domingo, marzo 07, 2010

pinchas las patatas con desgana

Acumulo fotos. 
Las voy guardando en una carpeta llamada sutilmente fotos blog. Fotos que me llaman la atención o que me podrán servir para la olvidada sección fotos con mensaje que sé que tanto te gusta o para cualquier otra chorrada que se me ocurra. 
Acabo de revisar la carpeta. He hecho limpieza. No me acordaba de muchas ni de por qué las guardé. Hay otras de las que sí recuerdo cuál era la finalidad que quería darles. Una finalidad estúpida pero finalidad al fin y al cabo.
Y de este grupo he rescatado una foto que guardé con el único propósito de colocarle un texto, que quizá no era este, porque yo tampoco era el mismo entonces:

Imagina un día. 
Imagina un día no hoy, más adelante, quizá mañana, hoy no.
Imagina un día soleado, hoy no, uno soleado.
El cielo está nítido.
Imagina un día, una comunicación con el espacio exterior.
El cielo nítido, un día soleado, quizá mañana, el espacio exterior.
Imagina que hay otra forma de vida, más allá, detrás de ese cielo nítido, no lo ves, pero detrás de lo azul hay más vida.
Imagina una comunicación con esa vida, un día soleado, hoy no.
Esa forma de vida del espacio exterior se quiere comunicar con nosotros, contigo, que tienes el messenger abierto de par en par, una amapola en primavera es tu messenger para esa vida extraterrestre.
Imagina un día, soleado, cielo nítido, tu messenger abierto como una granada recién caída al suelo, desbordando tus contactos y tus conversaciones privadas por el suelo, manchándolo todo de rojo, porque lo privado es rojo.
También tienes abierta la página de un periódico digital. (Y eso será lo importante, no el messenger).
Imagina un día, todo tú abierto, abierta, tu messenger, el cielo nítido, alguien se quiere comunicar, quiere saber de ti, no de ti especialmente, de todos nosotros, alguien en el espacio exterior ha podido acceder a tu ordenador.
Tu messenger abierto, y tu diario digital también. Rojo sobre negro. 
Imagina un día, tú abierta, tú abierto, dejando, sin saber, que el exterior sepa de ti, de nosotros, de ellos.
Fuiste a comer y el messenger abierto como una granada abierta en el suelo abierto, y tu diario preferido abierto, así lo dejaste, todo de par en par, mientras ibas a comer.
A la vida extraterrestre no le importa el messenger porque no conoce nuestros códigos.
Así que la vida extraterrestre obvia tus emoticones, pasa la vista por encima de tus faltas de ortografía mientras busca una señal. 
Nuestro lenguaje es para esa vida extraterrestre como el barro para Predator.
Imagina un día. Cielo nítido. Todo tú abierto, abierta, como una granada rebosante de vida, esparcida por el suelo, quién la recogerá. Tu messenger abierto, que no importa. Tu diario digital abierto, mientras comes. Una vida exterior ha llegado a tu ordenador. Tú pinchas las patatas con desgana, la vida extraterrestre obvia tu messenger y se centra en el diario digital abierto. 
Mientras comes, tu ordenador abierto, una vida extraterreste se ha colado en tu ordenador, en tu vida, en la nuestra. 
Quiere saber de nosotros.
Y ahora mira las fotografías. Único código que reconoce. La imagen. 

Imagina un día, una vida extraterrestre ojea tu ordenador mientras comes. Y tú te dejaste la página del diario abierta de par en par por una noticia en concreto, hablaban sobre el Toro de la Vega. Luego la leeré, pensaste, mientras te ibas a comer. 
Coges un flan de la nevera. 
La vida extraterrestre llega a la página que dejaste abierta. 

Y observa la imagen. 

Diez mil años luz ha viajado esa vida extraterrestre, te encontró mientras comías.
Imagina diez mil años luz viajando y buscando una señal.
Y luego observa la imagen.

Diez mil años luz de viaje.


Imagina un día soleado. 
El cielo está nítido.

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