domingo, marzo 29, 2009

no me acostumbro

Existió un tiempo, cuando fui pequeño, en el que podías ir a los nombres.
Así, ibas a la Lali a comprar pan, a la señora María a comprar Coca-cola, o al Cánovas a comprar los viernes.
También podía ser que fueses a la Carmen a estudiar piano, a la Merche a cortarte el pelo o al Aranzana si tenías fiebre.
¿Dónde están?
Y fue bonito ese tiempo, cuando fui pequeño, por eso escribo para recordarlo, en el que podías ir a los nombres, y quedarte allí a merendar si te gustaban las letras, deslizarte por el tobogán de la C mayúscula, jugar con alguna tilde o escalar la A y dormirse en la m minúscula, mucho más blandita que su mayúscula.
Fue bonito ese tiempo. Y no se me olvidará ese tiempo.
Aunque también podía haber algunos que te asustasen por las noches y sus letras terribles iluminadas allá donde mirases, en el techo y en la pared y, como en alguna película que verías, en el vaho del espejo del baño.
Qué miedo algunos nombres, qué tranquilidad otros.
¿Dónde están aquellos nombres?
Dormir en la tía María o comer en la yaya Ana. Pronunciar esas frases era matar a los monstruos dormidos bajo mi cama, llevar una capa invisible de superhéroe, saberte la lección leyéndola una vez, reírse ante las letras iluminadas del techo o la pared.
Qué miedo algunos nombres y qué tranquilidad otros.
Poder ir a los nombres. Y no hace tanto tiempo. O sí pero a mí no me lo parece.
¿Dónde están aquellos nombres hoy?
Poder ir a los nombres que sabes que te hacen bien y pedirle a aquel que tiene dos erres si es posible que te deje una durante unos días, que se la devolverás intacta, que sólo quieres probar cómo es tener una erre en el nombre. O preguntarle a aquel otro qué se siente al tener una y al final, una h al principio o una diéresis en la u.
Poder ir a los nombres, no hace tanto tiempo.
Pero eso ya pasó.

Ahora me tengo que conformar con ir a sitios y olvidarme de ellos en cuanto vuelvo a casa y alguien me pregunta dónde has estado y yo digo no sé cómo se llamaba el sitio, tiene un techo alto y lámparas en las mesas o las paredes azules o huele a ambientador de pino o tiene moqueta o hay un jardín muy bonito o las mesas no son de madera o los cristales no estaban muy limpios o había cerca una gasolinera o en los lavabos estuve cinco minutos para encontrar la luz o el postre, lo mejor, pero no recuerdo cómo se llama.
Y eso es lo que hago ahora: ir a sitios y olvidarme de ellos en cuanto vuelvo a casa.
No porque quiera, es que no me acostumbro.

Hoy busco esos nombres como quien busca aquella montaña en la que de pequeño descubrió el eco, y lo extraño que fue escucharse al otro lado gritándose a sí mismo, y quién era aquél que te había respondido, y las ganas de cruzar al otro lado y adentrarse en ese bosque en tu búsqueda, encontrar a ese niño perdido y reconocerte y aliviarte.

¿Dónde están aquellos nombres hoy,
cuando más los necesito?

viernes, marzo 27, 2009

ya



Dije: ya puedes votar en la nueva encuesta.
Ellas ya lo han hecho.
No esperes al último día.

