Hay en esta fotografía dos partes, dos secciones, dos mundos: el vivo y el muerto.
La mitad derecha, blanca, nos muestra el cadáver de Marilyn Monroe, media espalda desnuda y magullada, pelo sucio, sábanas blancas, hedor, silencio, muerte.
La mitad izquierda, negra, nos ofrece el último caos, papeles y sobres encima de la mesita y por el suelo, una papelera, un jarrón, una lámpara a modo de cirio funeral. Pero, sobre todo, el brazo, la mano y el dedo índice señalando las pastillas, el tendón y el músculo y el nervio de ese dedo, como impidiendo incluso el último descanso, el jersey negro desembocando en la mano y en ese dedo delator, soberbio, vivo.
1 comentario:
Un montaje acusador muy perfectamente orquestrado!
Un abrazo my friend!
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