miércoles, diciembre 31, 2008

también le tengo miedo al helio

El otro día, ayer. 
Empiezo de nuevo.
Ayer estaba tumbado en el sofá de mierda mirando la tele a las dos o a las tres (2 o 3) de la madrugada, viendo un programa en C33 sobre el director Wim Wenders. 
Creo que era sobre él, lo vi empezado ya. 
Como la tele estaba a un volumen bajo, como la tele estaba bajita, iba yo recopilando frases que me llegaban del aparato, sin escucharlo todo perfectamente pero tampoco queriéndolo. Levantaba yo la oreja izquierda pegada al cojín de mierda para oír mejor, porque por la izquierda oigo más que por la derecha, y así escuchaba lo que la voz en off decía del Wenders, lo que el Wenders decía a través de su traductor català. 
En una de esas ráfagas de frases que me vinieron, el Wim estaba hablando de las drogas, de si había tomado o no, blablabla, que sí, que se ve que se metió algunas pastis, LSD, creo que dijo la voz catalana de Wim Wenders, pero que en uno de los viajes casi se queda como la gallina: turuleta. 
Y es eso lo que me hizo querer escribir este post, una frase maloída por mi oreja derecha en la que Wim Wenders decía que después de un viaje de LSD estuvo a punto de no volver. 
Y es de eso, digo, de lo que quiero hablar hoy: del retorno.

Yo, personalmente yo, mi yo personal, el yo que puedo decir mirándome al espejo: ese soy yo, yo, dije, digo, nunca hemos tomado drogas. 
Sé que parece lo contrario leyendo la cantidad de tonterías que escribo, pero así es: nunca he tomado drogas. Y con esto no estoy diciendo: mirad, leed qué sano soy, coño, o los que se drogan son una pandilla de imbéciles, no, no entro en ninguno de estos discursos de abuelas. 
El motivo por el que nunca he tomado drogas es el que dije: el retorno. O, mejor dicho: el miedo al no-retorno.
Así somos los cobardes, qué quieres que te diga. 
Yo necesito saber que luego voy a volver, a donde sea: a mi casa, a la calle, al autobús, a la cama o a mí mismo, volver allí donde estaba en un inicio, en mi inicio. 
Saber que va a haber un retorno es indispensable en mi vida.

Cuántas veces fui a trabajar, voy a la uni, pensando en el momento de la siesta a la vuelta. Cuántas veces sales de fiesta y sí, está bien, es divertido, o te aburres, da igual, es una fiesta, pero está bien, está bien, es una fiesta, pero es una fiesta porque más tarde volverás a casa o a allí de donde vengas, es una buena fiesta porque llegará un momento en el que se acabará y tú volverás a casa y te acostarás y te dormirás. Si la fiesta durase eternamente sería el infierno.
Cuántas veces fuiste al cine, al teatro, y pensaste me estoy aburriendo y aburriéndote así como estabas te imaginaste la vuelta a casa, ya de noche, sin cenar, porque el cine era a la hora de la cena y cuando salgas ya será tarde, y cuando llegues a casa quizá sea la una de la madrugada pero, ¿qué más da?, entonces recuerdas que sobró pan, ¡y lomo de este mediodía!, un bocadillo de lomo a la una y media de la madrugada, cuando vuelvas a casa, sentado en el sofá, la felicidad es el retorno, pensarás mientras pasan los títulos de crédito de la película, la felicidad es el retorno, qué más da cómo haya acabado la película si en casa tengo un trozo de pan y lomo.

El retorno a un lugar es algo necesario para el hombre. 
Cuando la muerte venga a visitarme, que me lleven al sur donde nací, dijo el Sabina. 

Cuántas veces se te ha hecho tarde en casa de un amigo/a, y él/ella te ha ofrecido pues quédate a dormir, hay camas, y a ti te ha dado pereza el volver a esas horas a tu casa y de buena gana te quedarías en su casa porque sabes que te invita de verdad, pero dices que no, que da igual, que te vas a tu casa. ¿Por qué?: porque lo necesitas. Necesitamos volver.

(Igual que con las drogas, a las que les tengo simplemente ese miedo, no el de engancharme ni el de no controlar, sino el de no volver a ser yo, también le tengo miedo al helio (sic), a inspirar helio de un globo, que te hace hablar como un pitufo (wikipedia: el helio, al ser menos denso que el aire hace que las cuerdas vocales puedan vibrar con mayor frecuencia, ya que encuentran menos resistencia que con el oxígeno), a eso me refiero, a eso le tengo pavor. Y no es que tenga ocasión de inspirar helio cada dos por tres, no, claro, pero siempre que veo que alguien lo hace, en la tele, donde sea, me pongo nervioso y pienso imagínate que no vuelve a hablar con su voz, que se le queda esa voz para siempre, vaya putada, ¿quién se lo va a creer?, ¿quién confiará en ti si hablas como un pitufo? Imagínate estas frases en voz pitufo: Tranquilo, no te preocupes, yo me encargo de todo, o, Si algún día queréis salir puedes dejarme a la niña.
¿Acaso nadie le tiene miedo al helio que todo el mundo se lanza a inspirarlo como si no hubiese mañana?
¿Acaso nadie le tiene miedo al no-retorno?).

Mira, ahora mi abuela está en la residencia (digo la residencia y parece que sólo haya una), y está porque tiene que ser así, porque es lo mejor para todos, qué más da por lo que esté, la cuestión es que ella dice que está ahí temporalmente, que de aquí a un tiempo volverá a su casa. Y simplemente es eso, ese pensamiento, lo que hace que ella esté mejor, estoy seguro, la idea de la vuelta a casa, aún a sabiendas que no estará mejor cuidada de lo que está ahora, le hace estar más feliz. 
Porque así es y así debe ser. 
Porque el retorno es nuestra última esperanza. 
Nuestra mejor esperanza.

Roda el món i torna al born.
Qué bonito suena.


Cuántas veces, 
después de un viaje, 
volver a casa, 

el sonido de la llave en la cerradura, 
el olor de los muebles del recibidor, 
el interruptor estropeado, 
cuántas veces nuestro váter, 
de nuevo, 
nuestra cama y nuestra almohada,
ese póster, 
ese cuadro aún sin colgar que ya se quedará ahí, 
cuántas veces la silla de la cocina que cojea, 
y el viaje estuvo bien, la verdad, 
un viaje inolvidable, 
hicimos fotos, 
ya te las enseñaré,
unos lugares preciosos pero, 

cuántas veces, 
después de un viaje, 
volver a casa.


...Pero el viajero que huye
tarde o temprano detiene su andar,
y aunque el olvido, que todo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guardo escondida una esperanza humilde
que es toda la fortuna de mi corazón.
Volver...

sábado, diciembre 27, 2008

y tú sabrás que mi nombre es Mountazer

Mountazer en acción. (En un primer momento pensé que se trataba del Follonero).

De esto quería hablar cuando pasó (había escrito "sucedió" pero lo he cambiado por "pasó" porque "sucedió" me ha parecido más formal, no me preguntes por qué, pero "sucedió" no me ha gustado y lo he cambiado por "pasó", que es un verbo que todos usamos más) pero no tuve tiempo.

El pasado 14 de diciembre, un periodista iraquí, Mountazer al Zaidi, le tiró (había puesto "lanzó" pero lo he cambiado por "le tiró", que es más visual, al menos para mí) dos (2) zapatos a Bush durante una rueda de prensa. Antes le había avisado con un: "Toma tu beso de despedida, pedazo de perro", que me suena a Bruce Willis en alguna Jungla de cristal antes de matar al malo (al extranjero), pero bueno, eso son cosas mías, aunque no te extrañe que dentro de poco aparezca en alguna peli al estilo Sayonara, Baby o Alégrame el día o ...Y tú sabrás que mi nombre es Yahvé cuando caiga mi venganza sobre ti. 
La cuestión es que Mountazer (como el novio de Pilar Rubio) ha hecho algo que le gustaría hacer a la mitad de la población mundial. El acto del periodista punk, que ahora debe de estar recibiendo de lo lindo en una celda llena de ratas, representa a casi todo un planeta. Y yo creo que no se le ha dado demasiada importancia. 
Ahora sólo se habla de que la marca de esos zapatos (Zapatos Baydan),  ha pasado de vender 15.000 pares al año a tener encargados 370.000 en una semana. Eso, al fin y al cabo, es una curiosidad que pasará de largo dentro de un mes. 
Lo realmente importante aquí es el acto de lanzar unos zapatos, como una madre por el pasillo persiguiendo a su hijo, un hijo insolente y asesino que, después de esquivar los zapatazos de su madre, del mundo, de nosotros, aún tiene la desfachatez de reírse de su vieja.

