullo pastoso, repulsivo y desafiante que al principio te hace gracia pero que luego lo único que quieres es que desaparezca.

Barcelona apesta. Es mi visión de la ciudad, claro.
A ti te puede encantar, me parece estupendo. Pero a mí me da una pereza insoportable.
No me aporta nada nuevo.
¿Y yo a ella? Yo a ella tampoco, pero esa no es la cuestión, yo te digo como soy, ella no. Yo soy un vago, un irresponsable y un tío sin agallas. Y por supuesto más cosas.
Barcelona tendría que ser honesta consigo misma y, sin duda, contigo. Es lo que pido.
¿Pero qué quiero de ella? No quiero nada, absolutamente.
¿Y de qué te quejas? Me quejo de todo, absolutamente. Me quejo porque tengo que vivir en ella durante unas horas cada semana.
Y porque me da la gana.

De Barcelona sólo salvaría las tiendas en las que compro. Ni siquiera la calle donde están. Sólo las tiendas. Son las únicas cosas que me aportan felicidad en esta ciudad.
¿Así que eres un consumista de mierda?
Sí, soy un consumista de mierda.
Como tú.

Estoy harto de ver la misma foto de Barcelona: desde arriba, recién maquillada, con su nuevo peinado, con su nuevo tatuaje y haciendo pucheritos. Estoy harto de tu egolog, Barcelona. Y mucho más de los comentarios que te dejan los perdedores que lo visitan.
Te reto, Barcelona.
Hazte una foto recién levantada, a las seis de la mañana, con la gente que duerme en tus calles meando en cualquier sitio.
Hazle una foto a aquel carterista de la Rambla, a aquel vómito en el metro que apesta todo el vagón.
Hazle una foto a tus legañas, esas que tienen tanto miedo a contar la verdad. Explica quién te folló anoche, si es que te acuerdas.
Haz fotos de las palomas cagándose encima de todos nosotros y luego hazle una foto a todos los putos que están en los lavabos de la Fnac dispuestos a chupártela por cinco euros.
Amplia las fotos que hagas de cualquier lavabo de tren y cuélgala en tu habitación.
No quiero ver las luces de la Pedrera, quiero ver las farolas rotas de cualquier calle del Raval, quiero ver a los travestis llorando a las cinco de la mañana, quiero ver condones en porterías barridas por señoras en bata fumando Ducados, quiero ver palomas aplastadas en la calle que nadie se digna a apartar.
Hazle una foto a un chico en monopatín arrollando a una pobre señora que camina hacia su casa por la plaza del MACBA.
Más tarde hazle otra foto a esa misma señora ya en casa, con la pierna vendada, en su piso de treinta metros cuadrados, comiendo judías con arroz.
Fotografía también las cucarachas que se cuelan por las grietas, y las ratas en su patio.
Visita el puerto y haz fotos de esos peces deformes que viven de pan y cacahuetes, envueltos en arcoiris de gasoil. Captura el olor a muerte con tu cámara.

Barcelona está llena de ineptos en los que me incluyo cuando la visito y que, inevitablemente, me dejan la sensación de ineptitud cuando me voy, me la llevo conmigo, sin otra opción posible, como sangre cuando te muerdes la lengua.

Lo peor de todo este rollo es que Barcelona no va a desaparecer por un desagüe por muchas veces que tire de la cadena.
Lo peor de todo esto es que el menhir en que se ha convertido Barcelona seguirá ahí, pastoso, repulsivo y desafiante, haciéndose fotos desde arriba y diciendo hoy estoy super feliz porque me acabo de comprar unas zapatillas por eBay. Y luego habrá comentarios del tipo eres la mejor, esta noche salimos y me meo en tu boca o donde tú quieras, Barcelona. ¡Te quiero, guapi! ^^

Yo sólo espero con impaciencia esta noticia:
Descubierto un desagüe en el puerto de Barcelona por el que podría desparecer toda la ciudad.

