Incluso a la especie humana dignifica.
Al hombre y a la mujer dignifica.
Millones de años de evolución dignificados en un programa de televisión.
Nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos a Cuatroº.
Nunca.
El programa, por llamarlo de alguna manera, por abreviar, como cuando dices este es mi hijo, lo dices por abreviar, no te vas a poner a explicar cómo se quedó embarazada tu mujer después de la fiesta que tú mismo organizaste y a la que vino aquel compañero de trabajo que no te caía bien pero que resultó inevitable no invitarlo ya que invitaste a prácticamente toda la oficina y él se enteró porque no podía no enterarse y ese era uno de los mayores defectos para ti, esa era una de las cosas que hacían que no te cayera bien, que siempre estaba hablando y preguntando, y así fue como se enteró de lo de tu fiesta y así se presentó y tú le abriste la puerta y le dejaste entrar en tu casa con una media sonrisa y recuerdas que, en un momento de la noche, preguntaste por tu mujer, porque hacía rato que no la veías, y tampoco a tu compañero de trabajo, los buscaste entre la gente, primero a tu mujer y luego a tu compañero, incluso te subiste a uno de los sofás para tener mejor visión de la multitud que abarrotaba el comedor, y lo recuerdas como si fuera ayer pero fue hace ya unos años, te pusiste a buscar a tu mujer y a tu compañero por tu casa y por tu fiesta y llegaste al pasillo y te adentraste en él, y dejaste a tu derecha la puerta cerrada del lavabo y continuaste hasta la habitación, la gente reía y hablaba en voz alta, la música apenas se escuchaba, y llegaste a la habitación y encendiste la luz, pero allí encima de vuestra cama, de tu mujer y tuya, sólo había chaquetas y bolsos, entonces apagaste la luz y volviste a recorrer el pasillo, dejando ahora la puerta cerrada del lavabo a tu izquierda, volviste al sofá y sonreíste sin escuchar de lo que te hablaban mientras te preguntabas y te preguntas hoy, al mirar a tu hijo, por llamarlo de alguna manera, por qué no intentaste abrir la puerta del lavabo, porque esa noche, sí, después de la fiesta, los dos borrachos, hiciste el amor con tu mujer, allí en el mismo sofá donde te subiste para buscarla entre la multitud que ahora ya estaría en sus casas, sí, esa noche follaste con tu mujer entre copas y vasos esparcidos por el suelo y, mientras la tenías encima, creíste verle un arañazo en el muslo y otro en el brazo y, cuando la besaste en el cuello, ese olor, que te acompañará toda tu vida, ese olor, el que cada vez que digas este es mi hijo te golpeará ligeramente en la nuca y tu mujer, de forma imperceptible, bajará la vista medio segundo para luego cambiar de tema.
Pues el programa, por llamarlo de alguna manera, decía, consiste en un chico que tiene que elegir a una chica de entre veinte. De ahí su nombre. A la vez, las chicas pueden negarse a ser elegidas a través de un simple botón, según como ellas vean al mozo. Todo esto aderezado con un presentador-por-llamarlo-de-alguna-manera.
La cuestión es que cada vez que he visto que hacían este programa me ha venido a la mente una feria de ganado. O una trata de esclavos.
Sólo falta que algún día el presentador le abra la boca a una concursante para mostrarle al público, y al chico que elige, la buena dentadura que tiene la moza. O que se suba a la espalda y la haga caminar de aquí para allá.
Esta es fuerte, macho, piénsatelo, encontrarás a pocas mujeres así de fuertes y con toda la dentadura, y mira qué tetas, joder, ¡estas ubres sólo pueden dar satisfacciones! ¡Yo ya me hubiera decidido, ja, ja! (Palmada fuerte en la espalda del concursante por parte del presentador, que demuestra así su poderío físico y sexual)
En fin, que Elígeme me produce vergüenza ajena. Era eso lo que quería decirte.
Y puede que todas las concursantes salgan de una agencia y sea simplemente un escaparate o lo que tú quieras, pero la sensación que me produce es que esto es más real de lo que representa ser.
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