Mountazer al Zaidi erró sus disparos, sí, pero ahora nosotros tenemos la oportunidad (y el deber) de apuntar con más calma (sin miedo a represalias), teniendo en cuenta, eso sí, la inclinación y la fuerza.
Desahógate.

viernes, diciembre 26, 2008

nada, que yo sepa

Nada, que yo sepa,
(a qué venía eso cuando me lo dijiste)
ni aquel pez naranja que me compraste en el mercado
al que íbamos los martes o los miércoles o algún día,
qué más da,
y cuando se murió lo metimos en una caja y lo tiramos a la basura,
ni aquel pájaro
que entró una tarde de verano por la ventana de mi habitación
y te pregunté si nos lo podíamos quedar
y tú me dijiste bueno
y a los dos días se murió
y me dijiste que es que los pájaros necesitan libertad
y luego lo metimos en una caja y lo tiramos a la basura,
ni aquel gatito que siempre venía y maullaba en la verja
y un día se coló y se quedó con nosotros,
años,
y luego se murió,
de viejo,
me dijiste,
y lo metimos en una caja y lo tiramos a la basura,
nada, que yo sepa,
ni cuando conocí a esa chica,
y nos mandábamos cartas y nos decíamos te quiero
y yo guardaba las cartas en una caja debajo de la cama
y luego, un día, me dijo que ya no me quería más,
y saqué de debajo de la cama la caja con esas cartas
y te pregunté
y ahora qué hago
y tú me dijiste
tíralas a la basura
y así lo hice
y guardé de nuevo la caja,
vacía,
debajo de la cama,
nada, que yo sepa,
ni luego ese perro,
Toby, Boby, algún nombre así le llamamos,
ese perro tan tranquilo que nos regaló la señora Josefa,
que la Blanca ha parido y no puedo quedármelos todos,
dijo,
ese perro,
Toby, Boby, algún nombre así le llamamos,
que estuvo con nosotros diez once doce años,
qué más da,
si luego se murió
y lo metimos en una caja y lo tiramos a la basura,
nada, que yo sepa,
digo,
ni tan siquiera el abuelo,
que tú siempre me decías hazle caso al abuelo
y yo le hacía caso y él me llevaba a los sitios
y me preparaba la merienda cuando tú no estabas
y me decía tienes que comer para hacerte mayor,
mayor para qué, abuelo,
le preguntaba yo,
y él no me respondía
o me respondía algo que no le había preguntado,
ni tan siquiera el abuelo, dije,
que cuando se murió lo metimos en una caja y ahí debe de estar todavía,
como el pez, el pájaro, el gato, las cartas y el perro,

nada, que yo sepa,
(a qué venía eso cuando me lo dijiste)
cuando ha muerto
se ha ido al cielo.

martes, diciembre 23, 2008

grupo de esperpentos

De pequeño a mí me gustaba La Orquesta Mondragón.
No era algo que me quitase el sueño, ni siquiera fueron mi grupo favorito, pero reconozco que les tenía cariño, les tengo cariño. Para alguien de ocho, diez años, crecido a base de sábados ante la Bola de cristal, un grupo de esperpentos sol y nieve como fueron La Orquesta Mondragón era lo mejor que le podía pasar a la música, al mundo, así, en general.

De pequeño, otra vez empiezo la frase igual, fui a ver a La Orquesta Mondragón a un concierto gratuito durante unas fiestas aquí, en Viladecans. Fui con mis primos y no recuerdo con quién más. Sólo me acuerdo de que cuando nos íbamos, un chico estaba en el suelo y le temblaba el brazo y una chica le sujetaba la cabeza por la nuca y gritaba Una ambulancia mientras nosotros pasábamos por su lado y alguien dijo Sobredosis y yo supuse que era algo de drogas pero no entendí muy bien la escena, quizá por el contexto, quizá porque no había nada que entender.

De entre todos los éxitos ("Viaje con nosotros", "Ellos las prefieren gordas", "Caperucita feroz") siempre hubo uno que me gustó por encima de los demás, una canción "seria" entre tanto repertorio sin pretensiones.
"Corazón de neón" es una de las mejores canciones del pop español le pese a quien le pese.
Más tarde, años después, me enteré de que fue compuesta por Gurruchaga, Sabina y Antonio Carmona, cosa que me hizo gracia, más que nada porque me imaginé a los tres personajes, papel y lápiz en mano, whisky y porro en otra, polvo blanco por las mesas y pariendo un temazo como este.
A veces las drogas no van mal del todo.

lunes, diciembre 22, 2008

fino, fino


Mirando las listas de lo mejor del año de la pitchfork, me he encontrado con una lista de los mejores vídeos de todos los tiempos.
Uno de ellos era éste de The Avalanches, que fabricaron un disco (Since I left you) con retales de bandas sonoras y diálogos de películas y les quedó fino, fino, que me lo compré y todo, imagínate.
O lo amas o lo odias.
Yo, lo amo con locura.

domingo, diciembre 21, 2008

trozo de fuet

Bueno, después de un lapsus de tiempo sin escribir, sin actualizar, sin pararme ni dos minutos delante de este bendito blog que tantas tardes de gloria me ha brindado, por fin puedo sentarme un rato para explicarte, si todavía sigues ahí, qué coño hago con mi vida.

La cuestión es que si no me ha parado ni dos minutos para actualizar este blog ni el de La madera es nuestra ni el de Chapuzas de letras (Raúl debe de estar contento conmigo) es porque no he tenido esos dos minutos libres. Y, si los he tenido, ni me he dado cuenta.
Y tú me dirás ¿y qué coño has hecho para no tener ni dos minutos libres al día?, y yo te diré cosas de chicos.

Este ha sido mi planning horario estos últimos días/semanas:
8:00-14:30 - Universidad.
16:30-18:30 - prácticas de coche.
19:00-21:00 - ayuda en la residencia.
Este planning, así, a simple vista, puede parecer esqueléticamente cutre, y puede que lo sea, pero piensa, acuérdate de lo que era mi vida en, por ejemplo, julio:
10:00-16:00 - discos Castelló.
...
...
Yo ya estaba acostumbrado a hacer una cosa al día, un acto benéfico al día ya estaba bien para mí, y ahora mira el planning de estas últimas semanas, me levantaba a las 6:00 y no volvía a casa hasta las 21:30, pero, ¿esto qué es?, ¡yo no pedí esta vida!, es más: ¡hay una mosca en mi vida!, ¡que me la cambien!

Ahora, hoy, estoy de vacaciones, la vida del estudiante es agotadora, y ya no volveré a hacer más prácticas de coche (ah, qué placer aprobar a la primera, es como quitarte ese trozo de fuet que te oprime las muelas y tú buscas con la lengua y se te escapa casi queriendo que se te escape y lo mueves y sabes que está ahí y hablas con alguien y mientras hablas sabes que está ahí, porque lo notas al mover la lengua, pero no lo puedes decir, es un secreto entre muelas, y al final, a solas, lo tienes, acorralado, y entonces decides introducir el índice y el pulgar y pinzarlo, ¡ah! trozo de fuet que me oprimías las muelas, ya te tengo entre mis dedos, ahora te comeré como es debido), así que sólo tengo activo de 19:00-21:00.