arrastre de sillas



Dentro de poco, en clase de Psicología, expondremos un trabajo en grupo sobre psicología y publicidad.
Quiero utilizar varios anuncios, allí, al final de la exposición, para comentarlos con la clase, la verdad es que no sé aún muy bien cómo enfocarlo pero la cuestión sería que la clase, ese ente inerte con cien ojos, esa unión de futuros profesores de mis hijos, esa masa espongiforme que deja escapar soplos de aburrimiento y arrastre de sillas, la clase, en definitiva, participara activamente diciendo, por ejemplo, qué les ha sugerido tal o cual anuncio, o de qué anuncio se acuerdan más, en el caso que utilicemos una serie de anuncios non-stop, no sé, no lo he pensado pero algo haremos, tampoco será una master class porque en menos de una hora no se pueden hacer milagros y, mientras se cuelga o no el youtube, el cachondeo está asegurado. En fin, que voy mirando anuncios y pienso en cómo tratarlos. Si ves alguno que te llama la atención, si sientes la llamada del ahorro achumbaié o de algún anuncio del que te gusten los colores o la chica o el chico o la canción, lo que sea, házmelo saber.
Uno que tengo claro que voy a utilizar será éste.
¿Habla de racismo? (El niño -la nueva generación de personitas, futuros delincuentes y futuros funcionarios y presidentes de la comunidad de vecinos y futuros alcaldes y futuros conductores de autobús, ah, el futuro, qué bonito es el futuro, pero ahí lejos, que no se me acerque, ahí lejos, ya vendrá cuando quiera, ¡no me lo acerques te he dicho!- no considera a su amiga negra porque, simplemente, es su amiga. En cambio, el padre- antiguo, quinceañero en los ochenta, con eso lo digo todo- sí que está al tanto del color de Nerea. De hecho, ¿por qué no la sube en el coche y la acompaña a casa?).
¿O de psicopatías? (No sé a ti, pero a mí la cara del padre al final no me hace pensar en nada bueno, ni para el niño ni para su amiga Nerea. A mí no me tranquiliza. Ni la cara del padre ni la música final).
En fin, que no sé si me gusta o me saca de quicio.
Explícamelon, tú, que tienes estudios.

jueves, marzo 26, 2009

por la parte que le toca

Bueno, esto vuelve a alzar el vuelo. 
Ya volvemos a ser los cinco mil lectores diarios del principio.
Se lo he hecho saber a Katy Perry, por la parte que le toca.
No ha tardado mucho en celebrarlo. Le hace falta poco.

Ya puedes votar en la nueva encuesta.

miércoles, marzo 25, 2009

oscuridad exterior


Primera y última foto conocida de John Lennon.
Igual que pasaba con las de Elvis, en ninguna el protagonista mira a la cámara.
La primera foto no tiene mucho misterio: un niño bien peinado, con corbata y fino jersey.
En la segunda, Lennon mira hacia el suelo. 
Hoy sabemos que en ese momento estaba firmándole un autógrafo a la persona que aparece a su lado. 
La persona que aparece a su izquierda fue la persona que lo mató. Mark David Chapman.
Hoy también sabemos que, aunque nunca se pueda ver en la imagen, Lennon estaba firmándole a Chapman un ejemplar de su último disco, Double Fantasy.
Sabemos también que la escena ocurre alrededor de las cinco de la tarde de un 8 de diciembre de 1980 aunque, si nos guiáramos por la oscuridad exterior, podríamos decir que es media noche.
Otra cosa que sabemos es que Chapman llevaba consigo un ejemplar de El guardián entre el centeno.
Y una pistola.
Es raro saber que ese hombre llevaba consigo la pistola cargada con las balas que matarían a Lennon.
Es raro ver a la persona que te matará en una foto, junto a ti.
Si no supiéramos lo que ya sabemos, esta fotografía podría representar el asesinato en sí.
Lennon, con los ojos cerrados, tapona las heridas de su estómago mientras Chapman sonríe orgulloso viendo cómo la sangre brota del oscuro jersey y se escapa de entre los dedos del músico y luego mancha la acera y, más tarde, el abrigo de Yoko Ono, a la que se abraza por última vez.

Paul Goresh, un fan de Lennon, como Chapman, es el autor de esta foto. 
Un fan retratando para el mundo uno de los últimos instantes de su ídolo. 
¿Cómo era Lennon antes de morir, qué peinado llevaba, cómo iba vestido? Así.

Es raro ver a la persona que te matará en una foto, junto a ti.
¿Sale mi asesino en alguna foto, conmigo, sonriendo, abrazado a mí, me pasa el brazo por el hombro y me mira con complicidad, mi asesino? 
¿O simplemente aparece porque pasaba por ahí, y allí está detrás de mí, mientras yo poso ante aquel monumento? 
De todas formas si, revisando mis fotos, encontrase a alguna persona sospechosa de ser mi asesino, creo que no habría nada que hacer.

