El otro día, ayer, Laurent y yo comentábamos el futuro de la industria discográfica, si es que alguna vez lo hubo.
Yo le dije que el futuro no existe porque ya está muerta o, si existe, es muerte, silencio, negritud.
Él es un poco más positivo y cree en la revolución, en el resurgir, en el esto no puede acabar así. A mí en ocasiones me gustaría ser como él en ese sentido. No es que yo vea la vida oscura sino que creo que él la ve un poco más clara.
La cuestión es que no llegamos a ninguna conclusión mientras paseábamos por Tallers, ese cementerio de elefantes, la calle de los museos de arqueología, los sarcófagos están ahí para ser admirados,
¿qué es esto?,
un box set con toda la discografía en vinilo de AC/DC.
¿Box set?, ¿vinilo?
Arqueología, dije arqueología.
Y cuánta nervitud y nerviosismo sentimos algún día, al doblar la esquina y adentrarnos en Tallers, cuánta tontería nos entraba preguntándonos si ya habría salido el último de, la caja de, las entradas de, y cuánto poco de todo aquello nos queda ya cuando doblamos la esquina y paseamos por ahí, calle museística, colmillos de elefantes barrándonos el paso y nosotros nos agachamos y seguimos adelante, vamos al Cd-drome, al cd_drome, así, en moderno, a mirar el top, cuánto poco de todo aquello nos queda ya dentro, me queda ya dentro, paseando con las manos en los bolsillos, evitando propagandas de lugares que ya cerraron.
Qué pena, un poco, todo esto me da.
Y ahora, leyendo la prensa digital, qué demodé suena prensa digital, leyéndola, digo, me encuentro con esta noticia, que no deja de ser una de las muchas respuestas para Laurent y para mí y, si quieres, para ti también, no deja de ser uno de los futuros inseguros imperfectos de subjuntivo del verbo "ser una industria discográfica".