Hablando de prácticas de coche, hace unos días, mientras volvíamos de Barcelona, hablando con mi profesor, éste me preguntó si yo creía en el más allá. La pregunta no vino así como así, la pregunta vino porque la chica que había aprobado la semana anterior había llevado una cabeza de ajos en el bolsillo y había aprobado a la primera. Según ella, también la llevó al examen teórico recomendada por una amiga, que siempre suspendía, hasta que llevó una cabeza de ajos y aprobó. Pues después de contármelo, yo le digo que eso son tonterías, que no estamos en la Edad Media para creer en esas cosas, y él me dice que hay mucha gente que cree en esas cosas y yo le digo que muy bien, que crean, pero yo no voy a dejar que una cabeza de ajos decida si sé conducir o no. ¿Tú sí? La cuestión es que empezamos a hablar del asunto del más allá, los curanderos, no sé qué más. Yo le dije que no creía en nada que no se pudiera comprobar científicamente. Él me dijo que sí que creía en la reencarnación que, cuando nos moríamos, nos reencarnábamos en otra persona. Entonces le pregunté si eso quería decir que yo era otro reencarnado, y él me dijo que sí y entonces le dije: ¡acabáramos!, ¡pues que pague él las prácticas, joder! 
Luego me preguntó que qué creía yo que pasaba cuando alguien se moría. Polvo eres, le respondí. Y él acabó la frase. 
La cuestión es que como lo veía tan entusiasmado con el tema de la magia en general, le propuse una cosa. Mira Albert, le dije, así se llamaba mi profe, ¿qué te parece si en vez de pagarte 36 euros la hora de prácticas te pago con unas piedras mágicas que tengo y que te pueden cambiar la vida? Las cogí un día de la estación de tren, de las vías, son así grises, con puntitos negros, y te aseguro que te pueden cambiar la vida. Haz una prueba: cógelas, sal a la calle, lánzaselas a alguien, procura darle en la cabeza, cuando veas que cae al suelo sangrando y gritando sigue lanzándole las que te queden hasta que deje de moverse. Quédate a su lado hasta que venga la policía, te arresten y te metan en la cárcel por homicidio. Pasa unos años en la cárcel y, cuando salgas, verás que tu mujer está con otro hombre y que tus hijos no quieren saber nada de ti. Entonces, como no tienes dónde vivir, busca un cajero automático y acomódate. Sólo tienes que esperar a que alguien te rocíe con gasolina y te prenda fuego y así acabe tu sufrimiento. No me digas que estas piedras no te cambian la vida.
Todo esto no se lo dije pero el día del examen, después de saber que había aprobado, le pregunté si él había traído la cabeza de ajos, porque yo no. Me dijo que él tampoco. 
Entonces, me pregunto, ¿lo que me pasó fue cuestión de suerte y si me hubiera traído la cabeza de ajos hubiese sido magia?
Muchas preguntas se pueden hacer durante una hora cuando sabes que te cuesta 36 euros.

Por cierto, si una hora de prácticas de coche está a 36 euros: ¿a cuánto está una hora de vida?

jueves, diciembre 11, 2008

oreja derecha roja


Si ves a una enana victoriosa después de haberse liberado de las cadenas que la tenían apresada dentro de un barril lleno de agua, 
si ves a una enana ojerosa con la oreja derecha roja de tanto la mano apoyada ahí mientras se duerme por entre las bibliotecas, 
si ves a una enana que no se para en los pasos de peatones cuando pedalea su bike por las calles y escucha lo último de lo último que le ha grabado su amigo que habla en inglés, 
en definitiva, 
si ves a la petite houdini: felicítala, tú que puedes.
Yo la he llamado pero se ve que ya no quiere nada de conmigo, nada de de mí, se ve que ya no quiere saber nada de alguien que ya no actualiza el blog.
Hoy ya eres más vieja.
Hoy ya puedes beber alcohol.

¡Felicidades!

domingo, noviembre 30, 2008

hacer trapos


"La actriz Winona Rider ha perdido misteriosamente un brazalete incrustado de diamantes y un anillo de la casa Bulgari, ambos valorados en 125.000 dólares.
Rider ha comentado a Bulgari que no sabe dónde ha puesto las joyas, que utilizó en la fiesta de Marie Claire celebrada en Madrid hace dos semanas”.

Cuando ya nadie se acordaba de Winona, cuando ya nada se espera personalmente exaltante, cuando ya los modernos de Barcelona le habían dicho a sus madres: toma, con ésta puedes hacer trapos, cuando miro la camiseta en mi armario, camiseta que me compré en NYC, tenía que decirlo, y el vendedor me preguntó de dónde éramos (mi padre y yo), y nosotros from Spain, y el vendedor que nos pregunta si allí también conocemos a la Rider, pensándose a lo mejor que en la ignota Spain no teníamos luz ni agua corriente ni, por lo tanto, diversión, pensándose quizá que allí, que aquí en Spain la vegetación lo inundaba todo, comíamos nosotros bambú o raíces, arrancábamos uñas de nuestros antepasados muertos para incrustarlas en nuestro pecho, pensé yo que pensábase eso el hombre que nos vendió la camiseta, cuando ya han pasado más de tres y cuatro y cinco años, qué sé yo, de lo que te estoy contando, aparece en escena la beautiful girl para recordarnos que, ¿dónde leí esto?, a un leopardo nunca se le borran las manchas.

Estarás conmigo en que la pérdida misteriosa es más sospechosa que un gitano haciendo footing.

En fin, Winona, te queremos.

jueves, noviembre 27, 2008

martes, noviembre 25, 2008

una rienda suelta

La adolescencia es como la casa de Gran Hermano: todo se magnifica.

Cuando no tengo prisa, llego pronto. Es la prisa la que me hace llegar tarde.

El otro día pensaba en la dificultad de contar un chiste por escrito. Escuché éste por la radio y me hizo gracia:
Una mujer llama por teléfono a su marido, que acaba de salir de un juicio por robo.
La mujer le pregunta: ¿Cómo ha ido, Manolo?
El hombre le responde: Pues mira, me han dicho que ocho meses de cárcel o doce mil euros.
A lo que la mujer concluye: Manolo, no seas tonto, tú coge el dinero.

El fin de semana pasado fuimos a Granada.
Dadle un ramo verde de luz a mi mano, una rienda suelta, un galope largo.
No hay nada que no hayas oído ya de Granada que te pueda decir yo.
Es bonita, sí.
Y La Alhambra es algo demoledor, irreal.
Lo que a veces me cansa a mí es el felicismo sempiterno del sur.
El jaleojaleo porque sí.
Las palmas y los Chunguitos en la terraza de un bar.
El acento de chiste continuo, interminable y agotador.
La cantidad de perrifláuticos, a.k.a. bon vivants, que abarrotan el mirador de San Nicolás. Allí te sentirás a gusto si te es agradable el picor de las pulgas en las piernas.
Olvídate de ver La Alcazaba al atardecer con la tranquilidad que te han inculcado las fotos del National Geographic. No hay National Geographic que valga. Aquí sólo vale una monedita.

A veces me cansa, dije.

La cultura del tapeo.
A mí siéntame a una mesa como a las persona civilizadas.
Ya no estoy para comer de pie, ya no tengo edad.
Que me siente y tú vienes y anotas lo que quiero y te vas y vuelves con lo que te he pedido y luego te pido la cuenta y te pago y me voy.
A estas alturas necesito ya una rutina.
No me apetece estar atento en la barra por si me has visto.
Ya no me hace gracia si me devuelven mal el cambio.
Ya soy un burgués.
Y dame algo que no hayas frito dos veces.

En La Alhambra eché en falta un McDonald's. Iba caminando y pensaba: Aquí lo que hace falta es un buen McDonald's, con su McAuto y todo, con su caution! piso deslizante y todo también.
Pensaba, mirando la maravilla arquitectónica, que La Alhambra entera está pidiendo a gritos un McDonald's. Hay mensajes subliminales por todas partes.

                                                                       I'm lovin' it!

miércoles, noviembre 19, 2008

la flor del poema

A veces pienso en mi vida. 
¿A ti no te pasa? Pensar en tu vida, digo, no en la mía, cada uno en la suya, digo. 
Yo a veces pienso en mi vida. Sobre todo cuando camino. 
Caminar es el mejor ejercicio para pensar en cualquier cosa. 
Puedes pensar en estupideces y también pensar en tu vida, en la vida de uno, o también en la de otros. 
Aunque casi siempre se acaba uno yendo hacia sí mismo. 
Camino y pienso en mi vida por la noche, de vuelta a casa, y pienso y me viene a la cabeza esa reflexión tan bonita y triste atribuida a Quino, aunque quizá ya la dijo algún griego. 
¿Qué más queda por decir? 
Nada. 
Ahora sólo repetir de otras maneras.

