lunes, febrero 23, 2009

minutos de la basura

Escribo para no dormirme.
He vuelto a las clases, a la universidad. Desde aquí te escribo, mientras mis compañeros supongo estarán haciendo competiciones de eructos en el bar. Yo aquí sentado frente al ordenador en la sala de ordenadores escribiendo para no dormirme.
Esta noche no dormí nada. He pasado tres semanas de vacaciones, mientras mis compañeros, los de los eructos, realizaban las prácticas en colegios. Yo las tengo convalidadas, es largo de explicar, y por eso durante estas tres semanas en las que ellos han tenido que hacer prácticas, yo no he tenido que hacer nada. Lo único que he hecho ha sido cambiar el horario, que es lo que siempre hago cuando no tengo nada que hacer. Duermo de día. Me duermo a partir de las seis de la mañana. No haciendo nada. Pero así es. Y entonces llega el día, llega hoy, cuando me tengo que levantar a la hora a la que me solía ir a dormir. Y así estoy ahora, escribiendo para no dormirme.
De todas formas, he de decir que madrugar dignifica. Un hombre de provecho, madruga. Y si no, no es hombre de provecho. Durante estas semanas de vacaciones ha habido días en los que me he levantado a las cuatro de la tarde y sólo me he podido sentir desgraciado, porque es la única opción que le queda al ser humano que se levanta a las cuatro de la tarde: sentirse desgraciado. Un hombre de provecho ha de levantarse antes de que amanezca, ver amanecer, notar el amanecer, de la oscuridad a la luz, un hombre de provecho tiene que buscar la luz, no la oscuridad. Y yo, durante estas semanas, me he estado encaminando hacia la oscuridad, la oscuridad invernal, la peor de todas, he estado viviendo dos horas de luz solar muchos días, y de esa manera un hombre no puede ser de provecho, sino sólo sentirse desgraciado. Escribo para no dormirme, repito. Escribo desde la sala de ordenadores, aprovechando esta hora y media muerta, estos minutos de la basura que me quedan entre una clase y la siguiente, a las once. Religión a las ocho. Presentación de la asignatura. No he dormido nada esta noche. El profesor ha sido estricto en la presentación, estricto, simple y claro, cosa que me ha gustado. Llega un momento en la vida en que uno busca la simplificación y la claridad, cuando hace años puede que buscaras la tergiversación y la opacidad, llega un momento en el que buscas todo lo contrario. Y ese momento es el mío ahora. Simplifícamelo y claréamelo todo. Escribo para no dormirme, te lo he dicho. Y pienso que no es una mala opción: escribir para no dormirse. Es una de las pocas cosas que no puedes hacer mientras duermes. Puedes hablar mientras duermes, puedes llorar, reír, orinar, cagar, masturbarte, caminar, comer y beber (por vía venosa, claro, aunque quizá también se pueda tragar mientras se duerme. De esto no estoy seguro), pero no puedes escribir. O quizá sí. Aunque hablo de escribir coherentemente, no de dadaísmo. Entonces tampoco estoy seguro de si se puede escribir durmiendo.
Me voy a clase. No tengas en cuenta esta entrada. Nunca en la vida me la eches en cara.

2 comentarios:

Pol dijo...

A quien madruga... patada en los cojones.

marta3 dijo...

Oye!!!
cuando quedamos? envíame un mail!!!