viernes, diciembre 31, 2010

nosotros

Nada mejor que poesía para acabar y empezar el año.
(Me he tomado la molestia de subirte el audio con el Jaime leyéndote, aunque supongo que ya estaría subido por alguien por ahí. Me da igual.)

No es la más optimista que he encontrado.
Es la mejor.
Por otro lado, la poesía no debe ser optimista. No será esa nunca su función.


Este año será grande.
Ya lo verás.
Nada de miedos.
Si es necesario, dejaremos la lamparilla de noche encendida.
Pero nada de miedos.
No hay ningún monstruo debajo de la cama.

Ahora el monstruo somos nosotros.


In poetry we trust!




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No volveré a ser joven

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

Jaime Gil de Biedma

jueves, diciembre 30, 2010

por ver

Ayer me compré las entradas para ver a este hombre.
23 de marzo, Auditori (BCN).

Es uno de los pocos tótems que me queda por ver.

resultó

Una vez cerrada, resultó que todo el mundo la veía.

tercera menor

Ayer fui a un entierro con mi madre.
Todos somos humildes ante la muerte.
Qué otra cosa nos queda.
Si ni ante la muerte mantenemos la compostura, qué puede ser de nosotros.
En la iglesia hay poca gente, cada vez menos.
Es triste un funeral con poca gente.
Pero quizá es más triste con mucha gente.
No sé qué elegir.
Quizá me quedo con uno con poca gente.
Estábamos allí, yo me limitaba a levantarme y sentarme cuando todo el mundo lo hacía.
Es la única imitación posible en un funeral, lo demás no está en tus manos.
Un funeral es un lugar salvaje y anárquico, aunque todo siga un tempo previsto.
Las campanadas de un funeral, dos notas, un intervalo de tercera menor.
Una tercera menor siempre es triste.
O, al menos, poco alegre.
Y las campanadas a muerto resuenan durante unos minutos y hacen callar a la gente que pasa entonces por las inmediaciones de la iglesia.
Dos campanas, dos notas, un intervalo de tercera menor haciendo callar hasta al niño en su cochecito.
Todos entendemos una melodía triste.
Nacemos con ello.
Miro a mi alrededor dentro de la iglesia, mi madre a la izquierda, la familia del difunto en los bancos centrales y, más allá, unas señoras que cantan y que hacen que todo esto sea más llevadero o más tétrico, según se mire.
Hay gente que se sabe las canciones, las respuestas al párroco.
Yo no tengo nada que decir en una misa, y me sabe mal.
A duras penas me santiguo, mirando de reojo para que nadie esté observando mi gesto torpe y desganado.
Cuánta gente debe de haber venido.
Unas treinta personas, un poco más, no mucho más.
A mi madre le parecieron pocas.
A mí no.
Pienso en la respuesta que me dio una profesora de Cristina hablando de escribir, publicar y todo ese rollo del principiante: "No importa cuánta gente te lee sino quién te lee".
Parece fácil decirla, pero antes hay que pensarla.
Ella la pensó y me la regaló.
Una respuesta, como un diamante, es para siempre.
Y de la misma manera que aquella profesora me contestó eso, yo pensé lo mismo para un funeral: "No importa cuánta gente venga sino quién venga".
Y allí estábamos nosotros, rodeados de ese continuo eco de las iglesias.
Un golpe en la madera del banco te puede hacer pensar en el estallido de algún artefacto abandonado por alguien que pensó que aquello nunca estallaría.
La cosa fue rápida, o se me hizo a mí.
Hay un momento en el que el cura bendice el ataúd con agua bendita.
Quise fijarme dónde caían las gotas, en qué porción exacta de la madera caían aquellas gotas.
Simplemente por llevarme conmigo algún detalle.
¡El detalle, el detalle!
Siempre que asisto a un funeral pienso en quién vendrá al mío.
Es algo irremediable.
Y lo pienso porque espero que no sea mañana ni el año que viene, ya que entonces sí que sabría, más o menos, la gente que vendría.
Lo pienso porque, realmente, no sabemos quién asistirá a nuestro funeral.
Lo que, por otro lado, nos trae a todos sin cuidado, pero bueno, acaso no hacemos listas con lo que haríamos si nos tocara la lotería.
Al menos esto es algo que sí que nos va a pasar algún día.
Sobre todo me gusta pensar en la idea de si vendrá alguien a quien todavía hoy no conocemos.
Es una idea estúpida.
Luego está el momento de darse la paz.
Hay gente que no se cansaría nunca.
Yo me siento culpable de haberle estrechado la mano sólo a las dos personas de atrás y quiero compartir mi paz con los del banco de la derecha, pero mi madre me dice ya está bien, ya está bien, y supongo que le tengo que hacer caso, aunque no sé por qué.
El eco de la iglesia hace que no haya entendido prácticamente una frase entera de toda la misa.
Soy consciente de ello cuando empezamos a desfilar hacia la salida, el féretro delante, todos detrás.
Y de nuevo las campanadas, ya una vez en la calle, llenando un espacio que sólo llenan ahora algunos suspiros.
Pienso en ellas como una especie de música de ascensor: las dos llenan un vacío incómodo.
Por último nos despedimos de la mujer y del nieto.
Las despedidas siempre son torpes y patéticas.