viernes, febrero 15, 2008

pasar el rato

el autobús huele a perro viejo y moribundo
chisto y me quejo cada día del olor
está siempre lleno de viejos
debería sacarme el carnet de conducir
porque ese olor también es mío
así es como huelo cada día que pasa
sin carnet de conducir

me fijo en las madres que esperan a sus hijos
salir de la guardería
parece que no hagan otra cosa en su vida que esperar a sus hijos
me fijo en las madres y descubro a compañeras de clase
niñas que iban conmigo a la guardería
ahora recogen a sus hijos
mientras yo las miro

ya no subo escalones
más altos que mi rodilla
el otro día lo intenté y decidí que era demasiado esfuerzo
ya
para mí
me senté en el escalón más alto que mi rodilla
e hice girar mi culo hasta subir arriba las piernas

me sigue molestando la gente
cada día más
no es que me haya convertido en un viejo cascarrabias
es que hay demasiada gente joven y estúpida
y vieja y estúpida también
todos danzando a mi alrededor sólo para molestarme
así es como me siento

el otro día un antiguo compañero de trabajo
me envió un mail con unas fotos
no me lo envió a mí solo
era un mail colectivo
hoy en día te tienes que ganar un mail dedicado a tu persona
yo no me quejo
esto me lo he ganado a pulso

está pasando una temporada en Finlandia
trabajando en una granja por lo que dice
me envío dos fotos
una de un árbol y otra de un lago helado
la verdad es que me gustaron
incluso pensé que las había sacado de algún sitio
pero se ve que no




supongo que le tengo envidia
no porque esté en Finlandia
sino porque está haciendo lo que quiere hacer
supongo que es lo que quiere hacer
nadie se va a Finlandia a helarse de frío y a darle de comer a ovejas
supongo que todos necesitamos eso alguna vez en la vida
un árbol y un lago helado

ayer fue un día de mierda
todo el mundo comprando estupideces para su pareja
este rollo es tan cutre que no se ni cómo se sostiene en pie
hoy ya vuelve a ser un día normal
sin nadie por aquí ni por allá
sólo imbéciles que me preguntan
si se puede pagar con tarjeta

el otro día descubrí a dos dependientes de La Central
hablando entre ellos por el messenger
yo siempre había pensado que estaban muy ocupados
descifrando algún manuscrito de aquel escritor alemán
pero lo que hacen es lo mismo que tú y que yo
y lo que hacemos todos en esta mierda de vida
pasar el rato.

martes, febrero 12, 2008

aquella esquina que pintaste

Aquí te dejo el ejercicio de este jueves.
Consistía en crear un texto a partir de una palabra, lo que nos sugiriese esa palabra, algo, vamos, hacer algo.
Ahí va.

Quizá mañana muerte.

Entonces eras pequeño, tendrías cinco, seis, siete años. Era la única palabra que no querías escuchar, sobre todo ahora que tan a gusto estabas, sentado en el sillón, envuelto de noche y luces que provenían de una pantalla en la que daba comienzo una película y en la que acababan de aparecer dos rombos blancos en su esquina derecha, ahora que desafiabas a los mayores con un nudo en el estómago que gritaba viva y tengo miedo a la vez. Tus padres hacían ver que no se daban cuenta de tu presencia. Pero sabían que estabas allí, por supuesto. Entonces tu padre la nombraba: “cama”.
Todo tu universo se desmoronaba en un segundo, los planes de futuro, de un futuro que consistía en la hora del patio, mañana, en la que alguien te contaría cosas que no pudiste ver porque ya no estabas donde querías estar para verlas, para que nadie te las contase.
Luego cumpliste los quince, los dieciséis y los diecisiete, casi de golpe, y aquella palabra que tu padre convertía en frase, en orden, en un desplomarse todo, ahora se había convertido en la más fiel compañera, la novia a la que nunca piensas dejar, sobre todo ahora, en invierno, con este frío y teniendo que levantarte tan temprano para ir a clase pudiendo estar debajo de esa manta que amoldas a tus caderas.
Más tarde llegaron los veinte y los veinticinco, y la palabra cama significó sexo o, al menos, el sexo ideal. Dormir ya no era tan importante como hace diez años. Ahora había que aprovechar el tiempo y ganar todo el que perdiste entonces, cuando a tu cara le aparecieron granos cuando menos los necesitabas.
Luego los treinta y los cuarenta y los cincuenta, tan rápidos que quizá pensaste que no existía nada en medio, cuando la palabra dejó de tener un significado importante, simplemente era algo que utilizar de la noche a la mañana.
Después, mucho después, llegará la vejez.
Y estarás tumbado y mirarás al techo, aquella grieta que antes no estaba, aquella esquina que pintaste, otra vez con humedad.
Entonces pensarás en cuando eras pequeño, tendrías cinco, seis, siete años, como tu nieto ahora, y tu padre, ese que aparece contigo en la foto de su noventa cumpleaños, te decía con esa voz tan parecida a la tuya: “cama”.
Lo único que sabes es que ahora estás tumbado allí donde tanta pereza te daba ir de pequeño, allí donde pasaste más horas que en la biblioteca, allí donde llevaste a tu primera novia, allí donde hay tantas lágrimas impregnadas, allí porque ahora no puedes estar en otro sitio.
Y ahora significa descanso.
Quizá mañana muerte.
Alguien viene a visitarte y luego se va y ya no vendrá más y la última visión que tendrá de ti será tumbado en esa cama.
Ahora tienes miedo, tumbado mirando al techo, aquella grieta y aquella humedad, aunque no se lo digas a tu nieto, que debe de tener cinco, seis, siete años y te mira desde aquel sillón que aún conservas.

