lunes, julio 27, 2009

te asomas a la ventana y la ves cruzar la calle

Un terremoto acerca Australia y Nueva Zelanda 30 cm.
(23/7/2009, elmundo.es)

quizá sea la única manera de volver a encontrarnos alguna vez, 
te dices, 
esperar a que los terremotos nos acerquen, tener paciencia y que, a base de terremotos, nos volvamos a ver, 
por muchas calles que evitemos coger para no coincidir el uno con el otro, un terremoto nos acabará encontrando, detrás de una esquina, agachados, con las manos en la cabeza para evitar cualquier impacto, y allí estaremos, el uno frente al otro, tantos años hacía que no nos veíamos, diremos, 
y un día nosotros 
de repente, 
después de cualquier terremoto, 

volví a ver a un amigo al que hacía tiempo que no veía, 
nos fuimos acercando poco a poco, año tras año, terremoto tras terremoto, 
sin saberlo, 
como en aquellas películas mudas en las que dos personas caminan hacia atrás hasta toparse, espalda con espalda, y entonces el susto, el espanto, como ellas, de encontrarnos así, de repente, 

y tras el reencuentro volveremos a casa y abriremos la puerta y comprobaremos que, también, poco a poco, el salón del vecino ha ido invadiendo el nuestro, 
tú que siempre habías querido un piano, 
ahí lo tienes, 
después de muchos años de espera, terremoto tras terremoto, ahora ya puedes practicar de nuevo, o empezar de nuevo, o simplemente colocar allí encima todas aquellas fotografías que tanto te gustaban y que no sabías dónde poner, 
oyes al vecino llamar a tu puerta, le abres y te pregunta si por casualidad has visto su piano, 
por supuesto le dices que no, 

más tarde sales a pasear con tu mujer, 
por las calles de siempre, que ya no son las mismas, 
a los lugares de siempre, que ya no son los mismos, 
vuestra calle favorita, la de los bancos de madera, ahora forma parte de una gran avenida por la que circulan coches que esquivan los bancos de madera en los que os solíais sentar, 
cierta pena os invade y notas que tu mujer ya no te aprieta tanto la mano como cuando salisteis de casa, 
la miras a los ojos pero ya no es la misma, tiene los ojos de otra, las manos de otra, la boca de otra, 
supongo que en esto consiste el paso del tiempo, 
te dices, 
día tras día, año tras año, terremoto tras terremoto, 

y vuelves a casa con aquella mujer, y le enseñas el piano y descubres, también, una nueva puerta, 
ella te pregunta qué es lo que hay pero tú le dices la verdad, 
y la verdad es que no lo sabes, 
a ella no le gusta la respuesta, porque no le gustan las verdades, y te propone abrirla, 
tú le haces caso, o le obedeces, o simplemente abres la puerta, pero allí no hay nada, y así se lo dices, aquí no hay nada, y cierras la puerta, 
ella empieza a desconfiar de ti y decide marcharse, 
tú le suplicas que no se vaya pero no te hace caso, 
te asomas a la ventana y la ves cruzar la calle, 

entonces piensas en tu amigo, 
hacía tiempo que no nos veíamos, te dices mientras continuas mirando por la ventana, 
un guardia urbano intenta dirigir el tráfico ya que, terremoto tras terremoto, los semáforos se han ido colocando en fila y en cada uno brilla una luz diferente, 
guirnaldas de una fiesta que nunca olvidaremos, 

el vecino vuelve a llamar a tu puerta y te pregunta si por casualidad has visto la puerta de su habitación, 
tú le dices que ahí tienes una, que le eche un vistazo, y le dejas entrar, 
al pasar por el salón tu vecino ve su piano, entonces te dice que él tuvo un piano igual pero que lo perdió, 
es una lástima, le consuelas, y le muestras la puerta, 
él confirma que es la suya, la coge y te da las gracias, 

piensas en tu mujer, qué estará haciendo, 
decides salir a buscarla pero crees que quizá sea un error,
quizá simplemente haya que esperar, tener paciencia y que, a base de terremotos, nos volvamos a ver, 
quizá sea la única manera de encontrarnos otra vez,

ya se hizo de noche, 
te desvistes y vas al lavabo, 
en el espejo, ahí reflejado, alguien que se supone que eres tú, aunque no reconoces ni esos ojos, ni esa boca, ni esas manos que ahora acarician tu barba, 
y es que día tras día, año tras año, terremoto tras terremoto, todo se ha ido convirtiendo en algo confuso, 

y supongo que en esto consiste el paso del tiempo, 
te dices.

No hay comentarios: