La muerte de Luciano Pavarotti ha sacado a la luz algunos escritos que el tenor mantenía guardados bajo llave, en una especie de diario secreto. Una de las cosas que se ha podido saber es que Nicoletta le tenía un poco amargado. La otra, que aquí transcribo íntegramente por primera vez, es que aquella noche del 1988 en la Ópera de Berlín, aquella noche en la que el público ovacionó al tenor durante una hora y siete minutos, aquella noche que ya forma parte del libro Guinness de los récords, aquella noche fue terrible para Luciano. Aquí están sus palabras. Terrible.
Menudos idiotas. La noche que peor canto, la que más aplauden. Incluso alguien gritaba bravo sin parar, incultos, pueblerinos, en una ópera gritar bravo, por Dios. Quería ver el partido, joder. Quería salir antes, ya lo tenía todo planeado. Tres horas de obra, perfecto, pensé que me daba tiempo a ver al menos la segunda parte. Pero ni eso, joder. Más de una hora de aplausos, pero, ¿dónde se ha visto? Que uno tiene su vida, ostia. Además me estaba cagando, joder. Y os aseguro que es muy difícil sonreír cuando te estás cagando. Alguna ventosidad se me ha escapado, claro, aunque nadie la oído, por supuesto. Menudo escándalo de gente. Y además nadie se movía, nadie quería irse. La madre que los parió. Acabo de llegar ahora mismo al hotel. Son casi las dos de la mañana. Ahora cenaré algo. Pasta. Aunque no tengo mucha hambre. Me la han quitado esos catetos, joder. Bueno, al menos en primera fila había una tía con unas tetas grandes que se movían mientras aplaudía. Algo agradable. Pero menudo coñazo, una hora inclinándome y sonriendo mientras sabes que tu equipo está jugando la final. Algo así debe ser el infierno. Quise adelantar la hora de la obra pero me dijeron que no era posible, que era un programa muy estricto. Alemanes, vaya. Joder, incluso he cantado más rápido de lo normal para ganar aunque fueran unos segundos. Hice allegrettos que simplemente tenían que ser allegros, me comí pausas, quise saltarme algún que otro verso pero no pude. Mierda, yo quería salir a mi hora. A mí esa hora nadie me la paga, joder. En fin, que aquí estoy, sentado en la cama de este hotel, escribiendo en mi libreta mientras espero las noticias de las dos. Al menos veré los goles de mi equipo.
Antes de dormirme creo que pensaré en la mujer de la primera fila.
Buona notte.
3 comentarios:
Suena muy "de tu cosecha"...
Es de tu cosecha, seguro, joder.
Me sumo a la opinión generalizada: no me imagino yo al de Módena con esta soltura dialéctica y tan mundana...
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