lunes, febrero 11, 2008

entusiastas pero cuerdas

Mira, le he dado otra oportunidad. Le estoy dando otra oportunidad ahora mismo. Pero nada. Como diría Nacho Vidal, esto no hay manera de que entre.
Estoy hablando del cd de El Guincho.
Alegranza se titula.
Bájatelo si tienes pensado comer colgado/a de los pies. Es ideal.
El Guincho es Pablo Díaz-Reixa, baterista de Coconot y del mejor grupo que existió en Barcelona: La orquesta de la muerte. No sé mucho de batacas ni de percusión pero sin él, La orquesta no hubiese sido el mejor grupo que existió en Barcelona.
Pues ahora ha sacado un disco. Un coñazo. Pero lo peor no es que el disco sea un coñazo, que esto me lo puede parecer a mí sólo en el mundo, lo peor es que lea en una crítica que El Guincho no tiene referencias, él es su propia referencia. La frase no es textual pero venía a decir eso. No recuerdo qué publicación lo sacaba, quizá Rdlx, quizá MondoSonoro, quizá Cuore, qué más da. A mí no me importa que un crítico diga que un disco es buenísimo. Si le ha pareceido buenísimo, ¿qué coño va a decir? Está claro. Perfecto hasta ahí. Lo que me molesta es que se trate al lector como a un retrasado mental diciendo cosas como las que he escrito arriba.
No tiene referencias. ¿No? Pues yo oigo una muy clara: África. Si te parecen poco 30.272.922 km2 de superfície como referencia es que algo va mal. Joder, es que me gustaría encontrar la crítica pero no la veo por ahí.
Luego he leído muchas más cuerdas, entusiastas pero cuerdas, al menos. Y claro, ahora yo me pregunto: ¿me hubiese sorprendido más este disco si no llego a leer la crítica de mierda que leí?, ¿me causó tal expectación que luego la ostia fue más grande por culpa del crítico borracho de turno?, ¿si la crítica que hubiese leído hubiera sido negativa a morir, este disco no me parecería tan horrible como me parece?, ¿por qué pienso siempre que las buenas críticas son amiguismos?
Todas estas y más preguntas son las que me hago un lunes por la mañana mientras escucho El Guincho.
Aquí te dejo con su myspace.
Aunque yo te recomiendo, en su lugar, el Open & Close de Fela Kuti.



