jueves, octubre 25, 2007

partido al niño

Como cada día, ayer iba en autobús.
En caravana, un taxi circulaba al lado.
Dentro, en el asiento trasero, un hombre se había quitado su reloj y lo ponía en hora. Sé que estaba ajustando la hora porque este hombre venía de Chicago, a dar una charla en la universidad.
O quizá viniera de Los Ángeles.
El hombre se llamaba Errol Gordon.
O quizá Louis Kerhad.
Iba a dar una charla esa misma tarde.
¿Por qué todo tiene un precio?
Cuando llegó al aula, pudo observar una gran multitud esperando su llegada. Se oyeron algunos aplausos, tímidos, inconscientes, veinteañeros. Se sentó en una mesa alargada delante de los alumnos. A su izquierda se sentó David, el traductor simultáneo, que había pasado una mala noche. Si le mirabas a los ojos, lo podías adivinar.
¿Por qué casi todos los violinistas tienen pinta de pederastas?
Esa noche, Laura, su novia, le había estado preguntando cosas de su pasado. Se conocían desde hacía cinco años, pero a ella le dio por preguntar esa noche, precisamente esa noche. Por eso David, aunque ya eran casi las cinco de la tarde, tenía dibujado en sus ojos un paisaje gris, traumático, holocáustico.
La charla de Errol/Louis empezó a las cinco en punto, la hora señalada, cosa inusual por aquí.
¿Qué hubiera pasado si Salomón hubiera partido al niño por la mitad?
Errol/Louis animaba a los alumnos a participar en investigaciones, a crearse nuevas metas. David los desanimaba con su voz monotónica, dejaba frases sin traducir, bostezaba sin disimulo.
La charla finalizó tres cuartos de hora más tarde igual que empezó, con aplausos tímidos, inconscientes, veinteañeros. Los alumnos despejaron el aula. David se quedó sentado mientras Errol/Louis le daba las gracias mientras se ponía la chaqueta para irse.
¿Por qué decimos sí si queremos decir no?
Afuera, el sol se ocultaba tras unas nubes grises, traumáticas, holocáusticas. Cuando David llegó a casa, Laura aún no había llegado.
Mientras tanto, Errol/Louis tomaba un taxi hacia el aeropuerto tras haber recogido su maleta del hotel. Su reloj marcaba la hora local, las ocho y media. Más tarde, ya dentro del avión, durante el vuelo, Errol/Louis ajustaría de nuevo la hora de su reloj y se preguntaría qué estarían haciendo su mujer y sus hijos en ese momento.
Cuando Laura llegó, David estaba dormido en el sofá.
¿Qué profundidad tiene el océano?

2 comentarios:

S. dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=tKa_evsK40U

¿Qué ha pasado con la crítica?

X******* y + *****

Anónimo dijo...

'holocáustico', ¿no? (á)

mua.