lunes, marzo 23, 2009

difuminados


La primera y la última fotografía conocida de Elvis Presley.
En ninguna de las dos mira a la cámara.
En las dos se respira cierta desesperanza. 
Los ojos nerviosos de la madre y la cara triste del padre. 
Si existe algo imposible es que esos padres se imaginaran lo que iba a significar su hijo para el mundo. 
La madre apoya la mano izquierda en el hombro de su marido con absoluta facilidad, su hombro no se eleva como para estirar el brazo hasta esa posición y me hace suponer un brazo extrañamente largo. Por un momento pienso que se trata de la mano de otra persona. Pero la cara tranquila del padre me confirma que conoce esa mano, esos dedos y ese calor.
En la primera foto, el fondo gris y sobrio recorta las siluetas de las tres personas.
En la segunda foto, al fondo, ellos se asoman porque quieren ver al Rey. Espectros difuminados de la última noche.
La primera foto transmite silencio. 
La última, ruido, velocidad, confusión.
En la primera foto, Elvis posa mirando, supongo, el movimiento de manos que hace alguien para atraer su atención.
En la última foto es Elvis quien mueve la mano mientras saluda. 
O dice adiós.

Pienso, todo el mundo puede ir en busca de su primera foto, coger aquel álbum en el que tu madre escribió tu nombre y un año, Diego 1978, y ahí está mi primera foto conocida, con los ojos cerrados y llorando, supongo, o durmiendo plácidamente, no recuerdo.
Pienso, todo el mundo puede ir en busca de su primera foto conocida pero nadie sabrá nunca cuál será la última.

¿Está hecha ya mi última foto? 
Espero que no. 
Aunque es algo que nunca sabré.


pocas palabras


jueves, marzo 19, 2009

digitofobia


Bueno, parece que ni Katy Perry puede salvar esto.
No sólo su foto no aumenta las visitas sino que las mengua, las ridiculiza, las encoge, hace un barquito de papel con ellas y las deja ir, calle abajo, navegando por un reguero de agua que brota de una alcantarilla embozada, hasta que llega al mar, que es el morir para las visitas, porque las visitas prefieren el agua dulce, eso ha sido así siempre, las visitas son de agua dulce y los comentarios de agua salada, no podrás ver un banco de visitas en el mar ni pescar un comentario en el río, cuando vayas con tu hermano pequeño, aquel al que de pequeño le rompiste un incisivo sin querer y ahora y durante toda su vida hablará dejando escapar un silbido gracioso que le hará especial, tú le hiciste especial aquella mañana de domingo cuando imitábais a vuestros ídolos del Pressing Catch y él, gracias a su silbido gracioso fabricado a base de un sutil codazo, tendrá más éxito con las chicas, cosa de la que tú no puedes presumir, y lo escucharás, con un vaso a través de la pared de tu habitación, follar con una dos cinco diez chicas diferentes al mes, y tú no podrás hacer otra cosa que odiarlo y masturbarte a partes iguales, pensando en qué hubiera pasado si aquella mañana de domingo hubiese sido él quien te hubiera partido el diente a ti, y toda tu vida, en mayor o menor medida, te estarás preguntando eso, y toda tu vida, en definitiva, será esa pregunta.
Quizá, pienso (volviendo al mundo real, de los vivos), porque la foto del otro día no tenía mucho poder visual. Una chica en bikini verde y ya está. Por eso hoy pruebo con otra un poco más, volvamos a repetir, visual.
Yo creo que la Perry me puede salvar de este fracaso blogger que estoy sufriendo en mis propias carnes y me aferro a ella hasta que esto se vaya a pique. Yo creo en la Perry y en Guardiola para sacar este proyecto adelante. Descaro y elegancia.
Cuando se te acabe el talento, mete sexo. Esto lo he aprendido del cine español. Es lo único que me ha enseñado. Y que las tetas de la Penélope saben a jamón y a tortilla de patatas.
Pero, Diego, imbécil, yo lector, aquí, al fondo, yo, te pregunto: ¿por qué quieres más visitas?, ¿para qué?, ¿acaso crees que serás más feliz comprobando en el analytics que no te leen ya cinco mil personas diarias sino seis mil?, cuida a los lectores que ya tienes, gallina muerta no da huevos, yo lector te lo digo, porque lo he visto con mis propios ojos color zafiro aquí y en mis viajes por el mundo, desde un desierto en Afganistán hasta un casino de Las Vegas, yo lector, Diego, imbécil, te digo: sigue escribiendo estupideces como hasta ahora y déjate de tetas (esta palabra me reportará trescientas o cuatrocientas visitas más, dice Diego, que agradece al lector del fondo que haya pronunciado esta palabra en su blog), ¿acaso algún día soñaste con tener trece seguidores?, ¿por qué no reconoces, Diego, imbécil, que estuviste a punto de no ponerlo por miedo a no tener ninguno?, ¿por qué no reconoces también que no te abres un facebook por el miedo a un dígito, por la digitofobia, por la visión perturbadora que sería Diego tiene 3 amigos cuando has visto que aquel subnormal tiene 2.478?
La cuestión es que yo quería hablar de Manel, del grupo català Manel y del concierto del lunes pasado en la sala Villarroel, la misma sala que me vomitó La ruïna así, sin esperármelo, ¡zas! en toda la boca.
Hablaré en el próximo post porque se merecen uno entero, creo yo.
Recuérdamelo.