nada original que hacer

Delafé y las flores azules utilizan 100 vídeos de sus fans para su nuevo clip.
Así El Periódico.



Y está bien la idea, pero habría que indicar, en algún momento o lugar, que esto tan novedoso con lo que ya nos estamos chupando las pollas, ya lo hicieron en el 2006 los Beastie Boys repartiendo cincuenta cámaras entre los asistentes a un concierto en el Madison Square Garden.
Y así está grabado el concierto entero.


Qué rabia, sí.
A mí tampoco se me ocurre nada original.

martes, diciembre 28, 2010

nunca fueron suficientes


Esta parcela de bosque fue descubierta en 1992.
Tú quizá no habías nacido todavía.
Un avión, después de un examen aéreo. Lo típico.

El detallazo fue de un empresario alemán hacia Hitler en su cuarenta y nueve cumpleaños (1938).
A Hitler se le puso dura (quizá la única vez) viendo esos cien alerces ahí dispuestos como por arte de magia.
En primavera y en otoño siempre pedía que alguien le diera una vuelta en avioneta, para ver qué tal estaba la cosa.

En 1995 se talaron 43 árboles, pero la imagen seguía ahí.

Cuarenta y tres árboles nunca fueron suficientes para nada.

Entonces, en 2000, ayer como quien dice, se talaron 25 árboles más, dejándolo eso con sólo (43+25=68; 100-68=32) treinta y dos árboles de nada, que ya no dibujaban ni dibujarán nada, sólo permanecerán ahí, vestigios de un símbolo nefasto, sin ellos saberlo, albergando nidos de pájaros, sin ellos tampoco saberlo.

Descubrí este bosque en el maravilloso Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo, un libro que me compré en Girona en el 2004.
No sé por qué no te había hablado de él hasta hoy.
Es brillante de la A a la Z.

Por si te interesa, que ya veo que no, su autora, Rosa Sala Rose, tiene un blog de lo más interesante y sin faltas de ortografía.



viernes, diciembre 24, 2010

como quien no quiere la cosa




Me topo con este libro mientras no busco nada en concreto, casualmente, y es que no hay otra manera de toparse con algo sino es casualmente.
Y la alegría de descubrir cosas por casualidad, como quien no quiere la cosa. Pregunto, y la alegría.

Y el libro, más tarde, ahora mismo, me ha conducido, ya no casualmente, al blog.

miércoles, diciembre 22, 2010

ya sabremos la respuesta

Hoy no nos tocará la lotería.
Pero seguro que le toca a alguien.
Y cuando el reportero le pregunte qué va a hacer con el dinero, ya sabremos la respuesta: tapar agujeros.
Será la frase más repetida del día.
La misma respuesta de cada año. Como Raphael en Nochebuena.

Acaso le toca la lotería a la misma persona, año tras año.
Pregunto.

Tecleo en google tapar agujeros y, cogidas al azar, estas son algunas imágenes que me aparecen.









sábado, diciembre 18, 2010

there's a place for us

Es lo único que hago: loops.
No puedo hacer otra cosa que loops.
Es lo que más me gusta hacer: loops.
Podría estar todo el día haciendo loops.
Y eso, a su vez, sería un loop.
He estado un rato montando este loop.

