miércoles, mayo 28, 2008

blanco e invisible

Aquí dejo los deberes para mañana. Consistía en un tema libre. Una vez escrito debíamos analizar el texto y todos los recursos que habíamos hecho servir. No he puesto mi comentario porque no tiene ningún interés.
Este texto es una revisión, una copia, vamos, de uno que ya escribí hace años, ¡años dije!, y lo colgué también aquí. Es una de las primeras entradas. Se supone que este está mejorado. Se supone.

Canción infantil.
El teléfono sonó de madrugada.
A oscuras, el padre descolgó el auricular y contestó preguntando ¿Sí? mientras la mujer, a su lado, tendida boca arriba, cerraba los ojos con fuerza queriendo evitar el desastre, la colisión, el huracán, todo lo que pudiese surgir de ahí. Al otro lado del aparato contestó el hijo, llorando, decía que estaba perdido en el bosque de las afueras, aquél que quedaba detrás del gran supermercado. El padre dijo Está bien, ahora voy, sin querer asustar a la madre, con un tono de voz que incluso llegó a sorprenderle ya que mostraba una resignación desconocida en él. Colgó el teléfono y encendió la lámpara de la mesita de noche. La madre preguntó ¿Qué pasa? y el padre contestó La fábrica, un problemilla.
Mientras el padre se vestía, la mujer se volvió a dormir.
Atándose los zapatos el padre dibujaba en su mente el itinerario que tendría que seguir hasta llegar a ese bosque.
Ya en el coche, por la estrecha carretera cubierta de pinaza, se descubrió cantando una canción infantil.
Lo aparcó delante del supermercado, cogió una linterna del maletero y empezó a adentrarse en el bosque.

En casa, al hijo lo despertaba una pesadilla.
Se levantó, fue al lavabo y bebió un vaso de agua. Entró en la habitación de sus padres al ver la luz de la mesita encendida. Se metió en la cama junto a su madre y apagó la luz.
¿Qué pasa?, le preguntó la madre medio en sueños.
El hijo susurró Nada, que he tenido una pesadilla, deja que me quede aquí. ¿Y papá?
Lo han llamado de la fábrica y se ha tenido que ir, contestó la madre.
El hijo siguió susurrando a la madre Pues yo he tenido un sueño muy raro. Estaba perdido en un bosque y había alguien que me miraba por entre los árboles y yo corría pero siempre lo encontraba mirándome, detrás de cada árbol, y no me acuerdo muy bien pero creo que llamaba a alguien con mi móvil para que me viniesen a buscar, creo que era a papá, que me decía que ahora venía, y yo seguía corriendo hasta que me he caído y me he despertado.
Bueno, ya pasó, sólo ha sido una pesadilla, venga, duérmete, le dijo la madre con los ojos cerrados intentando conciliar de nuevo el sueño.

Mientras tanto, en el bosque, el padre estuvo gritando el nombre de su hijo hasta que amaneció.
Fatigado, se quedó sentado en una gran piedra.

Al mediodía la madre llamó a la fábrica para preguntar si todo iba bien. Le contestaron que todo iba perfectamente y que su marido no había ido a trabajar ese día.

La madre llamó al marido.
- ¿Se puede saber dónde estás?
- No te preocupes, cielo, ya te lo explicaré.
- Pero, ¿se puede saber qué está pasando?
- Es el niño, cielo, está perdido en el bosque, lo estoy buscando, pero no te preocupes.
- ¿Qué? ¿Nuestro hijo? Pero si está...
- Tranquila, cielo, creo que ya lo he visto, mira, sí, allí lo veo, no te preocupes, ya está, ahora vamos a casa, cosas de niños, cielo, no te preocupes, ya vamos para allá.

La madre colgó el teléfono y permaneció unos minutos inmóvil, repasando su vida en silencio mientras contaba una y otra vez los escalones que llevaban a la planta superior.
Luego fue al lavabo y procuró que el hijo, almorzando en la cocina, no la viera llorar.

Afuera empezaba a nevar.
Un ligero aire hacía que los copos de nieve se posaran en la ventana, como pisadas de un gato blanco e invisible.

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