sábado, mayo 30, 2009

colmillos de elefantes


El otro día, ayer, Laurent y yo comentábamos el futuro de la industria discográfica, si es que alguna vez lo hubo. 
Yo le dije que el futuro no existe porque ya está muerta o, si existe, es muerte, silencio, negritud. 
Él es un poco más positivo y cree en la revolución, en el resurgir, en el esto no puede acabar así. A mí en ocasiones me gustaría ser como él en ese sentido. No es que yo vea la vida oscura sino que creo que él la ve un poco más clara. 
La cuestión es que no llegamos a ninguna conclusión mientras paseábamos por Tallers, ese cementerio de elefantes, la calle de los museos de arqueología, los sarcófagos están ahí para ser admirados, 
¿qué es esto?, 
un box set con toda la discografía en vinilo de AC/DC. 
¿Box set?, ¿vinilo? 
Arqueología, dije arqueología. 
Y cuánta nervitud y nerviosismo sentimos algún día, al doblar la esquina y adentrarnos en Tallers, cuánta tontería nos entraba preguntándonos si ya habría salido el último de, la caja de, las entradas de, y cuánto poco de todo aquello nos queda ya cuando doblamos la esquina y paseamos por ahí, calle museística, colmillos de elefantes barrándonos el paso y nosotros nos agachamos y seguimos adelante, vamos al Cd-drome, al cd_drome, así, en moderno, a mirar el top, cuánto poco de todo aquello nos queda ya dentro, me queda ya dentro, paseando con las manos en los bolsillos, evitando propagandas de lugares que ya cerraron. 
Qué pena, un poco, todo esto me da.

Y ahora, leyendo la prensa digital, qué demodé suena prensa digital, leyéndola, digo, me encuentro con esta noticia, que no deja de ser una de las muchas respuestas para Laurent y para mí y, si quieres, para ti también, no deja de ser uno de los futuros inseguros imperfectos de subjuntivo del verbo "ser una industria discográfica".

lunes, mayo 25, 2009

al parque de abajo

Sevillanas del extrarradio

Quedamos en el McDonald’s de delante de tu casa
de delante de tu casa, quedamos en el McDonald’s
ay de delante de tu casa.
Tú me llegaste tarde, por querer pintarte tanto,
por querer pintarte tanto tú me llegaste tarde
ay por querer pintarte tanto.
Me preguntaste llevas rato, con tu voz de niña buena
con tu voz de niña buena me preguntaste llevas rato
ay con tu voz de niña buena.
Yo te dije venga vamos, que siempre me haces lo mismo
que siempre me haces lo mismo, yo te dije venga vamos
ay siempre me haces lo mismo.
Me dijiste qué te pasa por qué estás de mala leche
por qué estás de mala leche, me dijiste qué te pasa
ay por qué estás de mala leche.
Nada, nada, venga, tira, te respondí cabreao
te respondí cabreao, nada, nada, venga, tira,
ay te respondí cabreao.
Entramos en el McDonald’s, todo el suelo pegajoso,
todo el suelo pegajoso, entramos en el McDonald’s,
ay todo el suelo pegajoso.
Te pediste un Happy Meal, te pregunté sólo eso,
te pregunté sólo eso, te pediste un Happy Meal,
ay te pregunté sólo eso.
Luego estuvimos un rato, el cabreo se me pasó
el cabreo se me pasó, luego estuvimos un rato
ay el cabreo se me pasó.
Fuimos al parque de abajo, tú llevabas minifalda
tú llevabas minifalda, fuimos al parque de abajo,
ay tú llevabas minifalda.
Te sacaste una teta y te hice una foto con el móvil
te hice una foto con el móvil, te sacaste una teta
ay te hice una foto con el móvil.
Luego fuimos con el Yona, Lavane, el tete y el Payo,
Lavane, el tete y el Payo, luego fuimos con el Yona,
ay Lavane, el tete y el Payo.
En un rato que te fuiste me lié con Lavane
me lié con Lavane, en un rato que te fuiste
ay me lié con Lavane.
Ya empezaba a amanecer y te acompañé a tu casa
te acompañé a tu casa, ya empezaba a amanecer
ay te acompañé a tu casa.
Estábamos en el portal y me preguntaste tú me quieres
me preguntaste tú me quieres, estábamos en el portal
ay me preguntaste tú me quieres.
Yo te dije claro nena, venga, churri, no me ralles,
venga churri, no me ralles, yo te dije claro nena,
ay venga churri, no me ralles.
Te metiste en el portal, tenías los ojos tristes,
tenías los ojos tristes, te metiste en el portal,
ay tenías los ojos tristes.
De camino a mi casa miré tu foto del móvil,
miré tu foto del móvil, de camino a mi casa
ay miré tu foto del móvil.
Se la envié al Yona, al tete, al Payo y al Francisco,
al tete, al Payo y al Francisco, se la envié al Yona
ay al tete, al Payo y al Francisco.
Luego me fui a dormir a la casa de Lavane,
a la casa de Lavane luego me fui a dormir,
ay a la casa de Lavane.
Yeni ahora me arrepiento y quiero que me perdones,
quiero que me perdones, Yeni ahora me arrepiento
ay quiero que me perdones.
Ya no quiero saber ná de ná de la guarra de Lavane,
de la guarra de Lavane ya no quiero saber ná de ná,
ay de la guarra de Lavane.
Ay mira, Yeni, si te quiero, que me he tatuao tu nombre
que me he tatuao tu nombre, mira, Yeni, si te quiero
ay que me he tatuao tu nombre.
Si quieres podemos hablar, quedamos hoy en el McDonald’s
quedamos hoy en el McDonald’s, si quieres podemos hablar,
ay quedamos hoy en el McDonald’s.

