sábado, enero 28, 2012

éxtasis


La cosa empezó así.

Puede que para muchos de nosotros, hablo de mí pero te incluyo, sin ni siquiera ser conscientes, la vida nos empezase a finales del s.XIX en un paraje cercano a París.

Aquí podríamos decir que empezó mi vida, lo creas o no.

Qué extraño todo, te dirás.
Y digo la vida, no digo cualquier cosa.
Porque fue entonces cuando Debussy y su Arabesque nº1 lo iluminan todo, y los cinco minutos te hacen florecer.

Luego está Isao Tomita quien, casi un siglo después e influenciado por Wendy Carlos, se dispone a sintetizar obras clásicas. Entre ellas algunas piezas de Debussy, que incluye en un disco titulado Snowflakes are dancing (1974).

Sintetizando el Impresionismo con soltura

Francia, Japón.

Nueve años después, en 1983, nuestra tele emite por primera vez un programa que me sacude por dentro, como si yo, un niño de cinco años, pudiera entender lo que significa eso.
Aquella sacudida me recorre el cuerpo como el éxtasis a Santa Teresa.
Son las imágenes, es todo aquel mundo onírico, todas aquellas referencias culturales, qué sabíamos nosotros lo que era aquello, ese vanguardismo pero, sobre todo, la sintonía de la cabecera.
Quizá me entiendes, quizá no, lo único que quería decirte es que, al cabo de los años, no recordamos días sino momentos.
Y Arabesque nº1 interpretado por Isao Tomita siempre me conducirá al mismo momento.
Ese momento que vives sin darte cuenta y que pasa fugaz,
un destello en una tarde infantil,
pero que viene a tu memoria una y otra vez,
como queriendo explicarte

algo

algo que se te pasó por alto.



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