sábado, mayo 31, 2008

parís será una fiesta

Un viaje siempre es algo positivo.
A cualquier sitio.
Un viaje siempre es una experiencia y, por tanto, algo útil para la persona.
Y hablo de viajar físicamente pero también a través de la literatura, la música, el cine.
Un viaje sirve para descubrir cosas de nosotros que no sabíamos, sirve para desmontar prejuicios, para buscarnos y para perdernos.

Un viaje es algo necesario, vital.
No se puede crecer sin viajar.
Y crecer es aprender a decir adiós.
Despedirse de lugares y darle la bienvenida a otros,
despedirse de personas y abrazar a otras.
Viajar es decir adiós.
Viajar, perder países, dice Vila-Matas.
Un viaje es para siempre.
Y pocas cosas lo son.

Hace un par de semanas fui con Sheila a París, no sé si te lo dije.
Estuvimos cuatro días, de miércoles a sábado.
Esta es una especie de crónica del viaje. Sería interesante si yo fuese Kapuscinski o Steinbeck y lo que sigue fuera, por ejemplo, Ébano o Viaje a Rusia.
¿Has leído esos libros? Léelos y deja esto que sigue, es una recomendación.
Pero como ni soy ni quiero ser Kapucinski ni Steinbeck, lo que narraré aquí serán nuestros cuatro días en París, pocos días para París.
Introduciré algo de ficción para hacerlo más real.

Llegamos a París a las 16:00 del miércoles 14 de mayo, después de un viaje en avión en el que nos ofrecieron comida (pagando) y caramelos (gratis).
Hacía bastante calor cuando llegamos al hotel. El aire acondicionado de la habitación marcaba 19 ºC.
Nuestro hotel, muy nuevo, estaba situado cerca del cementerio de Père Lachaise, al este de la ciudad. La parada de metro era Avron. Es la línea azul, la que cruza de este a oeste, la segunda (o la penúltima) parada, queda a la derecha del mapa.

Dejamos las maletas y fuimos a dar una vuelta por los alrededores.
Llegamos al cementerio de Père Lachaise. Allí están enterrados, entre otros, Edith Piaf, Marcel Proust, Oscar Wilde, pero, ¿a quién le importan estos personajes irrelevantes si podemos ver también la tumba de Jim Morrison? Parece que a nadie.
Creo que nos preguntaron cinco veces en diez minutos por la tumba del de los Doors, a nosotros, acabados de llegar, acabados de hacer.
Turistas preguntándose entre ellos, esa es la viva imagen del fin del mundo para mí.
Cuando llegue el fin del mundo sólo habrá turistas preguntándose unos a otros dónde están los lugares de interés antes de que desaparezcan.
Después de algunas vueltas inútiles por el mismo lugar, llegamos a la tumba de Jim Morrison.

¿No parece como si la hubieran profanado? A mí me dio esa sensación y ahora que la miro otra vez pienso lo mismo. Parece que está movida, como puesta ahí mismo, con prisas. Normalmente una tumba, una lápida, transmite tranquilidad, paz, serenidad. Mira la de al lado, por ejemplo. Pero ésta no. Es como si el nervio aún diera coletazos y moviese la tierra que le rodea.
Después de estar un rato más merodeando por el cementerio, precioso, por cierto, salimos a la calle, a la vida, dando un paseo sin rumbo fijo.
Entramos en un super y compramos galletas y cacahuetes y alguna bebida. La nutrición ante todo. Cuando salimos empezaba a llover. Nos quedamos un rato debajo de un balcón como si nunca antes hubiéramos visto llover o como si aquello fuera lluvia ácida. La verdad es que llovía bastante y sin rumbo fijo aún parece que llueva más.
Sin rumbo fijo hay cosas buenas pero otras no tanto.
Cuando paró de llover caminamos de nuevo hacia el hotel.
Estuvimos viendo la tele y comiendo cacahuetes, patatas y galletas. En la tele daban una especie de O.T. Era lo mejor que hacían.

El jueves no nos levantamos muy temprano.
Fuimos a St.-Germain-Des-Prés y estuvimos paseando un rato otra vez sin rumbo fijo. Pasamos por Les Deux Magots, uno de los cafés preferidos de Hemingway. Me quedé mirando a la gente que había sentada en las terrazas y pensé que no tenían nada que ver con él. Así que nos fuimos porque no hay nada que hacer en un sitio que ya no es.
Como no habíamos almorzado, comimos directamente. De St. Germain fuimos hacia los alrededores de Notre-Dame y nos metimos en un restaurante. Comimos bien.
Al salir fuimos a la catedral. Todas las catedrales a las que he entrado están llenas de turistas, de niños y de ancianos. Son las tres especies que siempre puedes encontrar en una catedral.
Luego subimos a ver las gárgolas, que era una de las cosas que más ilusión me hacía. Para subir tienes que pisar 387 escalones, tienes que levantar los pies 387 veces.

Es decir, acabas cagándote en las gárgolas, en el constructor, en Charles de Gaulle, en Roland Garros y en París entero. Cuando llegas arriba te tiemblan las piernas y tienes el puño cerrado en busca del culpable o, simplemente, de alguien que se esté riendo. Siempre da rabia que alguien se esté riendo cuando a ti te cuesta respirar y te tiemblan las piernas.
De todas formas, una vez arriba, compruebas que ha valido la pena el esfuerzo.

Papeleras por si vas a vomitar.

Las vistas desde allí arriba, desde el hogar del jorobado, son bastante buenas por no decir muy buenas. Puedes hacer fotos como la de abajo, aun sabiendo que 99 de cada 100 personas que suban ahí arriba, harán la misma.
Hay veces en las que me da igual ser un turista más. ¿Qué puedo hacer ante esta panorámica? ¿Qué se puede hacer cuando tienes delante algo que has visto mil veces?
Fotografiarlo.

Un camaleón a punto de cazar a una libélula puntiaguda.

Bajar escaleras es aburrido. Te cansa de lo aburrido que es. Eso es lo que pensaba mientras deshacía los 387 escalones gastados por suelas extranjeras.
Ya en la superficie terrestre, entramos en una pequeña librería inglesa llamada Shakespeare & Co. Me di una vuelta por dentro. Es tan pequeña que rozas en todas las estanterías, en todos los pasillos, en EL pasillo. Dentro hay un agujero en el suelo, una especie de pozo, ni eso, como un bache. Está vallado con una mini valla para que no te tropieces. Dentro había monedas. Dentro quiero decir que las puedes coger, te agachas y las coges. Pero no, como están en un bache vallado ya no. Es como aquel experimento de dejar en la acera un monedero: alguien lo acababa cogiendo. En cambio, si ese mismo monedero estaba rodeado con un círculo de tiza, como si fuese una prueba de un crimen, nadie lo tocaba.
Me dieron ganas de comprarme cien libros aunque apenas lea en inglés. El lugar es entrañable.