sábado, mayo 23, 2009

tape dispenser

Sam Gross

pendientes de jade

Me acosté lleno de whisky y de frustración y soñé con un individuo que llevaba una chaqueta oriental ensangrentada y perseguía a una chica desnuda con largos pendientes de jade mientras yo corría tras ellos y trataba de hacer una fotografía con una cámara sin película. 

El sueño eterno
Raymond Chandler

jueves, mayo 21, 2009

dedo gordo del pie

The hips and the fury

Mi padre es una persona (hasta aquí todo correcto) que disfruta de la vida a su manera. 
La manera de su disfrute, el placer de su vida, es conocer, saber, más, no más que nadie en concreto sino más que él el día anterior. 
Mi padre disfruta preguntándose cosas continuamente, buscando respuestas, haciendo cálculos mi padre disfruta. Y no hay nada, nada, que a mi padre no le interese. 
Por ejemplo, si viera un partido de fútbol y algún jugador hiciese una chilena, se preguntaría por la fuerza usada, los músculos tensados, la presión sanguínea y el control de la gravedad de ese tipejo en posición acrobática. Luego se compraría libros que hablasen de fuerzas, músculos, presiones sanguíneas y gravedad. 
Otro ejemplo: si mirara un rascacielos, su cabeza de rayos x, la mente que quiere ver más allá, se preguntaría por la estructura, los cimientos, los materiales, el diseño. Luego se compraría libros que hablasen de rascacielos en esos términos. 
También, otro ejemplo, si mi padre le pregunta a un abuelo: ¿cómo estás? y el abuelo le responde: mis hijas, claro, y en la casa luego vamos a ir a la puerta a ver si vienen esos hombres que se han llevado las ollas, mi padre no se contentará con escuchar y desearle buenas noches sino que indagará en el porqué de esa respuesta, en el porqué del deterioro humano, en el porqué de envejecer. Y luego se comprará un libro en el que todos sus porqués estén respondidos de una manera clara que casi lo emocionará.

Todo este rollo quizá no viene a cuento. Da me igual. La cuestión es que ayer, en el concierto de Beyoncé, el espíritu de mi padre me poseyó por un momento, y lo noté y me dije: así empezaré la no-crónica del concierto de Beyoncé. 
Porque estándome yo sentado al lado de Sheila, las luces encendidas, antes de la aparición de la bestia parda sobre el escenario, mirábame yo todo el complejo escenarítico, todas las estructuras del Palau Sant Jordi me las miraba yo, también los bafles trailerianos colgantes del techo después de que Sheila me preguntara si alguna vez se habrían caído y yo respondido no lo sé, pero no me gustaría estar presente, también la pasarela del escenario principal a uno en medio del público, los focos preparados, los miembros de seguridad, todo eso me lo miraba yo a través de mi padre, o mi padre a través mío, y me decía, por dentro, cual jubilado ante la excavación de un parking de ocho plantas, cuánta gente debe haber detrás de todo esto. 
No lo sabremos. 
Mucha. Y todas y cada una de ellas, a su manera, viviendo por un mismo objetivo: 
que las caderas de Beyoncé retumben en la selva y ahuyenten a los espíritus.