Pienso que la forma en la que la vida fluye está mal. 
Debería ser al revés.
Uno debería morir primero, para quitarse ya ese problema.
Luego, vivir en un asilo de ancianos hasta que te larguen cuando ya no seas tan viejo.
Entonces empiezas a trabajar y se trabaja durante treinta o cuarenta años hasta que se sea lo suficientemente joven para disfrutar de tu jubilación. Fiestas, parrandeadas, alcohol, salir con hombres o mujeres (según el caso), que sé yo, hasta que estás listo para entrar en la secundaria. 
Después pasas a la primaria, eres un niño que se pasa la vida jugando sin responsabilidades de ningún tipo.
Luego llegas a ser un bebé y vas de nuevo al vientre materno, y te pasas los últimos nueve meses de tu vida flotando en líquido amniótico hasta que tu vida se apaga en un tremendo orgasmo.

Pensaba en esto o en algo parecido, quizá no lo recordaba tan largo, y me preguntaba, volviendo a casa de noche, ¿qué será de mí? Porque, aunque te importen otras personas, ya dije, tú siempre vuelves a ti. Es necesario. 
¿Qué será de mí? ¿Qué viene ahora? ¿A dónde voy? 
También pienso en estas cosas cuando estoy sentado en clase y miro a mi alrededor. ¿Cómo les explico a estos niños que yo voy para allí y ellos se van para allá? 
¿Luego qué viene?, me digo. 
Y me imagino volviendo a B.U.P., a E.G.B. ¿Qué viene ahora? ¿A dónde voy?
¿Cómo serán mis amigos en la guardería? 
¿Cómo le explicaré a Sheila que me vuelvo a hacer pipi, que no controlo mis esfínteres, que necesito un chupete? ¿Cómo se pide un chupete? 
Aún me faltan unos años, pero llegará. 
Y ¿cómo le explico a Sheila que me tengo que ir, que mi madre me está esperando con la barriga abierta, su vientre abierto y esperanzador y rojo y vivo como una flor en un poema de Lorca? 
¿Cómo se mete uno allí dentro? ¿Habrá alguien que me ayude? ¿Estará mi familia allí reunida, como en una cena de Navidad, para despedirse? ¿O será algo más solitario, más íntimo, como sentarse en el sillón del dentista?
Yo, si te digo la verdad, sólo espero que haya alguien que me ayude y me indique cómo tengo que poner los brazos y las piernas para caber allí y que me diga No tengas miedo.
Y,
cuando esté bien colocado 
dentro de la flor del poema, 
oscuridad y latidos a mi alrededor, 
casi dormido, 
escuchar 
a mi madre 
decir 
Ya está.

martes, noviembre 18, 2008

seguidor o seguidora

Ya puedes hacerte seguidor o seguidora, como prefieras, de este blog. 
(En la columna derecha lo verás.)
Las chicas de la foto ya se han hecho. 
Y parecen contentas. 
Así que malo no puede ser.

¡Hay regalo seguro a los mil (1000) primeros!

sábado, noviembre 15, 2008

pelo del perro

Buscando, recalando información sobre el György y su obra de los 100 metrónomos, me topé con una agradable sorpresa en forma de blog.
Pelo del perro se llama.
Me han gustado varias cosas:
su buen escribir, ante todo,
el desconocimiento de la mayoría de grupos y cantantes de los que escribe,
que escriba desde NY en castellano,
y que se llame como yo.
Ya me dirás qué te parece.
Yo ya lo he puesto en interesante.

labio inferior

A mí el Ligeti me pone.
Su obra, quiero decir.
Me lo dio a conocer el Stanley en alguna de sus películas. La que me viene a la cabeza ahora mismo es Eyes Wide Shut y esa Musica ricercata que no augura nada bueno. 
Ponla en una fiesta y a todo el mundo le sentarán mal los canapés. 
Yo lo hice. Por eso ahora no tengo amigos en el Facebook. Por eso ahora ya ni tengo Facebook. Por vergüenza y temor a represalias. 
Hay mucho loco deseando que lo agregues. 

La cuestión es que hace unos días descubrí en este maravilloso mundo que es Youtube, una obra del György que no conocía, que desconocía, de la que no tenía ni idea, parco de mente soy.
Poema sinfónico para 100 metrónomos, se titula, la tituló el György, en el 1962, cuando los Beatles y todos esos.
Como su nombre bien indica, se trata de cien (100) metrónomos (drae: máquina a modo de reloj, para medir el tiempo e indicar el compás de las composiciones musicales) funcionando a la vez, con distintas velocidades. La obra termina cuando la cuerda de los metrónomos se acaba. 
El final, con un solo metrónomo, es desolador, se diría que apocalíptico. 
Observas ese metrónomo solitario y esperas a que, de un momento a otro, se detenga. Porque sólo puedes esperar eso, sabes que otra cosa no va a suceder, nunca has estado más seguro. Simplemente esperas que se detenga.

La manera correcta de visionar-escuchar esta obra es de principio a fin, segundo a segundo. Pero también un director de cine porno crea una peli con esa finalidad y todo el mundo adelanta los diálogos. Así que será normal si adelantas el vídeo. Será humano y comprensible.

La música contemporánea y el cine porno siempre han estado unidos.
De hecho, haz una prueba: 
1. dale al play,
2. sube el volumen al máximo (para llamar la atención de: tus padres, tu pareja, tu compañero de piso,...)
3. mete tu mano por debajo de la mesa, entorna los ojos y muérdete el labio inferior (de la boca).
4. espera a que tus padres, tu pareja, tu compañero de piso,... entre en tu habitación o allí donde estés.
5. atente a las consecuencias (porque ya nada va a ser lo mismo.) 
6. si al día siguiente te están buscando un psiquiatra, tranquilo, eso quiere decir que te quieren.


jueves, noviembre 06, 2008

decir, proponer, exhalar

En agosto de 1996, hace ya más de doce (12) años, parece ayer, pareció ayer, en agosto del 96, dije, una familia formada por:
- mi padre,
- mi madre,
- mi hermana, y
- yo
es decir, una familia de cuatro miembros, cargaba con unos quince bultos, entre maletas y bolsas (quizá exagero, quizá no; en el recuerdo todo se suele exagerar) por todo el aeropuerto JFK de Nueva York, buscando la mesa de facturación. 
Unos quince bultos entre cuatro miembros de cualquier familia significa que cada uno de ellos lleva, al menos, tres bultos, teniendo que llevar, por fuerza, por ley, por matemáticas, alguno de ellos, más de tres bultos.
Así que en imagen aparecen cuatro miembros de una familia, que en este caso es la mía, cargando con unos quince bultos entre todos. 
Podría decirse que huyen con todo lo que han podido encontrar. Podría decirse. 
La cuestión es que se van del país en el que han estado casi un mes de vacaciones, con esa sensación agridulce del que se sabe consciente que está acabando algo que no volverá a pasar nunca más. 
Al menos no igual.
Pues apretaban ellos los dientes y resoplaban mientras veían pasar a gente que arrastraba maletas pero dentro de un carro, éstas sonrientes, incluso se permitían el lujo de bromear con sus parejas, hijos, familiares, éstas no resoplaban ni apretaban los dientes.
Ante tal visión de felicidad suprema, quizá a mi hermana, quizá a mi madre, quizá a mí, se nos ocurrió decir, proponer, exhalar: ¿por qué no cogemos un carro?, a lo que mi padre, entre jadeo y jadeo, dijo: venga, que podemos
Como diciendo: no hace falta, entre todos podremos, entre nosotros cuatro podemos cargar con estas quince maletas y bolsas. 
Como diciendo: no es para tanto
Como diciendo: lo vamos a conseguir, si hemos podido dar diez pasos, vamos a poder llegar a la mesa de facturación. 
Como diciendo, al fin y al cabo: confío en nosotros.