Caminando de aquí para allá, cruzando calles por su debido paso de peatones, me di cuenta de que éstos no sirven para nada en París. Para nada. ¿He dicho para nada? Para nada quería decir. En Roma o en México la gente conduce desquiciada pero al menos ya lo ves, eres testigo de las aberraciones al volante. Pero en París, todo tan oh la la, mon amour, mon cherri, Amélie, blablablá, y cuando vas a cruzar no se para ni el más educado. Creo que sólo paran si te oyen sangrar. Si te oyen sangrar, digo, que sería si te oyen sangritar.

sangritar: v. gritar al ver o suponer sangre.
Ej.: La mujer se golpeó la cabeza con el bordillo, se incorporó y sangritó.

Luego fuimos caminando hacia la Torre Eiffel.
Otra vez algo mil veces visto. Cómo fotografiar algo mil veces mostrado. Por qué fotografiarlo.


En fin, que estuvimos un rato debajo de esa estructura de metal viendo cómo policías a bicicleta perseguían a vendedores ambulantes que te ofrecían una torreiffelita de llavero. Algo gravísimo. Esa es la imagen que traje de la Torre Eiffel, el perro y el gato.

Luego compramos unos crêpes, Sheila de azúcar y yo de chocolate, y nos sentamos en un banco con vistas a la torre. Compartimos nuestros crêpes con algunos gorriones que venían a comer de nuestra mano. Hubiese comprado otro crêpe sólo para dárselo a los pájaros. Que un gorrión venga a comer de tu mano me parece algo fuera de lo normal, hoy en día. Pruébalo aquí, en este bendito país. Sólo se te acercarán palomas mugrientas. En cambio, en prácticamente el resto de Europa, los gorriones se acercan a los humanos. Por ejemplo, en Hyde Park en Londres, vienen las ardillas a tu mano. Intenta encontrar una sola ardilla aquí. Es más, intenta verla. Supongo que es algo genético. Si un animal nace aquí ya trae un software incorporado, una especie de anti-virus, que lo aleja de los humanos.
Caminamos largo y tendido y llegamos al Arco de Triunfo (no sé por qué lo he escrito en mayúsculas). Hola y adiós. Todos los arcos de triunfo me parecen una estupidez.

Más tarde cogimos el metro de vuelta al hotel. Una vez por allí, cerca del hotel, cenamos en una pizzería desierta ya que serían las nueve de la noche. Creo que le pizzero nos timó. Cuando a un francés le dices que eres español, te tima. Por eso, cuando vayas a Francia, di que eres, por ejemplo, de Timor oriental si quieres ahorrarte algunos euros.
De la pizzería fuimos al hotel. Supongo que vimos un rato la tele. Me gustó la visión de la cama hecha, de todo en su sitio, ¿a quién no le gusta esa visión? Pensé que había venido mi madre y eso me hizo sentir bien. Mama, pensar en ti me hace sentir bien, ¿has visto? Para que luego digas que nunca hablo de ti. Pensar en ti me hace sentir bien.
No me acuerdo de mucho más. La pizza me confunde, ya tú sabes.

El viernes nos levantamos un poco más temprano que el jueves pero tampoco es que viéramos amanecer.
Fuimos a la Sainte-Chapelle por petición de Sheila.
Yo hubiese ido a darle crêpes a los gorriones, pero no me importó.
Hicimos un buen rato de cola turística porque aún no estaba turísticamente abierta.
El lugar vale la pena visitarlo.
Quince vidrieras con más de mil escenas religiosas. Luis IX construyó esta capilla en 1248 para guardar la corona de espinas de Cristo aunque hoy en día, la corona se guarda en Notre-Dame.
Esto lo he puesto de memoria. Es una de las dos cosas que me sé de memoria: lo de la Sainte-Chapelle y la alineación del dream team del Barça. No me pidas más.

A la salida de ese caleidoscopio religioso, y al no haber almorzado todavía, fuimos a comer directamente a un italiano, ya que estábamos en París.
Comimos con vistas a Notre Dame.
Desde mi silla veía a la gente paseándose por las galerías de las gárgolas.

Después de comer, fuimos al cementerio de Montparnasse.
Yo quería visitar la tumba de Cortázar, básicamente, pero cuando a la entrada nos dieron una guía con las tumbas de la gente enterrada ahí, no me lo creía. Era un poco como cuando sale a la luz pública el cartel de un festival y dices ¿este grupo también actuará? ¡Joooder!
Algo así sentí, qué quieres que te diga.
Mira, por ejemplo allí están enterrados, entre otros: Baudelaire, Beckett, Cioran, Citroën, Marguerite Duras, Serge Gainsbourg, Ionesco, Larousse, Man Ray, Saint-Saëns, Sartre, Jean Seberg, Tristan Tzara.
Nunca habrá tanta cultura viva en ninguna ciudad como la hay muerta en este cementerio, pensaba mientras le hacía una foto a la tumba de Cortázar antes de dejarle un billete de metro bajo una piedra.

Empezaba a chispear. Era un poco como en las películas: si sale un cementerio, llueve.
Cogimos el metro y fuimos a Montmartre, de sur a norte.
Subimos por calles estrechas repletas de turistas y llegamos hasta el Sacré-Coeur.

Todo París, todo el planeta está lleno de turistas.
¿Cómo es posible desvincular un lugar de la gente que está allí?
No es posible.
Una ciudad es la gente que la habita.
Por ejemplo, Barcelona= guiris.
En Barcelona no preguntes por una calle, pregunta por un Starbucks.
¿Hay algún lugar en el mundo donde no haya turistas?
Es que estoy seguro que incluso en la franja de Gaza hay algún japonés haciendo una foto. Estoy casi seguro.
¿Es posible visitar una ciudad y no parecer turista?
Nosotros lo intentamos. Llevábamos la guía escondida en la mochila y sólo la sacábamos a escondidas, detrás de algún árbol, dentro de alguna cabina.
Ahora que lo pienso, llevábamos mochila. Mierda.

