Ayer fue ayer y hoy es hoy.
Pues ayer iba yo caminando, bajando la rampa automática de este bendito centro comercial en dirección al kiosco, a ese reducto de paz donde me compro la Cuore y La Vanguardia los miércoles, y precisamente ayer iba yo en busca de La Vanguardia y de su Cultura/s, ese suplemento que me la pone, nena, cómo me la pone, ese suplemento, oh, sí, dámelo todo, suplemento, entraba yo ya, ya yo entraba al kiosco y hacía el gesto de agacharme y pinzar el diario y voy y lo hago, sin ningún tipo de miramientos voy, me agacho y pinzo la Vanguardia, que no dice ni mú ante mi pequeña agresión, y la sostengo con mi mano y se la pago al pobre hombre de detrás del mostrador y la doblo y la encajo en mi sobaco, qué placer encajarse un diario, un libro, de bolsillo, en el sobaco, qué placer el de depositar un euro encima de un mostrador y llevarse a cambio un diario, y con el diario bajo el sobaco caminaba de vuelta a la bendita tienda donde trabajo/é y de nuevo ahora por la rampa de subida, la rampa de su vida, señora, pruébela, no le defraudará, me dejaba llevar por esa cinta de metal hipnótica cuando desencajé La Vanguardia de mi sobaco para hojearla y fue entonces y no antes, podría haber sucedido antes pero fue entonces, dejándome arrastrar por esa alfombra mágica, cuando me di cuenta de que ayer no era miércoles, y no me di cuenta porque en la portada se me avisase con un claro y conciso martes, 29 de julio de 2008, no me di cuenta por eso, no, repito, cuenta no me di por eso, me percaté que ayer no era miércoles, porque dentro de sus páginas no se encontraba oh, sí, dámelo, el suplemento Cultura/s.
Qué desgracia la mía, cuál fue mi desilusión, por si no tenía bastante con el pelo que me empieza a cubrir la cara y la palma de las manos, para lo que no saben darme cura los médicos, por si no tenía bastante con mi mutación, ahora me vienes con esas, LaVanguardia, no me jodas, que hoy era miércoles, por qué no puede ser hoy miércoles, pensaba yo ayer todavía dejándome arrastrar por esa orgía de piezas metálicas, por qué, repetía para mis adentros, por qué este sufrimiento tan descarado hacia mi persona, oh, suplemento, mi suplemento, esperaba encontrarte entre estas páginas que ahora me parecen tan sombrías, esperaba verte brillar al desprenderte de las páginas que te tienen atrapado, páginas innobles que te aprisionan y no dejan, no dejan, da igual, esperaba encontrarme el Cultura/s ayer porque pensaba, tenía en mente, estaba convencido, deseaba, que fuera miércoles.
Me decidí a bajar de nuevo la rampa y me encaminé otra vez hacia el kiosco, donde el mismo pobre hombre seguía tras el mostrador, lo que me produjo una desazón inhumana ya que pensé si él es el mismo que antes, quiere decir que hoy sigue siendo hoy.
Esperaba yo que el día hubiese cambiado mientras subía y bajaba la bendita rampa, esperaba que fuese ya miércoles, que fuese hoy.
Y así se lo dije al pobre hombre.
yo: pensaba que hoy era miércoles.
pobre hombre: ...
yo: quiero decir que me he comprado La Vanguardia pensando que era miércoles, por el suplemento Cultura/s.
pobre hombre: ya.
yo: pues eso.
pobre hombre: mañana será miércoles.
yo: sí.
pobre hombre: ...
yo: ...
pobre hombre: ... (tose)
yo: ...
pobre hombre: ...
yo: ... (toso)
Después de la enriquecedora conversación con el pobre hombre, salí del kiosco y definitivamente fui otra vez a la tienda.
Allí, en la puerta, se agolpaban centenares de personas, golpeando los cristales y gritando todas ¡queremos comprar cd's!, ¡queremos comprar cd's!, y así muchas veces, vete a saber las veces que lo habrían dicho ya. Los de seguridad habían acordonado la zona para que no hubiera incidentes con el resto de la gente. Cuando llegué a la puerta me dispuse a sacar las llaves de mi bolsillo y abrir la puerta pero decidí unirme a ellos, a toda esa gente que se amontonaba ante una tienda de discos y exigía poder comprar un cd.
En la aglomeración alguien me preguntó ¿tú sabes por qué está cerrada?, no, dije yo, acabo de llegar. No hay derecho, gritaba otro con un niño en brazos, queremos comprar música y no podemos, ¡no hay derecho!
Me quedé un rato más. La masa me empujaba de un lado a otro. Luego me fui con La Vanguardia bajo el sobaco a otra parte, a algún lugar con papeleras, y la tiré.
A mí sin suplemento no me vengas, le dije antes de enterrarla entre vasos de cartón del Fresh'n'ready.
La cuestión, a lo que quería llegar, si es que quería llegar a algún sitio, es que hoy es miércoles y he vuelto a bajar al kiosco, esta vez convencido, orgulloso, sacando pecho, se diría, porque hoy sí que es miércoles, hoy sí que me viene el suplemento, oh, sí, nena.
Hoy los del Cultura/s hablan de El mito zombi.
La metáfora de los muertos vivientes resurge como expresión de la angustia existencial de los más jóvenes.
Ese es el subtítulo que le dan al artículo.
Quiero saber dónde consiguen las drogas estos del Cultura/s.
Dios santo.
Pero es que, lo mejor de todo, aun reconociendo que están rebien drogados estos articulistas, güey, me apetece leer lo que dicen, me parece interesante, hacen interesante un día al papel albal, otro al estucado veneciano, y hoy a los zombies, los dignifican, los culturizan, que me dan ganas de verme Yo anduve con un zombie (Jacques Tourneur, 1943), que la tengo y aún no la he visto.
Son buenas drogas las que toman.
Aquí también, en el Cultura/s, oh, sí, ya, descubro, me descubren, los drogatas me dicen en la última página que el sábado 25 de octubre de 2008 a las 6 pm GMT (20:00 en Barcelona) se intentará romper el récord mundial de bailar Thriller simultáneamente. Actualmente el récord está en 1.722 personas repartidas en 52 ciudades.
Y también que esto lo han sacado de esta web molona.
Lo mejor son los vídeos con las lecciones para aprender el baile.
La tía lo hace fácil pero te puedo asegurar que no lo es tanto.
Lo he estado probando ahora en la tienda y, repito, no lo es tanto.
Creo que mi preferida es la Lesson 2, March booty swim.
3 comentarios:
Que alguien te publique YA.
(O lo que es lo mismo, ¡publica esto, Cátedra!)
Guárdame este ejemplar de valor incalculable, por Dios.
Para cuando te publiquen y para utilizarlo cuando empiece a traducir la trilogía de zombies que me mira fijamente la nuca mientras traduzco una novela-pastelón supuestamente semiliteraria (o literaria comercial, una denominación que siempre me ha maravillado).
De lo contrario tendré que levantarme de esta silla en la que me retienen los miles de fans que suplican que acabe mis trabajos para leerlos y bajar a comprarlo.
Y yo, que no soporto el Cultura/s, intento evitar este tipo de acciones que van contra el cultivo de mis profusas y crecientes manías (de las que mi médico de cabecera tampoco sabe darme cuenta, qué desastre, ¿qué estudian durante tantos años?).
Yo también soy fan de "mi tibia golpea tu boca y nadie lo oye".
Compraría el libro.
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