Otro disco que leo que ponen por las nubes es el nuevo de Cat Power. ¡Un aburrimiento, por favor! Que está haciendo versiones no creando el universo con barro, joder. ¿Para qué tanto entusiasmo? ¿Piensas que la gatita te la va a chupar en el escenario cuando venga de gira por haber puesto su disco por las nubes? ¿Tienen algo que ver las discográficas? Por supuesto. Tienen que ver más que el crítico. Y a más importancia del medio, más mano metida tiene la discográfica.
Una discográfica puede ir a un centro comercial y comprar sus propios discos si no se venden, para que luego aparezcan en la lista de los más vendidos, tú te creas que si se está vendiendo es que es bueno y entonces te lo compres simplemente porque está en el TOP. Esto lo he vivido, no me lo invento. Luego, casi siempre que oigas una campaña regalamos un lote del último disco de tal, o, con la compra de este disco, de regalo, el último disco de cual, significa que se los están quitando de encima porque ya les agobian en las estanterías del despacho del jefe.
Y lo mismo en el cine.
Por ejemplo, en El País no verás una crítica mala de una peli que pertenezca a Sogecable. Fíjate abajo, en el póster de la peli, para ver quién la distribuye. ¿Por qué? Pues porque El País y Sogecable pertenecen al grupo Prisa, padre, madre y espíritu santo de casi todos los tinglados. Nunca dirás que tu hijo es tonto aunque se le note hasta en los andares. Una cosa es que lo sepas, otra que lo digas.
Así que no te creas nada de lo que leas por ahí.
Y mucho menos este blog de mierda, siempre te lo digo.
Es todo una gran mentira.
Pero nos gusta.

viernes, febrero 08, 2008

i'm fucking matt damon



Sarah Silverman es una cómica estadounidense bastante importante. Como aquí sería...bueno, da igual.
Tiene su propio programa. Es muy bueno, sobre todo si entiendes el inglés americano.
Aquí dejo un vídeo que me descubrió Sheila el otro día.
En él, Sarah va al programa de Jimmy Kimmel, su novio en la vida real, para decirle que se está follando a Matt Damon. Ya que no sabe cómo decírselo, le hace un videoclip en el que colabora el propio Damon, haciendo gala de un sentido del humor yo diría que excepcional.

Por cierto, TEMAZO.

pancartas que nadie mira

El abuelo venía a comer.
Después de comer se sentaba en el sofá.
Dormía la siesta.
Al despertar se convertía en dragón.
De vez en cuando escupía fuego y lo incendiaba todo.
Su hija le decía que dejara de convertirse en dragón cada vez que venía a verlos, porque lo dejaba todo perdido.
El abuelo siempre le respondía gritando un fuego.
Todos estaban cansados ya del abuelo y de sus visitas y de sus cambios, pero nadie hacía nada.
Un día, el único que tuvo el valor suficiente fue el más pequeño de la familia.
Aunque todos intentaron impedírselo, el más pequeño saltó por la ventana y se fue con lo puesto.

Cuatro chicas alegres con braguitas blancas levantan pancartas que nadie mira.

Una mujer vieja y flaca se dispone a beber vino por la oreja en un acto sin precedentes en la historia de la estupidez humana.


Un hombre de verdad con semblante torturado pone la mano izquierda en el brazo de un hombre de mentira que se ríe de la desgracia del otro.


Un hombre casi calvo y con el pelo cano le explica a otro hombre que no le escucha cómo hacen los cerdos cuando están contentos en el barro.


Una mujer que se acaba de separar echa tanto de menos a su marido que siempre lleva consigo unos calzoncillos que se olvidó y que huele con fuerza cerrando los ojos aunque esté conduciendo y ponga en peligro a cualquier persona o animal que se pueda cruzar en su camino hacia la perdición.


Seis hombres diestros y uno zurdo vestidos con un mono azul.
¿Al negro le llega hasta la rodilla o es una doblez del pantalón?


Un grupo de hombres y un niño, todos pasados de MDMA, bailan hasta el amanecer al ritmo de I like to move it, move it, I like to move it, move it, I like to move it, move it, you like the... move it!!


Una niña rumana bien vestida pone un brazo en jarra mientras posa para la foto con una mujer rubia que aguanta el tipo como puede y piensa en las consecuencias que esta foto tendrá para el futuro de su carrera como mujer rubia que aguanta el tipo como puede.

jueves, febrero 07, 2008

ella se fija

Aquí te dejo el ejercicio de esta semana.
Se trataba de ponerse en la piel de un mito en la actualidad. Me resultó un poco coñazo, la verdad, y el resultado puede que lo refleje.
Según Sheila "no es tu mejor trabajo, los he leído mejores". Y supongo que tiene razón, o no.
Lo único que sé es que la profe me corrije más cosas en cada nuevo ejercicio.
¿Vamos a peor o qué pasa? ¿Somos hombres o payasos?
O es que cada vez escribo peor o es que ella se fija más. Mama, la profe me tiene manía, dile algo, denúnciala o algo, ¿no?
En fin, ya está por hoy.
Ahí va, colegui.

