Últimamente estoy escuchando mucho esta canción de Carles Santos.
Busqué Bujaraloz en el mapa, queriendo encontrar ese pueblo que inspiró esta melodía. Aunque en Google maps, desde el aire, no puedes apreciar la verdadera esencia del lugar. Todo se pixela cuando te acercas.
Abriendo el plano, como en aquellas películas donde se extiende el mapa del tesoro en una mesa, descubí que Ariño estaba relativamente cerca.
Hace dos años que fuimos a Ariño. Algunos de los compañeros de clase del Ateneu. Invitados por Blas, que tiene allí una segunda residencia. Quien dice invitados dice hipnotizados.
Pasamos un fin de semana recorriendo los parajes de los que nos hablaba Valentín Burillo, el protagonista de los cuentos que Blas iba escribiendo con maestría durante el curso.
La semana pasada Blas presentó su libro, presentó a su hijo en sociedad. Donde anidan los sueños.
Envió una invitación y yo no le contesté, no le dije que no podría asistir, que me alegraba muchísimo esa noticia pero que me sería imposible presentarme en la sala, se me fue pasando, como se me va pasando la vida, sin contestarle a tiempo.
Todavía no lo tengo, este fin de semana lo buscaré.
Para acabar, sólo decirte una cosa: Blas posee una fineza y una ternura al escribir que no se aprende en ningún curso, es algo que se le ha ido forjando con los años, una especie de ademán elegante que aprendiese de su padre cuando era pequeño.
Ahora, de fondo sonando Bujaraloz by night, le pido disculpas por no haber contestado a su invitación, mientras recuerdo el vuelo majestuoso de los buitres sobre nuestras cabezas aquel fin de semana, manteniéndose a una gran altura, nunca descendiendo hacia nosotros, dándonos a entender, de alguna manera, que todavía estábamos vivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario