sábado, julio 19, 2014

píxeles

No me gusta el teatro.
Empecémosle así, un corte preciso, bisturí afilado, para qué engañarte, sin titubeos, à la Camus.
Hoy ha muerto mamá. Patapam.
Aunque lo que vi el jueves pasado ni siquiera se acerca a la idea que tengo de teatro.
No se acerca a la idea que tengo de nada.
O quizá sí, pero hay tantas referencias y tan bien ejecutadas que sólo pensarlo se me relajan los esfínteres.

Le Grand Macabre.
Todo Ligeti, vamos.

El último Lynch, el digital.
Todo Lynch, pensándolo mejor. Esa cámara en mano entrando en las habitaciones de la casa y llegando hasta una alfombra del lavabo, acercándose hasta que llegamos a descubrir lo que parece una mancha de orín la puedo conectar con el inicio de Terciopelo azul cuando la cámara, después de mostrar un apacible barrio de casas con jardín, se acerca al césped de una de ellas y revela una oreja cortada. La mancha de orín, o de semen, no queda claro, y la oreja cortada como sinónimos del mal, de la suciedad interior, y de que todo esto se va a torcer de un momento a otro.

Buñuel, claro, vaya, no lo apreciamos lo suficiente.
A Calanda iría yo ahora desde Barcelona montado en una máquina cortacésped solo para sentarme en su portal y mirar las estrellas.

El slasher. Esa Minipimer entrando por la coronilla y los efectos de sonido están más cerca de Tobe Hooper que la mismísima madre que lo parió.

Charles Trenet. La mer como contrapunto, un respiro en mitad de la pesadilla, lo que la convierte en parte de la pesadilla.

Danza contemporánea. No tengo ni idea de danza, qué está bien, qué es delicado o qué es tosco, pero a veces un cuerpo danzando espasmos es lo único que necesito ver. Tan extraño y radiante como un tigre verde jugando con un jilguero.

Me dejo cosas. Quizá iré descubriendo aspectos y referencias nuevas a medida que pasen los días.

El teatro contemporáneo está tan alejado del público como me parece a mí.
Pregunto y respondo.
Todo el arte contemporáneo está alejado del público simplemente por eso. Estamos demasiado cerca, solo vemos píxeles.

La gente aplaudió, yo aplaudí. Y los actores salieron a saludar unas diez veces, porque la gente y yo no parábamos de aplaudir, y en esta ocasión te diría que no me importó, más que por agradecerles el trabajo, por constatar que fueran humanos.

Rey Ubú. La historia es lo de menos. El texto original es lo de menos. Por una vez esta gente me hicieron creer que el texto es lo de menos, cuando nunca será ni deberá ser así.

Salí con la sensación de ser una persona mejor, de haber visto algo que el resto de conductores con los que me cruzaba de camino a casa no habían visto. De tener algo ya dentro de mí que hace dos horas no tenía. Es una sensación estúpida, pero es una sensación noble, qué quieres que te diga.

No sé cuándo volveré a ir al teatro.

jueves, julio 03, 2014

filtro


Esto me ha parecido interesante pero no me interesa.
No te pasa a veces, pregunto, que algo te parece interesante pero, a la vez, no te importa. Quizá los años, actuando como un filtro.
Pues algo parecido me ha pasado con esto de las catacumbas.