Una placa con mi nombre.
Esta mañana recibí un sobre, un sobre que contenía una placa con mi nombre, un sobre que me ha hecho recordar aquel día de septiembre, recordar a todos los que ya no están y, a su vez, lo afortunado que soy. Ahora tengo en mi mente ese día como si fuese ayer.
Me levanté más temprano de lo habitual pese a haber estado hasta altas horas de la madrugada tomando algo con Ariadne en ese bar de moda entonces, ese que estaba cerca de Bleecker St. Minotaire creo que se llamaba. Estuvimos hablando de todo y nada, como se hace siempre en los bares, le pregunté por sus hijos y cómo llevaba lo de la separación. Me dijo que bien, que mejor de lo que esperaba. Siempre pensé que Ariadne era más fuerte de lo que aparentaba y recuerdo que la conversación de aquella noche fortaleció mi idea, aunque he de reconocer que los combinados ayudaron a magnificarlo todo.
Pues como decía, ese día de septiembre, ese martes que amaneció soleado y magnífico, me levanté más temprano de lo habitual y llegué a la oficina casi una hora antes. En el ascensor sólo éramos cinco y me pude ajustar la corbata, la placa con mi nombre y comprobar todos los botones de la camisa y de la americana mirándome en el espejo.
Me tomé un café tranquilamente mientras ojeaba los periódicos del día. La gente empezaba a llegar a borbotones, saliendo escupidos del ascensor y dispersándose a sus oficinas. Un día cualquiera en la torre sur.
Pero entonces sucedió, el primer impacto, lo que todo el mundo ya sabe. Fue algo realmente extraño, no sabría definirlo, no sólo por el sonido de la explosión sino por la sensación de que estaba ocurriendo algo fuera de lo normal. No hacía falta que nos asomásemos a ninguna ventana porque todo a nuestro alrededor eran ventanas. Petrificados, contemplamos la torre norte humeante. Recuerdo que los primeros minutos nos mirábamos en silencio pero más tarde ya se empezó a escuchar gente correr por los pasillos. Estuve comentando con Martin y con Julie lo que teníamos tras el ventanal. Nadie sabía muy bien lo que pasaba.
Un cuarto de hora más tarde el segundo avión, el “nuestro”, siempre lo he llamado así, hizo tambalear la estructura del edificio al estrellarse en él. Una ola de calor ascendió y nos golpeó a todos los que allí seguíamos. Era como si el infierno hubiese abierto las puertas. Subimos a la azotea, envueltos en humo y terror. Perdí de vista a Martin y Julie por la escalera, todos pisábamos a todos. Una vez arriba fui consciente de que nadie esperaba salvarse, era algo que podías notar en las miradas, simplemente habíamos subido a despedirnos de aquel cielo tan azul, de aquel martes de septiembre. Sólo buscábamos a alguien para decirle adiós.
Fue entonces cuando salté al vacío.
Cuando estaba por los aires noté cómo el imperdible de mi placa se abría y se desprendía de mi americana.
Ahora no sé quién me la envía, cómo me han localizado, quién la encontró, dónde.
Siempre me ha parecido raro leer tu propio nombre en cualquier sitio.
Ahora leo el mío en una placa dorada: Icarus Dedalson-Assistant Manager.
Está intacta, con su imperdible, su brillo, las letras bien marcadas.
Supongo que estas cosas suceden de vez en cuando.
Cosas extrañas que es mejor dejarlas como están.

