miércoles, enero 26, 2011

farolas encendidas

Hubo una época en la que escuchaba mucho esta canción, yendo de aquí para allá, del trabajo a casa, quiero decir.
La recuerdo de noche, tendría entonces el turno de tarde.
Hay farolas encendidas y luces de coches ante un semáforo de peatones.
Está en la banda sonora de Ghost Dog.
Es un temazo.

cada dos por tres

Ayer me abrí una cuenta en twitter.
Duré ocho minutos. O incluso menos.

Me rindo ante las almohadillas (#) y los (¿las?) arrobas (@). Y es que ni siquiera sé si todavía se les llama así. (De todas formas, yo a la almohadilla siempre la he llamado sostenido. Dónde ve la gente una almohadilla en ese símbolo. Pregunto.)

Y, en parte, me abrí una cuenta de twitter precisamente para eso, para enfrentarme al presente, yo, tan inmigrante digital como soy.
Pero los ocho minutos de vida en twitter me hundieron en la miseria.
Sobre todo al darme cuenta de que no tengo amigos con quien tuitear. Ni siquiera conocidos de los que esperar un tuiteo. Aunque sea un tuiteo de mierda. Aunque sea Estoy viendo #buenafuente en mi @sofá.

Estos símbolos siempre me hacen pensar en un cómic donde cada dos por tres hay portazos, golpes y explosiones.
Eso es para mí twitter: algo que explota continuamente.

Y uno de los motivos por los que me quise abrir una cuenta en twitter fue porque un chico recomendó este blog desde el suyo.
Y el día en que lo recomendó tuve tantas visitas como durante todo el año.
Eso no quiere decir que te desprecie a ti, que me lees cada día, incluso sin actualizar, desde hace ya tanto tiempo, seguidor, seguidora, expectante ante cualquier tontería que pueda contarte, con tanta paciencia durante todo este tiempo.
Simplemente quería agradecérselo intentando ser moderno.
Con una almohadilla antes de la palabra gracias.

(A veces pienso que, hoy en día, utilizar un blog es como escribir una carta a lápiz, luego pasarla a boli, para más tarde meterla en el morral de un mensajero a caballo.
Pero me alegro al ver que blogs, facebooks, twitters y demás criaturas de la noche, pueden llegar a ser amigos.)

Y, por otro lado, también pensé en abrirme la cuenta para decirle, para tuitearle a Álex de la Iglesia, que su acto de sensatez es algo que no esperaba leer en un periódico.
No porque desconfiase de él, sino por la falta de costumbre y el desencanto que llevamos a cuestas ante tanta incompetencia. Durante tanto tiempo.

Para él, también: #gracias.

sábado, enero 22, 2011

comprar, tirar, comprar

Si tienes un momento, mírate este documental.
Te lo dejo aquí toda la vida, para cuando quieras.
Es de hace unas semanas, en La 2.

martes, enero 18, 2011

ricky gervais

Siguiendo con la entrega de los Globos de Oro, al día siguiente todo el mundo hablaba de Ricky Gervais, el presentador de la gala.
Leo en El País que Hollywood le ha dicho que se olvide de volver a presentarla.
La colina se lo ha dicho, sí.
De todas formas, creo que el Gervais no tenía muchas ganas de volver.

No la vi desde el principio y, por tanto, me perdí lo que te dejo ahora, que son los cinco primeros minutos más demoledores en la historia de una entrega de premios (¿cuándo volveremos a ver algo así?) junto con algunas presentaciones a lo largo de la ceremonia.

Por momentos creo que subirá alguien de seguridad y le invitará a abandonar el escenario.
O el hotel.
O el estado.

Por cierto, fíjate cómo acaba el vídeo. Y no lo he editado yo.

Esto es memorable.

yo le sacaba a bailar

Ayer estuve viendo los Globos de Oro por internet.
Es la primera vez que hago una cosa de este tipo.
Supongo que, si me dan la oportunidad, haré lo mismo con los Oscars.
Estuve ahí en la cama, con el ordenador sobre mi panza subiendo y bajando, viendo cinco minutos de anuncios por tres de entrega de premios.
Ni siquiera sabía las nominaciones ni todo ese rollo.
Lo hice por casualidad.
Y por la modernidad que suponía el acto.

Lo vi aquí, en directo, como puedes ver tú ahora lo que hagan en este momento.

No somos modernos. Pregunto.

Quizá es una tontería que tú ya tienes superada pero yo, todo esto de la inmediatez me pone los pezones duros, como a aquella de Showgirls cuando le pasan el cubito y en fin ya me entiendes.

La cuestión es que estaba allí viendo todas aquellas mesas redondas.

Estaba guapa porque es guapa Julianne Moore, y está bueno el Christian Bale así con el pelo largo y barba, ¿no, nena? Yo le sacaba a bailar. ¿Qué estará grabando ahora? Siempre he pensado que el Bale debe de oler bien. Y la Moore siempre me huele a champú de niños.