Por allí sentado, un joven afro americano, profesor de derecho constitucional, esperaba su vuelo a Honolulu para visitar a su abuela. Iba apuntando en su diario todo lo que había hecho aquel día de agosto cuando por delante suyo pasó una familia formada por:
- mi padre,
- mi madre,
- mi hermana, y
- yo.
Cargaban bolsas y maletas, resoplaban y apretaban los dientes y se colocaban bien las camisetas. El joven afro americano dejó de escribir y observó la escena. Al momento pudo escuchar: venga, que podemos. Fue el padre de la familia quien pronunció esas palabras. Y fueron esas palabras las que envalentonaron al resto de la familia, que cogió con fuerza las maletas y bolsas, y desapareció por un largo pasillo del JFK. 
Inmediatamente, el joven afro americano apuntó como pudo esas palabras latinas en su diario para, más tarde, buscar el significado.
Una vez en casa de su abuela, el joven afro americano cogió el diccionario inglés-español y tradujo las palabras en algo así como: yes, we can.

Unos años más tarde y ya en su Chicago natal, el joven afro americano sacó de un cajón el diario de aquel año, de aquel 1996, y lo releyó.
Encontró aquellas palabras de las que ya no se acordaba, aquel grito de guerra de aquel padre de familia, aquel lema.
Yes, we can.

Antes de ayer, el 4 de noviembre, Obama, aquel joven afro americano del 96, ganó las elecciones con un lema que, involuntariamente, le prestó mi padre.

Y yo me alegro por los dos.

domingo, noviembre 02, 2008

another world



El nuevo single de Antony and the Johnsons no tiene estribillo.
O es un estribillo en sí.
Sea lo que sea, es bastante bueno.

lunes, octubre 27, 2008

atrapadas en lana

Que empiece el frío ya.
Si puede ser, por mí que empiece ya.
Quiero que hiele. 
Que llueva hielo. 
Quiero entrar en una nueva era glaciar. 
Todo el frío, lo quiero. 

Yo ya estoy harto, no sé tú, pero yo sí, bastante, o mucho, de este calor, de sudar caminando. Salgo antes de casa para tener más tiempo y así poder andar más despacio para no sudar. Imagínate. No ya tengo en cuenta los horarios de los buses sino la cadencia de mis pasos. 

Mira, no tendría problema si alguien ahora anunciara: Vuelven tres meses más de verano, calor sofocante, humedad. 
No tendría problema. Le diría: No hay problema.
La cuestión es que estamos en noviembre, la cuestión es que la castanyera tiene un stand del Farggi, la cuestión es que estoy harto de ponerme las camisetas de julio, la cuestión es que quiero ponerme una camiseta e ir cambiándome el jersey hasta que llegue el día en que nadie se siente a mi lado en el bus. Será entonces cuando sepa que ha llegado el momento de cambiármela.

Que hiele ya, por favor.
Que las aceras se cubran de una fina capa de hielo de Algeciras a Estambul, que me resbale y me rompa el radio y que mi tibia golpee mi boca al caer, que no sirvan para nada los frenos de los coches, caos, quiero un caos helado y que, al menos, dure un par o tres de meses, que la gente se salude por la calle con un hola y adiós rápido, y que ese hola y adiós se oiga amortiguado tras la lana de una bufanda, quiero escuchar voces atrapadas en lana, quiero saber que hace frío sólo escuchando a la gente hablar, quiero sacar del edredón el armario y el armario del edredón y, finalmente, el edredón del armario, colocarlo sobre la cama, saber que ha llegado el frío cada vez que me despierte. 
Quiero que hiele ya, por favor.

lunes, octubre 20, 2008

abriendo caramelos

Ayer fuimos a ver una obra de teatro. 
La ruïna, de Jordi Casanovas, en el Villarroel.

Malísima.

O, si no malísima, algo falló en la relación calidad-precio.
Si la entrada costase cinco euros (5 €), te diría: no está mal.
Pero no es el caso.
Porque el teatro, desde la mayor mierda hasta el mejor Bieito, es caro.

¿Me estás diciendo que tienes en cuenta el precio de la entrada a la hora de valorar una obra?
Sí.
Y además te estoy diciendo que La ruïna es malísima. Eso es lo que te estoy diciendo.
Esto es lo bueno de que no te paguen por escribir: poder decir que La ruïna es malísima y no temer a que no te paguen a fin de mes los del, por ejemplo, grupo Godó. 

¿Qué es lo que debe tener, a mi juicio, una buena obra de teatro y que ésta no tiene?

a) un buen texto. No creo que haya nada más importante.

b) actores. Ya no digo buenos actores. Digo: actores.
Se conoce como actuación al proceso de investigación personal que hace el actor para descubrir a un futuro personaje a representar. Dicho proceso comienza desde una interiorización para conocer el principio de dicho personaje, traerlo desde lo más profundo y transformarlo en un personaje integrado. La actuación es descrita como acciones hechas por un personaje dentro de la escena teatral. Aunque dichas acciones son auténticas, deberían por lo menos estar cargadas de una intención que permita que el observador se estimule y logre recibir el mensaje en su totalidad.

c) una buena escenografía. Para mí no es lo más importante, pero a los viejos les gusta chafardear el escenario. Y los viejos pagan. No tienen tiempo que perder y pagan. Estaba lleno de viejos abriendo caramelos. Esperé ver un autobús a la salida.

y, sobre todo, 

d) ninguna monserga de carácter político, social, económico. Y aquí esta obra es un festival.

Dice Chéjov en una carta: Nunca se debe mentir. El arte tiene esta grandeza particular: no tolera la mentira. Se puede mentir en el amor, en la política, en la medicina; se puede engañar a la gente, incluso a Dios; pero en el arte no se puede mentir.

La verdad es que iba con ganas a verla. ¿Por qué? Por las críticas favorables. ¿De quién? De alguien a quien le pagan por escribir. 
 
Estoy un poco harto de siempre lo mismo. Qué pesado soy.
No hagas caso de las críticas. Ni mucho menos de las mías. 
Eso sí, La ruïna, malísima.

miércoles, octubre 15, 2008

but heroes often fail

Fue en 1998.
Gordon cogió la sierra mecánica del garaje.
La puso en marcha.
Era por la mañana.
Su mujer dormía.
Gordon se amputó las piernas y luego se echó sal.
Aunque ningún dolor sería ya comparable con lo que acababa de escuchar.

¿Qué mente humana o alienígena puede crear esta versión?
¿Qué pasa por la cabeza de la persona que un día escucha la canción de Gordon Lightfoot y dice para sus adentros: Ostia puta, ¡qué temazo disco se mestá ocurriendo?
¿Qué pasa por la cabeza, dije?
Drogas pasan.

Es el claro ejemplo de cómo un tipo de música manda a tomar por culo una letra preciosa.

La música disco todo lo que ha hecho es daño.
Daño, pero mucho.




If you could read my mind, love
What a tale my thoughts could tell
Just like an old time movie
'bout a ghost from a wishin well
In a castle dark or a fortress strong
With chains upon my feet
You know that ghost is me
And I will never be set free
As long as Im a ghost that you cant see
If I could read your mind love
What a tale your thoughts could tell
Just like a paperback novel
The kind that drugstores sell
When you reach the part where the heartaches come
The hero would be me
But heroes often fail
And you wont read that book again
Because the endings just too hard to take

Id walk away like a movie star
Who gets burned in a three way script
Enter number two
A movie queen to play the scene
Of bringing all the good things out in me
But for now love, lets be real
I never thought I could act this way
And Ive got to say that I just dont get it
I dont know where we went wrong
But the feelins gone
And I just cant get it back

If you could read my mind love
What a tale my thoughts could tell
Just like an old time movie
bout a ghost from a wishin well
In a castle dark or a fortress strong
With chains upon my feet
But stories always end
And if you read between the lines
Youll know that Im just tryin to understand
The feelins that you lack
I never thought I could feel this way
And Ive got to say that I just to get it
I dont know where we went wrong
But the feelins gone
And I just cant get it back

sábado, octubre 11, 2008

playear pasodobles



Acabo de encontrar este vídeo que vi reseñado no sé dónde.
Me ha parecido curioso y la niña me ha caído bien.