martes, febrero 05, 2008

auqne no tenga ningún interés


Hoy no tengo ganas de subir nada y los días que no tengo ganas de subir nada hago esto, escribir sobre las pocas o ningunas ganas de subir algo que tengo, así, sin quererlo o, queriéndolo, mejor dicho, subo algo, aunque no tenga ningún interés, que es de lo que se trata en un blog, simplemente por llevar las mismas entradas que días tiene el mes, es una cosa que siempre miro de un blog y, por tanto, del mío también, que tenga las mismas entradas que días tiene el mes, aunque este mes creo que llevo una menos, sí, porque el sábado, creo que fue el sábado, no escribí nada, porque no tendría ganas, yo qué sé, como ahora, más o menos, pero a diferencia que ahora sí que estoy escribiendo algo, aunque sea esta estupidez con la que estás perdiendo el tiempo, pero de eso se trata, digo yo, de perder el tiempo y no pensar en las cosas importantes, las cosas importantes que pasan en tu vida son las que menos tiempo te has parado a pensar, esto lo leí en algún sitio, o a lo mejor no era así, era al revés, pero a mí me gusta más así, queda más romántico, si es que se puede llamar así a una frase estúpida escrita en un blog de mierda como este, mira, siempre que escribo aunque, mis dedos lo teclean así: auqne, me pregunto si es principio de dislexia o simplemente de atención, o quizá que estoy aumentando mi grado de estupidez y esto afecta a mis tecleos, en fin, que hoy no voy a subir nada, ¡ah!, ayer me llamó la Pataky preguntándome por qué no había puesto ninguna foto suya en el artículo sobre los Goya y yo le dije que este blog ya empezaba a tener cierto prestigio para según qué cosas y entonces ella se puso hecha una furia preguntándome si la estaba llamando puta o qué, se lo dijo todo ella, yo no dije nada, joder, cómo se puso, yo no le dije si sí o si no, aunque no estaba pensando en ella prostituyéndose, la verdad, simplemente le estaba diciendo que me parecía demasiado vulgar para este blog, aunque si empiezo a analizar las fotos que he subido pueden aparecer algunas muy vulgares, pero en ese momento es lo que tuve ganas de decirle, además me llamó cuando me estaba preparando un vaso de leche con galletas y eso es algo que odio, al final le tuve que decir que no me molestase más, y ella seguía gritando y diciendo eso de si era una puta o qué pensaba de ella, al final le dije que qué le importaba lo que pensase yo de ella, me dijo que le importaba mucho, más de lo que pensaba yo, me dijo, yo no sabía qué decirle y estuvimos un rato así, en silencio, ella sollozaba al otro lado del auricular, más tarde me dijo que si quería cenar con ella este sábado, que Adrien estaba de rodaje en nosédónde y que se sentía muy sola estos días, que por favor la acompañase, le dije que ya veríamos al principio pero luego lo pensé mejor y le dije que no, que tenía que tumbarme en la cama, mirar el techo y muchas cosas más de ese tipo, ella empezó a llorar mucho más fuerte y fue entonces cuando le colgué, pesada, con los pocos problemas que parece tener cuando posa, joder, y luego me llama el Corbacho diciéndome que borrase lo que había dicho de él que pagaba a chicas para besarlas y todo eso, y yo le dije que no, que de este blog no se borra nada, que bastante trabajo tengo con escribirlo como para empezar a borrar cosas, lo que está escrito, escrito está, así se lo dije, rollo bíblico, el tío me llamó cabrón y otras cosas que prefiero no decir por si hay niños por aquí y las oyen, auqne, ¿has visto?, siempre me pasa, aunque, decía, los niños hoy en día creo que ya saben incluso lo que significa blowjob, los niños de hoy son el futuro de mañana, esa frase cada vez me da más terror, porque si los niños de hoy son el futuro de mañana ya podemos empezar a coger los Salmos, páginas 56 a la 78, juntar las manos y rezar, rezar, rezar, mientras escuchemos gritos de fondo que nos indiquen que todo sigue igual en el parque.

lunes, febrero 04, 2008

peor aún:pepsi

Aquí estoy anoche, ya con el pijama puesto, viendo la gala de los Goya.

Ayer vi prácticamente toda la gala de los Goya.
Si me preguntas por qué lo hice te podría responder: es que se le acabaron las pilas al mando y me daba pereza levantarme.
No fue ese el motivo. Soy vago pero tengo un límite.
Así que el motivo fue que no hubo motivo.

