La vuelta de vacaciones es siempre una mierda absoluta, densa y pestilente.
Ese tipo de mierda es la vuelta al trabajo, a la ciudad, a una ciudad densa y pestilente.
Después de vivir una semana de vida contemplativa, durante la que la única diferencia con un perro ha sido el habla, la vuelta al trabajo, por llamarlo de alguna manera, es una pequeña catástrofe. Es en estas ocasiones cuando me pondría a llorar en cualquier momento. Pero vivo con alguien que me sonríe cuando menos me lo espero, y es ella la que me quita las ganas.
Sabe que la quiero.
P.D.: Os recomiendo Shakespeare nunca lo hizo, una especie de diario de viaje de Charles Bukowski en el que el autor narra la gira que en 1978 emprendió por Europa para promocionar sus libros y leer poesía en clubs de Francia y Alemania.
[...]Convoqué a 1.200 personas y el aforo del local era de sólo 800 localidades. Me dijeron que Günter Grass había leído allí y sólo había convocado a 300 personas. Lo cual, desde luego, no significaba que yo fuera mejor escritor. Era un problema relacionado con las necesidades de las masas.
2 comentarios:
Bueno, al menos has sido puntual en tu vuelta.
Si te sirve de consuelo, aun no he hecho vacaciones y encima aguanto a personas mayores pestilentes todo el dia.
Ves, siempre hay alguien peor que tu, jejejeje.
Conserva siempre que puedas esa sonrisa que te abraza.
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