En fin, que entramos en la iglesia llena de grupos de jubilados que, arrastrando los pies, seguían a una chica con un paraguas levantado. ¿No es ésta la clara representación del apocalipsis?
Luego bajamos hacia el centro del barrio y nos tomamos un café delante del Moulin Rouge, siendo conscientes de que aquello iba a escocer.
Un café con leche (café creme) y una coca-cola (formidable), no nos excedimos.
Cuando nos trajeron la cuenta le iba a decir al camarero que se había equivocado de mesa. Pero vi que no, que era la nuestra.
Con ese precio pensé que sería leche materna de Monica Bellucci y que la coca-cola estaba exprimida directamente de la fruta tropical del mismo nombre.
Te tienes que tomar a risa esta vida porque si no la vida te va a tomar a risa a ti.

Al acabarnos el manjar, cogimos el metro y nos fuimos hacia el hogar (rima).
Compramos unos sandwiches en una panadería y cenamos en la habitación viendo auténtica basura televisiva.

El sábado era el día previsto para visitar el Louvre.
Dejamos las cosas en consigna y salimos hacia el museo.
Antes pasamos por el Olympia, que es un lugar que quería ver.

Le hice esta foto que es POR y PARA Adolfo.
Para nadie más.
Adolfo, sé que me lees.
Fui al Olympia e hice esta foto para ti.
Tampoco es gran cosa, lo sé, pero bueno.
Espero que te guste.

Después caminamos un rato hasta el Louvre.
No hicimos cola, que era lo que más temía. Entramos ligeros como un arroyo.

El Louvre es tan inmenso que necesitas dos o tres días para verlo entero y correctamente.
Nosotros sólo vimos una parte. Estuvimos más de tres horas y no vimos ni la cuarta parte.
Pensaba, caminando por el Louvre, que lo único que le faltaba al museo eran las flechas como en Ikea, flechas en el suelo que te digan Atajo a Mona Lisa.
Es lo único que quiere ver la gente que va ahí.
La gente quiere ver algo que ha visto mil veces.
Es una forma de sentirse a salvo, supongo.
No hace falta nada nuevo, queremos ver La Gioconda, queremos ver el puto cuadro de mierda más sobrevalorado de la historia, queremos verlo con nuestros propios ojos simplemente por verlo, nada más, no por contemplar la textura, ni por poder descubrir posibles trazos de pincel, no, una mierda, no me interesa nada de esa mierda, yo quiero ver La Gioconda para luego llegar a mi país, a mi ciudad, a mi barrio, a mi bloque de pisos, llamar a la puerta de mi vecino y decirle ¿sabes qué? he visto La Gioconda.
Y ya está.
Y que tu vecino cierre la puerta y tú vuelvas a tu casa con esa satisfacción propia del perdedor nato, del incompetente supremo en el que te has convertido con los años.

Paseando por el Louvre me topé con esto.
Pensé que un sitio como el museo del Louvre no podía tener goteras.
¿Cómo es posible que un lugar que alberga tal cantidad de obras de arte pueda tener goteras?
Pensé en las goteras y en que si el Louvre tiene goteras, qué será de nosotros.
Todos tenemos goteras, en algún u otro lugar.
Supongo que, si no puedes taparlas, al menos está bien señalizarlas.

Sheila se cogió una audio-guía y estuvo una hora en la galería de los pintores italianos.

(Odio las audio-guías. Es como volver al colegio otra vez.
A mi padre le encantan, porque siempre quiere aprender cosas, quiere aprenderlo todo y cuando lo tiene todo aprendido, desaprenderlo para aprenderlo otra vez, mejor, de otra manera. Mi padre está en continuo aprendizaje y me da envidia y lo quiero por eso y por todo lo demás).

Yo miraba a Sheila en secreto desde un banco.
Estaba guapísima con esos auriculares, haciéndose la interesante para intentar ligar conmigo.
Y está guapísima ahora, mientras escribo esto, jugando al Grand Theft Auto y asesinando por dinero.

Nos quedaron muchas cosas por ver en París pero, como dice mi padre, siempre hay que dejar cosas por ver en una ciudad.
Que es como decir poseer es ya no desear.

Volvimos al hotel a recoger nuestras cosas y fuimos al aeropuerto.
El avión estaba lleno de niños y niñas que volvían de Disneyland.
Delante nuestro se sentó la Clara y detrás el Jan.
Se iban preguntando qué hacían cada tres segundos.
Luego a la Clara su madre le compró patatas fritas y las compartió con Jan. Como su brazo corto de niña de seis años no llegaba a Jan, me ofrecí a pasárselas yo un par de veces hasta que la madre le dijo no molestes más a este señor. Y lo de señor no me gustó.

Luego aterrizamos y la azafata dijo que no nos olvidásemos de recoger nuestros efectos personales pero yo quise entender defectos personales, que no nos olvidásemos de cogerlos. Imagínate que en un avión te pudieses dejar tus defectos personales y que en el próximo vuelo los siguientes pasajeros los adoptaran como suyos y tú hubieras cogido los que dejaron los del vuelo anterior.
Viajar sería un cambio continuo. Volverías a tu casa siendo otra persona.
Eso sí, quizá ya no fueses vago, aunque ahora podrías ser antipático.
Fui a París siendo vago y volví siendo antipático.

Y así viajaríamos
continuamente
en busca de aquellos defectos
tan nuestros
que una vez nos dejamos
en un avión.

viernes, mayo 30, 2008

que nos hemos ido


El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.



Las cosas.
J.L. Borges

hacer un trío

Una mujer bien vestida se arrodilla para realizar una felación a un hombre que se sorprende de los trucos que sabe hacer con la lengua la mujer bien vestida.
Un hombre bien vestido quiere intervenir para hacer un trío, que es lo que siempre ha soñado y en lo que sueñan todos los hombres.
Detrás, una mujer con las manos entrelazadas, recuerda la noche en la que cuatro hombres vestidos de guardias le hicieron sentir mujer.
Luego piensa en cómo irá la puja en eBay por ese látigo y esas esposas.
Luego ya no piensa en nada.


Un hombre con barba y gafas ensaya un paso de baile a la mínima ocasión ya que el baile ha sido, es y será su vida, él ha nacido para el baile, el baile lo necesita y él, a la más mínima ocasión y sin previo aviso, inventa un nuevo movimiento, es el poder de alguien que ha nacido con ese don, es la magia de los grandes maestros, de los elegidos, recupera gestos perdidos de la danza más primitiva y los convierte en algo maravilloso, dibuja los nuevos pasos inventados en hojas que siempre lleva encima, siempre, porque la inspiración es como la muerte y como el amor, llega cuando menos te lo esperas.

