jueves, julio 30, 2009

patas ancestrales

Cuando sólo existían dos canales (qué anciano suena esto), la emisión de una película se convertía en un acontecimiento destacable en la vida de los humanos de a pie. Desde el más gamberro de clase hasta la "seño", todos hablaban de la-peli-que-echaban-hoy.
Así, el día en que la uno se decidió a emitir El exorcista, no sé si por primera vez, en clase no se hablaba de otra cosa.

Es de mucho miedo, dijo alguien. 
Esa fue mi primera referencia de El exorcista, la primera crítica que escuché, emitida por alguien menor de diez años que supongo que ya la habría visto o que simplemente reproducía lo que había escuchado de otros y que, seguramente, estaría acabando de pintar un dibujo, copiar un texto o sacando punta a un plastidecor.

Llegó la noche. Era viernes. Fue viernes. Porque me quedaba a dormir en casa de mi tía María. Abríamos el sofá cama, desplegábamos el viejo sofá con sus muelles y sus patas ancestrales, y allí nos tumbábamos todos. Y luego un vaso de leche con galletas. 
La felicidad es un sofá cama, un viernes por la noche, en casa de mi tía María, con todo el fin de semana por delante, y con toda la vida también.

Recuerdo que me pareció una película aburrida al principio, con todo ese rollo del desierto, las excavaciones, la presentación de la familia, lalalá. Eso para un niño es la eternidad y un día.
Pero entonces ¡zasentodalaboca! La niña se empieza a poner violenta, la niña le pega a su madre, la niña gira la cabeza y, lo más terrorífico de todo el asunto para mí: la niña ya no tiene voz de niña.
Según mi madre, siempre me asustaron ese tipo de cosas: la voz no correspondida. 
No sé.
Yo sólo recuerdo que vi la película tapándome las orejas y no los ojos. La imagen sin sonido no me parecía tan terrorífica como con este.
Y así me ha parecido siempre que la he vuelto a ver.
El tratamiento del sonido en esta película es perfecto, lo que le supuso un Oscar, aunque este premio tampoco es que constituya un baremo de nada.
Para mí, más que las escenas de la cabeza girando, el vómito, la masturbación con el crucifijo, etc, lo más impresionante en esta película es el sonido y la música. Pocas veces la música de Penderecki tendrá tanto sentido.

De todas la escenas que se podrían elegir de esta obra maestra, me quedo con una de esas que surgieron después, que no estaban en la copia original y que se editaron más tarde, siguiendo el montaje del director o el olor del dinero. 
Así que esta escena que te dejo no la vi aquel viernes en casa de mi tía. Pero da lo mismo. 
El terror: una niña bajando las escaleras a cuatro patas.

lunes, julio 27, 2009

no tengo más remedio

Llegados a este punto no tengo más remedio que recomendar el último post del blog de Rafael Reig.
Sencillo y brillante.
El verano le sienta bien.

Casi lloro. 
Sobre todo al ver la cantidad de comentarios.

te asomas a la ventana y la ves cruzar la calle

Un terremoto acerca Australia y Nueva Zelanda 30 cm.
(23/7/2009, elmundo.es)

quizá sea la única manera de volver a encontrarnos alguna vez, 
te dices, 
esperar a que los terremotos nos acerquen, tener paciencia y que, a base de terremotos, nos volvamos a ver, 
por muchas calles que evitemos coger para no coincidir el uno con el otro, un terremoto nos acabará encontrando, detrás de una esquina, agachados, con las manos en la cabeza para evitar cualquier impacto, y allí estaremos, el uno frente al otro, tantos años hacía que no nos veíamos, diremos, 
y un día nosotros 
de repente, 
después de cualquier terremoto, 

volví a ver a un amigo al que hacía tiempo que no veía, 
nos fuimos acercando poco a poco, año tras año, terremoto tras terremoto, 
sin saberlo, 
como en aquellas películas mudas en las que dos personas caminan hacia atrás hasta toparse, espalda con espalda, y entonces el susto, el espanto, como ellas, de encontrarnos así, de repente, 

y tras el reencuentro volveremos a casa y abriremos la puerta y comprobaremos que, también, poco a poco, el salón del vecino ha ido invadiendo el nuestro, 
tú que siempre habías querido un piano, 
ahí lo tienes, 
después de muchos años de espera, terremoto tras terremoto, ahora ya puedes practicar de nuevo, o empezar de nuevo, o simplemente colocar allí encima todas aquellas fotografías que tanto te gustaban y que no sabías dónde poner, 
oyes al vecino llamar a tu puerta, le abres y te pregunta si por casualidad has visto su piano, 
por supuesto le dices que no, 

más tarde sales a pasear con tu mujer, 
por las calles de siempre, que ya no son las mismas, 
a los lugares de siempre, que ya no son los mismos, 
vuestra calle favorita, la de los bancos de madera, ahora forma parte de una gran avenida por la que circulan coches que esquivan los bancos de madera en los que os solíais sentar, 
cierta pena os invade y notas que tu mujer ya no te aprieta tanto la mano como cuando salisteis de casa, 
la miras a los ojos pero ya no es la misma, tiene los ojos de otra, las manos de otra, la boca de otra, 
supongo que en esto consiste el paso del tiempo, 
te dices, 
día tras día, año tras año, terremoto tras terremoto, 

y vuelves a casa con aquella mujer, y le enseñas el piano y descubres, también, una nueva puerta, 
ella te pregunta qué es lo que hay pero tú le dices la verdad, 
y la verdad es que no lo sabes, 
a ella no le gusta la respuesta, porque no le gustan las verdades, y te propone abrirla, 
tú le haces caso, o le obedeces, o simplemente abres la puerta, pero allí no hay nada, y así se lo dices, aquí no hay nada, y cierras la puerta, 
ella empieza a desconfiar de ti y decide marcharse, 
tú le suplicas que no se vaya pero no te hace caso, 
te asomas a la ventana y la ves cruzar la calle, 