Siempre he pensado que los Goya tienen algo tan decadente que los hace interesantes.
No sé lo que es, si el sonido, la lentitud de la gala, los actores en sí, el presentador, los discursos o la alfombra verde con propaganda de whisky (qué era eso, ¿la entrada a una discoteca de moda?).
Quizá gota a gota colma el vaso del aburrimiento en el que se convierte una gala de los Goya.
No quiero ni empezar a compararla con la de los Oscars. Sólo con una orquesta en directo, ostia, eso empezaría a hacer grande a esta gala. ¿No hay orquestas en este país para viejos que tocarían incluso gratis en una entrega de premios?
Esa música de radiocasette sonando mientras Alfredo Landa baja las escaleras resume una ceremonia como los Goya.
Una de las cosas que más vergüenza ajena me hacen pasar es una tontería como ésta: la música siempre se termina mucho antes de que el premiado llegue al micrófono, creándose una especie de silencio funeralítico que contrasta con la alegría que supone el momento. ¿Te has fijado tú también o es que soy un maniático?
¿Nadie se dedica a calcular los segundos que puede llegar a tardar el posible premiado más alejado del escenario teniendo en cuenta que besará a su mujer/marido/novia/novio y a todo el que le apetezca? No creo que sea tan difícil. Preferiría que el premiado tuviese que esperar delante del micrófono a que acabara la música que no contemplar ese paseo dramático hasta recoger la estatuilla.
(Por cierto, algo le pasa a Alfredo Landa, no sé, o a lo mejor no, simple emoción desbordada como he leído por ahí, pero hablaba como cuando te oyes el retorno por teléfono. Y me dio pena, y no me estoy riendo).

Luego, no se trata de una cuestión de duración, se ha agilizado bastante de aquí a unos años, todo hay que decirlo. Aún así, es larga o, peor aún: se hace larga.
Por eso digo que no es una cuestión de duración sino de actitud.
¿Me equivoco mucho si digo que ni a los mismos actores les hace ilusión esta gala?
¿Por qué? Porque pocos se creen ya al cine español, así de claro.
Y menos si el presentador se llama José Corbacho.


¿Quién piensa que este hombre aún sigue haciendo gracia? Supongo que hay mucha gente.
Yo no.
¿A ti te hace gracia el Corbacho?
A mí he de reconocer que me hizo cuando empezaba a salir con el Buenafuente en TV3.
Pero ahora es simple Coca-Cola sin gas. Peor aún: Pepsi.
Luego otra cosa, ¿alguien ve algo de transgresor en un beso en la boca hoy en día?
Eso ya no llama la atención, Corbacho, es más: cansa. Sólo sirve para que los periódicos de hoy te saquen en portada haciendo ver que te morreas con la Pataky. Supongo que tienes pocas oportunidades de darle un beso a una chica sin pagar y aprovechas la gala. Aunque también te besaste con chicos, joder, tío, eso sí que es tener huevos, te admiro.
En fin.

Luego los discursos.
¿Se los daban a la entrada? ¿Había un chavalín repartiendo discursos?
Porque el tema como no me lo esperaba no me he preparado nada me resulta abrumadoramente patético. ¿Quiere decir que eres un perdedor y quieres que todos lo sepamos? El único que hizo algo un poco diferente y se metió con la iglesia fue el animalario Alberto San Juan y también me gustó Jaime Rosales, el director de La soledad.
Eso es lo que me gustaría oír a mí, más críticas. Olvídate de tu mujer y de tus hijos por un momento, ya se lo agradecerás en casa, y dedícate a decir lo que no te gusta o cómo te gustaría que fuese lo que sea. Aunque luego no sirva para nada, pero haz algo diferente, joder, el premio ya lo tienes en la mano, ¿no?, pues aprovecha, coge el dinero y corre.

En definitiva, que anoche vi la gala de los Goya y lo menos importante fue quién ganó o quién dejó de ganar, como siempre.
Ganó La soledad como mejor película (no la he visto). Supongo que la favorita era El orfanato (la he visto). Y Maribel Verdú cuando todos se esperaban que se lo dieran a la azafata de V.I.P. noche.
Pero también era favorito el R.Madrid el sábado en Almería.

Hoy en día todos nos hemos convertido en favoritos.
Da un poco de miedo.