'Cansancio llevo encima.
Ahora ejercito mis dedos para playear pasodobles en la resi.
Playear pasodobles en la resi podría ser una canción de Siniestro Total. Me ha recordado a Matar jipis en las Cíes. En fin.
Es bonito y extraño que un abuelo llore al escuchar una canción.
Y más si la estás tocando tú.
Cuando seamos ancianos, a parte de la vitalidad, una de las pocas diferencias entre nosotros y un niño de tres años será el recuerdo.

miércoles, octubre 08, 2008

apuntes



Ya no escribo.
Ya no te escribo, blog.
Qué pena más grande la mía.
Ahora tomo apuntes, hago trabajos en grupo y canto en un coro.
Soy tenor.

Escucho el último de Why? en mis trayectos.
Esta canción me sirve para empezar bien el día.


Descubro por casualidad cuadros que nunca había visto y pintores de los que nunca había oído hablar y me obsesiono con ellos.

Pero ya no escribo.

jueves, octubre 02, 2008

lugar hostil

El miércoles empecé la uni.
Has leído bien.
Léelo de nuevo, si quieres.

El miércoles empecé la uni.
Esto no quiere decir que empezase a construir una universidad con pico y pala.
Más bien que empecé a construir mi futuro.

Construir un futuro.

No es fácil, porque a veces no lo ves. Tú vas haciendo pero no ves nada. No es fácil.

Tengo la suerte de tener a la gente adecuada a mi lado: a mis padres y a mi hermana y, sobre todo, a Sheila. Sin ella no hubiese empezado a construir este futuro que, aunque todavía es incierto, al menos es futuro. Ya es mucho. 

El miércoles empecé la uni.
Educación musical.
Y ahora me siento bien mientras te escribo estas palabras.
Antes también me sentía bien, sí, pero ahora lo veo todo diferente.
Tengo treinta años. Mis compañeros de clase tienen diez, once años menos que yo.
No me importa. Bueno, sí que me importa, pero no es lo realmente importante. Así que puede esperar.
Mis compañeros de clase tienen a un compañero diez años mayor. También tiene esta lectura. Quizá les tendría que importar a ellos. O quizá a nadie.
Cada uno que se importe a sí mismo. Empecemos por ahí.

El miércoles empecé la uni.
Casi cada día las clases empiezan a las ocho de la mañana, también conocida como 08:00 a.m. Lo que supone que me tengo que levantar dos horas antes debido a un trayecto frontal y longitudinal de una hora de duración desde el polígono industrial donde vivo hasta la torre a donde me dirijo.
A simple vista pensarás: qué palo. Yo sólo puedo decir: levantarse a las seis de la mañana es mucho más recomendable que hacerlo a la una de la tarde. 
Eso no quiere decir que me levante de un salto cantando Fly me to the moon. No. 
A las seis de la mañana el mundo, el planeta, así, en general, es un lugar hostil. 
Y yo me asombro y me asombraré de la gente que se puede reír a las 06:45 a.m. dentro de un autobús camino al trabajo o al estudio. En ese contexto todo es hostil: la hora, el lugar y el destino. Todo menos la actitud de esa persona. Y por eso yo me asombro y me asombraré siempre de esa gente. A duras penas me río a las tres de la tarde, ni pienso en las seis cuarenta y cinco. 
Quiero aprender de esas personas.
Aprender a no mirar la montaña que me queda por escalar sino a colocar bien el pie mientras voy subiendo.
La cima no va a bajar a buscarte.

El miércoles empecé la uni.
Y, al contrario de lo que podrías pensar si me vieses subir la cuesta que lleva hasta la puerta, te puedo asegurar que me hace feliz.


viernes, septiembre 26, 2008

movimiento de estrategia

La soledad era esto.

Hombre canoso (amenazante aunque susurrando): ¡Que te quede claro que si no hubiera sido por el Risto, Virginia no gana O.T.! ¡Que te quede claro!
Hombre pensativo (para sus adentros): ¡Joder! Vaya tetas. ¿De qué país es esa? 

Un burro se come a la reina en un gran movimiento de estrategia de las blancas.

Una mujer pita y se manifiesta a favor de que La Sexta pueda emitir imágenes de Tele 5.

Unos policías esperan la salida de Germán de la casa de Gran Hermano.

Mientras este hombre dormía la siesta, su hijo le empezó a borrar la mano.
Por suerte para él, para el hombre, se despertó cuando el niño acababa de empezar a borrar.
Ahora cuenta su trágico día a día en un libro: El cabrón de mi hijo borró mi mano mientras dormía.
Explica que las dos cosas que más le torturan son tener que atarse los cordones, ya que se le escapan por la zona difuminada, y aprender a masturbarse con la zurda.

El sueño de José era viajar a México.
Como nunca tuvo dinero suficiente, se tuvo que conformar con una cantina mariachi de un centro comercial de las afueras.
Luego llevó durante años esta foto en la cartera haciéndole creer a sus amigos que aquello era México.
Los amigos siempre le dieron la razón porque sabían que el sueño de José era viajar a México.

Un hombre pide que le suban el volumen del último de Nena Daconte.

Un hombre mira a la derecha.
A una mujer no se le va de la cabeza aquella noche de pasión en la que concibió a su hijo.
A su lado, un hombre intenta parar un taxi, que pasa de largo.
A otro hombre le viene una arcada con sabor a cebolla que es percibida por el hombre de más acá.
Detrás, un loco vestido de militar, saluda a su coronel imaginario en el preciso instante que el hombre de la derecha se enamora de su gesto, de los guantes, en fin, de la vida.

Un extraño acontecimiento ocurrió el otro día, qué más da cuándo, en algún lugar, a quién le importa dónde. 
Un hombre y una mujer se quedaron pegados por sus mejillas cuando se despedían o se saludaban, a quién le importa si era una u otra cosa lo que hacían. 
Algunos, a quién le importa quién, han apuntado como causas de este suceso a la gran cantidad de maquillaje que portaba la mujer en su rostro. 
Otros que conocen al hombre, quién sabe quién son esos otros, afirman que sólo estaban bailando Cheek to cheek ya que él siempre se había creído Fred Astaire.

miércoles, septiembre 17, 2008

nada malo

Pet Shop Boys - Left on my own devices

Pet Shop Boys desatan mi lado homo.

No sé si a ti también te pasa pero yo me mojo toda con los chicos de la tienda de mascotas.
Me parecen simpáticos y, no sabría decirte por qué, cultos.
Me caen bien el Chris y el Neil.

Irónicos postmodernos, les llaman en el allmusic.
A mí me dan igual sus letras, ¿sus fijáis?, a mí como que no quiero saber de lo que están hablando los chicos.

A mí lo que me gusta son los estribillos, coñño, ponme ahí un plataso a rebosà distribillos y si me sobra me los poneh en un taper questo mañana está mejoh, porque está reposao, no tan crujiente como recién hecho, claro está, pero reposao, y donde se ponga un istribillo reposao, ay, que me quiten lo bailao.

De siempre me han gustado, de todas las maneras: rebozados, al horno, gratinados, vuelta y vuelta; a todas horas: por la mañana, por la tarde, por la noche, de madrugada. 

Estribillos yo siempre. 
¿Estribillos yo? Siempre. 
¿Estribillos? Yo siempre.

Y Pet Shop Boys son unos masters del universo de los estribillos.

Un estribillo es un buen estribillo cuando te pasas toda la canción esperando que vuelva y gritas de alegría cuando vuelve y llamas a tus amigos cuando vuelve y lo llevas a ver lugares bonitos cuando vuelve y a cenar cuando vuelve y luego te lo llevas a la cama cuando vuelve y le haces el amor cuando vuelve y por la mañana se va, el estribillo, dejando su fragancia por el pasillo, el comedor, la cocina, el pomo de la puerta, la escalera, salen las vecinas y los vecinos a contemplar a ese estribillo, míralo, ahí va, silbándose, y tú te quedas a solas, en la penumbra de la habitación, sin querer subir la persiana por miedo a que se escape esa fragancia, la fragancia que llevas y llevarás impregnada en tu cuello, dentro de ti, te miras al espejo y ves dos marcas en el cuello, el estribillo, ya está dentro de ti, no hay cura para esto tuyo, lo vas a llevar contigo para el resto de tu vida y, cuando menos te lo esperes aflorará, y recordarás aquella noche que no querías que acabase nunca como si fuese ayer, el estribillo, mordiendo cuellos, dejando marcas, vuelve siempre que quieras.