entonces piensas en tu amigo, 
hacía tiempo que no nos veíamos, te dices mientras continuas mirando por la ventana, 
un guardia urbano intenta dirigir el tráfico ya que, terremoto tras terremoto, los semáforos se han ido colocando en fila y en cada uno brilla una luz diferente, 
guirnaldas de una fiesta que nunca olvidaremos, 

el vecino vuelve a llamar a tu puerta y te pregunta si por casualidad has visto la puerta de su habitación, 
tú le dices que ahí tienes una, que le eche un vistazo, y le dejas entrar, 
al pasar por el salón tu vecino ve su piano, entonces te dice que él tuvo un piano igual pero que lo perdió, 
es una lástima, le consuelas, y le muestras la puerta, 
él confirma que es la suya, la coge y te da las gracias, 

piensas en tu mujer, qué estará haciendo, 
decides salir a buscarla pero crees que quizá sea un error,
quizá simplemente haya que esperar, tener paciencia y que, a base de terremotos, nos volvamos a ver, 
quizá sea la única manera de encontrarnos otra vez,

ya se hizo de noche, 
te desvistes y vas al lavabo, 
en el espejo, ahí reflejado, alguien que se supone que eres tú, aunque no reconoces ni esos ojos, ni esa boca, ni esas manos que ahora acarician tu barba, 
y es que día tras día, año tras año, terremoto tras terremoto, todo se ha ido convirtiendo en algo confuso, 

y supongo que en esto consiste el paso del tiempo, 
te dices.

viernes, julio 24, 2009

cambio de identidad

6. El secreto de la pirámide
Cuando fui pequeño los videoclubs eran lugares útiles.
Ahora ya no. 
Ahora abrir un videoclub tiene las mismas consecuencias que abrirte la cabeza y no pedir ayuda.
Éramos socios de uno cercano a nuestra casa. 
Videoclub Pedro, se llamaba. 
Porque el dueño se llamaba así. 
Simple is beautiful.
Íbamos muy de vez en cuando, sobre todo porque yo, sinceramente, no tenía mucho tiempo de ver películas debido a las cadenas que me ataron a un piano desde los seis años. Unas cadenas que, por otro lado, me gustaría recuperar. No todas las cadenas aprietan. Para mí, algunas son necesarias.

En verano era cuando más tiempo libre había. 
Casi siempre recuerdo haber ido con mis primos Dani y Mar (la artista antes conocida como Mª del Mar. Mª del Mar, deja el facebook un segundo y escúchame: siempre me resistiré a llamarte Mar, lo siento, igual que Prince será siempre Prince. Conmigo no cuentes para tu cambio de identidad), que vivían en el piso de arriba, lo que vulgar y rápidamente diríamos encima mío. 

El verano, lo bueno y lo malo que tiene es el exceso de tiempo libre.
Hoy tampoco parece un problema: te pones a mirar vídeos en youtube y uno te lleva a otro y mira este qué ostia se pega, joder, a ver, clico aquí, joder, ¿todo eso le cabe ahí?, y se te han pasado las horas y ya toca cenar.
Pero en los ochenta's no busques internet. Es más, no busques un ordenador. O, al menos, no uno en cada casa.
Por eso un videoclub en los ochenta era algo importante. 
Digamos que el videoclub fue a los ochenta's lo que internet es a los dosmil. Más o menos. No exageremos.
Y allí estábamos nosotros tres en verano, dos o tres veces por semana. 

Casi todas las películas las escogíamos entre los tres aunque mi primo, al ser el mayor, tenía la última palabra. Y no le culpo, yo hubiera hecho lo mismo. Así que casi todas las películas las escogía él. Y a nosotros ya nos estaba bien. Su criterio era válido. Porque no teníamos otro cerca para comparar.
El Videoclub Pedro tenía una sola copia de cada película, lo que convertía en una verdadera hazaña encontrar disponible la película que venías buscando. Muchas tardes, por tanto, alquilamos películas que no veníamos buscando.

Y ahora no sabría decirte si El secreto de la pirámide fue una peli deseada o un accidente de borrachera de polines. Lo único que puedo decirte es que la recuerdo con cariño y que la vimos unas cuantas veces antes de devolverla. A lo mejor incluso la alquilamos más de una vez.

Una de las escenas que más me impactó fue esta que te dejo. 
(No lo he contrastado, me da pereza ahora, pero leo: primer personaje en 3D, aunque de apariencia plana, aparecido en una película).

Dardos alucinógenos, visiones, misterios, tardes de verano en los ochenta.


jueves, julio 23, 2009

veneración

5. Amadeus
Junto con Ed Wood, de Tim Burton, esta es una de mis películas biográficas preferidas.
Recuerdo perfectamente que la fui a ver dos veces al cine, lo que me convirtió en un auténtico nerd en mi clase. Supongo.
Años antes y sin yo entonces saberlo, Milos Forman, el director, había creado una de las obras maestras del cine, Alguien voló sobre el nido del cuco, y una de mis diez películas favoritas de todos los tiempos.

La escena que, para mi gusto, convierte a esta película en inmortal, es una de las últimas de la película, cuando Mozart le va dictando a Salieri el Confutatis del Requiem.
La cercana muerte de Mozart, el proceso de creación y la absoluta veneración de Salieri quedan aquí reflejadas de una forma soberbia. 
Absoluta perfección.


miércoles, julio 22, 2009

es decir, a peor

4. Beetlejuice
Tim Burton 
como mi hermana
siempre ha hecho un poco 
lo que le ha dado la gana.

Rima consonante en los pares.

