Tim Burton
como mi hermana
siempre ha hecho un poco
lo que le ha dado la gana.
Rima consonante en los pares.
(Voy a utilizar el método de nombrar a los miles de lectores que me siguen para que así comenten algo (me siguen para que así, se debería evitar). A mi primo Ángel y a Marta ya les envié el cheque que les prometí por dejar comentarios. Ahora ya me he quedado sin pasta porque, entre esto de los comentarios y el fichaje de Ibrahimovic, adiós vacaciones, joder.)
Si hace unos días me preguntaba qué sería de nosotros sin Spielberg o Williams, la pregunta del día de hoy es inevitable: qué sería o qué hubiese sido de nosotros sin Tim Burton.
Beetlejuice, Bitelchús aquí a este lado del Llobregat, no es una película infantil.
Casi ninguna peli del Burton lo es.
Aunque si quieres que sea infantil, es infantil, a mí me da igual, y no te digo que si algún día tengo un hijo no le voy a dejar ver una peli del Burton, al contrario, sólo digo que Burton no es infantil, no es para niños, sobre todo porque Burton trata, en el ochenta por ciento (80%) de sus películas, directa o indirectamente, la muerte. Y si has intentado explicarle qué es la muerte a un niño y salir airoso, enhorabuena.
Tim Burton no es infantil.
Uno: Qué pesado de mierda. ¿Y a mí qué me importa que sea o no infantil, Diego? Empieza a decir algo interesante o me voy a ver pezones a egotastic, va.
Y, precisamente, que Tim Burton no sea infantil es lo mejor que le puede pasar a un niño.
Si además, la peli es una peli como Beetlejuice, con escenas tan míticas como esta que viene ahora, el colapso a una edad temprana será irremediable, señora, así que lo que vamos a hacer es determinar el proceso y analizar las causas, el niño se quedará con nosotros unas horas y, si todo evoluciona favorablemente, es decir, a peor, podrá irse a casa sin ningún problema y hacer vida normal.
Mi primer encuentro con los zombies, la brujería y Harry Belafonte.
Igual que, a partir de Pulp Fiction, cuando escuchas Never can say de Chuck Berry no puedes hacer otra cosa que ver el baile de Mia Wallace y Vincent Vega, a partir de Beetlejuice, esta canción, cercana al gospel, no puede hacer otra cosa que hacer aparecer en tu mente a unos chiflados bailando alrededor de una mesa.
Como diría la VH1: The Power of music.
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