lunes, septiembre 16, 2013

la espera un gato negro

La cabeza de un hombre asoma. 
Hoy van a ser frases cortas. 
Para hablar de esta foto, frases cortas. 
La cabeza de un hombre asoma por detrás del capó. Luego hay más cabezas. 
Un hombre corre detrás de su perro. 
Esto no viene a cuento. Me acabo de acordar de esta frase. La oí el otro día. No sé dónde. Pensé que era una buena frase. Un hombre corre detrás de su perro. Y lo pensé inmediatamente después de escucharla. Una ráfaga, una señal. Una buena frase. Sencilla y nítida. Esconde tantas cosas esta frase. Un microrrelato. Quienquiera que la dijese es un genio. 
Pero ahora hablemos de otra cosa. 

La cabeza de un hombre asoma. Luego hay más cabezas. 
Suponemos otras cabezas. Una multitud que se agolpa. 
En silencio, por qué no. Pero esto es lo menos importante. 
Es difícil hablar de esta foto. 
Aquí la imagen gana a cualquier posible relato. 
Hay veces que lo mejor es callar. 

Esta foto me la envía Tomás. Hace un par de semanas. La acompaña un texto en un mail. Me habla de la peli Stranger than fiction. Un personaje habla de esta foto que ahora verás o has visto ya. Habla de esta foto y de la tranquilidad que emana la mujer. Su cara parece estar en paz con el mundo. Hay que mirar varias veces la foto. Tuve que mirar varias veces la foto. Luego lees la historia.

Mayo de 1947. 
Una limusina de las Naciones Unidas aparcada a los pies del Empire State Building. 
A los pies. Como si se hubiera acercado en busca de calor humano. 
Un gato negro a los pies de un gigante bondadoso. El motor ronronea. 
Una chica. 
Evelyn McHale.
Entra en el edificio. 
Tiene veintitrés años. Viste elegante. Guantes de cuero.
Camina decidida. O quizá no.
Turistas se agrupan delante de la puerta del ascensor. Se une a ellos. 
Suben al mirador. 
Las puertas del ascensor se abren. Los turistas van saliendo.
Primavera en Nueva York. El aire siempre es frío allí arriba.
El aire siempre será frío allí arriba.
Evelyn se emancipa del gran grupo, que parece no querer separarse. 
Deambula por la terraza. 
Se detiene en la cara norte y observa el horizonte.
Decidida, se recoge la falda y trepa por encima del vallado.
Algunos turistas miran incrédulos. Uno corre a llamar a un miembro de seguridad.
Ya al otro lado, cierra los ojos y se deja caer.

Ochenta y seis plantas más abajo la espera un gato negro, que ronronea.
La chica se tiende con delicadeza en su lomo, una especie de nido para el descanso eterno que el animal parece haber preparado con ternura.
La gente que pasa por allí se reúne para admirar aquella escena majestuosa.
La cabeza de un hombre asoma. Luego hay más cabezas.

Evelyn,

en su rostro ya sólo paz,

cruza las piernas 
se 
deleita 

con el olor de las flores 

que fue 
cogiendo 

por el camino.




1 comentario:

S. dijo...

Tomás esto, Tomás lo otro... A vosotros dos os voy a tener que vigilar yo de cerca ¬¬