Hay cosas que hay que hacer una vez en la vida. Y una de ellas es ver a Beyoncé en directo. 
Esta es una de las conclusiones que saco de mi chistera del día después de los conciertos.

(Estaba pensando, vagamente pienso a veces, que en poco más de una semana iré a tres conciertos que no pueden divergir más entre ellos: 
Beyoncé ayer, 
Carles Santos el domingo y 
Neil Young el sábado que viene. 
Como el Barça, un triplete histórico difícil de repetir.)

Me gustó Beyoncé. Es más guapa en persona que por la tele.

No te lo dije, había unas entradas VIP, unas entradas que costaban unos setecientos (700) euros (sic). Yo me pensé que por este precio quizá
a) te dejaban subirte a la chepa de la Beyoncé y arrearle con una fusta mientras gritas yiiihaaa, o 
b) que la diva introdujese el dedo gordo del pie en tu boca y luego derramara alguna bebida por sus muslacos, a ser posible leche (¡yo me pediría leche!, ¡yo leche, Beyoncé, aquí, el de la barba!), hasta que ésta desembocara en tu boca, que sería el morir, y tú con el dedo gordo de Beyoncé en la boca, ay, quién no quiere un dedo gordo de pie en la boca.
La cuestión es que las entradas VIP, además de conseguir algún souvenir agitanado, suponían estar apoyado en el escenario, en una especie de podium-de-mierda, diríase casi improvisado, y esperar a que la selvática te hiciera caso. Eso sí, cuando se acercaba le olían la entrepierna al acuclillarse. 
Ay, quién no quiere un dedo gordo de pie en la boca.

El concierto, en términos de espectáculo, fue soberbio, te gustase o no la música que hace la Knowles.
La voz de Beyoncé quizá es inigualable hoy en día.  
Para mi gusto, el volumen estaba un poco alto y distorsionábame y mezclábame todos los instrumentos que perreaban las chicas de la banda Sugar Mama.
Pero, a quién le importa el volumen cuando has venido a ver a la diosa de ébano (esa era otra, ¿no?). 
Pues, a quién le importa el volumen cuando tienes delante esas caderas. 

Pero dejadme, 
ay, 
que yo prefiera, 
la cadera, 
la cadera, 
la cadera.
La cadera tiene, 
qué sé yo, 
que sólo lo 
tiene la cadera.

Creo que todos los hombres que fueron al concierto, incluso los heteros, se dejarían golpear hasta la muerte por esas caderas. 
¡Párteme la columna, Beyoncé!, le gritaría yo, ¡y ahora que ya no siento las extremidades, destrózame el fémur, el peroné, así!, seguiría gritándole, en éxtasis, ¡las caderas no mienten! 

Viendo a Beyoncé, iluminada por un foco expresamente fabricado para ella, con luz traída de otros sitios para ella, encima del escenario, me preguntaba lo real del asunto. Y como a mi alrededor había niñas que no tendrían más de diez años, relacioné mis pensamientos, ahora lejos del pulgar en la boca, con el mundo de Disney. 

¿Era Beyoncé un personaje de Disney, un holograma proyectado por ese foco al que todos suponíamos la función de iluminar? 
¿Cuánto de verdad hay en las imágenes que veo?

Y haciéndome este tipo de preguntas llegué a la conclusión que yo mismo estaba esperando: a quién le importan las imágenes, justo ahora, con la columna rota a golpes de cadera. 
No es hora de preguntas. Disfruta de la rotura.
 
