lunes, septiembre 28, 2009

figura capital

Ahora que se cumplen veinticinco años de la muerte de Paquirri, figura capital en la cultura y el desarrollo de este nuestro país, quizá más tuyo que mío (al menos mi parte te la regalo, sin tocar la tengo, envuelta y todo, aquí en la estantería), querría yo apuntar otra efeméride no sé si tan impor, no, tan importante, no, qué estoy diciendo, perdón, quería decir qué cojones estoy diciendo (lo he visto en la tele y se dice así), querría yo apuntar otra efeméride que coincide con la de nuestra figura capital. 

No estoy hablando de directores de cine como Truffaut, Peckinpah, qué voy a estar hablando de esos putos hippies, ¡a trabajar como todo el mundo, vividores! 
ni tampoco de músicos como, por ejemplo, Marvin Gaye, a ver, si su padre le disparó, por algo sería, a mí mi padre no me ha disparado todavía, y ha tenido ocasiones, durmiendo todo el rato como he estado la mayor parte de mi vida, mira qué fácil lo hubiese tenido:

padre: - ¿el niño dónde está?
madre: - durmiendo
padre: - ¿quieres darle un beso de despedida?

ni mucho menos de escritores como, también por ejemplificar la cosa, Cortázar, Capote o Vicente Aleixandre, premio Nobel, el Vicente, 
(¿quién coño sois vosotros para sombrear a nuestra figura capital?, ¿quién?, y menos en prime time, joder, ni soñarlo.)

madre: - oye, nena, que a mi Vicente le han dado el Nobel, 
vecina: - ¿y eso es grave?

Cuando digo que quiero reivindicar una efeméride como la de nuestra figura capital, veinticinco años sin él, qué largo se nos ha hecho, Paquirri, ahora te hablo de tú a tú, porque sé que me estás escuchando, Paquirri, es más, gracias al analytics sé que me lees, aunque no me dejas comentarios, sé que me lees, Paquirri, sólo con pronunciar tu nombre, Paquirri, ya soy consciente de la magnitud de la persona que eras, Paquirri, figura capital de nuestra cultura y de nuestro desarrollo como país ¡y como personas!, sobre todo como personas, 
¿qué sería yo sin Paquirri?: basura, estorbo, hojas secas en el parabrisas del coche, eso sería yo, algo que podrías tirar al suelo y luego pisar y no sentir ni siquiera un remordimiento, porque no lo merecería, si no fuese por ti, Paquirri, te sigo hablando de tú a tú,

me estoy refiriendo, cuando digo lo de reivindicar blablablá, me estoy refiriendo a la de otro asesino en serie que se nos fue ese mismo año (¡maldito mil novecientos ochenta y cuatro!, ¡malditos ochenta!, ¡os odio!), 

me estoy refiriendo a Ed Gein, 
¿por qué no se habla de este pobre hombre?, ¡como si cada día se celebraran los veinticinco años de la muerte de dos asesinos!: 

Jorge Javier, esto hay que explotarlo, 
(haz un programa especial, ponle, qué sé yo, Sálvame serial killer),

compara a los dos asesinos: 

su sangre fría, 

los pantalones apretados del torero, de nuestra figura capital, ¿no son acaso un homenaje a los trajes de piel humana que confeccionaba Ed Gein?, 

el interior de la casa de Paquirri, que me puedo imaginar, todo sobrio, blanco y negro, minimal, nada rococó, con sus cabezas y sus pieles de toro en las paredes, sus orejas cortadas y sus rabos, ¿a dónde van las orejas y el rabo después de ser cortados?, la nevera de un torero: espectáculo dantesco, 
y el interior de la casa de Ed Gein, con su collares de labios humanos, sus cráneos a modo de platos, sus pieles humanas recubriendo lámparas, 
digo yo que tampoco distan demasiado.

(leído como un eco lejano y perpetuo):
tampoco distan demasiado
tampoco distan demasiado
tampoco distan demasiado

sábado, septiembre 26, 2009

district 9

Es buenísima.