(Voy a utilizar el método de nombrar a los miles de lectores que me siguen para que así comenten algo (me siguen para que a, se debería evitar). A mi primo Ángel y a Marta ya les envié el cheque que les prometí por dejar comentarios. Ahora ya me he quedado sin pasta porque, entre esto de los comentarios y el fichaje de Ibrahimovic, adiós vacaciones, joder.)

Si hace unos días me preguntaba qué sería de nosotros sin Spielberg o Williams, la pregunta del día de hoy es inevitable: qué sería o qué hubiese sido de nosotros sin Tim Burton.

Beetlejuice, Bitelchús aquí a este lado del Llobregat, no es una película infantil. 
Casi ninguna peli del Burton lo es. 
Aunque si quieres que sea infantil, es infantil, a mí me da igual, y no te digo que si algún día tengo un hijo no le voy a dejar ver una peli del Burton, al contrario, sólo digo que Burton no es infantil, no es para niños, sobre todo porque Burton trata, en el ochenta por ciento (80%) de sus películas, directa o indirectamente, la muerte. Y si has intentado explicarle qué es la muerte a un niño y salir airoso, enhorabuena. 
Tim Burton no es infantil.

Uno: Qué pesado de mierda. ¿Y a mí qué me importa que sea o no infantil, Diego? Empieza a decir algo interesante o me voy a ver pezones a egotastic, va.

Y, precisamente, que Tim Burton no sea infantil es lo mejor que le puede pasar a un niño.

Si además, la peli es una peli como Beetlejuice, con escenas tan míticas como esta que viene ahora, el colapso a una edad temprana será irremediable, señora, así que lo que vamos a hacer es determinar el proceso y analizar las causas, el niño se quedará con nosotros unas horas y, si todo evoluciona favorablemente, es decir, a peor, podrá irse a casa sin ningún problema y hacer vida normal. 

Mi primer encuentro con los zombies, la brujería y Harry Belafonte.
Igual que, a partir de Pulp Fiction, cuando escuchas Never can say de Chuck Berry no puedes hacer otra cosa que ver el baile de Mia Wallace y Vincent Vega, a partir de Beetlejuice, esta canción, cercana al gospel, no puede hacer otra cosa que hacer aparecer en tu mente a unos chiflados bailando alrededor de una mesa.
Como diría la VH1: The Power of music.

martes, julio 21, 2009

esa montaña no estaba ahí


De aquí a unos veinte (20) años, 
estoy pensando en mi prima, la de la gripe A, quien, efectivamente, cuando pudo salir a respirar aire puro lo primero que hizo fue correr hasta el cine más cercano para ver la nueva de Harry Potter, 
de aquí a unos veinte años, dije, 
no sé nunca si se me entiende, si me se entiende la frase asín cuando son largas, y cometo el error de empezar de nuevo, cosa que hace que la frase larga ya no tenga razón de ser
el lector no es tonto, escuché o leí o soñé, que es lo mismo, un día de mayo, viendo los naranjos en flor. Debería de tener más en cuenta esta afirmación y escribir como me salga, pero lo que no quiero es que vuelvas para atrás, mi vida, lectore mio. Normalmente tengo dos pesadillas: una es que un día me despierte la voz de Rita Barberá susurrándome al oído "buenos días, te he preparado el desayuno, tostadas con mermelada, como a ti te gusta, y luego te tengo preparada una sorpresa, hoy no quiero salir de la habitación", y la otra es que me vuelvas para atrás para leerme 
a) dónde empezaba la frase, 
b) cuál era el sujeto, 
c) cuál el verbo, (importantísimo el verbo, el cabrón, más importante que Cristiano Ronaldo, CR9, el verbo), y 
d) cuánto tiempo llevamos subidos a este tren y a dónde nos lleva, escúchame lo que te voy a decir, no había pasado nunca por este lugar pero juraría que ayer esa montaña no estaba ahí.

Uno: Diego, centra el discurso de una puta vez y acabemos este suplicio, va.

Sí. 
Preguntábame: ¿pasados veinte (20) años, mi prima I'm a survivor recordará con tanto amor a Harry Potter como yo estoy recordándote ahora a, por ejemplo, Jim Henson?
La respuesta es: no.

Uno: ¿por qué lo tienes tan claro, listillo?
Yo: pues porque la cantidad de información audiovisual que se esnifa mi prima al día no es la misma que la que yo me chutaba hace veinte años. Ya no hablo de calidad, hablo de cantidad. Así que es muy probable que no se acuerde de la peli que vio el año pasado, el mes pasado o, incluso, que no se acuerde de la del Potter que vio la semana pasada. Pero no porque no ponga interés sino porque, simplemente, es imposible que se acuerde. 

Pronto, la palabra nostalgia dejará de existir.

nostalgia
1. Pena de verse ausente de la patria o amigos.
2. Tristeza melancólica originada por una dicha perdida.

Porque pronto ya no habrá patria (si es que todavía queda de eso), ni amigos (al menos que tengas facebook, toda una suerte entonces), ni dichas perdidas (todo estará en ebay: estoy pujando por la sensación de comerme un Frigo dedo en verano, a las seis de la tarde en el patio de mi abuela cuando tenía ocho años. Voy a muerte, sólo quedan cuatro horas y no se me puede escapar.)

Vayamos al grano.
Dentro del laberinto (Labyrinth) es una puta obra maestra.
Vamos a empezar a hablar claro y dejarnos de tonterías.
Basta de lloriqueos con la música de E.T. Pero, ¿en qué se está convirtiendo esto?
Esto es una peli de mayores. Aquí te cagas si eres pequeño. Así que enciende la luz si no lo ves muy claro porque vamos a verla entera y te vas a cagar.
Aquí sale David Bowie y te cagas.
Aquí sale Jennifer Connelly y te cagas también.