Iban saliendo los premiados al escenario, ahora éste ahora aquel.
Algunos con más gracia que otros.
Parece una gala, ésta, casi improvisada. La gente no calla ni un momento. Sólo cuando habló DeNiro se hizo un poco el silencio. Aquello parecía, por momentos, una boda gitana.

No me gusta la risa (en el minuto 1:10) de Natalie Portman. No le hace justicia a lo exquisita que es toda ella.

Pero bueno, lo que más me gustó es que ahí estaba yo, viendo aquello en directo, algo que estaba pasando en un hotel de Beverly Hills lo estaba viendo en ese preciso momento yo en mi casa, en mi cama, y allí estaban ellos, los actores, los ganadores, a miles de kilómetros de distancia, sacando un papel doblado del bolsillo donde tenían apuntadas a las personas que no querían olvidar en ese momento.

Eso fue lo mejor para mí de la otra noche.

Comprobar que, por mucho que avance todo, siempre nos hará falta un trozo de papel, un trozo cualquiera, de una libreta antigua guardada en un cajón, un trozo que doblaremos sin mucho esmero, sólo para que quepa en nuestro bolsillo, un trozo de papel donde poder escribir el nombre de las personas a las que no queremos olvidar.



viernes, enero 14, 2011

cocción justa



Anagrama acaba de reeditar La flecha del tiempo, de Martin Amis.
Andábalo buscando desde el dos mil seis, cuando el Pau Pérez me habló de él y lo recomendó con vehemencia debido a su forma innovadora de narrar.

Ahora ya lo tengo en mis manos. Medida y peso ideales. Cocción justa.

No encontré una foto más snob de Martin Amis.
Estuve a punto de subir ésta, antagónica y desmitificadora.


La reedición del año, sin duda.

jueves, enero 13, 2011

una tiza

1948.
Polonia.

Un orfanato.

Una niña. Terezka.

Le piden que coja una tiza.

David Seymour prepara la cámara.

Le piden que coja una tiza y que dibuje su hogar.

La niña dibuja su hogar.

Y David Seymour dispara.

jueves, enero 06, 2011

la primera

La primera gran mentira en la vida de una persona.
A partir de ahí, todo viene rodado.

domingo, enero 02, 2011

desolación en su deje

Pensando en Frank Sinatra y en que mi hermana me dijo el otro día que lo andaba escuchando en el coche, siendo That's Life! una de sus canciones favoritas y, a la vez, una de mis denostadas, por todo el optimismo que rezuma aun sin traducirla, sólo esa cadencia ya me hace denostarla como a ninguna otra, quizá porque siempre he pensado que la voz de Sinatra, la textura, sus cuerdas vocales, no estaban fabricadas de la misma materia que las nuestras y por ese motivo no podían reflejar el optimismo tal y como lo conocemos los humanos, y también porque Sinatra siempre será la desolación, el hombre en la barra del bar, la vida pasándole por detrás, el optimismo pasando por sus espaldas, y él con la mirada perdida entre los cubitos, hielo frente a hielo, cantando para sí mismo canciones.
Sinatra, aun en las canciones alegres, desolación en su deje.

Pienso por un momento en el brillante relato de Gay Talese.

Pensando en mi hermana y en Sinatra en su coche, y ella que me dice que una de mis preferidas es It was a very good year, y yo le respondo que sí, porque así es, porque hay pocas canciones que reflejen tan a la perfección la nitidez de un paisaje devastado.
One for my baby (and another for the road) es otra de mis favoritas. En especial, la grabación en directo de Sinatra At The Sands, que es como escuchar a Dios hablando desde la barra de un bar.
Esta versión no es la de At The Sands pero es también delicatessen fina.


También encontré y escuché, ya perdiendo el tiempo a tiempo completo, esta versión de Send in the clowns, del musical Little Night Music, de Sondheim.

Me hago mayor, sí, pero cada día estoy más convencido de que las mejores canciones pop de la historia están en los musicales, desde los de Vincente Minnelli hasta los de Andrew Lloyd Webber.
Están a un nivel muy superior.

Y esta versión que canta el Sinatra aquí, guitarra y voz, fíjate, que acabará la canción y pensarás que has estado escuchando a toda la orquesta, esta versión, digo, es lo sublime.
Es curioso: guitarra y voz - el juglar - los orígenes del musical.



Y ya para rematar la tarde de gloria, este vídeo del mismísimo Sondheim impartiendo una master class.
Me cae bien, el Sondheim, aquí. Nunca le había visto la cara.
Y lo que más me gusta es cómo, fíjate, cómo le indica a la chica, le muestra, le aconseja, le confirma, que lo importante está en los detalles.

¡El detalle, el detalle!

Lo puedo ver unas cincuenta veces seguidas, ya te aviso.