miércoles, junio 19, 2013

vital y ancestral

Pensaba yo ayer, 
yo ayer, yoayer, mal
pensaba ayer tarde mientras me cortaban el pelo, 
CORTE DE PELO CHICO 11 EUROS, así, en negrita y cursiva lo anuncian en la puerta, 
como queriendo decir 
NO ESTAMOS DE BROMA, CHICO, ESTAMOS UTILIZANDO NEGRITA Y CURSIVA PORQUE NO-ESTAMOS-DE-BROMA, 
11 euros, no está mal, 
pensé, 
aunque no fui a cortarme el pelo por lo barato del lugar sino por una necesidad vital y ancestral
-al -al, fatal
de trasquilar mi cabellera medio rizada y sin sentido a las puertas del verano, 
pensaba, decía, mientras me cortaban el pelo con desgana, 
ni siquiera me preguntó cómo lo quería, empezó a cortar como si fuéramos madre e hijo y no hubiera secretos entre nosotros, 
la peluquera estaba en sus cosas, 
o como si lo hiciera durante la publicidad de su programa favorito, 
lo que la convertía de inmediato en alguien incompetente, 
había en ella una desgana que casi podía apreciarse reflejada en el espejo, 
como el calor de la llama de una vela, 
haciéndolo todo borroso, temblando todo a su alrededor, todo difuminado 
mientras ella se movía titubeante de aquí para allá, 
ahora el secador, 
ahora la navaja, 
empezó a cortar sin preguntarme nada y le tuve que decir que lo quería corto que si quería coger la maquinilla para ir más rápido y me dijo 
ah, vale, te lo corto un poco con tijeras y luego sigo con la maquinilla, 
así me dijo, 
ella ya tenía ese plan en la cabeza, qué le vamos a hacer, su idea era empezar con tijeras, aunque le iba a ser más fácil y rápido con maquinilla, 
yo no soy muy exigente en este aspecto, al fin y al cabo es pelo, crece sin parar, 
no soy muy exigente pero tampoco estúpido, 
y aquella mujer sin ganas de estar ahí pese a ser la dueña, 
como luego me dijo mi madre, 
me hizo pensar en el precio 
y me pregunté si 11 euros por aquello que estaba haciendo esa mujer incompetente era entonces caro o barato, 
por supuesto que antes de entrar a la peluquería ese 
CORTE DE PELO CHICO 11 EUROS 
en negrita y cursiva daba a entender que era barato o, al menos, no era caro pero, ahora, entonces, 
con la mujer esperando la vuelta de su programa favorito mientras decidía que aquel trasquilón no lo iba a notar nadie, 
no me estaba pareciendo nada barato 11 euros, 
y eso es lo que pensaba yo ayer, 
qué es lo barato qué es lo caro, 
pensaba en cómo la crisis nos afecta en estos pequeños grandes detalles, 
cuando salgo de una peluquería con la sensación de que ha sido caro algo a priori barato
es que alguna cosa estoy estás está estamos estáis están haciendo mal, 
y lo único que se me ocurre decir es: 
este 
no 
es 
el camino.

domingo, junio 09, 2013

incomodidad a tutiplén

En un determinado momento de Carretera perdida suena Insensatez
Está el protagonista en una hamaca, en el jardín de su casa, después de salir de la cárcel pero esto da igual. 
Suena Insensatez durante un minuto largo. 
Fue la primera vez que la escuché. En 1997. Hace ya da igual. 
La música la escucha el espectador pero también parece estar oyéndola el protagonista, que se levanta pausadamente y se asoma al jardín del vecino, donde ve una pequeña piscina hinchable que transmite paz, desasosiego y terror a partes iguales.  
No sé a qué viene toda esta cháchara que te estoy dando. Quizá porque el otro día descubrí este cómic de Joan Cornellà y pensé y quise buscarle influencias y me vino a la cabeza tampoco me preguntes por qué esta escena de la peli de Lynch. 
Hay en sus páginas las mismas dosis de paz, desasosiego y terror que reflejaba el agua de esa piscina hinchable. Hay locura onírica, gore, bromas macabras, incomodidad a tutiplén. 
Por momentos pienso que ese barquito sin rumbo que flotaba dentro es la génesis de esta obra exquisita. 

Sublime.