-Oye.
-¿Sí?
-A una puta se la trata bien.
-¿Perdone?
-Te digo que a una puta hay que tratarla bien, cuidarla y esas cosas.
-Creo que se equivoca,...creo que no nos conocemos.
-Vamos chaval, te estoy hablando de putas, de eso te estoy hablando, ¿te crees que hace falta que nos conozcamos?
-No sé a qué se refiere.
-Putas, chaval, putas, a eso me refiero. Las putas son ángeles enviados por el puto Señor, por eso hay que cuidarlas y tratarlas bien. ¿Has estado alguna vez con una puta, chaval?
-No,...no.
-Eh, chaval, has dudado, ¿has estado o no?
-No.
-Pues deberías probarlo algún día. ¿Es que no te apetece?
-No,...no especialmente.
-Pues cuando te apetezca, vete de putas.
-Vale,...bien.
-Lo único malo de una puta es que te acordarás de ella toda tu vida pero ella se olvidará de ti en diez segundos, incluso menos, eso es lo único malo, una pena, la verdad, es una pena que no se acuerden de ti cuando tú no puedes olvidar a esa persona, no te puedes imaginar la pena que da.
-Me imagino.
-No, chaval, no te lo imaginas porque no has estado con ninguna. Ir con una puta es muy triste, chaval, pero hay que hacerlo al menos una vez en la vida, y así te darás cuenta de lo penoso de todo esto. Este mundo es una puta farsa, chaval. No puedes olvidarte de Dios pero Dios no sabe ni qué cara tienes.
-Bueno,...creo que... me tengo que ir.
-Eh, chaval, has dudado, ¿te tienes que ir o no?
-Sí sí, me tengo que ir. Adiós.
-Adiós, chaval.
Albert H. Field
La madera está mojada y otros relatos (1976)
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