martes, julio 21, 2009

esa montaña no estaba ahí


De aquí a unos veinte (20) años, 
estoy pensando en mi prima, la de la gripe A, quien, efectivamente, cuando pudo salir a respirar aire puro lo primero que hizo fue correr hasta el cine más cercano para ver la nueva de Harry Potter, 
de aquí a unos veinte años, dije, 
no sé nunca si se me entiende, si me se entiende la frase asín cuando son largas, y cometo el error de empezar de nuevo, cosa que hace que la frase larga ya no tenga razón de ser
el lector no es tonto, escuché o leí o soñé, que es lo mismo, un día de mayo, viendo los naranjos en flor. Debería de tener más en cuenta esta afirmación y escribir como me salga, pero lo que no quiero es que vuelvas para atrás, mi vida, lectore mio. Normalmente tengo dos pesadillas: una es que un día me despierte la voz de Rita Barberá susurrándome al oído "buenos días, te he preparado el desayuno, tostadas con mermelada, como a ti te gusta, y luego te tengo preparada una sorpresa, hoy no quiero salir de la habitación", y la otra es que me vuelvas para atrás para leerme 
a) dónde empezaba la frase, 
b) cuál era el sujeto, 
c) cuál el verbo, (importantísimo el verbo, el cabrón, más importante que Cristiano Ronaldo, CR9, el verbo), y 
d) cuánto tiempo llevamos subidos a este tren y a dónde nos lleva, escúchame lo que te voy a decir, no había pasado nunca por este lugar pero juraría que ayer esa montaña no estaba ahí.

Uno: Diego, centra el discurso de una puta vez y acabemos este suplicio, va.

Sí. 
Preguntábame: ¿pasados veinte (20) años, mi prima I'm a survivor recordará con tanto amor a Harry Potter como yo estoy recordándote ahora a, por ejemplo, Jim Henson?
La respuesta es: no.

Uno: ¿por qué lo tienes tan claro, listillo?
Yo: pues porque la cantidad de información audiovisual que se esnifa mi prima al día no es la misma que la que yo me chutaba hace veinte años. Ya no hablo de calidad, hablo de cantidad. Así que es muy probable que no se acuerde de la peli que vio el año pasado, el mes pasado o, incluso, que no se acuerde de la del Potter que vio la semana pasada. Pero no porque no ponga interés sino porque, simplemente, es imposible que se acuerde. 

Pronto, la palabra nostalgia dejará de existir.

nostalgia
1. Pena de verse ausente de la patria o amigos.
2. Tristeza melancólica originada por una dicha perdida.

Porque pronto ya no habrá patria (si es que todavía queda de eso), ni amigos (al menos que tengas facebook, toda una suerte entonces), ni dichas perdidas (todo estará en ebay: estoy pujando por la sensación de comerme un Frigo dedo en verano, a las seis de la tarde en el patio de mi abuela cuando tenía ocho años. Voy a muerte, sólo quedan cuatro horas y no se me puede escapar.)

Vayamos al grano.
Dentro del laberinto (Labyrinth) es una puta obra maestra.
Vamos a empezar a hablar claro y dejarnos de tonterías.
Basta de lloriqueos con la música de E.T. Pero, ¿en qué se está convirtiendo esto?
Esto es una peli de mayores. Aquí te cagas si eres pequeño. Así que enciende la luz si no lo ves muy claro porque vamos a verla entera y te vas a cagar.
Aquí sale David Bowie y te cagas.
Aquí sale Jennifer Connelly y te cagas también.

No recuerdo exactamente si esta película la vi en el cine o en vídeo, lo que sí recuerdo es tenerla grabada en una cinta Beta y mirármela cada dos por tres.
Y también que me compraran el vinilo de la banda sonora. Otra puta obra maestra, la banda sonora. La llevo siempre bajo mis uñas, como en el Silencio de los corderos, y la saco con unas pinzas y la voy dejando donde quiera que voy, como pistas a un detective despistado que no quiero que se aburra con el caso.

Seguramente si viese esta peli ahora mismo, después de escribir esto, si me fuera a la estantería de deubedés y pinzara esta peli con el índice y el pulgar derechos y me dispusiera a verla y la viese, te diría: quizá no ha envejecido bien, es cierto.

Por eso no la voy a ver, por ahora.
Y también, porque, ¿acaso yo he envejecido bien?

Disfruta de esta joya que te pongo en bandeja.
Sube el volumen sin vergüenza, que tus vecinos sepan a quién han de cederle el paso en el ascensor a partir de ahora.

Siempre conmigo, bajo mis uñas.


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