lunes, marzo 16, 2009

parada anulada

Paseo de camino a casa,
el cielo anaranjado anuncia lluvia o viento,
y dibuja la silueta de todas las antenas,
esqueletos de robots caídos del cielo,
yo lo fotografío con el móvil
en un acto de estupidez
propio del mundo que me ha tocado vivir,
luego miro la foto que he tomado
y me siento
imbécil.

Paseo de camino a casa,
un hombre espera en la parada anulada del autobús,
la imagen no estaría mal si esto fuera una película,
la cuestión es que nunca lo será,
me acerco dispuesto a decirle que está anulada pero,
por un momento, pienso,
no sé nada de este hombre,
me pregunto por qué tendría que meterme en su vida,
y, a medio camino,
doy media vuelta

Paseo de camino a casa,
me cruzo con una estrella porno
y nos saludamos porque nos conocemos,
ella va acompañada de su madre,
las estrellas porno también tienen madre,
me digo,
y la idea me produce una ternura
que no quería que brotase,
bajo ningún concepto,
al menos ahora.

Paseo de camino a casa,
veo cómo un coche atropella a un perro,
cierro los ojos y fotografío el instante,
luego cojo el móvil y fotografío mis ojos,
y allí está la imagen que tanto he ido buscando:
unos ojos que acaban de ver
cómo un coche atropella a un perro
bajo el cielo anaranjado que anuncia
lluvia
o viento.

poblado nómada

                                                              La Perry, viniendo.

No tengo ideas y esto se refleja en los posts y las visitas y en el blog así en general. Y si tengo ideas me se vienen todas a la cabeza justo antes de dormirme, de adormirme, como Dalí, tendré yo que prepararme un vaso y una cuchara, pero qué pereza, una vez acurrucado bajo el mantón de Manila que es mi edredón de plumas de ocas noruegas, una vez mis pies ya en calor, encontrado el punto exacto en el que los pies se han encontrado a ellos mismos y el calor les invade un poco y puedes moverlos, sí, mueves un poco los pies, los desplazas para comprobar que el resto de la sábana está frío, el resto frío, y vuelves a colocar de nuevo los pies en lo caliente, el dibujo caliente que ellos mismos han silueteado allí mismo, de rojo te lo imaginas, pues una vez que ya todo tu mundo y tu día se filtra por las sábanas por el colchón y más abajo el somier y luego el suelo y el polvo de debajo de la cama, una vez que tu día, mi día, está retozando en el polvo que habita bajo mi cama, en el poblado nómada que vuelve a ese valle que es debajo de mi cama, una vez tapado yo hasta la barba, por muchas ideas que me vengan yo, como Amy, digo no, no, no.
Por eso he decidido copiar la última columna de Juan José Millás, el Juanjo, del viernes pasado en El País para que, al menos, si alguien teclea Juan José Millás en el Google, me entren y me vean este blog, a ver si lo vendo y me lo quito de encima, aunque se salgan rápido Promedio de tiempo en el sitio 0:00:00, nunca lo entenderé, tanta repulsión provoca este blog que no llegas a estar ni un segundo, quizá poniendo una foto de Katy Perry en bikini o de Lindsay Lohan, aunque ahora está demasiado delgada, pero es Lindsay Lohan, puede estar lo delgada que me quiera, que no me quieres comer, no me comas, cuando tengas hambre ya me comerás, non ti preocupare, la niña ahora no tiene hambre, ya comerá, está enamorada, eso es lo que le pasa, el amor, lo que le pasa es el amor, quién quiere comer cuando está enamorado, nadie, ni Lindsay Lohan ni Juan José Millás quiere comer cuando se enamora, el Juanjo, que el viernes pasado escribió esto y me lo leí en la parada del bus y me dije: qué cabronazo.

