miércoles, enero 21, 2009

moldeando mis huesos a su antojo

Yo iba buscando esta canción, un vídeo que ilustrárame esta canción tan preciosa de hace más de doscientos años, qué será de nosotros de aquí a doscientos años, qué hacíamos nosotros hace doscientos años, esta canción preciosa ha sobrevivido y sigue igual de preciosa que hace doscientos años, seguiremos igual de preciosos nosotros dentro de doscientos años, pregunto, yo buscaba esta canción, porque en algún lugar algún día leí Orfeo de Gluck y me dije yo no he escuchado esa obra, escuchémosla, me dije y le dije al hombre que soy yo y a quien hablo cuando estoy solo, cuando tengo miedo, cuando necesito darme ánimos, escuchémosla, y la escuchamos, y escuché yo y el otro, escuchamos la obra y esa canción, esta canción, tan preciosa, de hace más de doscientos años, se me quedó aquí, en el paladar, aquí, ende das muedas, azúcar picándome las muelas, así se me quedó la canción, para siempre conmigo, formando parte de mí, de mi dentadura y de mi vida en general, moldeando mis huesos a su antojo, esta canción de hace más de doscientos años ahora surge en este blog y tú puede que la escuches y puede que te guste, le gustaremos a alguien dentro de doscientos años, pregunto, y la cuestión es que es una canción preciosa, y el vídeo también, aunque no ya la grabación, y pensaba yo, la canción tiene más de doscientos años y sigue siendo preciosa, pero la grabación, esta grabación puede tener veinte, diez años, quizá menos, menos de diez años puede tener esta grabación y hay momentos en los que está a punto de desintegrarse, pienso, miro, y a partir del minuto 1:40 no estoy seguro de poder ver el final, aunque luego se recupera, pero esta grabación, que no debe de tener más de diez años, quizá veinte, está a punto de desaparecer ante nuestros ojos mientras que la canción, tan preciosa, sonará eternamente, y me digo, no somos más que grabaciones, y me pregunto, en qué momento estaré a punto de desintegrarme, aunque luego me recupere, en qué momento, de aquí a diez, veinte años, estaré a punto de desaparecer ante los ojos de alguien, aunque sólo sea por unos segundos, esto es lo que me pregunto mientras oigo esta canción tan preciosa de hace más de doscientos años a la que iba buscando, por cierto, lo que quería decirte al principio, iba buscando yo esta canción tan preciosa, un vídeo de esta canción, y lo encontré,  y el que más gustóme fue éste.

Y mientras iba yo buscando la canción tan preciosa, me encontré con esta otra maravilla, y me dije, me he dicho, le he dicho, al ver el título del tema, yo no he escuchado esta canción, escuchémosla, le dije a mí, y la escuchamos, y la vimos, y pensé, qué hace falta, cuál es el ingrediente necesario para emocionar, pensaba en eso mientras escuchaba esta canción, Ella Fitzgerald emocionándome, emocionándonos sin decir una palabra, no es una palabra el ingrediente necesario, y me emocioné mirándola y me dije, de nuevo, me pregunté, nuevamente, por qué sé que esto que estoy viendo es diferente a cualquier cosa que haya visto antes, por qué soy consciente que esto es superior, por qué sé que esto está por encima del bien y del mal, me preguntaba esto mientras miraba a la Fitzgerald y me imaginaba allí sentado, y allí sentado me hubiese, quizá, preguntado lo mismo que ahora, me hubiese dicho lo mismo, me hubiese dicho sabes que esto no es como lo de antes, como cuando me caí por una claraboya, ocho metros de caída libre, y mientras iba subiendo la rampa del parking donde aterricé, me dije, le dije, sabes que esta caída no es como las demás, no es como aquellas con la bici, como queriéndome decir aquí hay un antes y un después, y eso es lo que pensé mientras subía la rampa del parking que supuso el final de mi caída libre, hace ya más de dieciséis años, y ahora he pensado, si alguien hubiese grabado mi caída libre, cómo de deteriorada estaría la cinta, en qué momento de la caída estaría a punto de desintegrarme, ahora mismo he pensado en eso, y luego he vuelto a escuchar esa canción tan bonita de hace más de doscientos años y ahora de nuevo ésta, y me digo, podría estar toda la noche escuchando estas dos canciones que no tienen nada que ver, 
podría estar toda la noche desintegrándome,
aunque sólo fueran unos segundos, 
para luego recuperarme.

1 comentario:

Pol dijo...

Joder. Joder, joder, qué barbaridad lo de la Fitzgerald. Joder qué puta barbaridad, tío.