jueves, febrero 10, 2011

lo único que nos queda

El otro día,
camino de regreso,
me miro los pies.

En el derecho,
un gomet verde,
pegado a modo de recordatorio,
una señal para facilitarle las cosas,
la vida,
a los niños.

Un gomet verde pegado en el pie derecho,
para indicar que ese el derecho,
para facilitarles la tarea
a la hora de bailar
a los niños.

Es más fácil decir
el pie del gomet
que
el pie derecho.

Es más fácil
para un niño
y para un adulto.

Así que para enseñarles a bailar bailes de salón,
los pasos básicos,
la propuesta es un gomet verde en el pie derecho,
para que ese color signifique
un punto de partida o,
al menos,
una especie de salvación.

Salen los niños del cole
con un gomet verde en sus pies derechos.
Y también salgo yo
sin darme cuenta de que
todavía lo llevo pegado en el empeine.

Camino por la Diagonal y miro mis pies,
el gomet aparece y desaparece con mis pasos.

Y entonces me viene a la mente
mi abuela
que,
al irse quedando ciega,
colocó un clip
en la zapatilla derecha para,
al contacto con el pie,
saber que esa era la derecha
al levantarse
de la cama.

Hay
un círculo que se cierra
en todo este asunto.

Lo único que nos queda
es intentar reseguir el contorno
sin que nos tiemble
demasiado
el pulso.

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