sábado, septiembre 26, 2009

como aquella bolsa

y no pasó ni medio minuto cuando Mamen me llamó diciendo ¿sabes qué?, que se me había pasado, yo le acababa de mandar un sms en el que le decía que la esperaba delante del hotel majestic, así se lo escribí, en minúsculas, porque habíamos quedado a las tres para comer y, aunque todavía no eran las tres, le envié ese mensaje para que me situara visualmente en ese cruce que es passeig de gràcia con valència y, también, para recordarle, porque temía que se hubiera olvidado, aunque fuese cinco minutos antes, que había quedado conmigo para comer, y así lo hice, llegué casi media hora antes, me di una vuelta por la casa del libro y salí hacia esa esquina donde habíamos quedado, aunque eran todavía menos diez, quise estar antes, porque, realmente, había llegado antes, no quería hacer ver que llegaba justo a esa hora y aparecer de la nada, así que ahí estuve a las tres menos diez, y fue a menos cinco cuando decidí enviarle el sms, y no pasó ni medio minuto cuando Mamen me llamó diciéndome eso, que se había olvidado de mí, no se lo reproché, a mí me hubiese pasado lo mismo, no quise sentarme mientras la esperaba y me quedé a la sombra, al lado de unas motos aparcadas en la acera, como si esperara el descuido de toda esa confluencia de gente para robar una, así estuve unos diez minutos, Mamen llegó en seguida, en taxi, le dije que no se preocupase, que no pasaba nada, que eso me pasaba por no tener facebook, aunque ella me dijo que era porque no me había apuntado en la agenda del iphone, lo que viene a ser lo mismo: yo no existía de una forma cibernética, de ahí su olvido: no me había leído en una pantalla, o, lo que es lo mismo: yo no era, así que entre disculpas tecnológicas cruzamos passeig de gràcia y fuimos a un restaurante japonés que no conocía llamado miu, que está en la misma calle valència esquina passeig de gràcia, de ahí que quedásemos en ese extraño lugar, he dicho que no conocía ese restaurante japonés como si fuera experto en restaurantes japoneses o, simplemente, restaurantes, así me ha sonado a mí, en fin, pues no es así, Mamen me dice que, aunque japonés es sinónimo de caro, éste tiene un menú diario de diez euros, lo cual, ahora mismo, no sabría decirte si me alegró o me entristeció, cuando entramos, la oscuridad interior contrasta tanto con la claridad de afuera que por momentos pienso que me han colocado un burka sin yo darme cuenta, poco a poco voy adaptando la visión, tanteando las paredes, no consigo verle la cara a la chica que nos acompaña a la mesa, pero cuando llegamos a nuestro sitio doy gracias por poder ver mi mano y cómo ésta arrastra la silla hacia atrás para que me siente flexionando mis rodillas e inclinando mi cuerpo con la majestuosidad con la que sólo un ser humano puede sentarse a una mesa, pienso por un instante en Walt Whitman, pedimos cada uno lo suyo y hablamos de la vida, de Sheila yo, de David ella, de  excompañeros de trabajo, de mi hermana y sus joyas, que enamoran cada día a más personas, de música, de televisión (los dos coincidimos en que el día anterior estuvimos haciendo zapping entre un documental sobre el 11-s y gran hermano, y los dos estuvimos de acuerdo en afirmar que los atentados del 11-s son la mejor película de terror, también le dije a Mamen que si hicieran ese mismo documental cada día, lo vería cada día, y estuvo de acuerdo conmigo), de vídeos musicales (Mamen trabaja en pachatv, programando los vídeos que verás si eres de ono, yo soy de imagenio, así que no puedo opinar sobre su trabajo), le pregunto si tiene que estar atenta a todo el rollo de premios y todo eso, me contesta que sí y no, que si está atenta es por su propio interés, no por la cadena, se lo pregunté porque me vinieron a la mente los últimos mtv video music awards, en los que kanye west se subió al escenario para quejarse de que el premio a la mejor artista femenina tendría que haber sido para beyoncé y no para taylor swift, eso dijo el west, y la swift al lado, con el premio entre las manos, Mamen dice que ella cree que todo fue guionizado, y yo le digo que supongo que tiene razón, gracias a kanye west sé quién es taylor swift, en cambio beyoncé no necesita que ya nadie más en el mundo vuelva a decir su nombre en la vida para vivir como una diosa: si nadie, piensa, si nadie, desde hoy hasta el día de su muerte, volviese a pronunciar beyoncé, a ella le daría igual, ya le daría igual, en cambio, si pasara lo mismo con taylor swift, a ésta no le daría igual, porque lo importante es que te pronuncien y que salgas escrito en internet, lo importante es que estés cibernéticamente vivo, para que nadie se olvide de ti, también entonces me vino a la cabeza la novia de kanye west, y lo único que pude decir fue: es rara, está buena, pero es rara, no sé si es negra o blanca, humanoide o alienígena, además, con ese vestido a lo piel de serpiente con el que se presentó, que no se lo puede poner cualquiera, ya lo sé, pero eso, que está buena pero es rara, porque es lo único que se puede decir cuando ves a la novia de kanye west, luego nos tomamos un café en rambla catalunya y así se nos fue pasando la tarde, hasta que nos despedimos con la promesa de quedar más a menudo y entonces, con esa promesa en el aire, flotando como aquella bolsa en american beauty, yo me fui hacia abajo y ella hacia arriba.

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