No recuerdo exactamente si esta película la vi en el cine o en vídeo, lo que sí recuerdo es tenerla grabada en una cinta Beta y mirármela cada dos por tres.
Y también que me compraran el vinilo de la banda sonora. Otra puta obra maestra, la banda sonora. La llevo siempre bajo mis uñas, como en el Silencio de los corderos, y la saco con unas pinzas y la voy dejando donde quiera que voy, como pistas a un detective despistado que no quiero que se aburra con el caso.

Seguramente si viese esta peli ahora mismo, después de escribir esto, si me fuera a la estantería de deubedés y pinzara esta peli con el índice y el pulgar derechos y me dispusiera a verla y la viese, te diría: quizá no ha envejecido bien, es cierto.

Por eso no la voy a ver, por ahora.
Y también, porque, ¿acaso yo he envejecido bien?

Disfruta de esta joya que te pongo en bandeja.
Sube el volumen sin vergüenza, que tus vecinos sepan a quién han de cederle el paso en el ascensor a partir de ahora.

Siempre conmigo, bajo mis uñas.


lunes, julio 20, 2009

vasija de oro

2. E.T. 
Sinceramente, no recuerdo haber visto nunca esta película. 
Seguro que la he visto más de una vez pero, la verdad, si me haces explicártela, no sabría. 
De todas formas, si has crecido en los ochenta's, lo quieras o no, tendrás a E.T. dentro del armario y de tu cabeza durante toda tu vida.

De esta película no he escogido ninguna escena. He estado a punto de poner la del vuelo de bicicletas, por lo mítico del asunto y porque es el sueño de cualquier niño, y de cualquier no tan niño.
A cambio subo el vídeo de una orquesta interpretando el tema principal, dirigida por el propio John Williams.

¿Qué sería de nuestra vida sin una persona como John Williams?
Para algunos, Steven Spielberg ha sido más importante que sus propios padres, eso está claro, creando un mundo de fantasía imposible de imaginar para muchos de nosotros, los mortales.
Pero, ¿y John Williams? 

Spielberg moldea la vasija. 
Williams es quien la baña en oro. 
Al final queda una vasija de oro.

¿Puedes ver simplemente el póster de Tiburón, de Indiana Jones, de Superman, por decir tres, y que no te venga a la cabeza la música?
Por supuesto que esta buena relación se da en muchas otras parejas de director-compositor pero, sin duda, el tándem Spielberg-Williams será difícil de superar.
Aquí te dejo con el tema. 

La música te traerá las imágenes.
Y las lágrimas.


domingo, julio 19, 2009

niñas como las de antes

Empiezo una serie de diez (10) entradas nostálgicas.
Se trata de las diez (10) escenas de diez (10) películas que me marcaron desde que nací hasta los diez (10) años.
De casi todas he encontrado justo la escena que buscaba. De las que no, simplemente dejaré el trailer.
No las ordenaré por orden de visionado sino como me vengan a la memoria.
Las películas que viste de pequeño serán siempre parte de tu vida.
Y habrá algo en ti, en tu forma de ser y de ver el mundo, que provenga de todas aquellas películas, de todas aquellas escenas que guardas en un cajón cerrado con una llave que sólo tú sabes dónde está.

1. La historia interminable
Si tienes unos treinta años y no has visto esta película significa que lees este blog desde un sótano en el que te encerró tu padre nada más nacer. Da golpes en las paredes para ver si alguien del exterior te oye y te sacan de ahí. En las pelis siempre funciona. 

Hay muchas escenas memorables de esta película: la vieja Morla, Atreyu rascándole la oreja a Fújur, las esfinges, el comepiedras, el lobo Gmork, el tema(zo) principal de la banda sonora,...

Pero me quedo con una escena triste: la muerte del caballo Artax en los pantanos de la tristeza, porque la realización y la ambientación me parecen preciosas, y la actuación de Noah Nathaway, Atreyu, merece un respeto.
Por cierto, viendo de nuevo escenas de esta película, he de decir que Atreyu despertó en mí, sin saberlo, mi lado homosexual. ¿A ti no te pasó? A mí sí. No estoy diciendo que me hiciera una paja viendo a Atreyu cabalgar a lomos de Fújur, pero sí que en su momento me pareció un chico atractivo. De hecho, sus rasgos son más de niña que de guerrero, no puedes negarlo. 
Quizá fue eso lo que me puso: una niña tan valiente.
Ya no hay niñas como las de antes.
En fin, aquí te dejo la escena elegida.

jueves, julio 16, 2009

criadas filipinas

Una de mis primas ha pasado la gripe A. 
Ha pasado, ha superado, ha tenido, se ha recuperado, he estado una hora para esta primera frase. 
Pues una de mis primas, doce años creo que tiene, ha tenido esta gripe nueva, esta gripe porcina, esta gripe A (H1N1) o como quieras llamarle. Propongo que cada uno de los habitantes del planeta le ponga un nombre. Total, ya ha tenido cuatro.

Hoy ya puede salir a la calle después de haber pasado una semana aislada en su casa, una casa cerrada al público y a las amigas y a los familiares, porque el virus estaba ahí dentro, amenazante, de noche, si pasabas cerca de la casa, podías escuchar unos gemidos y observar una tenue luz saliendo a través de la persiana de la habitación de mi prima. 
Ahí estaba el mal, el virus, aislado pero... por poco tiempo.