(A partir de hoy mis críticas de cine van a ser así. Queda todo más claro y a la primera.)

como aquella bolsa

y no pasó ni medio minuto cuando Mamen me llamó diciendo ¿sabes qué?, que se me había pasado, yo le acababa de mandar un sms en el que le decía que la esperaba delante del hotel majestic, así se lo escribí, en minúsculas, porque habíamos quedado a las tres para comer y, aunque todavía no eran las tres, le envié ese mensaje para que me situara visualmente en ese cruce que es passeig de gràcia con valència y, también, para recordarle, porque temía que se hubiera olvidado, aunque fuese cinco minutos antes, que había quedado conmigo para comer, y así lo hice, llegué casi media hora antes, me di una vuelta por la casa del libro y salí hacia esa esquina donde habíamos quedado, aunque eran todavía menos diez, quise estar antes, porque, realmente, había llegado antes, no quería hacer ver que llegaba justo a esa hora y aparecer de la nada, así que ahí estuve a las tres menos diez, y fue a menos cinco cuando decidí enviarle el sms, y no pasó ni medio minuto cuando Mamen me llamó diciéndome eso, que se había olvidado de mí, no se lo reproché, a mí me hubiese pasado lo mismo, no quise sentarme mientras la esperaba y me quedé a la sombra, al lado de unas motos aparcadas en la acera, como si esperara el descuido de toda esa confluencia de gente para robar una, así estuve unos diez minutos, Mamen llegó en seguida, en taxi, le dije que no se preocupase, que no pasaba nada, que eso me pasaba por no tener facebook, aunque ella me dijo que era porque no me había apuntado en la agenda del iphone, lo que viene a ser lo mismo: yo no existía de una forma cibernética, de ahí su olvido: no me había leído en una pantalla, o, lo que es lo mismo: yo no era, así que entre disculpas tecnológicas cruzamos passeig de gràcia y fuimos a un restaurante japonés que no conocía llamado miu, que está en la misma calle valència esquina passeig de gràcia, de ahí que quedásemos en ese extraño lugar, he dicho que no conocía ese restaurante japonés como si fuera experto en restaurantes japoneses o, simplemente, restaurantes, así me ha sonado a mí, en fin, pues no es así, Mamen me dice que, aunque japonés es sinónimo de caro, éste tiene un menú diario de diez euros, lo cual, ahora mismo, no sabría decirte si me alegró o me entristeció, cuando entramos, la oscuridad interior contrasta tanto con la claridad de afuera que por momentos pienso que me han colocado un burka sin yo darme cuenta, poco a poco voy adaptando la visión, tanteando las paredes, no consigo verle la cara a la chica que nos acompaña a la mesa, pero cuando llegamos a nuestro sitio doy gracias por poder ver mi mano y cómo ésta arrastra la silla hacia atrás para que me siente flexionando mis rodillas e inclinando mi cuerpo con la majestuosidad con la que sólo un ser humano puede sentarse a una mesa, pienso por un instante en Walt Whitman, pedimos cada uno lo suyo y hablamos de la vida, de Sheila yo, de David ella, de  excompañeros de trabajo, de mi hermana y sus joyas, que enamoran cada día a más personas, de música, de televisión (los dos coincidimos en que el día anterior estuvimos haciendo zapping entre un documental sobre el 11-s y gran hermano, y los dos estuvimos de acuerdo en afirmar que los atentados del 11-s son la mejor película de terror, también le dije a Mamen que si hicieran ese mismo documental cada día, lo vería cada día, y estuvo de acuerdo conmigo), de vídeos musicales (Mamen trabaja en pachatv, programando los vídeos que verás si eres de ono, yo soy de imagenio, así que no puedo opinar sobre su trabajo), le pregunto si tiene que estar atenta a todo el rollo de premios y todo eso, me contesta que sí y no, que si está atenta es por su propio interés, no por la cadena, se lo pregunté porque me vinieron a la mente los últimos mtv video music awards, en los que kanye west se subió al escenario para quejarse de que el premio a la mejor artista femenina tendría que haber sido para beyoncé y no para taylor swift, eso dijo el west, y la swift al lado, con el premio entre las manos, Mamen dice que ella cree que todo fue guionizado, y yo le digo que supongo que tiene razón, gracias a kanye west sé quién es taylor swift, en cambio beyoncé no necesita que ya nadie más en el mundo vuelva a decir su nombre en la vida para vivir como una diosa: si nadie, piensa, si nadie, desde hoy hasta el día de su muerte, volviese a pronunciar beyoncé, a ella le daría igual, ya le daría igual, en cambio, si pasara lo mismo con taylor swift, a ésta no le daría igual, porque lo importante es que te pronuncien y que salgas escrito en internet, lo importante es que estés cibernéticamente vivo, para que nadie se olvide de ti, también entonces me vino a la cabeza la novia de kanye west, y lo único que pude decir fue: es rara, está buena, pero es rara, no sé si es negra o blanca, humanoide o alienígena, además, con ese vestido a lo piel de serpiente con el que se presentó, que no se lo puede poner cualquiera, ya lo sé, pero eso, que está buena pero es rara, porque es lo único que se puede decir cuando ves a la novia de kanye west, luego nos tomamos un café en rambla catalunya y así se nos fue pasando la tarde, hasta que nos despedimos con la promesa de quedar más a menudo y entonces, con esa promesa en el aire, flotando como aquella bolsa en american beauty, yo me fui hacia abajo y ella hacia arriba.

