Es allí
donde el terror habita.
Todos los secretos escondidos
en una membrana
que ahora
no se ve.
El diablo baila su danza macabra
dentro de párpados ausentes.
La locura humana
definida
por ese ligero matiz gestual,
ese pequeño
pliegue de piel
que guarda o descubre el espanto
infinito.
La mirada perdida,
mirando más allá de cualquier objeto visible,
mirando a través del tiempo,
quizá al pasado inmediato,
quizá al siniestro futuro.
No
hay
esperanza.
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