Esta nueva gripe, sobre todo en las noticias de Tele 5, tu pantalla amiga, con Piqueras como máximo estandarte del neo-periodismo, tiene todos los elementos para convertirse en una película de terror. 
De hecho, ya lo es. 
Vivimos en una continua película de terror. Eso sí, de serie B: esquivando el virus con una mascarilla. Ya se sabe, no hay presupuesto, la crisis, el emule, en fin, que mascarillas.
Aunque, para mi prima, puedo asegurar y aseguro, más que una película de terror le ha parecido un auténtico coñazo. 
Encierra a una niña de doce años en casa durante una semana, del ordenador a la tele, de la tele a la cama, con todas las feromonas a flor de piel, con la última de Harry Potter en el cine, y te aseguro que cuando le preguntes cómo te lo has pasado, no te abrazará y te dirá genial, gracias, gracias, gracias, ¡te quiero!

Hay tanta desinformación sobre esta nueva gripe que no nos la podemos ni imaginar. 
Nadie sabe nada. 
El único remedio es el de aislarse durante cinco días. Eso es lo que le dijeron los médicos. Y después de esos cinco días que haga vida normal.
¡Tachaaán!

Según los médicos que la trataron, podemos estar tranquilos: todos la vamos a pasar.

Yo espero con impaciencia el día que le toque al Piqueras. 
A la vuelta de su aislamiento podrá empezar las noticias con un 
terrrrrible suceso que pude vivir en mis propias carrrnes, 
la gripe A me atacó con una fuerrrza descomunal mientras dormía y he sobrevivido a ella por poco. 
Hoy les puedo contar, gracias a Dios, que esta pandemia que nos aterrrrroriza a todos es más letal de lo que se piensa. 
Yo he estado a punto de vivir mis últimos días de vida pero ha sido el destino quien ha decidido que hoy pueda estar aquí con todos ustedes de nuevo, una noche más, para decirles, sobre todo, tengan muucho cuidado con quien se cruzan por la calle, eviten el contacto con inmigrantes, sobre todo, no hablen con ellos porque, recuerden, esta gripe se expande por el aire y, si no tienen más remedio que hablar con ellos (como es mi caso, ya que ahora que mi mujer se ha ido de vacaciones con los niños no voy a despedir a mis criadas filipinas), evite el contacto visual. Por si acaso.
En fin.

Pensaba el otro día que el método que se está utilizando para "curar" esta nueva gripe, es decir, estar en casa cinco días sin tener contacto con nadie, es un poco como saber si un huevo cocido ya está duro. Hay gente que utiliza la fórmula de sacarlo de la olla y hacerlo girar en la mesa: si da vueltas es que está duro. 

Entonces me imaginé qué pasaría si esa fuera la fórmula para saber si estás curado de la gripe A. 
Durante unos días no verías a nadie por las calles pero, pasada una semana, la gente recluida saldría a la calle y daría vueltas sobre sí misma. 
Si han podido girar sobre sí mismos, están curados.
Piénsalo. Sería algo precioso.
Sobre todo porque las personas que estuviesen girando sobre sí mismas y comprobasen que sí que pueden, se alegrarían y reirían a carcajadas, se abrazarían, seguirían girando hasta caer mareados y continuarían riendo entonces en el suelo. 
Y la cámara se alejaría desde la cara sonriente de una persona y se elevaría para hacer un plano general de todo un pueblo girando y riendo. De todo un pueblo salvado. 

Y entonces los títulos de crédito.

Gripe A. El musical.

Tarde o temprano, 
todo lo que ahora nos aterroriza 
acabará convirtiéndose
en un musical. 

miércoles, julio 15, 2009

chaquetas y bolsos

Elígeme es uno de los muchos programas que dignifican a la televisión. 

Incluso a la especie humana dignifica.

Al hombre y a la mujer dignifica.

Millones de años de evolución dignificados en un programa de televisión.

Nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos a Cuatroº.
Nunca. 

El programa, por llamarlo de alguna manera, por abreviar, como cuando dices este es mi hijo, lo dices por abreviar, no te vas a poner a explicar cómo se quedó embarazada tu mujer después de la fiesta que tú mismo organizaste y a la que vino aquel compañero de trabajo que no te caía bien pero que resultó inevitable no invitarlo ya que invitaste a prácticamente toda la oficina y él se enteró porque no podía no enterarse y ese era uno de los mayores defectos para ti, esa era una de las cosas que hacían que no te cayera bien, que siempre estaba hablando y preguntando, y así fue como se enteró de lo de tu fiesta y así se presentó y tú le abriste la puerta y le dejaste entrar en tu casa con una media sonrisa y recuerdas que, en un momento de la noche, preguntaste por tu mujer, porque hacía rato que no la veías, y tampoco a tu compañero de trabajo, los buscaste entre la gente, primero a tu mujer y luego a tu compañero, incluso te subiste a uno de los sofás para tener mejor visión de la multitud que abarrotaba el comedor, y lo recuerdas como si fuera ayer pero fue hace ya unos años, te pusiste a buscar a tu mujer y a tu compañero por tu casa y por tu fiesta y llegaste al pasillo y te adentraste en él, y dejaste a tu derecha la puerta cerrada del lavabo y continuaste hasta la habitación, la gente reía y hablaba en voz alta, la música apenas se escuchaba, y llegaste a la habitación y encendiste la luz, pero allí encima de vuestra cama, de tu mujer y tuya, sólo había chaquetas y bolsos, entonces apagaste la luz y volviste a recorrer el pasillo, dejando ahora la puerta cerrada del lavabo a tu izquierda, volviste al sofá y sonreíste sin escuchar de lo que te hablaban mientras te preguntabas y te preguntas hoy, al mirar a tu hijo, por llamarlo de alguna manera, por qué no intentaste abrir la puerta del lavabo, porque esa noche, sí, después de la fiesta, los dos borrachos, hiciste el amor con tu mujer, allí en el mismo sofá donde te subiste para buscarla entre la multitud que ahora ya estaría en sus casas, sí, esa noche follaste con tu mujer entre copas y vasos esparcidos por el suelo y, mientras la tenías encima, creíste verle un arañazo en el muslo y otro en el brazo y, cuando la besaste en el cuello, ese olor, que te acompañará toda tu vida, ese olor, el que cada vez que digas este es mi hijo te golpeará ligeramente en la nuca y tu mujer, de forma imperceptible, bajará la vista medio segundo para luego cambiar de tema.

