Has visto qué rápido se acaba una crítica.
Tocó un montón de versiones.
Creo que todo fueron versiones.
Me faltó reconocer tres canciones.
El resto las reconocí como versiones.
Desdibujadas y preciosas versiones que multiplicaban su duración por cuatro.
Teardrop (Massive Attack) Blackbird (The Beatles), Dream Brother (Jeff Buckley).
Con estas tres ya bastaría para eyacular.
Pero también, antes y después, My favourite things, Smells like teen spirit (Nirvana) y Martha (Tom Waits).
Sucedió que escuchaba esta última y no sabía ubicarla en mi imaginario musical ("en mi imaginario musical", a veces, qué quieres que te diga, me dispararía en la pierna), intentando buscarle una voz, que podía escuchar en mi mente, pero no reconocer.
No sé por qué pensé en alguna melodía de Leon Russell.
Luego se me apareció, una mancha de humedad en el techo de l'Auditori con la cara de Tom Waits.
Fue bonito ver al Mehldau solo con el piano, el hombre dominando a la máquina, convirtiéndola en un apéndice más de su cuerpo.
El pianista y el piano como un único ser.
Y Brad Mehldau terminó como empezó, con esa reverencia, con esos modales casi decimonónicos contrastando con los tatuajes de su brazo.
Una especie de serpiente queriendo siempre escapar.
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