Siempre me ha gustado el piano inicial de la canción Finale de West Side Story.
Y siempre que lo he escuchado he querido volver a escucharlo una y otra vez.
Por eso he creído conveniente hacer un loop de ese piano.
Podría haberlo hecho más largo. Había pensado hacerlo de veinticuatro horas.
Pero me ha parecido excesivo.
Lo he dejado en unos seis minutos y pico.
Y he ido introduciendo parte de las voces y la orquesta, y luego he metido algún efecto, como queriéndome hacer el experto.

A mí me gustan este tipo de tonterías.
Y a ti también.
Si no, no estarías aquí.

Mira qué guapa, la Natalie.




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jueves, diciembre 16, 2010

blake edwards

no lloro

Hay algo demasiado cinematográfico en estas imágenes.

Cómo explicarlo.

Le quitan credibilidad al asunto.

Por supuesto no estoy diciendo que no me crea a una hija llorando ante el féretro de su padre. Porque eso sería una estupidez.
Lo único que digo es que el momento es demasiado cinematográfico.
Y quizá es simplemente la inclusión de la cámara en este momento tan íntimo.
Pero este filtro, esta lente que nos separa a ti y a mi de la Morente cantando, es lo que convierte un momento sentimentalmente hondísimo en algo casi banal.

No lloro viendo estas imágenes.
Y mi pregunta es por qué.

Y es que hay algo, ya dije, demasiado cinematográfico en ellas.

Y puede que lo único que ocurra sea eso: que la vida no fue nunca, en absoluto, cinematográfica.

martes, diciembre 14, 2010

loop


Mira qué página más chula acabo de descubrir gracias al Fotogramas.
Llena de gifs.
Fragmentos de pelis en loop.
Cómo sueno de radical: gifs, loops. Nena.
Qué será lo próximo.

gracioso

Este vídeo me lo ha enviado Sheila por mail.
Ella está en el salón, yo en mi despacho.
Mi despacho, cómo suena, te imaginarás algo importante y todo. De eso se trata, de engañar.

La cuestión es que está gracioso.

domingo, diciembre 12, 2010

tabla del nueve

Me entero, hoy, al no tener facebook me entero de todo hoy o mañana, pero no ayer, como tú, me entero hoy de este ciclo de pelis clásicas, quien dice clásicas dice 70's y 80's, es decir, clasicotes si tienes unos treinta años, películas que quizá no pudiste ver en el cine porque no tenías tú esa capacidad de comprensión del lenguaje humano que tienes ahora, o quizá porque se te pasó ya que estabas enfrascado, enfrascada, en aquella tabla del nueve.
La cuestión es que no sé quién ha sido el ideólogo de este planazo, pero merece un reconocimiento en este blog, aunque sea justo de tiempo, pero aparecer en este blog significa ser grande.
Y esto lo es. Vaya si lo es.
Por ahora sólo (al menos yo no he encontrado-sabido encontrar todo el programa) está el anuncio de la primera sesión. Pero tremenda primera sesión.

¿Por qué no se le había ocurrido antes a alguien?

miércoles, diciembre 08, 2010

esparciendo los tropezones

Hoy, cuando se cumplen treinta años de la muerte de John Lennon, voy a hablar de la novia de su hijo. Porque de él ya lo sabes todo, pero de la novia de su hijo, poca cosa.

La novia del hijo de John Lennon se llama Charlotte Kemp Muhl, a partir de ahora la Kemp.
El hijo de John Lennon del que te hablo se llama Sean, pronunciado [shon], y es una suerte de Joaquín Reyes trendy. O más aún, I mean.
Compruébalo en esta foto y dime que no está listo para una nueva sesión de Testimonios.
Por su parte, la Kemp demuestra al mundo que no encontrará ropa que le apriete.

Sean conoció a la Kemp en el Lollapalooza, un festival lleno de dickheads, guapos de series, famosos de todo tipo y, sobre todo, lleno de it girls.
El Lolla es como el Primavera Sound pero por toda la ciudad de Chicago, como si el Fòrum vomitara y enviase un escenario allá y otro acullá, esparciendo los tropezones por toda una ciudad ya de por sí llena de ellos.
La cuestión es que el Sean flipó cuando vio a la Kemp y se decidió a tirarle los tejos. A la Kemp le gustó esta decisión del Sean, además de su apellido, que le recordaba al de un músico guay al que mataron. El Sean flipó otra vez al ver que la Kemp se le cogía del brazo como si nada.
Pasearon por toda la ciudad de Chicago en busca del grupo que más le gustase a ella. Hablaron de sus vidas, de sus gustos, sus aficiones, toda una serie de sus interminable.

