jueves, marzo 25, 2010

tres kilómetros

Hoy voy a hablar de Christian Marclay, un artista que descubrí ayer.
(Bueno, voy a dejar links para que otros hablen de él por mí, que siempre es más cómodo y gratificante).
Podría haber dicho que llevo toda la vida siguiendo su obra pero me he dicho: a quién intento engañar, ¿a ellos o a mí?

Llegará un día en que todas las mentiras que dijimos se vuelvan en nuestra contra.

Alguien toca al timbre de madrugada.
Son ellas. 
Están cansadas y hambrientas.
Abres un poco la puerta.
No creías que iban a ser tantas.
Hay una que le arranca el pelo a otra, la otra muerde en la yugular a la que le precede y mancha de sangre la escalera comunitaria que, precisamente, esta semana te toca limpiar a ti.
Al fondo puedes ver cómo algunas de ellas se están encaramando por la barandilla. Se caen por el hueco de la escalera y vuelven a subir.
Como prisioneras de un campo de exterminio, todas tienen grabado un número en su ropa: la fecha de nacimiento. Algunas son niñas, otras ancianas. 
Las miras a los ojos y las reconoces.
Mientras contemplas el espectáculo, una decena, las más pequeñas y piadosas, ya se han colado por entre tus piernas. 
Abren la nevera y saquean lo poco que te queda. 
Van hacia la habitación y se meten en tu cama, sin despertar a tu pareja para que, cuando lo haga, la sorpresa sea más terrible.
Derrotado, dejas que la puerta se abra de par en par.
No creías que iban a ser tantas.

La cuestión es que descubrí a Christian Marclay ayer por la noche mientras leía el suplemento Cultura/s de La Vanguardia y me pareció de lo más interesante.
Ahora mismo me he puesto a investigar sobre el tipejo. 
He encontrado información que todavía no me he leído detenidamente. Digamos que la leerás tú (si te interesa) al mismo tiempo que yo.

Así que sólo puedo opinar de la obra Guitar Drag, que es de la que hablaban en el Cultura/s.
Todo empieza el siete de junio de 1998, cuando tres miembros del Ku Klux Klan ataron una cadena a los pies de un hombre negro, James Byrd jr., unieron el otro extremo a la parte trasera de una furgoneta y lo arrastraron por el suelo tres kilómetros hasta matarlo.
Lo que hace Marclay es atar una guitarra eléctrica a la parte trasera de su camioneta y conectar el amplificador. 
El visionado de Guitar Drag fuera de contexto es algo absurdo y aburrido. 
No tiene ningún interés ni a nivel fílmico ni musical. 
Pero es la noticia de la muerte de Byrd, la barbarie humana, en definitiva, la que convierte en esta obra en algo estremecedor, algo en lo que pensar.
Sinceramente, creo que esto que sigue es lo más cercano a lo que yo considero la esencia del arte.
Aunque aquí se abriría un interrogante que, de hecho, nunca se cerrará: ¿qué es el arte?




Un artículo interesante de Acción Paralela.

Su sección en la web del MoMa.

Y, para acabar, aquí dejo dos partes (parte 1 y parte 2) de la vídeo instalación titulada Video Quartet. Me ha parecido curiosa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

escalofriante.

elena cruz dijo...

el arte es morirte de frío.

;)