Esta canción es de 1988 de un álbum, una especie de recopilación, llamado Introspective.
Esta canción tiene veinte años y siempre la había escuchado sin querer, como esa esquina en la que siempre te das, hasta que me compré una recopilación molona de los Pet Shop Boys y la pude escuchar siempre que quise.

Esta canción tiene uno de los mejores estribillos del pop.

Nada malo te podrá pasar mientras lo escuchas.

lunes, septiembre 15, 2008

que no quiero acabar

Estoy pasando por una etapa carveriana.
Sólo leo a Raymond Carver y todo lo relacionado con él.
Hace años me leí el libro de relatos titulado ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?
Ahora me estoy leyendo Catedral
Luego me espera uno póstumo, de poemas, artículos, relatos, titulado Sin heroísmos, por favor
Más adelante iré a por De qué hablamos cuando hablamos de amor.

Compagino las páginas de Catedral, que no quiero acabar, con un librito que me compré el otro día y tampoco quiero acabar. 
Se titula Carver y yo. Está escrito por su mujer, Tess Gallagher. Es un pequeño homenaje a Carver: cartas, diario de un viaje por Europa, entrevistas y escritos de Gallagher después de la muerte del escritor. 

Yo apenas conocía su vida.
Carver escribe su obra en sólo diez años, de los cuarenta a los cincuenta años, cuando muere a causa de un cáncer de pulmón.  
La escritura de su obra coincide con la aparición de Tess Gallagher, su mujer durante unos once años, los últimos de su vida.
Hasta los cuarenta, Carver vivió una vida no muy recomendable, refugiándose en el alcohol, que casi le quita la vida a finales de 1976, cuando sufre cuatro hospitalizaciones por alcoholismo en cuatro meses. 
Según Carver: "me estaba matando, simple y llanamente. No exagero".

Un librito emocionante.

era un novelista

Me acabo de enterar de que el viernes pasado se suicidó David Foster Wallace.

En la wikipedia ya han cambiado el es un novelista por el era un novelista.

Qué rápido es todo.
Qué raro es todo.
Qué miedo da todo.

que se oiga el crac


Empieza un nuevo programa en Cuatroº.
Circus lo han titulado.

Un aburrimiento.

Primero, alguien debería darse cuenta de que lo importante de este tipo de programas son los castings.
Porque una vez el programa empieza, ¿a quién le importa la evolución de menganito ni de fulanita?
A nadie le importa.
Yo no quiero ver cómo progresas en una escuela a no ser que seas mi hijo. 
Es que no me importa si saltas mejor que hace dos meses, si has estilizado tus movimientos, si ya eres más expresivo, si ya no te pones tan nervioso. No me importa.
Claro que le importará a mucha gente. Digo a mí, que no me importa. Aunque creo que mucha gente se cansará o se está cansando. 
Porque la gente se cansa, nos cansamos, os cansáis, se cansan si come, si comemos, si coméis, si comen cada día lo mismo.
Y Circus cansa. Y acaba de empezar.

Y una de las cosas que más me cansan de este tipo de programas, Circus en este caso, es el dramatismo que se le da a todo. 
Los profesores, ¡dramatismo!, el director de Circus, ¡oh!, ¡dramatismo!, los nominados para abandonar, ¡dramatismo!, el cámara que encuadra una voltereta para atrás, ¡un dramático también!, incluso las marcas que hay en el suelo para que los jovenzuelos se coloquen también están pintadas con ¡dramatismo!
No lo entiendo. Supongo que me quieren hacer creer que esos chicos van a sufrir o que ya están sufriendo. Pues qué quieres que te diga, yo hasta que no veo sangre brotar de la nariz, no me creo nada, ya no. 
Es la sangre la única verdad.

Otra de las cosas que no soporto es que los nombres, las palabras, se devalúen tanto.
Y ahora me refiero a la palabra circus, pero hay unos ejemplos más. El que más rabia me da es el uso de la palabra freak. En serio, es que mataría, si no fuera por todo ese rollo de la detención y el juicio y la posterior prisión, ya te lo digo, mataría.
Las palabras, igual que las canciones tienen unos derechos de autor, deberían tener también una especie de copyright. 

Estimado guardián de los copyrights, 

Le escribimos desde Cuatroº porque querríamos utilizar la palabra circus para un nuevo programa de televisión en el que un grupo de chicos y chicas 

a) darán volteretas en el aire en todos los sentidos posibles, y sin sentido también, hasta que alguno de ellos caiga y se fracture una pierna, se esguince un tobillo, se abra la muñeca o se tuerza el cuello. (A ser posible intentaremos que todo quede grabado y bien grabado. Sobre todo que se oiga el crac y los gritos de dolor. Eso vende.)

b) se subirán a unas sábanas y se enroscarán y se desenroscarán y así hasta que alguien del público se harte de tanta vuelta inútil, saque una pistola y dispare. Entonces el concursante caerá desde lo alto de su estúpida sábana y, esperemos, se fracture una pierna, se esguince un tobillo, se abra la muñeca o se tuerza el cuello. (A ser posible intentaremos que todo quede grabado y bien grabado. Sobre todo que se oiga el crac y los gritos de dolor. Eso vende.)

Esperamos su respuesta.
Gracias.

En fin. 
Same old shit.

viernes, septiembre 12, 2008

acto neardentalesco


Leo con asombro, aunque no demasiado, con apatía, aunque no demasiada, con ligera tristeza, aunque tampoco demasiada, y con mucho hastío, aunque tampoco demasiado, que una de las mamadas más famosas del cine convencional, no pornográfico quiero decir, es falsa. 
Es falsa quiero decir que no es una polla lo que chupa la actriz. 

Esto no es una polla.
Ceci n'est pas une bite.  Es el cuadro que le encargó Freud a Magritte.

Estoy hablando, me estoy refiriendo, a la blow job que, ni corta ni perezosa (nunca mejor dicho) se ofrece a practicar Chloe Sevigny a un Vincent Gallo más feliz que unas pascuas, director y actor (yo me lo guiso, yo me lo como, nunca mejor dicho) de la peli en cuestión. 
Brown Bunny, estoy hablando de Brown Bunny, una peli que nadie sabe de qué va porque todos han, hemos visto el mismo trozo (nunca mejor dicho).

La cuestión es: ¿qué será lo próximo?, ¿qué mito caerá en las próximas hora, minutos, años?

La verdad es que me alegré un poco al leer lo de la polla del Gallo. 
Se ve que era una prótesis de látex. 
Y mi alegría fue un acto neardentalesco, una especie de: jódete, no la tienes tan grande, un suspiro de alivio ante las proporciones fálicas del weird Vincent.
Aunque esto podría ser un rumor, viendo la secuencia de nuevo se pueden observar algunos detalles que nos dan a entender que aquello no era humano, aunque lo parece, sí, joder si lo parece.
De hecho, todo este tiempo pensé que era real. 
Me levantaba por las noches, iba a la nevera a por agua y me decía: es real
Me subía a un autobús, cualquiera, a un autobús, miraba por la ventana y me decía: es real
Iba a comprar y, mientras la cajera pasaba los productos por el código de barras, me repetía: es real.
Metía un vaso de leche en el microondas y, mientras observaba cómo iba girando, me decía: es real.

Y así hasta hace un par de días. 

Un alivio ha sido. 
Un quitarse la etiqueta que te roza ha sido. 

La magnitud de la tragedia.

miércoles, septiembre 10, 2008

carraspearán

Del blog de A.F. Mallo troquelo esta foto y arranco esta noticia.
El próximo 15 de septiembre, el lunes que viene, saldrá a la venta el libro Odio Barcelona, con artículos donde trece (13) autores e intelectuales, y autores intelectuales, y autores, e intelectuales, trece, darán su visión, hablarán, escribirán, carraspearán, sobre la bendita ciudad.
Tiene buena pinta aunque también un elevado grado de esnobismo.
Pero bueno, habrá que estar atento a esta novedad editorial.