Al poco tiempo la Kemp se mudó al apartamento del Sean, en Manhattan, porque si algo debe tener una it girl como ella ha de ser decisión.
Y allí la Kemp y el Sean se fueron haciendo el uno al otro un hueco en la cama, pelos largos ahora en la ducha, un nuevo cepillo de dientes, desafiante, en el vaso de siempre, un nuevo olor y una nueva luz en la vida del Sean, sobre todo después de que la Kemp le enseñara a subir las persianas antiguas del apartamento.
En este vídeo, con momentos de vergüenza ajena inclusive, se nos muestra a la Kemp más de estar por casa (de su novio).
(Lo del piano no lo llamaría talento sino tiempo libre).



Es tanto el amor, que deciden formar un grupo.
Y es tanto el amor, que deciden llamarlo Ghost of a saber tooth tiger, también encontrado en Youtube como GOASTT.
Es aburrido como ver crecer las uñas.
No tiene ningún interés.
Bueno, sí, la Kemp, como demuestra este vídeo grabado por un asistente a una actuación quien, al oír la voz de la ninfa, olvida por completo al pobre Sean, que tanto hizo por este concierto poniéndole el apellido al cartel.

(La relación chica mona - sección rítmica/xilófono/instrumentos de juguete algún día me gustaría que alguien me la explicara).


niños analfabetos

"Julian Assange"

Todo el asunto de Wikileaks, ¿a ti qué te parece?
Para mí es algo totalmente nuevo, quiero decir drástico en el mundo, y no sólo en el periodístico.
Pero, ¿por qué esta noticia (la publicación de las filtraciones) pasa sin pena ni gloria en los telediarios? ¿Por qué se le destina a esta noticia el mismo tiempo que a las inundaciones en Écija? ¿Acaso hay algo más importante ahora mismo? Lady Gaga, quizás.
Sin duda me pone nervioso (si es que algo me ha podido poner nervioso alguna vez) que lo que está pasando, que lo que estamos sabiendo, no sea considerado como un antes y un después en la historia contemporánea. Porque así será, pero no lo parece.
Wikileaks es un nuevo 11-S.

Por supuesto que sabíamos que vivíamos engañados pero, hasta qué punto, cuál es el límite que un ciudadano de a pie puede o debe soportar.
Me parece todo tan vergonzoso.
Y lo peor de todo es, ¿qué puedes hacer?


P.D.: Aunque este vídeo (y otros alojados en esta web -rápido, antes de que la cierren-) tiene ya unos meses, siempre está bien ir mirándolo de vez en cuando.
La guerra es un videojuego.
Niños analfabetos de veinte años jugando a matar.
El origen del odio.

(Está claro que soy contrario a cualquier tipo de fundamentalismo, a cualquier tipo de violencia, y no será políticamente correcto decir lo que voy a decir ahora pero yo, viendo este tipo de vídeos, relativizo el 11-S).

lunes, diciembre 06, 2010

cambia el gato o el perro

Imagina que tienes un perro. Un gato.
Imagina un animal en casa, o en el jardín.
Imagina que una noche sueñas que el perro o el gato se muere.
Te despiertas asustado, asustada, y te levantas y vas al salón o al jardín o allí donde pienses que duerme tu perro o tu gato.

Y lo encuentras muerto.

Imagina días más tarde, una noche, sueñas.
Imagina que sueñas que te mueres a los 48 años.
Si no hubiera sucedido lo de hace unos días, el asunto sería una simple anécdota.
La cuestión es que tú tienes 47 años.

Vas al médico para hacerte un chequeo.
Y el médico te descubre algo. Algo grave. Algo que te podría haber matado de no haber acudido a la consulta.

Entonces coges una cámara de vídeo y decides filmar el día a día de tu supuesto último año de vida.

Cambia el gato o el perro por un caballo y ese es el argumento de un a priori interesante documental: The edge of dreaming, de Amy Hardie, directora y sufridora protagonista.