jueves, septiembre 24, 2009

desarraigo

Empiezo aquí y ahora, delante de tus ojos, como una flor que crece y se abre y se marchita a cámara rápida, una nueva sección titulada Rostros.
No te voy a decir cuánto durará porque nunca lo cumplo, así que quizá es la primera y última entrada con la etiqueta "rostros", o quizá le seguirán cien más (no creo, ya te lo digo ahora, aquí nada dura cien más).
En estas entradas, por pasar el rato, se analizarán, digo se analizarán como si esto lo fuese a hacer un grupo de personas, analizaré fotos de caras, algunas veces comparándolas con otras, con algo, o con nada, otras veces diseccionando el fondo, el color, el granulado, la luz, preguntándome qué me dice esa cara, esa expresión, por qué me transmite lo que me transmite y por qué el hecho de conocer la vida de una persona nos cambia la percepción de su rostro.
En fin, si lo que querías era perder el tiempo de verdad, estás en el lugar adecuado, nena.

El primer rostro a analizar es el de la asesina en serie Aileen Wuornos, más conocida en tu video-club como Charlize Theron.

No podemos decir que, así a simple vista, nos produzca escalofríos, como sí lo pueden hacer algunas fotos de otros asesinos en serie. Por poner un ejemplo culturalmente aceptado y manoseado: Charles Manson.

La imagen de Aileen, si dejamos a un lado los asesinatos, simplemente nos muestra a una mujer poco femenina, que ha ido descuidando, o a la que nunca le importó, su imagen.
En su boca se dibuja una mueca poco definida, tal vez esté apretando los dientes, tal vez acaba de decir algo.
Sus ojos mirando directamente a cámara no se muestran desafiantes e incluso humanizan al monstruo.
De hecho, podrías decir que está a punto de echarse a llorar.

Lleva una camisa azul, posiblemente el uniforme carcelario.
El fondo, también azul, le da a la imagen cierto grado de desarraigo.
¿Es el azul del cielo o el de la pared de una comisaría o de un centro penitenciario? Es más, casi podrías decir que es el fondo utilizado en algunos estudios fotográficos.
Se trate de lo que se trate, no es posible situar a Aileen en ningún lugar de este mundo.
No hay nada que nos dé ninguna pista de nada.
Y es ese vacío lo que más acentúa los rasgos de la persona fotografiada.

Normalmente las fotografías de fichas policiales suelen mostrar al sujeto manteniendo un cartel donde se muestra la fecha y el lugar de la detención, que nos situará dentro del espacio y el tiempo, del mismo modo que una persona secuestrada sostiene el periódico del día para ser fotografiada y convertir esa imagen en una fe de vida para familiares o conocidos y en una pregunta para todos los demás: ¿qué hacías tú ese día?
Por eso también podemos suponer que la foto de Aileen no es algo puntual, no es la foto de una detención, como ésta de Jane Fonda, sino la de una estancia más larga, indefinida.
¿No hay en la cara de Aileen el dibujo de una total resignación, de algo que ha estado pasando siempre?
(Todo lo contrario de la Fonda: nunca una mujer se sintió tan segura de sí misma).

Hoy podemos saber que Aileen ejerció la prostitución y asesinó a siete clientes, según ella, en defensa propia.

Hay algo en este rostro que me dice que no tuvo tiempo para detenerse por el camino a oler las flores, mirar el azul del cielo o de descubrir lo que se siente al acercar tu mejilla a la de otra persona.
Ni mucho menos tuvo la ocasión de escuchar canciones bonitas que, quizá por un casual, hubieran cambiado su vida.

Aileen murió ejecutada el 9 de octubre de 2002.

¿Qué hacías tú ese día?

miércoles, septiembre 23, 2009

introyectado

Hay que reconocer que nuestra sociedad cultiva el kitsch como antiguamente se cultivaban las "buenas virtudes", y tenemos introyectado tan alto número de postales tipo puesta-de-sol-al-atardecer que nuestro imaginario cultural parece un gigantesco mapa plagado de señales de vista panorámica. Así es como llegamos fácilmente a encontrarnos con la paradoja de que se denomine "estética" la reproducción de imágenes que agradan a nuestra sensibilidad porque aquéllas son imágenes que agradan a nuestra sensibilidad, de la misma manera que consideramos que algo está bien porque eso es algo que está bien.

