Nuestros cristales rotos
durante años pensando
que todo aquello habían sido cristales rotos,
para nosotros ya no quedaba ninguno por romper en la ciudad,
entonces nos sentamos en el bordillo para descansar,
un gato de debajo de un coche salta un muro,
y en ese muro nuestras señales,
marcas de piedras en un muro de cemento,
caminemos,
deshagamos el camino, dijiste,
para reconstruir nuestra barbarie,
certificar nuestros actos,
descubrir los añicos,
pero allí donde pensábamos encontrar cristales rotos,
nuestros cristales rotos,
sólo encontramos
muros de cemento.
Phoebe L. Dewey
La mujer sostiene un vaso en la oscuridad de la noche (1997)
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