Un hombre se despierta después de haberse quedado dormido en las escaleras de un avión. (15 palabras)

contados

Estoy acabando de pulir la crónica de nuestro viaje a París.
La subiré mañana.
Hoy iba a inventarme alguna historia de esas de pérdidas y de búsquedas, pero me he dicho ¿para qué?
Este blog tiene los días contados.

miércoles, mayo 28, 2008

blanco e invisible

Aquí dejo los deberes para mañana. Consistía en un tema libre. Una vez escrito debíamos analizar el texto y todos los recursos que habíamos hecho servir. No he puesto mi comentario porque no tiene ningún interés.
Este texto es una revisión, una copia, vamos, de uno que ya escribí hace años, ¡años dije!, y lo colgué también aquí. Es una de las primeras entradas. Se supone que este está mejorado. Se supone.

Canción infantil.
El teléfono sonó de madrugada.
A oscuras, el padre descolgó el auricular y contestó preguntando ¿Sí? mientras la mujer, a su lado, tendida boca arriba, cerraba los ojos con fuerza queriendo evitar el desastre, la colisión, el huracán, todo lo que pudiese surgir de ahí. Al otro lado del aparato contestó el hijo, llorando, decía que estaba perdido en el bosque de las afueras, aquél que quedaba detrás del gran supermercado. El padre dijo Está bien, ahora voy, sin querer asustar a la madre, con un tono de voz que incluso llegó a sorprenderle ya que mostraba una resignación desconocida en él. Colgó el teléfono y encendió la lámpara de la mesita de noche. La madre preguntó ¿Qué pasa? y el padre contestó La fábrica, un problemilla.
Mientras el padre se vestía, la mujer se volvió a dormir.
Atándose los zapatos el padre dibujaba en su mente el itinerario que tendría que seguir hasta llegar a ese bosque.
Ya en el coche, por la estrecha carretera cubierta de pinaza, se descubrió cantando una canción infantil.
Lo aparcó delante del supermercado, cogió una linterna del maletero y empezó a adentrarse en el bosque.

En casa, al hijo lo despertaba una pesadilla.
Se levantó, fue al lavabo y bebió un vaso de agua. Entró en la habitación de sus padres al ver la luz de la mesita encendida. Se metió en la cama junto a su madre y apagó la luz.
¿Qué pasa?, le preguntó la madre medio en sueños.
El hijo susurró Nada, que he tenido una pesadilla, deja que me quede aquí. ¿Y papá?
Lo han llamado de la fábrica y se ha tenido que ir, contestó la madre.
El hijo siguió susurrando a la madre Pues yo he tenido un sueño muy raro. Estaba perdido en un bosque y había alguien que me miraba por entre los árboles y yo corría pero siempre lo encontraba mirándome, detrás de cada árbol, y no me acuerdo muy bien pero creo que llamaba a alguien con mi móvil para que me viniesen a buscar, creo que era a papá, que me decía que ahora venía, y yo seguía corriendo hasta que me he caído y me he despertado.
Bueno, ya pasó, sólo ha sido una pesadilla, venga, duérmete, le dijo la madre con los ojos cerrados intentando conciliar de nuevo el sueño.

Mientras tanto, en el bosque, el padre estuvo gritando el nombre de su hijo hasta que amaneció.
Fatigado, se quedó sentado en una gran piedra.

Al mediodía la madre llamó a la fábrica para preguntar si todo iba bien. Le contestaron que todo iba perfectamente y que su marido no había ido a trabajar ese día.

La madre llamó al marido.
- ¿Se puede saber dónde estás?
- No te preocupes, cielo, ya te lo explicaré.
- Pero, ¿se puede saber qué está pasando?
- Es el niño, cielo, está perdido en el bosque, lo estoy buscando, pero no te preocupes.
- ¿Qué? ¿Nuestro hijo? Pero si está...
- Tranquila, cielo, creo que ya lo he visto, mira, sí, allí lo veo, no te preocupes, ya está, ahora vamos a casa, cosas de niños, cielo, no te preocupes, ya vamos para allá.

La madre colgó el teléfono y permaneció unos minutos inmóvil, repasando su vida en silencio mientras contaba una y otra vez los escalones que llevaban a la planta superior.
Luego fue al lavabo y procuró que el hijo, almorzando en la cocina, no la viera llorar.

Afuera empezaba a nevar.
Un ligero aire hacía que los copos de nieve se posaran en la ventana, como pisadas de un gato blanco e invisible.

barniz

Estaba yo el otro día escuchando la banda sonora, el soundtrack, baby, de I'm not there, esta peli de Todd Haynes donde seis actores diferentes dan vida a Bob Dylan. 
Ahora que lo pienso, ¿ya la estrenaron aquí? Con esto del emule ya ni te enteras cuando estrenan una película. En el póster tendrían que especificar la fecha del estreno en cines y cuando la puedes encontrar en emule.
Pues estaba yo escuchando esta banda sonora, en uno de mis fantásticos viajes hacia el trabajo, viajes de placer que hago hasta el trabajo, porque yo disfruto viajando aunque sea en autobús en huelga y a treinta por hora, yo disfruto, qué quieres que te diga, yo, disfruto, y esta banda sonora, versiones de Dylan, ayuda a disfrutar. 
No todas las versiones son increíbles, ni mucho menos, como tampoco son increíbles todas las canciones de Dylan. Pero entre ellas he encontrado una que, para mí, es la mejor. 
Y escuchando esa canción, esa versión, pensaba en lo que es ser un buen cantante y me decía a mí mismo conmigo al lado que: 
a) un buen cantante es aquel al que nunca le han dicho lo buen cantante que es; 
b) es aquel que no verás por televisión y; 
c) es el que convierte una canción mediocre en una muy buena. 
Todo esto es lo que le pasa aquí a Jeff Tweedy. Coge Simple twist of fate, una canción mediocre de Dylan, te puede gustar más o menos pero aquí no hay discusión: es mediocre, y la convierte en un gran tema. Y sin hacer florituras ni cambiarle el tempo ni nada de eso. De hecho, la canción es prácticamente igual a la original. Pero es la voz de Tweedy la que ha obrado el milagro. 
Un simple barniz que hace que te preguntes ¿es la misma mesa que teníamos?
Esto es un buen cantante.


sábado, mayo 24, 2008

que lo va a dejar

Mi hermana es una chica guapa e inteligente. (Digamos que es mi reverso)
Si la conoces estarás de acuerdo conmigo.
Si no la conoces, no sé, es raro, ahora que lo pienso, creo que todo el mundo conoce a mi hermana, incluso la gente que no la conoce.
La cuestión es que desde su trabajo me envía de vez en cuando vídeos.
Hoy me acaba de decir que lo va a dejar, así que éste se convertirá en uno de los últimos vídeos que me habrá enviado.

que tenemos siempre encima

En 1927, un profesor francés llamado Pierre Louis Gaulle hizo un experimento en su clase de ciencias.
Trajo una araña en una caja, la dejó encima de su mesa y les dijo a los alumnos: "Esto que veis aquí es una araña venenosa".
Salió de clase y esperó unos minutos detrás de la puerta.
Cuando volvió a entrar, cuatro alumnos tenían los dedos inflamados.
Al día siguiente hizo el mismo experimento con otra clase. La única diferencia es que no les dijo nada a los alumnos, simplemente salió de clase unos minutos y esperó detrás de la puerta. Cuando entró, la caja estaba en su lugar y ningún alumno se había acercado a comprobar lo letal del arácnido.