Chantal Maillard

martes, septiembre 22, 2009

lunes, septiembre 21, 2009

búscame la hermandad

Te voy a contar un secreto.
Odio los anuncios que representan la comunión entre personas. 
Todos diferentes, todos iguales. Entre todos lo conseguiremos. Un mundo mejor es posible.
Ya sabes, toda esa mierda, todas esas mentiras.
Y esto no quiere decir que odie a la humanidad ni nada de eso. Simplemente odio los anuncios que me quieren vender una hermandad que no será posible. Porque no será posible, no nos engañemos. 
Pero hablar de comunión, hermandad y alegría es necesario, supongo, si te dedicas a la publicidad. 
El objetivo: despertar al filántropo imbécil que todos llevamos dentro.

Lee el periódico. Ni siquiera hace falta que lo leas: mira las fotos de un periódico cualquiera. Ahora, búscame la hermandad. 

Y, sobre todo, odio los anuncios que, después de haber representado una comunión humana inmejorable y ejemplar, se apropian de una canción y la destrozan, dejando los restos esparcidos en el mar, ya los recogerá alguien, los voluntarios imbéciles ya vendrán de algún lugar para meter en bolsas estos estribillos que han quedado varados entre las rocas, ¿de quién era esta canción?, ¿de Bowie?, ¿quién coño es ese?, da igual, ahora no son más que residuos dentro de una bolsa de basura que no sabremos en qué contenedor tirar. 
Ahora no es más que eso.

Y para acabar, después de habernos demostrado que si vas por la calle y te coges a alguien del brazo éste te va a sonreír y va a hacer la segunda voz de la canción que vayas cantando, además, digo, que lo que anuncie el spot en cuestión sea, por ejemplo, VISA, ya es de apaga y vámonos.

¡La hermandad será posible!, ¡por supuesto!, ¡no te preocupes!, ¡canta y vive feliz! 
Aunque, no sé si te lo han dicho, será mejor que tengas dinero en el banco.

Por lo que pueda pasar.

jueves, septiembre 17, 2009

sin tetas jóvenes al aire

El otro día pensaba, no me preguntes por qué, nunca me preguntes por qué, porque no lo sabré, pensaba, dije, mientras cruzaba el gran parque que hay al lado de mi casa, viendo la cantidad de abuelos, personas mayores, en definitiva, viejos, que se agrupan en los bancos, se sientan en los bancos por las tardes, los abuelos, ya relacionamos sentarnos en un banco con tener una cierta edad, no hay niños sentados en los bancos, eso sería una mala señal, habría que vigilar a ese niño, señora, registre de vez en cuando sus bolsillos, puede estar acumulando tizas de colores que coge cuando la profesora está despistada, que para qué las coge, me dice, eso se lo tendrá que preguntar usted a su niño, ahora mismo estoy pensando en una posible película de terror en la que los niños ocuparan el lugar de los abuelos en los bancos, centenares de niños sentados en los bancos de los parques, las manos cruzadas, columpios y toboganes oxidados por el abandono, niños quietos en bancos, quizá moviendo suavemente sus piernas, que todavía no llegan al suelo, les cuelgan las piernas, niños quietos en bancos con las piernas colgando, así pasarían las tardes en la peli de terror, y simplemente eso sería el terror, esa sería la imagen amenazante, no hace falta violencia para que el terror acuda a nuestra mente, lo único que necesitamos es enfrentarnos a algo desconocido, algo que no entraba en nuestros planes, algo que no está ni en su sitio ni en su momento, es decir, fuera de contexto: ya en la cama, de madrugada, te despierta un ruido en el comedor, te diriges para comprobar qué ha sido y allí, sentado en el sillón, un hombre se está tomando una coca-cola y unas patatas, y esa imagen, fuera de contexto, no significaría más que eso: un hombre disfrutando de un refresco y unas patatas, pero la cuestión es que a este hombre lo rodean una serie de variables que son: tu casa, la madrugada y el anonimato del hombre, aunque incluso el no saber quién es el hombre no sería tan importante, en la escala del terror, como lo es el lugar y la hora, es decir, el contexto, me repito, y tú, debido al miedo que te invade, quizá no podrías articular palabra, o quizá sí, y le preguntarías ¿qué hace usted aquí?, porque el miedo nos hace educados, y él te miraría y te contestaría algo obvio como estoy aquí, tomándome una coca-cola y unas patatas, y tú seguirías y le rogarías, con la educación que el miedo te ha concedido, ¿puede salir ahora mismo de mi casa?, y él te contestaría sí, ahora mismo me voy, y se iría, y no sé a qué venía todo esto, voy a releer, decía arriba de todo que viendo la cantidad de abuelos que se agrupan en los bancos y los pocos niños, en proporción, que juegan en el parque, pensaba que no era extraño el cabeza de cartel elegido para las fiestas mayores de este bendito pueblo: Manolo Escobar, he buscado su edad: 78 años, el día del concierto, el parque al lado de mi casa, que es donde actuó, se convirtió en un pequeño Woodstock (sin tetas jóvenes al aire), desde mi casa no se escuchaba la música, sólo el murmullo de gente, que actuaba como las hueveras de una habitación insonorizada a lo amateur, si el cabeza de cartel de las fiestas de tu pueblo tiene 78 años, algo pasa en tu pueblo, incluso en tu portería algo puede estar pasando, pero pensando en la edad del Escobar y en lo que podría o no estar pasando en mi pueblo, me dije: no hay que preocuparse, viladecanense de a pie: Leonard Cohen ha sido cabeza de cartel en Benicàssim este año, tiene 75 años, y más aún: Neil Young, cabeza de cartel del pasado Primavera Sound, 64, así que, mirándolo de esa manera, esto quiere decir que, viladecanenses, no queda otra, y nosotros sin saberlo, todos juntos: ¡Viladecans es cool (joder)! 
¿Para cuándo un especial Viladecans en Ànima

