viernes, febrero 01, 2008
tomaron el barco
Si estás en Barcelona y te apetece comprarte un cómic, olvídate de la puta Fnac, a la que no le interesas lo más mínimo a no ser que seas un socio que se gaste dos mil euros en un plasma y al mes siguiente mil más en una cámara fotográfica y al siguiente otros mil y pico en un iBook y así hasta que cuando subas por las escaleras te salga a recibir el inepto director de turno.
Si no eres de esos, digo, olvídate de la puta Fnac y compra en las tiendas pequeñas que aún sobreviven en esta mierda de ciudad. Es lo mejor que puedes hacer por ella, si es que aún se puede hacer algo.
No estoy diciendo que yo lo compre todo en colmados y que me haga la ropa a mano ni nada de eso, no, te estoy diciendo que si estás en Barcelona y te apetece comprarte un cómic, te acerques a Arkham.
Si esta tienda estuviera en París seguro que habría salido en Amélie y le hubiesen dedicado un especial en Silenci? (un programa de tendencias de la tele catalana que te dice lo que está de moda, lo que tienes que escuchar, qué ponerte en la cabeza, si gorro, gorra, sombrero, visera, qué tienes, qué coño!, qué debes! leer y, por tanto, averiguar por ti mismo si eres un desgraciado o no).
Empezaría así (sería en català pero lo traduzco directamente para los latin kings que me leen): Hoy viajaremos a un pequeño barrio parisino para visitar la tienda en la que Amélie compraba cómics después de haber visitado a un anciano loco que no hace otra cosa que pintar el mismo cuadro. La tienda se llama Arkham y es tan acogedora que nos entran ganas de quedarnos a vivir, aish. Podemos encontrar todo tipo de cómics y juguetes de lo más frikis. Hablamos con su encargado y le preguntamos si la peli le ha cambiado la vida.
Luego seguiría más o menos igual de imbécil con preguntas de este tipo, para gente que va al Razz cumplidos los treinta.
Pues el otro día hacía tiempo, lo fabricaba, digo, antes de entrar a clase, cuando pasé por Arkham. Casi siempre entro porque me gusta estar dentro de esa tienda y, además, aunque reconozco que tengo un cierto odio hacia la humanidad, así, en general, me gusta que me saluden cuando entro en un establecimiento y yo devolver el saludo que, hoy en día, como está el mundo, piénsalo, llega a ser algo tan hermoso como un documental de volcanes en erupción.
Pues una vez dentro y saludado veo que ya está a la venta un nuevo cómic de Jason.
No soy muy aficionado a los cómics pero tampoco creo que haya que serlo para decir si una cosa es buena o no.
Y, para mí, hoy en día Jason no tiene rival.
Muy de cerca le seguirían en mi lista Daniel Clowes, Adrian Tomine, Peter Bagge, Chester Brown y, en otra dimensión, Robert Crumb.
Pero Jason consigue algo que los demás no consiguen: no querer leerlo por miedo a que te guste demasiado, no querer terminarlo para no tener que volver al vacío de nuevo.
Supongo que te ha pasado a ti alguna vez también. Y no sólo hablo de cómics, hablo de la vida. Hablo de posponer el placer, hablo de alargar la paja.
No hace falta que te diga que este cómic es excepcional como todo lo que ha hecho Jason.
El guión me ha parecido una puta obra maestra de principio a fin.
Cómpratelo.
(Si no te gusta, si te parece una mierda vomitiva, me envías tu número de cuenta y hago un ingreso de lo que te ha costado (12 euros) por haberte asesorado mal.
Eso sí, después de que te haya hecho el ingreso deja de leer este blog o, al menos, de hacerme caso).
Cambiando de tema.
El otro día en clase, no recuerdo por qué, salió el tema de los maestros y los profesores, las distinciones que se hacían y se hacen en los pueblos, etc.
La profe dice un día tenemos que hablar de nuestros maestros, recordarlos. Yo tengo que decir que uno de los míos fue Borges.
Yo pensé que hablaba de maestro en el sentido espiritual, de guía de escritura, yo qué sé.
Pero no, mi profe fue alumna de Borges. Y no el de los frutos secos, hablo de Jorge Luis Borges (!!!).
Y pensar que estuve a punto de soltar pues el mío ha sido Bukowski, y quedarme tan ancho. Imagínate a Bukowski dando clase, escribiendo en la pizarra con la tiza en la mano derecha y la botella de vino tinto en la izquierda.
Ahora me estoy leyendo y degustando un diario de sus últimos años de vida llamado El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco (5,95 euros).
Es muy corto. Voy muy despacio.
Cómo le quiero.
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1 comentario:
Tomo nota, chechu.
Yo tengo en la mesita de noche Palestine, de Joe Sacco, a ver cuándo le hinco el diente:
http://www.guiadelcomic.com/comics/palestina.htm
¿A qué no te has leído Amsterdam? O... ¿qué novela de McEwan tenías? Cuando baje, te aviso, pienso sisarte todo lo que pueda :-D
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