Esta historieta me la acabo de inventar, como puedes suponer. Sólo quería enlazarlo con el tema de hoy. El tema de hoy, qué gracia me hago.

Esta semana vi esta foto (repetición innecesaria de pronombres) de la detención del etarra "Thierry". Supongo que tú también la habías visto, a no ser que tu padre te tenga en un sótano.
La cuestión es que me parece perfecto todo el rollo de la detención y blablabla, muy bien todo.
De lo que quiero hablar es de los píxeles. Yo he venido aquí a hablar de mis píxeles.
Está bien que se pixelen caras de niños, de personas que no tienen nada que ver con el tema de la foto, como la señora del fondo, bien, está bien.
Digamos que está bien que se pixele a humanos. (Imagínate la foto de un perro con la cara pixelada y el pie de foto Este es el perro que mordió a la niña).
Pero, ¿qué sentido tiene pixelar unas esposas?
Es que miro la foto de arriba y en lo primero que me fijo es en las esposas pixeladas.
Es decir, que aquí los píxeles, igual que la advertencia del profesor, cumplen la función contraria a la debida. Supongo que esto tiene un nombre en psicología.
Es como el porno japonés, que pixela los genitales. Prueba a ver algo de porno japonés pixelado, no mirarás a otra parte. Es lo más estúpido que puedes hacer hoy en día.
Bueno, hay cosas más estúpidas ahora que lo pienso. Pixelar unas esposas, por ejemplo.

Luego me entero de que en Francia, ese país que tenemos siempre encima, tan simpáticos todos, la legislación francesa prohíbe a cualquier medio difundir las imágenes de un detenido con esposas antes de ser juzgado.[...] Cuando las fotografías van a ser servidas para los medios franceses [...] las agencias (AFP y algunas de EFE en éste caso) pixelan la zona.

Es decir, una estupidez tan grande como todo el territorio francés.

Vivimos rodeados de estupideces, ¿te das cuenta? Lo que pasa es que nos hemos acostumbrado, pero casi todo lo que nos rodea son estupideces.
Es como cuando te vas unos días a la montaña y te das cuenta de que día a día estás respirando auténtica mierda y por la noche miras al cielo y ves estrellas, constelaciones, luces que brillan ante la ausencia de estupidez.

Ah, la estupidez.
¿Qué sería de nosotros si no existiera?
¿Qué sería de nosotros?
¿Qué sería?
¿Qué?

miércoles, mayo 21, 2008

de la vida


La noticia del día, de la semana, del mes, del año.
La noticia de la vida.

Tom Waits en Barcelona.
14 y 15 de julio.
Auditori del Parc del Fòrum.

martes, mayo 20, 2008

dentadura postiza

Mi inspiración se ha ido de putas al barrio rojo de Amsterdam
y entra en todas y cada una de las habitaciones
donde viven las señoritas en ropa interior,
niñas maquilladas y perfumadas que te llaman con el índice
y tú dices que no
o no dices nada
pero mi inspiración no sabe lo que es el no,
no conoce la negación,
porque la inspiración vive en un perenne sí,
mi inspiración sobrevive en una balsa de madera
atada al puerto
en la que viven gatos que sólo saltan a tierra firme
en busca de basura que comer.

Mi inspiración lleva dentadura postiza
y se la quita sin dudarlo
para chupársela a cualquiera que le cuente una buena historia,
ni siquiera eso,
a cualquiera que le ofrezca la frase inicial perfecta,
eso es lo que busca mi inspiración
entre la basura,
en su paladar,
en el oscuro espacio de tiempo que hay entre los parpadeos del muñeco verde del semáforo,
la frase inicial perfecta
que hará
descarrilarlo
todo.

lunes, mayo 19, 2008

asesino locaza

Esta canción la escuché por primera vez allá por la década de los noventa, ah, la década de los noventa, cuando vi El silencio de los corderos en vídeo.
¿Has visto esta película? Supongo que sí.
La perfección.

Esta canción suena en un momento muy romántico, cuando el asesino locaza se viste y se pinta de mujer y, literalmente, se esconde el rabo entre las piernas.
Es una imagen turbadora a no ser que seas la Veneno.
¿Has visto a la Veneno? Supongo que sí.
La imperfección.

La cuestión es que esta canción, este temazo, porque no se le puede llamar de otra manera, esta gloriosa canción, siempre esconderá esa fragancia turbadora, siempre recogerá el fruto podrido, siempre representará la oscuridad.

El otro día la escuché de nuevo, en un videojuego.
Y ahora no puedo parar de escucharla.
Esto es una canción perfecta.

(Si la vas a escuchar hazlo a oscuras y a toda ostia. No muy fuerte, a toda ostia)

la Bardem fuese Beckham

La semana pasada estuve unos días en París pero antes fui a cortarme el pelo. (15 palabras)
Hace años que voy al mismo sitio, a la misma peluquería, y no sé por qué, ya que casi nunca, por no decir nunca, me corta el pelo la misma persona. Y ese es el propósito de ir a la misma peluquería: que te atienda la misma persona que te dejó tan satisfecho de tu imagen que hace que vuelvas. 
Y ese no es mi caso, casi nunca, por no decir nunca, dije. 
Pero yo vuelvo a la misma peluquería, que ni siquiera queda cerca de casa, pero vuelvo como el gran loser que soy, por esa estúpida costumbre del más vale malo conocido.
Pues el otro día fui a la peluquería y me cortaron el pelo y me cobraron veintitrés euros (23 euros) por hacer algo que podría haber hecho yo y sin espejo, o mi prima de cinco años en una de esas tardes de juguemos a oficios, si es que los niños de hoy en día juegan a esas cosas. 