martes, septiembre 15, 2009

no sé a qué ritmo

Mi primo Ángel, con buena letra y criterio, me recomienda este blog que construye Andreu Buenafuente con sus tijeras de punta redonda y su pegamento de barra. 
Por lo que veo, el Andreu recorta y pega, sobre todo, fotos curiosas que encuentra por ahí, aunque también encontramos sus filias y sus fobias. 
En definitiva, una página (doble, por ahora, no sé a qué ritmo irá pegando más fotos) para pasar un rato entretenido.
Es curioso que podamos saber cómo es una persona (al menos una parte) simplemente viendo algunas fotos que le gustan.
No sé dónde leí que una de las mejores maneras de conocer a una persona era mirando, en su Ipod, la lista de las canciones más escuchadas. Algo de razón sí que hay en esa afirmación, ¿no crees?

lunes, septiembre 14, 2009

la nevera de tu abuela

El otro día fui a Laie Pau Claris, la mejor librería de Barcelona, con diferencia, ya te lo he dicho varias cienes de veces. La mejor, con diferencia.
Una buena librería: aquella en la que compras todo aquello que no ibas buscando.
Me compré cuatro libros: 
uno muy interesante para enfocar el arte (en concreto la pintura) a los niños,
un librito de Harold Bloom que, ¡y yo sin saberlo!, se ha vuelto a traducir y que siempre me pareció interesante en inglés,
La historia del silencio, de Pedro Zarraluki, que será mi profesor de cuento este año. Me lo compré para saber con quien voy a tener que tratar este año. Si te soy sincero, no sé por qué, esnobismo, supongo, pensaba que no me iba a gustar, no sé por qué, repito. Ahora que me lo he leído (hacía tiempo que no me acababa un libro, aunque corto, tan rápido), te lo recomiendo sinceramente. Creo que nos llevaremos bien, el Pedro y yo. Este es una novela (Premio Herralde en el 94 o 95, no me hagas decir años), pero, por lo que he leído, Zarraluki se mueve más cómodo en el cuento, y quizá algo se nota leyéndolo en novela. Te la recomiendo, repito. Creo que está en bolsillo a cinco euros, ya me dirás. En vez de irte con esa senegalesa de la rambla cada noche, cómprate este libro. El placer es más duradero y serás tú quien podrás contagiar a otros con tu lectura. Piénsalo. Además, ahora corres el riesgo de salir por la tele mientras negocias el precio.
Y, por último, un mini librito (imagínate: mini, -ito, es tan pequeño que casi me lo llevo sin pagar, debajo de la uña) que recoge un pequeño ensayo que el escritor Jonathan Lethem, el Joni, escribió en el Harper's Magazine en febrero de 2007. Digamos que es un atraco a mano armada ya que este texto, que ahora me venden tan bien empaquetado, ya fue publicado en una revista. Pero de eso trata esta librería: el placer de gastarte dinero en libros que no habías venido a buscar. 
En este mini ensayito, el Joni se pregunta por la originalidad de una obra (literaria), los plagios, las influencias secretas. Viene a decirnos eso que ya hemos escuchado tantas veces: todas las historias están contadas; ahora hay que contarlas de otra manera.
Se lee rápido y amenamente, que no amenazadoramente, pero hay cosas que subrayar. 

Y hablando de plagios (qué bien enlazado, joder, ¡qué bien enlazado!, ni hecho a propósito), el otro día me encuentro con esta noticia: el cartel de la última película de la Coixet, denunciado por plagio.