INESTABILIDAD.
Nos encontrábamos ya cerca de mi casa, cuando el taxista fue avisado por un colega de que había en nuestro camino un control de alcoholemia. Como resultara imposible dar la vuelta o escapar por una calle lateral, el conductor me confesó que llevaba dos copas, pues había comido con unos amigos de la infancia a los que hacía años que no veía. ¿Y qué quiere que le haga?, pregunté. Que se ponga al volante, respondió, como si usted fuera el taxista y yo el pasajero. Me pareció una propuesta absurda a la que respondí con una sonrisa de desconcierto. Mientras sonreía, vi en sus ojos, a través del espejo retrovisor, un movimiento de pánico que produjo también en mí alguna inquietud. En cuestión de segundos me puso al corriente de su situación, responsabilizándome del drama familiar que se le vendría encima si le retiraban la licencia. Aunque intenté defenderme, lo cierto es que al cabo de un momento, dada mi debilidad de carácter, estaba al volante del taxi, con el conductor detrás.
Alcanzado el control, un guardia hizo señas de que nos echáramos a un lado. Luego se acercó, me informó acerca de sus propósitos y me pidió que soplara, lo que hice con miedo, pues aunque no había bebido creo que el organismo puede, en situaciones de estrés, producir todas las sustancias existentes. Por fortuna, estaba limpio y me dejaron seguir. Como no era cuestión de detenerse a unos metros del control para realizar el cambio, y dado que mi domicilio se encontraba muy cerca, continué conduciendo hasta el portal, donde el taxista, tras mirar el contador, sacó un billete, me lo dio, abrió la puerta, salió del coche y se metió en mi casa, todo con una rapidez tal que no fui capaz de reaccionar. Además, apareció enseguida otro cliente que me pidió que lo llevara a toda mecha al aeropuerto. 
Qué inestable es la realidad, pensé arrancando.

lunes, marzo 09, 2009

y apagar de un soplo la luz

Marcel Proust es un coñazo.
En busca del tiempo perdido es un coñazo.
No puedo pasar de la tercera página.
Es mi mejor somnífero.
Lo llevo cogiendo entre mis manitas las últimas diez noches, quizá más, y la tercera página es mi fin. Y el suyo para mí.
Por mí, (por mí - para mí = incorrecto, falta revisar el texto e intentar sustituir posibles rimas y cacofonías que no enriquezcan el texto) si Proust hubiera escrito sólo esas tres páginas, sería un gran libro, un gran libro de tres páginas.
Dame algo rápido, Marcel, dame algo inmediato, yo, ahora, en esta era del vacío en la que me encuentro, no te puedo prestar atención, Marcel, llámame lo que quieras, pero si buscaste el tiempo perdido yo no quiero seguir tu ejemplo, Marcel, porque bastante tiempo he perdido yo como para estar ahora leyendo cómo buscaste el tuyo, Marcel, 

Mucho tiempo he estado acostándome temprano. A veces, apenas había apagado la bujía, cerrábanse mis ojos tan presto, que ni tiempo tenía para decirme: "Ya me duermo". Y media hora después despertábame la idea de que ya era hora de ir a buscar el sueño; quería dejar el libro, que se me figuraba tener aún entre las manos, y apagar de un soplo la luz, 

así empiezas, Marcel, y pronto así me acabas también, haciéndome decir Yo sí que me duermo, y apagando de un clic la luz, Marcel, mira, cojo de la estantería un libro al azar, una página al azar, 40 relatos, de Donald Barthelme, la primera página, para qué buscar más, el primer cuento, Chablis

Mi mujer quiere un perro, aunque ya tiene una niña. La niña tiene casi dos años. Según ella, es la niña la que quiere el perro. 