Tienes que llamar y pedir hora, pero no puedes de un día para otro ni con una semana de antelación, dónde vas a parar. Tienes que llamar el mismo día.
Llegué a la hora citada. 
El lugar estaba desierto pese a las pegas para concretar hora si puedes venir un poco antes porque a y media tengo a otro blablabla y cosas por el estilo. 
Me atendió una mujer de mediana edad, ¿se dice así? cuando no quieres decir vieja, digo. 
Pues era una mujer de mediana edad que se parecía a Pilar Bardem incluso en la voz (había escrito boz. Ahora que lo pienso, no estaría del todo mal diferenciar el tipo de voz: aguda=voz; pilarbardémica=boz) 
Pilar se ofreció a guardarme la chaqueta. 
Luego me preguntó que cómo lo quería. Le dije corto, arreglado. Estuve a punto de concretar con un anodino pero me vi dando explicaciones y me llené de pereza.
Pilar me lavó la cabeza como quien lava a un cachorro de perro en verano: sin darle demasiada importancia al asunto. Distraída, desbordándome el agua por el cuello y desembocándola en mis pezones y luego en mi barriga y luego en mi ombligo. Agua estancada en mi ombligo, agua de verano salpicada por un cachorro.
Luego Pilar empezó a cortarme el pelo. 
Me preguntó si quería que me pasase la máquina. Estuve a punto de decirle ni soñarlo, pero opté con un no, mejor con las tijeras diplomático, democrático, correcto, señorial, estúpido y cobarde.

Pilar me cortaba el pelo como quien se lo corta a un cachorro de perro en verano: casi jugando. Pensaba la Bardem ya le crecerá. Pensaba yo no sé qué forma tomará mi cabeza con este pelo.

Me iba cortando el pelo y yo iba pensando en esos goles de falta a cámara lenta, en eso pensaba yo, en esos goles con efecto, en esas faltas que tiraba Koeman, o Beckham, desde ese ángulo que parece que la pelota se va a la grada, que se estampará en algún espectador, pero que en el último momento gira hacia la portería y entra y gol. Pensaba yo en esos goles, en un vídeo recopilatorio de esos goles, y esperaba que la Bardem fuese Beckham y en el último suspiro dijera ¡tachán! y yo dijera golazo

Pero no.

Después de desembolsar los veintitrés euros (23 euros) con lágrimas en los ojos me dije no te quejes, es lo que querías, anodino.

Hoy mi madre lo ha rebautizado como un poco pueblerino

Y no le he podido decir que no.

sábado, mayo 10, 2008

hamster

Cuentos de terror en una frase.
Cuando el niño le iba a preguntar si sabía dónde estaba su hamster, la madre le llamó para cenar.

impersonal


Llueve. Oración impersonal.

va a resultar

Al final va a resultar que todos hemos estado encerrados durante muchos años y nosotros sin saberlo.

A: ¿Tú has estado encerrado durante muchos años?
B: Y quién no.

Detenido un brasileño que encerró a su esposa durante 18 años
La familia de la víctima denunció al hombre a raíz de la repercusión del caso del 'monstruo de Amstetten'
Un agricultor brasileño ha sido detenido acusado de haber mantenido encerrada a su esposa durante 18 años, en los que no pudo salir de su casa y durante los que fue objeto de amenazas por parte del marido, según han informado medios locales.
El canal regional TV Tem de la ciudad de Votuporanga (estado de Sao Paulo) señaló que la repercusión del caso del austríaco Josef Fritzl, encarcelado tras confesar haber ocultado a su hija en un sótano y haberla violado durante 24 años, motivó una denuncia contra el brasileño. La madre de la víctima relató que el yerno impedía a la familia ver a su hija y a las nietas, amenazando con matar a quien se acercara a la propiedad en la que vivían.
El hombre, Ary Hernández Castijo, de 50 años, fue detenido el jueves por las autoridades de Pedranópolis, ciudad a 563 kilómetros de Sao Paulo, acusado de secuestro y amenazas contra su esposa y sus dos hijas, 14 y 6 años, quienes apenas podrían salir a la escuela. Algunos acusan al hombre de tener un temperamento violento y las autoridades le confiscaron una colección de armas en la residencia
La mujer, María Aparecida Rosa, de 36 años, que ahora recibe tratamiento psicológico para su reincorporación a la vida social, manifestó que su vida y la de sus hijas corre riesgo si su esposo recupera la libertad.

ruidos extraños


Cuentos de terror en una frase.

Un día su vecino salió por la tele diciendo que en la casa de al lado se oían ruidos extraños.

antes

A mí estas cosas me emocionan, qué quieres que te diga.
Soy de lágrima fácil.


¿Por qué antes la vida duraba más?

viernes, mayo 09, 2008

pequeña rama

Suicidio de una familia alemana ante la entrada del Ejército Rojo

Esos pies, descansando uno encima del otro.
La niña acurrucada junto a su hermano, quien se ha quedado sentado para dejarle más espacio.
El hombre, en el suelo, separado del resto de la familia, sin querer formar parte de ella. Ni siquiera hoy.
La mujer, en cambio, siempre al lado de los niños.
El sol del mediodía. El mismo sol que te alumbrará a ti y a mí y a todos.
Los bancos cruzados en el camino diciendo Hasta aquí, no más.
La pequeña rama debajo del banco, como un último y pequeño secreto que la mujer no quería llevar consigo para siempre.
Pero, sobre todo, esos pies, descansando uno encima del otro.

costumbre

La costumbre devora las obras, la ropa, los muebles, la propia esposa y el miedo a la guerra. [...] Y el arte existe para que podamos recobrar la sensación de vida; existe para hacerle a uno sentir cosas, para hacer lo pétreo pétreo. El propósito del arte es recrear la sensación de las cosas tal como las percibimos y no tal como las sabemos.
Victor Shklovsky, 1917.