Te resumo: se ve que la Coixet se enamoró de esta foto de la izquierda viéndola en una revista de moda mientras escribía el guión, la recortó y la pegó en la tapa de la carpeta del guión. Se fue acostumbrando a la imagen y decidió que sería la del cartel de su película. Sin ni siquiera mirar quién había sido el autor de la foto. 
La vida es así de fácil. A ti te gusta algo: lo coges. Como si el mundo fuese la nevera de tu abuela.
Yo hay cosas que no acabaré de entender nunca. 
¿Qué esperaba la Coixet? 
¿Es esto publicidad para su película? Para mí, no. 
Piensa: si ya el cartel es un plagio. 
La única parte contratante que sale ganando de esta chapuza de la Coixet es el fotógrafo Javier Aramburu.
Sinceramente, si tenía pocas ganas, o ninguna, de ver esta película, esto lo ha acabado de rematar.
Por cierto, a mí siempre me ha gustado el logo de Agip, ese extraño ¿perro? de seis patas echando fuego por la boca. Como ahora los de los plagios están liados con la Coixet, voy a aprovechar para hacer unas camisetas y promocionar este blog. ¿Qué te parece las ideas que tengo? 

Si ya está todo hecho, deshagámoslo.

jueves, septiembre 10, 2009

¡auteur, auteur!

Ya puedes votar en la nueva encuesta

Uno de los libros que me estoy leyendo, entre sorbo y sorbo de absenta, es 
el cual te recomiendo. 
Ya sé que me dirás: pero si a mí no me gusta el porno, yo sólo consumo filmoteca Fnac, ¡auteur, auteur
Y yo te contestaré: hazme caso, criatura gafapastil, y hazte con este libro, que no va de fotos ni nada de eso, que no va de tocarse, va de leer a testimonios de la época y disfrutar y enterarte de cosas que no sabías, te parece poco. 
Se encarga del asunto Legs Mcneil, el mismo autor del imprescindible (y nunca esta palabra la dije tan en serio) Por favor, mátame. Una historia oral del punk.

podéis abuchear

Esta foto la hice (había escrito está tomada, pero me he dicho: no) el 1 de agosto en Mascaraque, un pueblo cercano a Toledo.
Fui a una boda, te lo dije. Se casó el hermano de Sheila.
Esta foto representa el pueblo. 
Esto es el pueblo. 
Aquí fue donde una mujer me mostró la cámara, no sé si te acuerdas. 
Normalmente, estas personas, en especial los dos hombres sentados, se situarían alineados mirando a la calle, que es donde pasa, o puede pasar, la acción. La calle como cinta transportadora de acción, de novedades, de vida. 
Pero hoy, el día de la boda, los dos hombres deciden, en un acto revolucionario, mover sus sillas enfocándolas hacia la ermita, que hace las funciones de pantalla gigante de un cine de verano. Yo, como extra de esa película, consciente de que estoy siendo proyectado, decido inmortalizar a los espectadores como a insectos en resina. ¿Qué recordarán ellos de ese día?
Hice esta foto mientras a los novios les tiraban arroz. Así que, eso es exactamente lo que están viendo estas seis personas (dos de ellas no miran la acción en el instante de la foto).

Esta foto se titula Flores raras crecen en las aceras para ti.


Viéndola, no sé por qué, me vienen a la mente los atentados del 11-S. Supongo que es porque todos nos acordamos qué estábamos haciendo ese día, ese momento. 
Me parece interesante la visión del otro lado de la acción. Es una tontería, sí, pero bueno, ¿acaso la vida entera no es una tontería? No viene de una.
Todos podemos visualizarnos como si alguien nos hiciera una foto: sentados en el sofá, a la mesa de la cocina, conduciendo, etc. Todos tenemos nuestra foto, con esa cara que se nos iba quedando, muñecos de cera en un horno, junto a la de las dos torres desapareciendo. 
Sin duda, un día confuso. 
Lo único que sacamos en claro es que collapse significa, entre otras cosas, derrumbarse. 
Y que el skyline de NYC ya no iba a ser el mismo. Y el nuestro tampoco.

¿Qué hacías tú el 11/09/01?

