lunes, septiembre 03, 2007

richard hodson

En 1987, una noticia curiosa pasó prácticamente desapercibida. Richard Hodson, un ciudadano británico de cuarenta y dos años, vivió una noche de lujo y placeres que nunca olvidaría.
Ni él ni Anthony Hodson.
La historia es la siguiente.
Richard llega al aeropuerto JFK de Nueva York a las 23:45 procedente de Londres. Viaja por un asunto de negocios así que su empresa ya le tiene preparado un chófer. Su vida es aburrida y monótona, con viajes transatlánticos que no hacen más que mermar su fe en una vida mejor. Richard camina casi arrastrando los pies después de coger su maleta de la cinta. En el aeropuerto, Michael Dalton, un hombre afroamericano de pelo canoso, sostiene un cartel en el que se puede leer Mr.Hodson.
En el mismo avión que Richard, un multimillonario norteamericano llamado Anthony Hodson se tambalea por el pasillo de acceso a la terminal después de haberse acabado todo el whisky de primera clase. Le acompañan dos azafatas que le sostienen para que no caiga.
Después de coger su maleta y arrastrar los pies hasta la salida, Richard alza la vista y observa con indiferencia el cartel que sostiene el negro Dalton. Se acerca a él y le saluda con un arqueo de cejas que deja entrever las pocas ganas de hablar. "¿Es usted el Sr.Hodson?", le pregunta Dalton. Richard afirma desganado mientras cierra los ojos. "Me habían dado otra imagen de usted", sigue el chófer. "Oh, siento defraudarle", murmura Richard, "esto siempre nos pasa a los poco populares. Nadie tiene una imagen concreta de nosotros". Dalton sonrió, cogió su maleta y le hizo un gesto para que le siguiera al coche.
Mientras tanto, aún dentro del aeropuerto, el borrachín millonario Anthony, recogía patosamente su maleta, la última que aún estaba dando vueltas en la cinta.
Afuera, Dalton abría el maletero de una limousina blanca de ocho metros. Richard no dijo nada, tragó saliva. Más tarde estaba sentado en el asiento trasero, acariciando el cuero blanco y sirviéndose un champán francés mientras Dalton lo conducía a las afueras de Nueva York.
Roberto Hernández es el joven chicano que está sentado en un banco con un cartón en el que puede leerse Mr.Hodson. Luce una camiseta de Bob Marley y una cadena de oro de la que cuelga una pistola de oro y diamantes. Falsa. Al ver salir a Anthony tambaleándose resopla suponiendo que será él el Sr.Hodson, ya que no queda nadie más en el aeropuerto. Se acerca a él. "¿Sr.Hodson?", le pregunta. "Sí, sí, soy yo, mierda,...¿por qué hay tanta luz en este sitio?", responde Anthony mientras se tambalea y entorna los ojos. "Yo le acompaño, Sr.Hodson, déjeme la maleta". Roberto coge la maleta Louis Vuiton de Anthony. Llega a la furgoneta y la deja en el maletero. Anthony se sienta en el asiento trasero con dificultad y pide champán. Roberto le mira por el retrovisor interior antes de arrancar. Niega para sí mismo y vuelve a resoplar. Pone la furgoneta en marcha.
Al otro lado de la ciudad, la limousina llega a una mansión. "Aquí es, Sr.Hodson", le anuncia Dalton. "¿Aquí es qué?", responde perplejo Richard. "La fiesta, Sr.Hodson, aquí es la fiesta".
Casi al mismo tiempo, la furgoneta de Roberto llegaba a un hotel al sur de Harlem. "Aquí es, Sr.Hodson", le avisa a Anthony, quien se despierta y pregunta balbuceando "¿aquí es qué?". "Su hotel, Sr.Hodson, aquí es su hotel".

4 comentarios:

Berenice dijo...

Hey
Sé que es muy feo no leer un post y comentarlo, pero estoy en el descanso del curro y no tengo mucho tiempo de leer.. no obstante tenía curiosidad de pasarme por aquí.. oh, y veo Radiohead aquí abajo!!!! :D
Soy xexe, y no, por ahora no tengo blog.. tuve durante mucho tiempo pero sin internet en casa es bastante complicado mantenerlo...
Con tiempo me pasaré por aquí a cotillear un poco...

besines

Berenice dijo...

Por cierto, iba a comentar una cosa y es justo lo que me olvido: lo de la posici�n fetal sobre el lado izquierdo le� en alguna parte que era beneficioso para la digesti�n, que la facilitaba..
�Ser� ni idea :P

diego dijo...

Ni idea de lo que comentas sobre la posición. Puede ser. Aunque yo creo que lo que mejor facilita la digestión es no trabajar.

Saludos!

;)

Anónimo dijo...

Redondo.