miércoles, mayo 07, 2008

no entrar comiendo

Paseando por este bendito centro comercial donde trabajo, caminando por los pasillos encerados todo lo rápido que puede ir una persona que va a comprar el periódico, vi un letrero en una de las tiendas.
El letrero estaba escrito a mano y en él se podía leer: NO ENTRAR COMIENDO.
Pero estaba escrito de una forma tan despreocupada, por llamarlo de alguna manera, que no había espacio entre palabra y palabra, de tal forma que la cosa quedaba algo así: NOENTRARCOMIENDO. Como dicho deprisa. Escrito por alguien que no calculó el espacio que tenía para escribir, que se emocionó con las mayúsculas.
En definitiva, escrito por un incompetente.
Lo que prohibe el letrero de esta tienda de estupideces para regalar es que no se puede entrar comiendo en ella, no vaya a ser que manches ese huevo con ojos y boca sonriente que dice Vales un huevo, no vaya a ser que manches el Oscar de plástico al mejor padre, no vaya a ser que ensucies el cuadro a lo Warhol con la Hepburn. (Audrey Hepburn se ha convertido en un icono para cutres. ¿Por qué pasa esto?)
El letrero prohibe entrar comiendo pero, ¿comiendo qué?
Por ejemplo, supongo que no quieren que entre comiendo helado, porque gotea y todo ese rollo de los helados, pero, ¿y si entro comiendo, por ejemplo, canelones?, ¿me dirían algo? O si voy repelando una costilla de cordero asado, ¿me llamarán la atención? ¿Y si voy comiendo sopa? Y si lo que como es carne humana, ¿qué harían? ¿Es legal comer carne humana?
Todas estas preguntas y muchas más que no expongo por falta de tiempo y dinero son las que me hago cuando veo este tipo de carteles.
De todos modos, no quería hablar de esto.
Yo quería decir, explicarte, exponerte, que el otro día, paseando por este bendito centro comercial donde trabajo, caminando por los pasillos encerados todo lo rápido que puede ir una persona que va a comprar el periódico, vi un letrero, apelotonadas las letras como si tuviesen frío, en el que se podía leer NOENTRARCOMIENDO, pero yo, al pasar rápido, deslizando los pies como un idiota que hiciese patinaje sobre hielo, leí NOENTRARCONMIEDO.
Una N dio la voltereta para atrás y se colocó entre la O y la M, como si echara de menos su hábitat natural pero quisiese probar la postura inversa.
Eso es lo que leí y lo que me tuvo turbado, a punto de cometer una locura estuve, en estado febril, casi desmayándome por ese pasillo encerado después de leer lo que había leído.
NO ENTRAR CON MIEDO.
¿Qué es lo que habitaría en esa tienda? ¿Qué venderían? ¿Por qué antes no me había fijado en esa tienda, en ese letrero? ¿Por qué, siendo muy atrevido, no dejaba un currículum?
Luego, ya en casa, de mayor, pensé en esos dos letreros que vi, porque yo vi dos letreros. Mientras que el primero, el real, NO ENTRAR COMIENDO, era un letrero antipático (una prohibición suele ser antipática excepto si te conviene), que no invitaba a entrar (aunque no estuvieras comiendo), que daba a entender el tipo de persona que llevaba la tienda y el tipo de persona que la había frecuentado hasta el momento, el segundo, en cambio, el visionado, el imaginado, NO ENTRAR CON MIEDO, era uno de los letreros más simpáticos que una tienda pudiera colocar en la puerta, un letrero que demostraría el sentido del humor del que la regenta y que, lejos de ahuyentar a la clientela, la animaría a entrar.
¿No entrarías en una tienda en la que colgase ese letrero de la puerta? ¿Aunque supieses que sólo venden, por ejemplo, hilo de pescar? ¿No entrarías cada día en esa tienda, sólo por el letrero, y te quedarías mirando los diferentes hilos de pesca que existen, los diferentes grosores, las texturas, los modelos, el lugar de procedencia? ¿No acabarías siendo un experto en hilo de pescar simplemente por un letrero en la puerta? ¿No sería bonito esto, joder?
La cuestión es que la gente que entra en esta mi querida tienda, esta tienda mía, esta tienda nuestra, en esta tienda de discos septuagenaria, la gente que entra, digo, entra con miedo, con mucho miedo, el castañeo de los dientes se oye desde aquí. Y eso los que entran.
Estoy casi seguro, por no decir segurísimo, por no decir no tengo ni puta idea de lo que pasará, que si coloco un cartel en la puerta en el que se pueda leer NO ENTRAR CON MIEDO, esta tienda sale a flote. En definitiva, lo que necesita la gente es que le digas cosas así como no pasa nada, acércate, son sólo discos, mira, acaríciale el lomo, así, suave, ¿ves como no hacen nada?
Voy a hacer el cartel.
Ya te contaré lo de las ventas.
Bueno, ya lo verás en las noticias.

triste y fácil laberinto

Este de aquí abajo es el ejercicio del jueves. Consistía en describir la atmósfera de un lugar en otro que no es el habitual de esta atmósfera. ¿Tú has entendido algo? No te preocupes, de eso se trata.
A mí no se me ocurrió otra cosa que esto que viene ahora.
Ataúdes en la pista.

El otro día pasé por delante del polideportivo de mi antiguo colegio. Hacía tiempo que no pasaba por esa zona y el otro día, mientras caminaba por delante de ese edificio, volví a recordar aquella tarde de invierno en la que fui a despedirme por última vez de mis compañeros.
Tengo algunos recuerdos difusos, imágenes sin ningún orden que aparecen de vez en cuando para que las ordene, como un macabro juego de memoria. Recuerdo a mi madre abotonándome el abrigo y colocando alrededor de mi cuello una bufanda. Mi madre no paraba de llorar, y lo hacía de una forma muy natural, si es que se puede llorar así. Quiero decir que lloraba continuamente, como quien habla continuamente o tose continuamente. Mi madre, esa tarde de noviembre, lloró continuamente. Yo entendía muy bien lo que había pasado aunque no lo acababa de asimilar y no porque tuviese ocho años sino porque estas cosas son difíciles de asimilar. Y lo que había pasado era que un autobús había sufrido un accidente, y que habían muerto todos sus ocupantes, y que esos ocupantes eran mis compañeros de clase y mi profesora. Yo estaba con gripe en la cama el día que eso sucedió. Por eso mi madre me tapaba la boca y la nariz con la bufanda mientras lloraba continuamente. Me dejó el pijama debajo de la ropa. Yo no quería pero ella insistió con un Hace mucho frío. Creo que fue lo único que me dijo ese día.
Cuando llegamos al polideportivo me senté en una de las butacas de la grada mientras mi madre se abrazaba con los padres de mis compañeros. Era un abrazo lento, podrías decir que se habían quedado dormidos a no ser porque de vez en cuando los escuchabas lamentarse y gemir. De fondo se escuchaba una música religiosa, muy lenta, que salía de unos altavoces grandes y negros, los mismos que utilizaban las niñas que hacían gimnasia rítmica.
Estuve un rato sentado mirando aquellos ataúdes en la pista. Estaban numerados, del uno al veinticuatro. Todos los ataúdes eran iguales, blancos, pequeños, excepto uno, marrón y más largo. Luego me até los cordones del zapato derecho. Mientras estaba así agachado observé pequeñas montañas de confeti agrupadas bajo los asientos y me acordé del cumpleaños del Sergio, que habíamos celebrado aquel sábado. Creo que fue ese día cuando me resfrié porque estuvimos jugando a fútbol y la calefacción del polideportivo estaba muy fuerte. Recuerdo que marqué dos goles: uno desde donde está el ataúd cuatro y otro desde donde está el once. Cogí un poco de confeti y me lo guardé en el bolsillo. Luego me puse de pie y comprobé que no se me viera el pijama por debajo de los pantalones. Bajé hasta la pista y caminé hacia los ataúdes donde se suponía estaban mis compañeros. Paseé por entre aquellas cajas blancas alineadas formando un triste y fácil laberinto mientras dejaba caer poco a poco el confeti de mi bolsillo.
Desde allí miré a la grada. Había algunas parejas. Casi todas apoyaban la cabeza en el hombro del otro. Ninguna miraba a ningún sitio.
Todas lloraban continuamente, como mi madre.
Aunque supuse que ellas llorarían durante más tiempo.

