jueves, febrero 23, 2012

nuestra vecina

Ya no nos quedan árboles
en los que ahorcar a nuestros amigos

Ya no nos quedan carreteras por las que caminar
descalzos
a media noche

Ya no nos queda miedo debajo de la cama,
ni detrás de la puerta,
ya la noche
no nos dice
nada

Ya no nos quedan
colores para pintar
el cielo
de aquel dibujo de nuestro hijo

Ya no nos quedan veranos

Ya no nos quedan
uñas que morder

Ya no nos quedan mañanas,
ni soleadas ni lluviosas

Ya no nos queda suavizante,
se acabó
ayer

Ya no nos quedan excusas,
los horarios de los trenes,
nuestra abuela muerta
cinco veces,
ya por fin todo el mundo sabe
que somos unos vagos

Ya no nos quedan milagros
se los llevaron unos
que entraron a robar
en verano
cuando no estábamos

Ya no nos quedan
finales sorprendentes

Ya no nos quedan caricias,
por suerte tenemos
los emoticonos del whattsup

Ya no nos quedan
canciones que hablen de nosotros,
ni siquiera las que sí lo hicieron,
hoy,
escuchadas de nuevo,
se refieren a otra persona
a la que
por cierto
odiamos profundamente

Ya no nos queda saldo

Ya no nos quedan
sendas tenebrosas,
y el monstruo se cansó
de esperarnos detrás del árbol
ahora fuma
en el banco
de una estación de tren de las afueras

Ya no nos quedan nanas,
sólo nos vienen a la cabeza
sintonías
de programas del corazón,
y así es como se duermen
ahora
nuestros hijos

Ya no nos quedan librerías en el barrio
ni siquiera barrio
ahora que lo pensamos
nunca hubo barrio

Ya no nos quedan
pasos de baile

Ya no nos queda sal,
y nuestra vecina se mudó
hace años

Ya no nos quedan bostezos,
los agotamos
escuchando
versos en el colegio

Ya no nos quedan héroes
conscientes del peligro que corremos,
aquí arriba en la cornisa,
sujetándonos a duras penas con tres dedos,
el abismo a nuestros pies,
se hace de noche,
empieza a llover,
pero ya ningún héroe
dije
se digna a ponerse el traje
y venir
a rescatarnos

a rescatarnos

Ya no nos quedan posturas para conciliar el sueño

Ya no nos quedan sorpresas tras la puerta,
y el timbre de casa que hace años significaba una alegría
hoy representa una amenaza o,
al menos,
incomodidad

Ya no nos quedan acordes que inventar

Ya no nos quedan panderetas
para cantar villancicos,
todas se rompieron
por el mismo sitio,
todas por el mismo sitio


Ya no nos queda
luz
al final del túnel


Ya

ni siquiera

nos queda

túnel.

1 comentario:

Anónimo dijo...

genial Diego. Genial. (el texto, no su significado).

Un saludo.