viernes, mayo 25, 2007

he de ser castigat per no haver estimat mai ningú


Carles Santos no tiene manos de pianista. Ni andares ni presencia de pianista (si es que existen). Carles Santos entra en la sala y piensas que es el carpintero que le viene a dar los últimos retoques a esa pata del piano que a veces cojea. Pero no. El carpintero se sienta al piano. Y empieza el caos.
El piano contemporáneo es algo tan alejado de mi entendimiento que no puedo hacer otra cosa que arrodillarme ante él y pensar que estoy ante una forma absoluta de belleza cósmica. Me gusta porque no lo entiendo, porque me supera. Y quizá no hay nada que entender, no sé. Quizá sólo hay que dejarse llevar, perderse durante una hora entre marañas de acordes disonantes y golpeos en la madera. Quizá de eso se trata, de evadirse; para eso fue inventada la música. Para eso y para comunicarse con los dioses.

3 comentarios:

Thalassa dijo...

¿Lo dejaste por miedo a poder llegar a ser muy bueno? ¿o sólo por desidia? Nunca te lo había preguntado ;p

diego dijo...

Soy un hombre vago en el sentido más vago de la palabra, ya me conoces. Ese tipo de miedo del que hablas nunca lo he sentido.
;)

S. dijo...

Viva el primer bis. Sobre el resto no me pronuncio.