La libertad guiando al pueblo.

las visitas cuentan



Aquí te envío el spot del marc que concursa para ir al festival
de publicidad de cannes.

se debía hacer en 48 horas: el minuto 1 daban la información del
anunciante y el briefing (lo que querían que se dijese con el logo, la
web y todas las cosas obligatorias que debían aparecer), y a partir de
ahí tenían 48 horas, para pensar, escribir y relaizar la idea del spot
en video y colgarla en youtube.

este es el resultado, y me parece que está mejor que bien, la verdad.

es una parodia de los spots
de mac "I'm a mac/I'm a pc".

si puedes publica algo en tu blog y que tus seguidores lo vean y/o
voten. irá a cannes el que más guste al jurado, pero los votos y las
visitas cuentan!!!

gracias, bro!

Elena dixit.

miércoles, mayo 20, 2009

bomba

Sin título (M.Rothko, 1969)


Bomba atómica, Nagasaki, 1945

lunes, mayo 18, 2009

domingo, mayo 17, 2009

apuntando cosas


La Time Out Barcelona de esta semana dedica un reportaje a los restaurantes mexicanos de la ciudad de los prodigios, de los vándalos y de las ratas voladoras.
Dentro de este reportaje, se emocionan, diría que eyaculan, cuando hablan de La Coronela, el restaurante de Nico del que ya te hablé, ese que está en mis amiguillos, ese en el que me invitan siempre que voy. A Márquez no lo invitan porque él tiene más dinero que todos los miles de lectores de este blog juntos, y por eso le hacen pagar, porque por todos es sabido que Márquez, además de estar bueno, tiene dinero, y ese es el motivo por el que paga: porque saben que tiene dinero. En mi caso es al revés, por eso me invitan; por eso y por esta publicidad que no está pagada ni con todo el oro (había escrito horo, créetelo) del mundo. 
Aquí te dejo el escaneado de la página que le dedican (no sólo a La Coronela)
Clica sobre la imagen si quieres leerlo.
En la foto puedes ver cómo es el restaurante del que te hablo. 
En esa barra paga Márquez. Por esa puerta salgo yo sin pagar.
Mira el Nico ahí, apuntando cosas.

Me ha hecho ilusión.

viernes, mayo 15, 2009

grito

El grito (Munch, 1893)


Phan Thi Kim Phuc, la niña de Vietnam (Nick Ut, 1972)

jueves, mayo 14, 2009

beso

El beso (G.Klimt, 1907)


El beso del Hotel De Ville (R. Doisneau, 1950)

miércoles, mayo 13, 2009

anatomía

La lección de anatomía (Rembrandt, 1632)


El Che muerto (Freddy Alborta, 1967)

martes, mayo 12, 2009

enorme

Hoy ha muerto Antonio Vega.
Nunca he sido un fanático de Nacha Pop, pero esta canción es enorme.

Deja de engañar
no quieras ocultar
que has pasado sin tropezar

el diablo sabe

Hoy he ido a recoger a Sheila a la librería donde trabaja. 
Ella dice que no voy a recogerla sino a mirar libros, que si trabajara en una pescadería no iría cada día a buscarla. 

Sheila, escúchame y déjate de pescaderías: 
Voy porque te quiero. 

Casi siempre miro los mismos libros, como un demente que soy. 
Sobre todo me gusta uno con los grabados de Goya. Algún día me lo compraré. Por ahora lo dejo ahí, para poder mirarlo cada día y pensar que algún día me lo compraré. Porque el día que me lo compre, ya no lo miraré más. Al menos no con los ojos con los que lo miro ahora. Es difícil de explicar pero seguro que tú ya me has entendido, porque si estás leyendo estas líneas significa que estás leyendo este blog y el diablo sabe cómo has llegado hasta aquí pero una cosa sí que está clara: si estás leyendo este blog, eres inteligente.

Hoy no he mirado el libro de Goya. He estado hojeando uno de Bukowski, Peleando a la contra, una selección de cuentos y poemas. 
Sentado en un silloncito he leído un poema que no conocía titulado Cisne de primavera. 
Me ha parecido lo suficientemente bonito como para no escribir nada más hoy ni mañana ni de aquí a un mes.