Pues el programa, por llamarlo de alguna manera, decía, consiste en un chico que tiene que elegir a una chica de entre veinte. De ahí su nombre. A la vez, las chicas pueden negarse a ser elegidas a través de un simple botón, según como ellas vean al mozo. Todo esto aderezado con un presentador-por-llamarlo-de-alguna-manera.
La cuestión es que cada vez que he visto que hacían este programa me ha venido a la mente una feria de ganado. O una trata de esclavos.

Chicas, sonreíd

Sólo falta que algún día el presentador le abra la boca a una concursante para mostrarle al público, y al chico que elige, la buena dentadura que tiene la moza. O que se suba a la espalda y la haga caminar de aquí para allá. 
Esta es fuerte, macho, piénsatelo, encontrarás a pocas mujeres así de fuertes y con toda la dentadura, y mira qué tetas, joder, ¡estas ubres sólo pueden dar satisfacciones! ¡Yo ya me hubiera decidido, ja, ja! (Palmada fuerte en la espalda del concursante por parte del presentador, que demuestra así su poderío físico y sexual)

En fin, que Elígeme me produce vergüenza ajena. Era eso lo que quería decirte.
Y puede que todas las concursantes salgan de una agencia y sea simplemente un escaparate o lo que tú quieras, pero la sensación que me produce es que esto es más real de lo que representa ser.

lunes, julio 13, 2009

un pavo real extendió su cola

Hace un tiempo me compré la peli Stroszek
Me la compré por el mismo motivo por el que te la compraste tú y por el que nos la compramos todos, sin excepción: por ver la última película que vio Ian Curtis antes de suicidarse. (La wikipedia empieza a no gustarme. Sinceramente te lo digo. Esto no acabará bien). ¿El punto se pone dentro o fuera del paréntesis?

La cuestión es que me la compré hace unos meses y la tenía ahí, envuelta y todo, en la estantería de deubedés, y el otro día, después de cerrar unos tratos con los dealers del barrio y tratar unos asuntos pendientes sobre un pendejo que se demora demasiado en los pagos y al que habrá que darle un susto, un susto, digo, alguna pierna o brazo, nada más, pues el otro día me dispuse a visionarla. qué estúpido sueno. Hay veces en las que me da pereza poner mayúsculas después de punto. Imagínate el tipo de persona que soy.
Dejando de banda que el dato macabro del suicidio de Ian Curtis eleva la calidad artística de este flin, no nos engañemos: sin Ian Curtis de por medio ni tú ni yo ni aquel hombre queahoracruzalacalleparacomprartabaco nos hubiéramos visto esta película, sólo diré que la cinta me gustó en su totalidad de una forma majestuosa y que no me queda más remedio que recomendártela, incluso si no tienes previsto colgarte en breve.

Uno: oye Diego, una cosa, esto de la cursiva como escribiendo tus pensamientos o anotaciones, a) ¿va a durar mucho? Y otra cosa, b) ¿te crees que es nuevo?

Yo: a) sí, muchísimo. b) no mucho, debe de tener unos siglos de vida.

De pequeño fui al zoo con el colegio. 
Tendría unos cinco años. 
Nos sentamos en un bordillo para almorzar. 
Estábamos todos allí, con nuestros bocadillos y nuestros zumos y nuestras cantimploras y nuestros cinco años de vida. 
De repente, un pavo real extendió su cola.

Uno: ahora mismo no estoy entendiendo nada, Diego.
Yo: ¡acabáramos!, de eso ha tratado este blog siempre. Siempre. pero siempre.

Stroszek es una de las películas más tristes que he visto en mi vida. 
Diría más: hay películas tristes y luego está Stroszek.
Pocas veces la desilusión estuvo tan bien plasmada.

Estos son los últimos minutos de la película, los que acaban de rematarte. 
Bizarro es la palabra.
Si no la has visto y algún día la quieres ver, no te preocupes, no son determinantes. 

sábado, julio 11, 2009

acumulación

Ya puedes votar en la nueva encuesta

En la foto, una chica que acaba de descubrir este blog. 
Se lo ha tenido que quitar todo debido a la excitación provocada por la acumulación de tanta calidad en un mismo blog.
La calidad pone.

jueves, julio 09, 2009

algo así

Quita el sonido del vídeo y sube al máximo el de la música.

Creo que el Apocalipsis será algo así.



verónica genuflexa

Estoy harto de José Tomás.
Estoy harto del trato que se le da a José Tomás.
Que le pongan un sillón en la Real Academia. Por favor.
Que una persona lea poesía no significa nada. 
Na. Da.
Metámonos esto en la cabeza. Nos cuesta mucho porque es un tema atractivo: juzgar. Pero intentemos meternos algunos conceptos básicos en nuestras cabezas. 
Es que José Tomás lee a Manrique y a Lorca. ¿Y qué? ¿No leyó tu hijo a Manrique y a Lorca en el instituto y míralo ahí en el banco, pasando costo?
Tranquilicémonos un poco.

