el niño empezó a cavar un hoyo en la orilla
ahora está dentro, te podría decir,
no lo ves pero el niño que cava está dentro del hoyo,
dentro de su propia obra de ingeniería estival,
mientras sus padres quizás leen el periódico
o ni eso
mientras los demás niños dejan corretear las olas entre los pies
y también mientras Sheila lee un libro,
(una niña y un niño
derrotados y confusos
parecen aceptar su destino:
desaparecer
en esa tumba de playa
que les prepara el niño
con una pala roja o azul o incluso verde
mientras la mujer
mirará siempre hacia otro lado)
el niño está dentro del hoyo, te podría repetir,
¿de qué serviría que te lo volviese a decir?
no se puede ver
pero me puedes creer,
ahí está,
ahí estaba,
la tarde cayendo y él sin dejar de cavar ese hoyo,
ajeno a las olas, el sol, los helados,
incluso ajeno al mismísimo verano,
el niño con una pala roja o azul o incluso verde,
como un genio raptado por su inspiración,
no habló ni una sola palabra mientras excavaba ese hoyo,
estuve ahí al lado mientras eso sucedía,
puede que durante más de treinta o cuarenta minutos,
no diré una hora,
¿qué buscaba ese niño?
¿a dónde quería llegar?
al final nos fuimos,
porque ya no había sol y empezaba a refrescar,
y no pude comprobar si el niño salió o se quedó allí dentro,
estuve a punto de asomarme, ya con la toalla al hombro,
pero tuve miedo de encontrarme con algo diferente a lo que me estaba imaginando,
así que mientras nos alejábamos de la orilla
eché la vista atrás,
las olas,
los últimos bañistas,
olor a after-sun,
un barco a lo lejos,
y esa tumba de playa.
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