Yo me levanté tarde. 
Los aviones impactaron en la torres mientras dormía. 
Fui a la cocina y me preparé algo de almuerzo/comida. 
Estaba solo en casa. 
Encendí (¿encendí?) la radio y lo primero que escuché fue "acaba de caer una de las torres". Como el 11/09 es la Diada aquí en Catalunya (podéis abuchear, público de Telecinco, acabo de decir Catalunya), pensaba, pensé, que se trataba de castellers, personas desmoronándose en una jornada festiva. Eso fue lo primero que pensé. Porque era lo lógico. Porque pensar en lo que realmente estaba sucediendo hubiera sido ir más allá de mi/nuestra imaginación. 
Y fue eso lo que nos ocurrió: nadie había sido capaz de imaginar algo así. 
Recuerdo que, una vez ya tumbado en el sofá viendo la tele, recibí una llamada de Mireia. 
No me dijo hola, Diego, qué tal, qué haces. Lo único que me dijo fue Diego, ¿qué está pasando?
Queríamos que alguien nos explicara qué era todo aquello. Y fue extraño no encontrar a nadie. Fue extraño no encontrarnos.
Por la tarde fui al cine con Marta y con Mireia, que son dos amigas de cuando fui a la uni de joven. 
Vimos Los otros
El cine estaba sold out. Gente buscando un refugio, la oscuridad, gente a salvo. 
De camino y de vuelta del cine, gente por la calle con auriculares. 
Algo en sus caras te decía que no estaban escuchando música. 
Durante todo el camino, de casa al cine y del cine a casa, estuve escuchando la misma canción. I'm the ocean, de Neil Young con Pearl Jam. Para mí, escuchar esa canción es viajar a ese día.

Y no sé a qué ha venido todo esto.



Hoy saldremos a la calle,
a sentarnos ante la vida
y hablaremos de aquello y de lo otro,
y nos reiremos de los que no están,
y lloraremos por los que no están,
y preguntaremos por los que faltan,
y llamaremos para que vengan,
y silbaremos a nuestros perros,
y contagiaremos los bostezos,
y dibujaremos en la tierra
mapas con los pies descalzos,
y despediremos al verano
desde esta silla de rebajas,
y cortaremos flores raras
de las que crecen en las aceras,
y, 
sobre todo,
tomaremos decisiones importantes,
al menos 
para nosotros.

jueves, septiembre 03, 2009

lo sutil de lo nuestro

La gran estafa de la música actual se llama Sunn O)))
(Te dejo el link a la wikipedia, que es otra de las grandes estafas que padecemos en nuestras carnes).
Los acabo de ver en la Rockdelux y me he acordado. (El artículo está escrito con la zurda, porque la derecha, tú ya me entiendes).

Hace unos años, Tomás y yo fuimos a un concierto de este grupo, hipnotizados, al menos yo, por las excelentes críticas del disco que presentaban y que no te los podías perder en directo, que si te los perdías eras un gilipollas, vístete de negro y vente, etc.

Te resumo el concierto:
Un fraude.

Nos fuimos antes de que acabase porque eso era insoportable.
Aburrimiento y dolor de tímpanos durante una semana.
Supongo que, bajo los efectos de alguna droga, ganan.

El escenario se llena de humo blanco (para que no veas cómo se ríen en tu cara, los Sunn O)))). Mucho humo blanco, cuánto humo blanco más vas a echar, joder, no me veo ni las manos, humo blanco durante media hora, puedes pensar en salir corriendo, puedes pensar: algo va mal y nadie se ha enterado, pero no, son los Sunn O))), que son así de diabólicos.
Hartos de humo blanco, las primeras filas aplauden y dan grititos (recuerda, es Barcelona). Entonces, en un determinado momento, creo percibir (no sé si es correcto creo percibir, pero bueno, me entiendes) unas figuras humanas. Lo de humanas es por abreviar. 
Sunn O))) actúan vestidos a lo monje. Puedes cortarte el pelo a lo garçon y puedes actuar a lo monje. Sunn O))) son de esos. 
Después de situarse en el escenario y palpar sus guitarras y colgárselas, los monjes del infierno suben el volumen de los amplificadores hasta donde pone max.
- Oye, ¿a cuánto lo ponemos para que se oiga bien y a nadie se le escape lo sutil de lo nuestro?
- Tú hasta donde pone max.
- Vale.
Con el volumen al max., las criaturas misteriosas rascan las cuerdas durante una hora y media o el tiempo que hayan alquilado el local.
Luego se van del escenario y ahí se acaba el concierto.

Cuando acabé octavo de E.G.B., mis padres me regalaron una guitarra eléctrica, una Fender Stratocaster blanca, como la de Jimi Hendrix en Woodstock. Ahí estaba yo por las tardes, con mi amplificador de butxaca, sentado en mi cama y poniendo el volumen al max.
Sunn O))) me recuerdan esos tiempos: alguien a quien le acaban de regalar una guitarra y prueba los tres acordes que se sabe.

Los críticos pueden decir lo que quieran. Sunn O))) son una estafa, un aburrimiento absoluto. Y alguien con criterio musical remunerado debería tener la valentía de decir esto de una vez.
A este paso le vamos a acabar dando a Belén Esteban un sillón en la Real Academia Española. 

En el último disco se han propuesto introducir instrumentos de viento y coros que me han recordado a algunos pasajes de la fascinante obra de Schönberg Moses und Aron. 
Quizá es lo único que me ha gustado. El resto: fraude.