Recordemos: José Tomás es un torero.
Recordemos: Jesulín de Ubrique también.
Lo digo para contextualizar.
Y tú me dirás: no compares, no tienen nada que ver.
Y yo te preguntaré: ¿ah, no?
Y tú seguirás: no.
Y yo te diré: pero los dos se dedican a marear a un animal y luego atravesarle una espada que, a ser posible, reviente cuanto más órganos mejor a su paso, siendo el corazón el preferido, por rojo y por letal y por acabar de una vez por todas.
Y tú me dirás: hombre, si lo enfocas así, pues sí, pero los estilos son muy diferentes.
Y yo te pregunto: los estilos de marear y matar, dices.
Y tú: sí, si quieres llamarlo así. Lo que hace José Tomás es una obra de arte cada vez que coge un capote. Lo de Jesulín es más espectáculo.
Y yo pregunto: quieres decir que me recomiendas palomitas para ver una faena de Jesulín y gafas de pasta y caricias en la barbilla para una de José Tomás.
Y tú: bueno, no exactamente. Son maneras diferentes de vivir el toreo. 
Y yo: maneras diferentes de matar. 
Y tú: a ver, si te pones así no vamos a ningún sitio. El toreo no es un asesinato, es un arte.
Y yo pregunto: como la literatura, la pintura, la música,...
Y tú: es una arte, y punto. Hay una historia detrás, unos gestos, unos movimientos, una liturgia. Hay que ver más allá de la muerte de un animal.
Y yo: no sé si puedo.
Y tú: inténtalo.
Y yo: no sé si quiero.

El lunes leí el artículo que publicó La Vanguardia sobre la corrida del domingo de José Tomás en Barcelona. 
El autor lo tituló La Capilla Sixtina del toreo
Sick my duck.
No entiendo, repito, qué relación tiene el toreo con el arte, pero bueno.
Si tú la sabes, explícamela.
Perdón pero no soy capaz de emocionarme ante una verónica genuflexa, un doblón por bajo o un pase de costadillo, por precioso que sea. 
De todas formas, he de reconocer que el artículo me gustó en su forma más literaria. 
Una cosa no quita la otra.
Aunque hay pasajes en los que el autor se emociona demasiado, erecto su pene quizás, mano izquierda en el teclado, derecha bajo la mesa, discreta y parsimoniosa masturbación, elegante en sus gestos, mientras las palabras le fluyen al poeta articulista como fluirá todo lo demás, en esta noche de estío.

Yo en los toros veo incultura. No puedo ver otra cosa. Y cuando veo entre el público a gente a la que consideraba inteligente o interesante, no puedo hacer otra cosa sino verlos como parte de esa incultura y ese retraso. 
Cada vez que veo imágenes de una corrida de toros veo retraso.
La arena levantada por las pezuñas del animal es una imagen que me sugiere retraso. 
Y esa música, siempre a punto de desafinar, también retraso. 
Y el torero llevado a hombros, manchado de sangre, con orejas de toro en la mano: retraso.
No veo ni arte ni cultura ni poesía. 
Veo retraso.

martes, julio 07, 2009

mordiéndome los carrillos

Piqué tiene los ojos rojos porque cuando estás tan bueno se te ponen los ojos rojos. Lo sé porque a mí también me pasa, a mí se me ponen mucho más rojos que a Piqué, que me escuecen y todo, lo que pasa es que ahora no tengo ninguna foto, pero bueno, qué vamos a hacer, es el precio que tenemos que pagar gente como Piqué o como yo. 

El otro día fui a casa de mis padres, la que antes era mi casa, mi habitación, ahora es la casa de mis padres, o donde vivía yo antes o, si quiero abreviar, mi casa, porque allí donde viviste buenos tiempos, esa es tu casa, allí donde dejo el sombrero, esa es mi casa, decía alguien, no me acuerdo, 
pues el otro día fui a mi casa en busca de una memorias escolares de mi colegio, de mi antiguo colegio, del colegio al que fui de joven, 
las memorias escolares eran libritos donde aparecían las fotos de todas las clases de todos los cursos del colegio, así que tenías desde primero de EGB hasta los de COU, 
y fui a la búsqueda de estas memorias porque el día anterior había visto una entrevista que le hacían a Gerard Piqué, el jugador del Barça, el buenorro que-me-moja-toa que le marcó el sexto al madrí, en la que decía que conservaba a amigos de ese colegio, siendo ese colegio el mismo que fuera el mío, 
así que me puse a buscar en la memoria escolar teniendo en cuenta que el Piqué nació en el ochenta y ocho (88), es decir, diez años más tarde que yo. 
La cuestión es que ahí me lo encontré. Me hizo gracia verlo. 
Yo lo miraba desde un futuro que no creo ni que imaginase. Imposible que se lo pudiera imaginar. 
Nuestro futuro es imposible de imaginar, por muy aburrida que sea tu vida.
Lo miraba quince años después de esa foto, pero él estaba ahí, sonriente, 
qué coño pensaría, que había sacado un nueve en naturales, a lo mejor, o que mañana había examen de mates, qué estaría pensando el Piqué en esa foto, 
quince años después, 
dónde estaremos quince años después, 
¿alguien nos estará mirando quince años después?, 
¿qué pensará de nosotros?