El libro tiene su myspace en el que, entre otras cosas, verás que el próximo 9 de octubre a las 19:30 se celebrará una fiesta de presentación en un bar de Gràcia.
Yo no iré porque luego la ropa me huele a humo.

lunes, septiembre 08, 2008

estrellas pixeladas


El viernes fuimos a la Pedrera, a ver la exposición gratuita de Ukiyo-e.
Mi ignorancia de extrarradio pensaba que Ukiyo-e era un autor, pensaba que se exponían grabados japoneses de ese autor, ese tal Ukiyo-e, eso es lo que pensaba hasta que Sheila se rió conmigo y de mí y me explicó que -e significa imagen en japonés, y ukiyo, mundo efímero.
Pido perdón a todos aquellos que hayan sentido vergüenza ajena ante mi ignorancia, al leer sobre mi ignorancia. Ahora, sobre todo gracias a Sheila, que ha estudiado japonés, y al haber asistido a esa exposición, mi ignorancia de extrarradio es ya sólo ignorancia poligonera. Poco a poco me acerco a la ignorancia metropolitana.

Y el sábado fuimos al Palau Sant Jordi al concierto no gratuito de Coldplay.
Un buen concierto. Se lo tengo que agradecer a Sheila, que estuvo atenta con las entradas.
Son los nuevos U2. Cuántas veces habré escuchado y leído esto. Pero es la verdad. U2 ya tienen sucesores. Salvando las distancias de discos publicados y años de carrera y blablabla.
El telonero fue Albert Hammond Jr., guitarrista de The Strokes, o un ex The Strokes, no sé si se han separado ni qué es de sus vidas. Lo que cambia el mundo en unos años.
Pues hubiera preferido la música ambiental más alta que al Hammond en el escenario.
Inapropiado, insípido, desganado y desalmado.
Salvo excepciones en las que sorprende y convence, el telonero es aquella persona que actúa mientras la gente va a comprar bebidas y bocadillos.
No hay niño viviente que le diga a su madre: mamá, quiero ser telonero. No hay.
En fin.
Luego Coldplay hicieron bien su trabajo: entretener y hacer saltar a la gente.
Hubo un momento clave, brillante y delirante a la vez, cuando la banda sale corriendo del escenario por un lateral hasta la esquina opuesta del escenario, a escasos diez metros nuestros, sube las gradas y monta un mini escenario consistente en un micro para cantar The Sciencist en acústico, a dos palmos (literales) de la gente. Memorable.
Ahí acaba mi crítica. No sirven para nada las críticas de conciertos, ya lo tengo dicho miles de veces.

La cuestión es que durante estas dos experiencias, la del viernes y la de ayer, se me ocurrieron (risas) dos temas a tratar en este bendito blog:

a) la gratuidad en la cultura, ¿bendición o herejía?

b) el i was there o el imperio de lo efímero o las nuevas tecnologías en concierto.

Empezaré por el principio.

La gratuidad en la cultura, ¿bendición o herejía?
Es un tema escabroso, peliagudo, áspero; tan blando por fuera que se diría de algodón.
Cultura gratis. No puede sonar mejor la cosa. Cultura gratis. Suena bien, no me digas. Cultura gratis. Pone a cualquiera. Cultura gratis. Me estoy tocando, ahora escribo sólo con la zurda. Cultura gratis. Dámela toda. Cultura gratis. Sí. Cultura gratis. Ya.
No seré yo quien diga no a la cultura gratis. No seré yo. Pero a veces me dan ganas.
¿En realidad la gente quiere cultura gratis? ¿O simplemente lo que queremos es todo gratis?
Porque si empezamos con la cultura, ¿por qué no acabamos con la leche? Más básico que eso no hay nada en la cadena alimenticia. Leche gratis.
¿Por qué la cultura debe ser gratis y, por ejemplo, un piso no?
Porque hay que pagarle al constructor, a los albañiles, al yesero, al carpintero, etc, me dirás. Claro. Y la cultura sale de una planta (culturis sphinxea sp.) que se puede encontrar en cualquier parque infantil, brotando debajo de los columpios, justo en el trozo de tierra en el que los niños frenan con los pies.
¿Por qué la cultura debe ser gratis?
Pues porque es necesario para que una sociedad avance. Es necesario poner al alcance de cualquier mano, sobre todo de niños/as, cualquier tipo de expresión cultural. Es necesario para el desarrollo del individuo. Es necesario.
Pero, ¿qué ocurre con la gratuidad de las cosas? Un claro ejemplo son los diarios gratuitos: puedes ver papeleras llenas, gente que lo coge de manos del repartidor y que lo tira en la papelera de la próxima esquina. ¿Por qué? Porque es gratis.

Lo gratis tiende a perecer bajo los escombros.
No le damos valor a algo que no nos ha costado nada.

Lo mismo pasa en las exposiciones.
Si la exposición de Ukiyo-e a la que fui el viernes no hubiera sido gratuita, ¿hubiese ido? Probablemente no.
Es decir, que me incluyo en la masa que me molesta.
La gente me molesta pero yo formo parte de esa gente.
Yo soy el otro.
Demasiada gente en las exposiciones gratuitas que no dejan disfrutar como es debido del trabajo que tienes delante.

Y lo mismo pasa en los conciertos gratuitos.
Mira, Siniestro Total vienen al BAM. Es un grupo que me apetecería ver, no lo niego. Pero es que ni me voy a acercar a Barcelona durante esos días.
¿Por qué? Porque todo será gratuito y, por tanto, con tendencia a perecer bajo los escombros.

¿Lo gratis es peor que lo privado? No. Pero tiende a pudrirse antes.

La masificación que provoca lo gratuito lo convierte en aborrecible y vulgar.

El I was there o el imperio de lo efímero o las (inútiles) nuevas tecnologías en concierto.
Esta es la era de lo inmediato.
Me importa una mierda qué harás mañana y qué hiciste ayer. Quiero saber lo que haces ahora.
Me importa muy poco quién serás mañana y quién fuiste ayer. Quiero ver quién eres ahora.
No me importa en absoluto dónde estarás mañana y dónde estuviste ayer. Necesito saber dónde estás ahora.
Y ahora estoy en un concierto.
Yo estuve allí.
Tú no.
Yo soy mejor que tú.
Gané.
Perdiste.
Acéptalo.

Observando a la multitud que coreaba las canciones de Coldplay el sábado, comprobé que el ochenta por ciento (80%), y creo que no exagero, estaba fotografiando un instante o grabando una canción, creando así un bonito mar de estrellas pixeladas.

Antes, la masa que se coloca a los pies del grupo, ese mar de gente que hace cola horas y horas antes para conseguir un buen sitio, antes, digo, saltaba al unísono siguiendo el compás.
Ahora están demasiado angustiados consiguiendo una mejor instantánea o una buena grabación.
Y ahora, hoy en día, gran parte de la masa permanece inmóvil, metáfora quizás de una sociedad aburrida y acomodada que prefiere filmarlo y fotografiarlo todo a vivir el momento, a evadirse.

Centrándonos ahora en las grabaciones, con móvil o con vídeo cámara, da igual.
¿Qué sentido tienen?
Supongo que es más sentimental que artístico. Lo digo por lo que viene ahora.
Mira, por ejemplo, aquí te dejo con la grabación de una canción del pasado sábado.




¿Qué te ha parecido?
Bien podría ser el Palau Sant Jordi o bien un bar de Las Ramblas en un Manchester Utd-Liverpool.

Youtube está lleno de vídeos así. ¿Qué finalidad tienen?
¿Alguien que quiere mostrar al mundo su arte?
Lo dudo.
¿Alguien que quiere aparecer en la red y, por tanto, existir?
Ahí ya no te digo que no.

Hacemos las cosas no para el resto del mundo sino para nosotros.
Este espectador no ha subido el vídeo para que el resto del planeta pueda ver a Codplay en el concierto del pasado sábado en Barcelona.
No.
Este espectador ha subido el vídeo para acordarse de que él estuvo allí.

Necesitamos el continuo recuerdo de nuestros actos para reconocernos dentro de una sociedad que lo engulle todo.
Una imagen, millones de píxeles, son ya nuestra tabla de salvación.
Ha llegado el día en que sólo a través de imágenes grabadas somos capaces de confirmarnos.

Y también ha llegado la hora de que me vaya a dormir.
Grabaré mi sueño en el móvil.