Déjame acompañarte al centro comercial.
Déjame decirte que esa camiseta no te hace gorda, aunque te hayas zampado dos menús Whopper y parte de mi helado de leche merengada.
Déjame acompañarte al centro comercial, donde no hay estrellas, sol ni luna pero sí aire acondicionado.
Estaremos muy bien juntos, ya verás, hazme caso.
Luego iremos al cine, a esa sesión de las seis que tanto te gusta.
Y luego seguiremos paseando hasta que a ti te duelan los pies y nos tengamos que sentar a tomar algo.
Déjame acompañarte al centro comercial, déjame decirte que me lo paso muy bien contigo, que no me hace falta nada más si estás tú y un Farggi cerca.
Por la noche podríamos cenar en el buffet libre del chino, a mí me está entrando el hambre ya. Puedes repetir las veces que quieras, la bebida no, por eso. Pediremos agua grande.
Déjame acompañarte al centro comercial.
Si quieres pueden venir tus padres, para que todo sea más, no sé, más en familia.
Si algún día ya no me quieres, por favor, dímelo, pero, sobretodo, antes de que ya no nos veamos más, un día déjame acompañarte al centro comercial.
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