martes, mayo 06, 2008

lengüetazos

Hoy no voy a escribir nada. Estoy más espeso que Ronaldo la otra noche.
Estoy tan harto del madridismo en general. Y del barcelonismo también. Estoy tan harto de Raúl como de Eto'o. Los dos podían venir aquí y darme lengüetazos en los testículos. (Esta frase me reportará unos cientos de visitas de depravados. Ya te lo contaré).
Ya sé que la imagen no es del todo agradable.
Qué se le va a hacer. La vida tampoco es del todo agradable.
Basta por hoy.

lunes, mayo 05, 2008

presentación

El próximo viernes 9 de mayo, a las 20:00h en La Central de la calle Mallorca, Agustín Fdez. Mallo presentará su libro de poemas Carne de Píxel, junto a Manuel Vilas, que presenta su novela España ("una novela retrofuturista de una España alucinada").

justice - stress



A ver qué te parece el nuevo vídeo de Justice.
A mí me pone bastante, muy nervioso.
¿Está muy bien realizado o hay escenas reales?

el mismísimo pascual

El próximo 20 de mayo sale a la venta este disco de aquí arriba.
La Johansson haciendo versiones de Tom Waits.
He leído críticas para todos los gustos. Que si no sabe cantar, que si canta increíble, que si podía habérselo ahorrado, que si es una grata sorpresa.
Y yo me pregunto: ¿y qué más da?, sus tetas son naturales, ¿no?

Pero de lo que quería hablar, si es que quería hablar de algo, es que en muchas de estas críticas se puede leer: colabora el mismísimo David Bowie.
¿Qué se quiere decir cuando se dice el mismísimo?
¿Qué significado oculto contiene mismísimo?
¿Cuando un artista, una persona, cuando David Bowie pasó de ser David Bowie a ser el mismísimo David Bowie?
¿Qué tiene que hacer una persona para ser la mismísima?
¿Cuántas canciones buenas tiene que escribir un músico para conseguir el título de mismísimo?
¿Cuántas películas buenas tiene que dirigir un cineasta para ser tratado de mismísimo?
¿Es Tarantino el mismísimo Tarantino pero Robert Rodríguez sólo es Robert Rodríguez?
En la película Infiltrados sale Leonardo DiCaprio pero cuando leemos el reparto no leemos el mismísimo Leonardo DiCaprio. ¿Por qué? Porque en la misma peli aparece, por ejemplo, Jack Nicholson, que anula ese intento de mismisismo. En cambio, imagínate que en la próxima peli de José Corbacho y Juan Cruz apareciese Leonardo DiCaprio. Entonces sí que se podría decir que aparece el mismísimo Leonardo Dicaprio. Ya basta de tonterías. Estoy diciendo una cantidad de estupideces.
Por supuesto que en el contexto de ese comentario se quiere decir que un artista como David Bowie, (con su bagaje musical, su mujer Imán, su ojo de cada color y todo lo que se pueda decir de él) colabora en este disco dándole un toque de exclusividad, exigiendo un voto de confianza para la pobre Johansson. Oye, que colabora David Bowie, no, el mismísimo David Bowie, que el disco no puede ser malo, bueno, puede ser malo pero no malísimo. Eso es lo que quieren decir.

Mira, hoy en día, las cosas, así en general, las cosas, no se hacen para que sean mejores: se hacen por dinero o por sexo. Y está claro que al Bowie no le falta el dinero. Ni a la Johansson tampoco.
Así que cuando alguien me dice en este disco colabora tal, o en esta película sale el mismísimo pascual, yo no pienso en que el disco será mejor o peor o que la peli me vaya a gustar o no.
Yo sólo pienso en dinero y en sexo: el motor del mundo.
¿Tú aún piensas en el amor al arte?
Yo ya no.
Es triste, pero ya no.

jueves, mayo 01, 2008

ya se ha ido

Inauguro el mes entrando en esta página y subiendo una canción.
Para mí es una de las mejores canciones de la historia. 
Lo digo en serio. 
No es que signifique nada en mi vida ni todo ese rollo, ni siquiera me acuerdo cuando la escuché por primera vez, sería en M80 o alguna de esas cadenas que tienen puestas en las peluquerías. 
Simplemente la considero perfecta
Tampoco me he parado a analizar la letra, aunque no creo que haya que ser Harold Bloom para darse cuenta de que no es una letra alegre. Y a mí con eso ya me vale. Soy así de simple, qué quieres que te diga. A mí si es triste ya me vale. Ya me vas conociendo.
Mira, he entrado en esta página y la primera canción que he buscado ha sido ésta. 
Ahí está (casi) todo lo que quieras escuchar, lo que te venga a la cabeza, y yo voy y tecleo KC and the Sunshine Band. ¿Hay alguna explicación? No creo. 
Ni siquiera la tenía en la cabeza. Ni siquiera la había escuchado hace poco. Ni siquiera nada. Hay cosas que no tienen explicación. Y mejor así.

He pensado que tenía que compartir this magic moment contigo y contigo y con el de más allá, para que te des cuenta de lo buena, buenísima que es esta canción. 
Por favor, no te vayas. 
Pero el 2 ya se ha ido. 
No hay nada que hacer.
(Yo siempre la escucho al máximo volumen).