Elige el principio que más te guste, Marcel. Yo ya lo elegí.
Marcel, tú no pudiste leer a Barthelme porque moriste en 1922 y Barthelme nació en el 1931, así que es física y temporalmente imposible que tú lo pudieras leer, en cambio él si que te pudo haber leído, no sé si lo hizo porque apenas sé nada de su vida, aunque me basta leer esas tres frases iniciales o cualquier cuento para poder afirmar que, si te leyó, estaba pensando en la lista de la compra mientras lo hacía. Y todo esto no sé a qué venía, Marcel, exactamente no sé a qué venía todo esto que te estoy diciendo, Marcel Proust, recuerdo haber visto la foto de tu tumba en la contraportada de un disco de Le Petit Ramon, algo tan snob esa imagen, Marcel, allí solitaria con algunas flores, en blanco y negro, claro, porque el snobismo es en blanco y negro, Marcel, el snobismo es pasearte con un vinilo de Billie Holiday bajo el brazo con la portada a la vista de ti y de mí y de su madre y de la del quinto, la portada a la vista de todos, para que todos sepamos que detrás de esas gafas de pasta sin cristal sólo se esconde un cretino, no hay por qué preocuparse porque un cretino es lo único que hay detrás de esas Wayfarer sin cristal, Marcel, tu libro es tan aburrido que me pongo a hablar de cosas aburridas, ya me ves, si fuese divertido hablaría de cosas divertidas pero no, Marcel, la cuestión es que En busca del tiempo perdido es algo tan aburrido que sólo he podido leer tres páginas, y si estuvieras vivo a lo mejor me decías eso de Dale cincuenta páginas, que luego cambia, pero como estás muerto y enterrado y a tu tumba sólo se dirigen snobs, como tú y como yo, pues entonces no puedes decirme nada, ni Barthelme me puede decir si te ha leído, que yo creo que no, pero a lo mejor sí te leyó, y le encantaste, y ese dato quizá cambiaría mi visión sobre tu obra soporífera porque, lo quiera o no, yo también soy un snob, el mejor snob envasado al vacío, el "pop" que oirás al abrirme es una garantía de conservación, o algo así pone en el tapón del tomate Solís, y si Barthelme se me aparece un día a los pies de la cama y me dice 
Eh! you, motherfu****! Listen to me. Proust is my fu*** God, motherfu****! You must read him! Right now, motherfu****! Wake up and read the fu*** Proust! C'mon! Fu*** bastard! 
y así me hablaría Barthelme a los pies de la cama, susurrando para no despertar a Sheila pero en ese tono, no sé por qué, pero así creo que lo haría, y si esto pasara, digo, pues yo, realmente, encendería la luz con un clic y empezaría a leer la obra de Proust que ya no consideraría tan soporífera porque Barthelme me lo ha dicho y porque los snobs nos movemos en esos parámetros, y todo esto no sé a qué venía, Marcel, todo este tiempo mío perdido no sé a qué venía, supongo que quería decirte que el otro día compré tu libro, la primera parte, como queriéndome decir Venga, primero el primero y luego ya te comprarás los demás, y también me compré Musicofilia, lo último de Oliver Sacks y una antología de José Ángel Valente, te escribo la primera, para qué buscar más, si sé que no me vas a contestar, ni siquiera leerme vas a hacer, enterrado como estás bajo esa lápida de mármol, no sé si mármol u otro material es lo que tienes encima, Marcel, qué más da eso ahora, escucha,

"Serán ceniza..."

Cruzo un desierto y su secreta
desolación sin nombre.
El corazón
tiene la sequedad de la piedra 
y los estallidos nocturnos
de su materia o de su nada.

Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento
capaz contra la muerte,
no estoy solo.

Toco esta mano al fin que comparte mi vida
y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo,
lo levanto hacia el cielo
y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.
Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,
cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.

Y poco más te voy a decir hoy, Marcel, hoy he visto a unos niños jugando en el parque, uno de ellos dibujaba algo con una rama en la arena, he querido pensar que estaba dibujando el mapa de un tesoro imaginario, Marcel, pero desde mi posición no podía verlo bien, y entonces ese niño marcaría con una X el lugar, el objetivo, el tesoro, un tesoro imaginario aunque real ya que el mapa así lo indica, luego los niños se dirigirían al lugar marcado por la X, uno detrás de otro, te los imaginas, Marcel, mirando a lado y lado del parque donde todo sigue su curso y donde están a punto de encontrar un tesoro que ellos mismos han inventado, te imaginas, Marcel, dibujar un tesoro e ir en su búsqueda, qué bonito sería aunque no fuese verdad, pero sólo por ese momento, sólo por ese instante justo antes de llegar al lugar marcado con una X, sólo por pensar Es imposible pero, ¿te imaginas? y entonces llegar al lugar indicado por aquella X que dibujaste un día de pequeño en la arena de aquel parque que ya no es, 
y verlo allí, 
en una caja de madera,
años después, 
tu tiempo perdido, 
y abrir esa caja y volver al parque, Marcel, 
volver al parque que ya no es pero ahora sí, 
porque has abierto la caja, 
y recuperarlo,
y coger una rama y dibujar mapas del tesoro por aquí y por allá, 
supones que en agradecimiento,
y X por aquí y por allá, 
y luego sentarte y esperar, 
esperar a que venga alguien
y descubra esos mapas
y decida, 
algún día, 
ir en busca del tiempo perdido.