Después de mirar al Piqué cual Wayne Gacy del extrarradio, pasé a mi clase, a mi curso, buscándome, comprobando que existía, no sé ahora, pero antes, al menos, sí. 
Y allí estoy yo, ahí me encuentro, haciéndome el interesante, mordiéndome los carrillos a lo Bunbury para parecer más delgado, supongo, o porque era moda, o porque lo oí en alguna parte, o porque nos apostamos algo entre algunos. 
En esas fotos de grupo nos hacían mirar hacia la izquierda, todos mirando hacia la izquierda, no sé de dónde coño sacaron esa concepción de la fotografía grupal, pero allí puedes vernos a todos mirando hacia la izquierda, como si ahí a lo lejos estuviese pasando algo. A todos excepto a los gamberros o a los que se apostaron algo a que miraban a la cámara en el último momento. Es raro ver a todo un grupo de gente mirando hacia un lado y descubrir a uno o dos o tres mirándote de frente, a los ojos, mirándote quince años después, ser descubierto por tu pasado. Miro a las chicas, las chicas que entonces eran atractivas ahora ya no lo son, mantienen ese halo de belleza pero quizá porque las recuerdo a mi manera, no a través de esa foto. 
Miro a mis mejores amigos, están desperdigados por el grupo, distribuidos según alturas. Nadie quería estar sentado porque significaba que eras bajito. 
Sentadas hay chicas empollonas. Las empollonas son bajitas.
Entonces decido buscar nombres en el Google, para ver si puedo saber algo de alguien. 
Estoy en Google, luego existo. 
Empiezo tecleando los nombres de los empollones, suponiendo que han tenido más probabilidades de triunfar, crear una empresa, ser importantes, no sé, algo así me imagino mientras tecleo. Pero no encuentro la vida de ningún empollón de clase. 
Paso a teclear el nombre de los más gamberros. Y ahí están. En Google están los gamberros de mi clase. De hecho, Google es la clase de los castigados sin patio.
Uno en un grupo de música, otro haciendo un documental, otro escribiendo en una revista. 
Y, aunque sé que esto no significa ni significará nada, me alegro por ellos.
Me alegro por todos vosotros, gamberros de clase.

P.D.: No sé por qué pero creo que Piqué, en la foto de arriba, está escuchando esta canción. 

Te. Ma. Zo.

sábado, julio 04, 2009

nada en concreto

No soy experto en nada. 
Ya lo has podido comprobar a lo largo de todos estos años que hemos compartido juntas, bañándonos juntas, acariciando nuestros pechos con la esponja de tortuguita, quitándonos el jabón la una a la otra, en definitiva, viviendo el lado salvaje de esta nuestra vida en rosa. 
Y este blog no habla de nada en concreto. 
Pero es eso lo que te gusta, lo noto en tus ojos cuando me lees. 
Te gusta que no hable de nada en concreto porque, al fin y al cabo, eso es la vida: nada en concreto.

De todas formas, pese a no ser experto en nada y no hablar de nada en concreto, hoy te voy a recomendar un cómic.

Porque no puedo hacer otra cosa después de leerlo y vivirlo.
Porque no he querido acabarlo y lo he ido demorando, volviendo atrás, viñetas atrás, para que la historia no terminase.
Porque no se me ocurre otra cosa que se pueda hacer con una obra de este calibre sino recomendarla y regalarla y seguir recomendándola y que todas las bibliotecas del extrarradio tengan una copia en sus estanterías.
Porque quizá los cómics autobiográficos están muy vistos ya, he leído en foros, pero de vez en cuando aparece algo así y no puedes hacer otra cosa que no sea rendirte.
Porque Epiléptico (gran artículo en La cárcel de papel) reúne los seis tomos que su autor, David B., fue publicando entre 1996 y 2003 bajo el título de La Ascensión del Gran Mal.
Porque pocas cosas tan bonitas podrás comprar por sólo veinte (20) euros.
Y, porque ahora que eres joven y es verano y todavía no has perdido la vista ni las ganas de sorprenderte, es lo mejor que puedes hacer.
Hazme caso por una vez.

el precio de un minuto

Hace unos días se produjo la que es, para mí, la escena más bizarra y más kitsch en lo que llevamos de año, de década quizá.
Durante uno de sus conciertos (creo que en Barcelona, en el Auditori), Isabel Pantoja, the greatest, pidió una gran ovación para el recientemente fallecido Michael Jackson. Estuvo a punto de pedir un minuto de silencio pero creo que se lo pensó dos veces al calcular mentalmente, mientras le hablaba a su público, el precio de un minuto en el Auditori. 
La crisis llega también a los duelos. 
La cuestión es que la Pantoja protagonizó el encuentro entre dos mundos tan alejados el uno del otro que será difícil que se repita algo parecido en muchos años.

Nunca un nombre propio había estado más descontextualizado.

No hay nada más distante que Don't stop 'til you get enough y Marinero de luces.
Nada.
Bueno, sí: Isabel Pantoja pronunciando Michael Jackson, que es algo que nunca esperé escuchar en esta vida.
¿Te imaginas el caso contrario? ¿Michael Jackson pidiendo un minuto de silencio por Isabel Pantoja? 

Pero mis preguntas son: 
¿Es el encuentro de dos mundos musicales o de dos personajes de la prensa rosa? 
¿Pidió la Pantoja una ovación al músico o al personaje?, y
¿Qué porcentaje del público asistente sabía de quién estaba hablando la Pantoja?




fuego

Fuego en Marlborough Street
Stanley J. Forman, 22/7/1975


viernes, julio 03, 2009

una súplica


MARTHA (Una súplica).- Fantasía o realidad, George; no conoces la diferencia.

GEORGE. - No, pero tenemos que actuar como si la conociéramos.

¿Quién teme a Virginia Woolf?
Edward Albee, 1962

miércoles, julio 01, 2009

coches derrapando por rotondas

Aquí en esta ciudad donde vivo, en este poblado al este del edén, además de coches derrapando por rotondas, a veces pasan otras cosas, incluso interesantes.
Por ponerte un ejemplo, mañana, hoy ya jueves, y hasta el domingo, se celebra un festival de teatro en la calle que, debido al tedioso y grisáceo día a día en el que nos sume esta población durante el año, muerta cultural, espiritual y cívicamente, aparece como una preciosa flor en un estercolero, de vez en cuando se da el caso, la cual, aunque sabes que no va a durar mucho, es bonito mirarla y decirte: tanta mierda alrededor y nace esta flor.
Yo estos días saldré a buscar flores. Siempre encuentras alguna.
Aquí te dejo el programa, por si quieres venirte desde esa tierra tan lejana de donde me lees y me añoras, como una hoja de hierba al viento que la despierta y la hace sentir viva.