La portada del Vanity Fair de este mes de abril que ya se nos va de las manos, arena fina entre los dedos, muestra a tres personas, dos mujeres desnudas y un hombre vestido.
En el centro, Andrés Velencoso, el novio de la Minogue, parece decirnos con su expresión: estoy bueno, sí, tengo a dos tías desnudas retozando on my lap, sí, parezco un poco despistado, sí, a veces me cansa este trabajo de posar, de aparentar, sí, esto no es lo que parece, Kylie, luego te lo explico, sí.
A su izquierda, a nuestra derecha, Nieves Álvarez (sabemos su nombre en cuanto le miramos el culo) intenta atraer la atención de Andrés cogiéndolo del cuello, quizá para besarlo, besarle, ¿besarlo o besarle?, mientras no deja de mirar a cámara, a ti y a mí, participando en el juego de voyeurismo que tanto nos gusta. (Escribiendo voyeurismo me ha venido a la cabeza voyeuría industrial, que, en un diccionario todavía no inventado significaría: disfrutar contemplando actitudes íntimas o eróticas de otras personas mientras se ingiere un phoskitos, tigretón o similares).
Nieves intenta atraer la atención de Andrés porque el despistado modelo sólo parece tener manos para Eugenia Silva, que es la chica a su derecha, a nuestra izquierda, que también mira a cámara con un gesto que rezuma poder, casi maldad, y satisfacción por este poder y esta casi maldad.
Aunque no tiene ningún interés, el fondo de la foto es gris.
La cuestión que nos aborda hoy, esta mañana soleada de abril en la que acompañé a mi hermana al aeropuerto, son los pezones.
Hoy vamos a hablar de pezones. Let's talk about nipples!
¿Qué es lo primero que vemos cuando miramos esta foto, seas hombre o mujer?
El pezón de la Silva.
Quizá no te estás mucho rato porque no se le ve mucho y no es cuestión de recrearse con medio pezón de perfil, pero el primer latigazo de tus ojos va a parar al pezón. Luego ya la miras a ella a la cara, el culo, le miras a él, sus labios, su mirada, miras a la Nieves, el culo, etc, pero lo primero que has mirado, así, sin darte cuenta, es el pezón.
Eugenia Silva se ha enfadado un poco con los de la Vanity Fair porque dice algo así como que la foto es de mal gusto, que se siente indignada, que no era la pactada por las dos partes, que atenta contra su honor y su intimidad y que nos veremos en los tribunales.
Todo este rollo se podría resumir en una frase: a la Silva no le ha gustado que se le viera el pezón.
Eso ha sido todo.
¿Qué pasa con los pezones?
No es que te hayan sacado más gorda, no es que te hayan iluminado las estrías, no es que no te hayan avisado por ese moquito que se te veía. Simplemente es un pezón, o ni eso: medio pezón.
¿Qué pasa, repito, con los pezones?
Miro de vez en cuando la egotastic, que es una de las muchas páginas de donde luego sale la Cuore, la In Touch y todas las que quieras con este formato. Y la miro un día sí, un día no, quizá con la esperanza de que algún día se olviden de poner esas patéticas estrellitas tapando los pezones y lo que no son pezones, pero sobre todo los pezones.
Supongo que tiene que ver con el contenido para adultos, el rated y todo eso que no hace otra cosa que molestar en esta sociedad ya enferma, ya decrépita, ya infectada, ya supurando pus.
¿Qué impacto podrá tener a estas alturas la visión de un pezón en un mundo donde existe un padre que encierra a su hija durante años y la viola y tiene hijos con ella y uno de los hijos se muere y él lo quema para hacerlo desaparecer?
¿Qué impacto podrá tener a estas alturas la visión de un pezón en una sociedad en la que un hombre se cita con otro por internet y se ofrece para ser comido y la cita se lleva a cabo y uno se come al otro?
En definitiva, ¿qué impacto podrá tener a estas alturas la visión de un pezón en un sociedad como la nuestra?
Imaginemos este caso.
Un joven norte americano entra cada día a egostatic. Entra desde que tiene uso de razón. Allí puede ver a sus cantantes favoritas, a sus actrices favoritas, a aquellas celebridades que tanto admira. Un día, el joven adicto a egotastic va a una fiesta a casa de un amigo, conoce a una chica, la que será su primer encuentro sexual, se van a la habitación de los padres del amigo, se enrollan, se tocan, todo a oscuras, el joven le mete la mano por debajo de la camiseta a la chica buscando sus tetas, buscando acariciar y apretar las estrellitas de colores. Pero cuando sus dedos tocan algo rugoso y puntiagudo el joven aparta la mano y se incorpora soltando un shit! entre sorpresa y desagrado. Enciende la luz y le sube la camiseta a la chica.
Allí está el horror,
¿dónde están la estrellitas de colores?,
allí la repugnancia marrón,
¿dónde está lo que me prometiste, egotastic?,
allí está la chica, borracha, con dos pequeños monstruos eréctiles a modo de estrellitas,
allí,
frente a él,
los pezones.
El chico no puede hacer otra cosa que vomitar encima de la chica que, borracha, se ríe de la situación.
La pregunta es ¿estaría más contenta o tranquila la Silva si, encima de su pezón, alguien colocase una estrellita?
¿Qué pasa, vuelvo a repetir ya por última vez, con los pezones?
¿Qué nos pasa?