Aquí te dejo algo parecido a lo que vivimos Tomás y yo.
Para que veas de qué pasta estábamos hechos.

miércoles, septiembre 02, 2009

un hombre pasa

La percepción de la realidad.

Un accidente es más horrible cuanto más cerca de tu casa (de ti) suceda.

No es lo mismo un hombre atropellado por un menor en Iowa que tu vecino atropellado por un menor en la puerta de su casa.
Aunque nunca hubieras hablado con él, ni siquiera buenos días, ni siquiera una mirada, la cercanía del suceso lo convertirá en horrible, mientras que el caso de Iowa simplemente será anecdótico. Siendo los dos, para ti, personas desconocidas.

El pasado lunes una mujer se tiró desde un octavo piso. 
Quería suicidarse. 
Al menos eso es lo que nos han dicho. 
La mujer decide suicidarse tirándose desde el balcón de su casa. 
En la acera, una pareja pasea. 
Un hombre pasa, mejor. 
Podría acabar aquí la noticia y me gustaría el sonido, cómo se lee, aunque no sería muy periodístico. Algo así sería:

Una mujer se tira desde un balcón. 
En la acera, un hombre pasa.

Cuentos de terror en trece palabras.
Sería suficiente para enterarte de lo que ha pasado. 
Microrrelatos de realidad.

Pues el pasado lunes, decía, una mujer decide acabar con su vida arrojándose desde un octavo. Un peatón que paseaba con su pareja recibió el brutal impacto de la mujer al caerle encima. 
(Sí, todos hemos pensado en la madre de Amélie. El cine nos tiene cogidos por los huevos). 
La mujer suicida murió en el acto; el peatón, horas más tarde.

En todas las noticias que he encontrado (por ahora, contrastadas a la buena de Dios: en unas el hombre es ucraniano, en otras español, en unas la mujer tiene 45 años y el hombre 50 y, en otras, a la inversa. Nos gusta el jugar con el lector, con el espectador ya no te digo, pero con el lector, para una vez que lo tenemos, nos gusta el jugar), en todas las noticias, dije, el peatón es el protagonista, el sujeto de la frase. 
La mujer suicida queda en un segundo plano cuando nos enteramos de la noticia, es cierto. 
Ella quería ser la protagonista y ha acabado siendo una actriz secundaria.
Y el actor secundario, es más, el extra que paseaba por la calle, se ha convertido en protagonista. 
El papel de tu vida no lo eliges tú.
Y todo esto sucede en unos segundos. 
Los mismos que puedes tardar en leer las trece palabras de antes.

Una mujer se tira desde un balcón.
En la acera, un hombre pasa.

Igual que en la noticia, la protagonista absoluta de la primera frase, la mujer, deja de serlo inmediatamente cuando aparece el hombre en escena. Es entonces cuando la acción se focaliza en él, casi olvidándonos por completo de la mujer que se tira pero, ciertamente comprendiendo que, sin ella, el hombre no elevaría su categoría de extra a protagonista. 
Y el hombre se convierte en protagonista por cercanía, porque todos y cada uno de nosotros, cuando leemos la noticia, nos imaginamos paseando por debajo de balcones. Porque somos más los que paseamos que los que nos tiramos. De ahí el protagonismo.
Así, tanto en la noticia-relato como en la vida real, la mujer suicida, protagonista en un principio, deja de serlo en cuanto se estrella brutalmente contra el hombre.
Podríamos decir, pues, que la mujer mantuvo su protagonismo desde el octavo piso hasta el suelo, donde, por una cuestión de azar, delegó su protagonismo a un hombre anónimo que, probablemente, nunca quiso ese papel.

Esto que te cuento pasó el otro día aquí, en Viladecans, a doscientos metros de donde vivo. Paso por delante del piso de la suicida cada día. 
Podría ir ahora, entre coma y coma, visitar el lugar de los hechos, hacer una foto de la sangre seca (espero que Telecinco nos muestre las imágenes de sangre seca, que las saque de donde quiera, pero esta noche el Piqueras tiene que darlo todo: si no hay sangre seca en la acera, esto no ha sucedido) y subirla al blog. Pero no lo haré porque estoy en calzoncillos jugando con Billie Jean. (Algún día te hablaré de Billie Jean).

Así que, al fin, puedo pensar: podría haber sido yo el hombre que pasa. 
Y morir, 
sí, 
pero, 
al menos por una vez en mi vida, 
siendo el protagonista.

Ya tendremos tiempo de ser los protagonistas.
Hay veces que es mejor seguir siendo un extra. 
Y ver la vida pasar.