jueves, mayo 07, 2009

rutina, hastío


Mirando estas dos fotos me he dado cuenta de lo mucho y bien que me estoy acostumbrando a la tragedia, a la tragedia clásica. La asimilo bien, la veo ya con buenos ojos, y el médico me ha dicho que si sigo así pronto aumentaremos la dosis, porque este nivel, dice, ya lo tengo más que superado, hay que ir a por otro nivel, Diego, a por un nivel más alto, me anima mi médico.

Mirando estas dos fotos me he dado cuenta de que la imagen de un accidente no me produce nada, creo que porque lo asocio con imágenes cinematográficas, porque el cine se me ha ido comiendo la realidad y esas dos personas a las que veo y supongo golpear el suelo no son más que especialistas en un día soleado de trabajo. Así que no veo tragedia sino rutina, hastío.

Mirando estas dos fotos me he dado cuenta de la poca importancia que le doy ya al primer plano, que casi no me interesa el motivo central de la imagen sino todo aquello que forma parte de lo que conocemos por segundo plano. 
Es el segundo plano más importante que el primero para mí.

Mirando estas dos fotos me he dado cuenta de que la imagen sólo avanza en el primer plano, el coche y los dos especialistas sugieren movimiento y ruido, mientras que el segundo plano, en el que encontramos a una especie de policía o guardia de seguridad, se mantiene intacto en las dos fotografías, como si estuviera esperando una señal para poder moverse, como si le hubieran advertido: hasta que el coche no se detenga por completo, tú no te muevas de tu posición. 

Mirando estas dos fotos me he dado cuenta de que la gente que aparece al fondo parece reunida para ver el buen hacer de los especialistas, muchedumbre aburrida que ha salido a la calle para ver un espectáculo de atropello. Hoy, a las seis de la tarde en la plaza del pueblo, un coche embestirá a varios especialistas. No se lo pierdan. Recuerden, a las seis en la plaza del pueblo. En la primera la imagen es un poco lejana y en la segunda un poco difuminada. Aún así, se pueden observar detalles, sobre todo de niños congregados allí, supongo que obligados por sus padres. En la segunda fotografía, en primera fila, el segundo niño por la izquierda, vestido con camiseta verde, la clara imagen del aburrimiento, apoyando su cabeza en la mano derecha en un gesto propio del estudiante aburrido. Unas cinco personas a la derecha, a la izquierda del niño aburrido, una mujer, parece una monja por el atuendo, al lado de una niña de azul, se apoya con los dos brazos en la valla como se apoyaría alguien en una baranda para contemplar el mar. En realidad nadie parece aterrado, sólo expectantes, esperando el ¡corten! del director para entonces poder aplaudir. 
Es gente que ha quedado para aplaudir. 

Mirando estas dos fotos me ha dado cuenta de que, poco a poco, las tragedias propiamente dichas se nos han hecho aburridas y ahora no nos aterran imágenes de atropellos sino goles en el último minuto.
Mirando la foto de aquí abajo veo las reacciones que me esperaba encontrar en las dos fotos de arriba. La mujer de azul, a nivel de césped, es la viva imagen del terror, acaba de presenciar algo dramático o no lo quiere ver. Otros se tapan la boca, se echan las manos a la cabeza. 
Están presenciando una verdadera tragedia. 
Igual que en las fotografías superiores, el primer plano sugiere movimiento y ruido y el segundo plano, la gente, inmovilidad y silencio.

No se ha caído una grada, nadie ha disparado a ningún seguidor, no se está quemando nadie vivo. Ha sido un gol en el último minuto. 
La mayor tragedia. 
La tragedia contemporánea.
Es otro nivel, un nivel más alto.

1 comentario:

TSI-NA-PAH dijo...

Muy Muy Bueno jefe,me ha gustado muchisimo.
saludos