Y es un aburrimiento.

viernes, febrero 01, 2008

tomaron el barco


Si estás en Barcelona y te apetece comprarte un cómic, olvídate de la puta Fnac, a la que no le interesas lo más mínimo a no ser que seas un socio que se gaste dos mil euros en un plasma y al mes siguiente mil más en una cámara fotográfica y al siguiente otros mil y pico en un iBook y así hasta que cuando subas por las escaleras te salga a recibir el inepto director de turno.
Si no eres de esos, digo, olvídate de la puta Fnac y compra en las tiendas pequeñas que aún sobreviven en esta mierda de ciudad. Es lo mejor que puedes hacer por ella, si es que aún se puede hacer algo.
No estoy diciendo que yo lo compre todo en colmados y que me haga la ropa a mano ni nada de eso, no, te estoy diciendo que si estás en Barcelona y te apetece comprarte un cómic, te acerques a Arkham.
Si esta tienda estuviera en París seguro que habría salido en Amélie y le hubiesen dedicado un especial en Silenci? (un programa de tendencias de la tele catalana que te dice lo que está de moda, lo que tienes que escuchar, qué ponerte en la cabeza, si gorro, gorra, sombrero, visera, qué tienes, qué coño!, qué debes! leer y, por tanto, averiguar por ti mismo si eres un desgraciado o no).
Empezaría así (sería en català pero lo traduzco directamente para los latin kings que me leen): Hoy viajaremos a un pequeño barrio parisino para visitar la tienda en la que Amélie compraba cómics después de haber visitado a un anciano loco que no hace otra cosa que pintar el mismo cuadro. La tienda se llama Arkham y es tan acogedora que nos entran ganas de quedarnos a vivir, aish. Podemos encontrar todo tipo de cómics y juguetes de lo más frikis. Hablamos con su encargado y le preguntamos si la peli le ha cambiado la vida.
Luego seguiría más o menos igual de imbécil con preguntas de este tipo, para gente que va al Razz cumplidos los treinta.
Pues el otro día hacía tiempo, lo fabricaba, digo, antes de entrar a clase, cuando pasé por Arkham. Casi siempre entro porque me gusta estar dentro de esa tienda y, además, aunque reconozco que tengo un cierto odio hacia la humanidad, así, en general, me gusta que me saluden cuando entro en un establecimiento y yo devolver el saludo que, hoy en día, como está el mundo, piénsalo, llega a ser algo tan hermoso como un documental de volcanes en erupción.
Pues una vez dentro y saludado veo que ya está a la venta un nuevo cómic de Jason.
No soy muy aficionado a los cómics pero tampoco creo que haya que serlo para decir si una cosa es buena o no.
Y, para mí, hoy en día Jason no tiene rival.
Muy de cerca le seguirían en mi lista Daniel Clowes, Adrian Tomine, Peter Bagge, Chester Brown y, en otra dimensión, Robert Crumb.
Pero Jason consigue algo que los demás no consiguen: no querer leerlo por miedo a que te guste demasiado, no querer terminarlo para no tener que volver al vacío de nuevo.
Supongo que te ha pasado a ti alguna vez también. Y no sólo hablo de cómics, hablo de la vida. Hablo de posponer el placer, hablo de alargar la paja.
No hace falta que te diga que este cómic es excepcional como todo lo que ha hecho Jason.
El guión me ha parecido una puta obra maestra de principio a fin.
Cómpratelo.
(Si no te gusta, si te parece una mierda vomitiva, me envías tu número de cuenta y hago un ingreso de lo que te ha costado (12 euros) por haberte asesorado mal.
Eso sí, después de que te haya hecho el ingreso deja de leer este blog o, al menos, de hacerme caso).

Cambiando de tema.
El otro día en clase, no recuerdo por qué, salió el tema de los maestros y los profesores, las distinciones que se hacían y se hacen en los pueblos, etc.
La profe dice un día tenemos que hablar de nuestros maestros, recordarlos. Yo tengo que decir que uno de los míos fue Borges.
Yo pensé que hablaba de maestro en el sentido espiritual, de guía de escritura, yo qué sé.
Pero no, mi profe fue alumna de Borges. Y no el de los frutos secos, hablo de Jorge Luis Borges (!!!).
Y pensar que estuve a punto de soltar pues el mío ha sido Bukowski, y quedarme tan ancho. Imagínate a Bukowski dando clase, escribiendo en la pizarra con la tiza en la mano derecha y la botella de vino tinto en la izquierda.
Ahora me estoy leyendo y degustando un diario de sus últimos años de vida llamado El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco (5,95 euros).
Es muy corto. Voy muy despacio.
Cómo le quiero.