Brainard en su estudio
Me acuerdo, de Joe Brainard, te noquea y te conforta.
Un canto.
Un mantra.
Más de mil evocaciones empezando así.
La obra maestra de la sencillez.
Aunque suena a nuevo, se publicó en 1970. (Traducido al español el año pasado).
Lo mejor de este libro, de estos recuerdos, es que eres consciente de la cercanía de los sentimientos humanos.
Aquí y allá, Bainard y tú, recuerdos parecidos o idénticos.
Eso es lo que hace de este libro algo sobrenatural: la comunión de la humanidad propuesta de una forma tan inocente y límpida.
Recuerdos infantiles, sencillos, sinceros.
Recuerdos maduros, crudos, emocionantes.
Sin duda, el libro que a cualquier escritor le hubiera gustado escribir.
He tardado un año en descubrirlo, pero eso ahora da igual.
Abro páginas al azar.
Me acuerdo de las canicas.
Me acuerdo más de tener canicas que de jugar a las canicas.
Me acuerdo de esa pequeña sacudida que das justo antes de quedarte dormido. Como cayéndote.
Me acuerdo de muchos primeros días de colegio. Y de ese sentimiento de vacío.
Me acuerdo de un niño gordito cuyos padres eran sordomudos. Me enseñó a decir "Joe" con las manos.
Me acuerdo de lo vacío que podía llegar a ser el día de Navidad una vez que habías abierto todos los regalos.
Me acuerdo de intentar imaginarme qué cara tendría de viejo.
Me acuerdo de sentirme decepcionado en Europa por no sentir nada diferente.
Me acuerdo de pensar en lo que podía haber dicho pero no dije cuando la gente ya se ha ido.
Me acuerdo del daño que puede hacer el rock & roll. Puede ser tan libre y sensual cuando tú no lo eres...
Me acuerdo de las manchas de aceite sobre el asfalto con los colores del arco iris después de llover.
Me acuerdo de arrepentirme de no haber hecho cosas.
Me acuerdo de la gente muy mayor cuando yo era muy joven. Sus casas olían raro.
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