También en primavera mueren los cisnes
y ahí flotaba
muerto un domingo
girando de lado
en la corriente
y fui hasta la rotonda
y distinguí
dioses en carros,
perros, mujeres
que giraban,
y la muerte
se me precipitó garganta abajo
como un ratón,
y oí llegar a la gente
con sus canastos de camping
y sus risas
y me sentí culpable
por el cisne
como si la muerte
fuese algo vergonzoso
y me alejé
como un idiota
y les dejé
mi hermoso cisne.

sábado, mayo 09, 2009

all these chicks feet



Próximo concierto:
Beyoncé, 20/5, Palau Sant Jordi

Uno de los comentarios a este vídeo escritos en youtube:
wow I wanna smell all these chicks feet after they are done dancing, wow! Damn!

jueves, mayo 07, 2009

rutina, hastío


Mirando estas dos fotos me he dado cuenta de lo mucho y bien que me estoy acostumbrando a la tragedia, a la tragedia clásica. La asimilo bien, la veo ya con buenos ojos, y el médico me ha dicho que si sigo así pronto aumentaremos la dosis, porque este nivel, dice, ya lo tengo más que superado, hay que ir a por otro nivel, Diego, a por un nivel más alto, me anima mi médico.

Mirando estas dos fotos me he dado cuenta de que la imagen de un accidente no me produce nada, creo que porque lo asocio con imágenes cinematográficas, porque el cine se me ha ido comiendo la realidad y esas dos personas a las que veo y supongo golpear el suelo no son más que especialistas en un día soleado de trabajo. Así que no veo tragedia sino rutina, hastío.

Mirando estas dos fotos me he dado cuenta de la poca importancia que le doy ya al primer plano, que casi no me interesa el motivo central de la imagen sino todo aquello que forma parte de lo que conocemos por segundo plano. 
Es el segundo plano más importante que el primero para mí.

Mirando estas dos fotos me he dado cuenta de que la imagen sólo avanza en el primer plano, el coche y los dos especialistas sugieren movimiento y ruido, mientras que el segundo plano, en el que encontramos a una especie de policía o guardia de seguridad, se mantiene intacto en las dos fotografías, como si estuviera esperando una señal para poder moverse, como si le hubieran advertido: hasta que el coche no se detenga por completo, tú no te muevas de tu posición. 

Mirando estas dos fotos me he dado cuenta de que la gente que aparece al fondo parece reunida para ver el buen hacer de los especialistas, muchedumbre aburrida que ha salido a la calle para ver un espectáculo de atropello. Hoy, a las seis de la tarde en la plaza del pueblo, un coche embestirá a varios especialistas. No se lo pierdan. Recuerden, a las seis en la plaza del pueblo. En la primera la imagen es un poco lejana y en la segunda un poco difuminada. Aún así, se pueden observar detalles, sobre todo de niños congregados allí, supongo que obligados por sus padres. En la segunda fotografía, en primera fila, el segundo niño por la izquierda, vestido con camiseta verde, la clara imagen del aburrimiento, apoyando su cabeza en la mano derecha en un gesto propio del estudiante aburrido. Unas cinco personas a la derecha, a la izquierda del niño aburrido, una mujer, parece una monja por el atuendo, al lado de una niña de azul, se apoya con los dos brazos en la valla como se apoyaría alguien en una baranda para contemplar el mar. En realidad nadie parece aterrado, sólo expectantes, esperando el ¡corten! del director para entonces poder aplaudir. 
Es gente que ha quedado para aplaudir. 

Mirando estas dos fotos me ha dado cuenta de que, poco a poco, las tragedias propiamente dichas se nos han hecho aburridas y ahora no nos aterran imágenes de atropellos sino goles en el último minuto.
Mirando la foto de aquí abajo veo las reacciones que me esperaba encontrar en las dos fotos de arriba. La mujer de azul, a nivel de césped, es la viva imagen del terror, acaba de presenciar algo dramático o no lo quiere ver. Otros se tapan la boca, se echan las manos a la cabeza. 
Están presenciando una verdadera tragedia. 
Igual que en las fotografías superiores, el primer plano sugiere movimiento y ruido y el segundo plano, la gente, inmovilidad y silencio.

No se ha caído una grada, nadie ha disparado a ningún seguidor, no se está quemando nadie vivo. Ha sido un gol en el último minuto. 
La mayor tragedia. 
La tragedia contemporánea.
Es otro nivel, un nivel más alto.

viernes, mayo 01, 2009

reunión del pueblo


pandemia (del griego, reunión del pueblo): enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a todos los individuos de una localidad o región.