lunes, octubre 20, 2008

abriendo caramelos

Ayer fuimos a ver una obra de teatro. 
La ruïna, de Jordi Casanovas, en el Villarroel.

Malísima.

O, si no malísima, algo falló en la relación calidad-precio.
Si la entrada costase cinco euros (5 €), te diría: no está mal.
Pero no es el caso.
Porque el teatro, desde la mayor mierda hasta el mejor Bieito, es caro.

¿Me estás diciendo que tienes en cuenta el precio de la entrada a la hora de valorar una obra?
Sí.
Y además te estoy diciendo que La ruïna es malísima. Eso es lo que te estoy diciendo.
Esto es lo bueno de que no te paguen por escribir: poder decir que La ruïna es malísima y no temer a que no te paguen a fin de mes los del, por ejemplo, grupo Godó. 

¿Qué es lo que debe tener, a mi juicio, una buena obra de teatro y que ésta no tiene?

a) un buen texto. No creo que haya nada más importante.

b) actores. Ya no digo buenos actores. Digo: actores.
Se conoce como actuación al proceso de investigación personal que hace el actor para descubrir a un futuro personaje a representar. Dicho proceso comienza desde una interiorización para conocer el principio de dicho personaje, traerlo desde lo más profundo y transformarlo en un personaje integrado. La actuación es descrita como acciones hechas por un personaje dentro de la escena teatral. Aunque dichas acciones son auténticas, deberían por lo menos estar cargadas de una intención que permita que el observador se estimule y logre recibir el mensaje en su totalidad.

c) una buena escenografía. Para mí no es lo más importante, pero a los viejos les gusta chafardear el escenario. Y los viejos pagan. No tienen tiempo que perder y pagan. Estaba lleno de viejos abriendo caramelos. Esperé ver un autobús a la salida.

y, sobre todo, 

d) ninguna monserga de carácter político, social, económico. Y aquí esta obra es un festival.

Dice Chéjov en una carta: Nunca se debe mentir. El arte tiene esta grandeza particular: no tolera la mentira. Se puede mentir en el amor, en la política, en la medicina; se puede engañar a la gente, incluso a Dios; pero en el arte no se puede mentir.

La verdad es que iba con ganas a verla. ¿Por qué? Por las críticas favorables. ¿De quién? De alguien a quien le pagan por escribir. 
 
Estoy un poco harto de siempre lo mismo. Qué pesado soy.
No hagas caso de las críticas. Ni mucho menos de las mías. 
Eso sí, La ruïna, malísima.

1 comentario:

houdini dijo...

Hace una semana le leí a una tipa (creo que en el Independent) que las obras de Harold Pinter eran aburridas. Me cagué en su jodida ignorancia y me acordé de ti, y tu eterno problema con las críticas. Son tentadoras, las jodidas, son una puta promesa, las jodidas, pero las críticas nunca dan la talla.

Mira, generalizar es muy malo, tú nunca lo hagas, de verdad, porque generalizar es lo peor, pero todos los que trabajan en medios generalistas son unos ignorantes, todos los hombres son unos hijos de puta, y los británicos son todos unos cerdos.

Dicho lo cual, añadiré que hoy iré a ver Happy Days de Beckett, en el Abbey. No me he leído ninguna crítica, aunque sin quererlo ya me han soplado dos: Richard dice que le han dicho que es buenísima, Dara dice que le han dicho que es un bodrio. No les ha dado tiempo a decir más, porque les he cerrado la boca con mi gancho de púgil junior. Para siempre, like ;-) Ya te contaré qué me parece.