lunes, mayo 24, 2010

arrastran las sillas al sentarse

Son casi las tres de la madrugada.
Debería estar estudiando o, en su defecto, durmiendo para mañana seguir estudiando.
Pero todavía no noto el frío cañón de la Smith & Wesson en mi nuca, todavía no la soga aprieta demasiado, todavía no.

Sheila duerme a mi lado en el sofá.
Al otro lado, Billie Jean.
Casi respiran al mismo tiempo.
Podría estar mirándolas como un idiota hasta que me durmiese yo también.

Oigo ruidos arriba. Siempre estoy oyendo ruidos. Siempre de noche.
Te diría, me gustaría decir, en el piso de arriba. Al menos esos ruidos estarían justificados.
La cuestión es que vivo, vivimos, en una casa de una sola planta.
Así que de vez en cuando oigo crujir algo allá arriba.
Sheila dice que son los cambios de temperatura, el crujir de las maderas, todo eso.
Por supuesto que debe de ser eso. Aunque a veces quiero pensar que algo se pasea por el tejado, prepara la mesa y llama a los demás para cenar.
Y entonces los demás vienen, ahora uno, más tarde el otro y, sin ningún tipo de buenos modales (ya que son seres de los tejados), arrastran las sillas al sentarse. Sea la hora que sea.

Billie Jean me golpea con las patas traseras queriendo hacerse más hueco en el sofá. Le tendría que decir todo eso de mientras yo te alimente, mientras vivas bajo mi mismo techo, y no sé qué más. Pero, ¿cómo se le explica eso a un gato?

Acabo de descubrir el blog de Francisco Ferrer Lerín. Un poeta de lo más extraño del que nunca había oído hablar. Acaba de ganar el Premio de la Crítica con su último libro, Fámulo.
No sé por qué he dicho de lo más extraño.
Me ha encantado lo que he leído en su blog. Ya está linkeado en blogs.
También me ha parecido curioso su amor hacia los buitres.
Soy consciente de que curioso tiene un significado demasiado amplio.
El otro día Félix de Azúa, amigo de Lerín, habló de él en L'hora del lector, un programa que puede llegar a ser delicadamente vomitivo, aunque el pasado viernes fue, para mi gusto y gracias a nuestro Señor Jesucristo, de digestión ligera.

Los ruidos arriba van y vienen.
Ahora un perro ladra unas calles más abajo.
¿Por qué sé que está más abajo?

Estoy leyendo, entre otros, Historia social del cómic, de Terenci Moix.
Me gusta la pasión con la que escribía. No puedes hacer otra cosa que rendirte.
No he leído ninguna ficción de él. Si algún día leo alguna creo que me decantaré por Onades sobre una roca deserta. Siempre me ha gustado ese título.
Hay una librería de segunda mano que tiene la primera edición.
No tenía el precio marcado.
De todas formas, no hubiese sabido si era caro o barato.

Ahora sí que me acuesto.

Al carecer de senos frontales creyeron más fácil la extracción de las ideas mediante ventosas.

2 comentarios:

g dijo...

Estaba pensando que quizá sería el negocio del siglo montar un servicio a domicilio de pseudoverdugos, ya se sabe, cada uno podría escoger el modelo de ejecución preferido; yo sería de pistola seguro.
Después lo he descartado. Seguramente acabaría gestionado tan mal como todo. Y en lugar de procrastinar con clase, acabarías discutiendo con una señorita porque no te ha llegado el encapuchado con el hacha, que canta a la legua que no está debidamente afilada, o no sabe hacer nudos.
Cada día estoy más convencida de que los destellos de genialidad del ser humano son fruto de la evitación.

TSI-NA-PAH dijo...

Joe Henry el 06/04/2010 – Barcelona, SPAIN – Sala Apolo
No te lo puedes perder!
Un abrazo