domingo, marzo 08, 2009

nueva mierda de la buena

Este blog ha estado de luto una semana.  

El otro día iba en el autobús de camino a la universidad y pensaba en algunas tonterías.
Una de ellas fue qué pasaría si genios de la historia viviesen hoy en día. Quiero decir si vivieran, por ejemplo, Da Vinci, Mozart, Picasso, Kafka, Warhol, no sé, genios de todas las épocas pasadas y de todas las artes.

¿Mozart tendría un myspace
Aquí cuelgo las dos últimas sonatas que se me han ocurrido. A ver qué os parecen. P.D.: El vecino de arriba no deja que me concentre. Tiene puestos a esos rudos AC/DC.

amigo1: Ey, Wolfi! ¿Cómo va todo, tío? Lo nuevo suena de puta madre. Eres un genio, tío. Oye, el viernes tocamos en un garito del centro.

amigo2: Suena bien. Pásate por casa que tengo nueva mierda de la buena. Para inspirarte y eso. Hazme caso.

amigo3: Me gusta, Wolfi. Mucho mejor que aquella ópera de hace dos días.

¿Picasso un flickr?

amigo1: Joder, Pablo, qué friki eres, tío.

anónimo1: Patético. Mi hermana de tres años dibuja mejor.

¿Warhol sería el rey del Facebook?
Andy tiene 2.347.890 amigos.
Andy se ha unido al grupo Sopas Knorr.

¿Kafka tendría un blog?
Aquí os dejo una tontería que se me ha ocurrido.

amigo1: Da un poco de asco, pero mola.

anónimo: Dedícate a otra cosa, notas.

En esta clase de tonterías iba pensando yo. Aunque también pensaba en si esos genios de entonces podrían serlo hoy en día con internet. El tiempo lo dirá pero, en mi opinión, internet le estorba al genio. Es una distracción. Aunque si el genio es genio, será genio a pesar de internet, podríamos pensar. Es probable, pero, de todas formas, no hubiesen sido los mismos. 
Otra cuestión que me planteo es: si los genios del arte de épocas pasadas viviesen hoy en día, eso querría decir que la historia del arte se habría desarrollado de otra forma, habría tomado otros caminos. ¿Cuáles serían? O quizá hubo un vacío artístico de miles de años en los que no se produjo nada. Pero esto es algo completamente imposible ya que el arte es intrínseco al hombre. Entonces estaríamos hablando de una especie no humana. Una especie no humana hasta la aparición de internet. Internet podría haber sido el factor humanizador, el creador de genios. Los libros de historia del arte, de Literatura, de arquitectura, empezarían a escribirse ahora. Y todo, absolutamente todo, sería mucho más aburrido.
Tonterías que no puedo resolver y que no me llevan a ninguna parte. 
En eso es en lo que pienso cuando voy de aquí para allá a los sitios.

domingo, marzo 01, 2009


1947 - 2009

cristal redondeado


Caminando descalzo por blogs, me clavé el cristal redondeado por las olas de una botella lanzada desde la costa de Zadar, en Croacia, que quizá contuvo un mensaje.
Allí, Nikola Basic construyó en 2005 un instrumento para que no lo tocase nadie.
Setenta metros de largo y treinta y cinco tubos.
Las olas van tapando uno u otro agujero y el aire impulsado por los tubos produce diferentes notas musicales.
Extraño y bonito.
Puedes ir y sentarte y contemplar una puesta de sol y luego el sol desaparecer y luego la noche y tú allí sentado escuchando esos sonidos, esa música que podría provenir del Titanic,
allá donde esté,
en el que la orquesta,
quiero imaginármelo así,
continúa tocando
un vals de despedida.