lunes, septiembre 28, 2009

figura capital

Ahora que se cumplen veinticinco años de la muerte de Paquirri, figura capital en la cultura y el desarrollo de este nuestro país, quizá más tuyo que mío (al menos mi parte te la regalo, sin tocar la tengo, envuelta y todo, aquí en la estantería), querría yo apuntar otra efeméride no sé si tan impor, no, tan importante, no, qué estoy diciendo, perdón, quería decir qué cojones estoy diciendo (lo he visto en la tele y se dice así), querría yo apuntar otra efeméride que coincide con la de nuestra figura capital. 

No estoy hablando de directores de cine como Truffaut, Peckinpah, qué voy a estar hablando de esos putos hippies, ¡a trabajar como todo el mundo, vividores! 
ni tampoco de músicos como, por ejemplo, Marvin Gaye, a ver, si su padre le disparó, por algo sería, a mí mi padre no me ha disparado todavía, y ha tenido ocasiones, durmiendo todo el rato como he estado la mayor parte de mi vida, mira qué fácil lo hubiese tenido:

padre: - ¿el niño dónde está?
madre: - durmiendo
padre: - ¿quieres darle un beso de despedida?

ni mucho menos de escritores como, también por ejemplificar la cosa, Cortázar, Capote o Vicente Aleixandre, premio Nobel, el Vicente, 
(¿quién coño sois vosotros para sombrear a nuestra figura capital?, ¿quién?, y menos en prime time, joder, ni soñarlo.)

madre: - oye, nena, que a mi Vicente le han dado el Nobel, 
vecina: - ¿y eso es grave?

Cuando digo que quiero reivindicar una efeméride como la de nuestra figura capital, veinticinco años sin él, qué largo se nos ha hecho, Paquirri, ahora te hablo de tú a tú, porque sé que me estás escuchando, Paquirri, es más, gracias al analytics sé que me lees, aunque no me dejas comentarios, sé que me lees, Paquirri, sólo con pronunciar tu nombre, Paquirri, ya soy consciente de la magnitud de la persona que eras, Paquirri, figura capital de nuestra cultura y de nuestro desarrollo como país ¡y como personas!, sobre todo como personas, 
¿qué sería yo sin Paquirri?: basura, estorbo, hojas secas en el parabrisas del coche, eso sería yo, algo que podrías tirar al suelo y luego pisar y no sentir ni siquiera un remordimiento, porque no lo merecería, si no fuese por ti, Paquirri, te sigo hablando de tú a tú,

me estoy refiriendo, cuando digo lo de reivindicar blablablá, me estoy refiriendo a la de otro asesino en serie que se nos fue ese mismo año (¡maldito mil novecientos ochenta y cuatro!, ¡malditos ochenta!, ¡os odio!), 

me estoy refiriendo a Ed Gein, 
¿por qué no se habla de este pobre hombre?, ¡como si cada día se celebraran los veinticinco años de la muerte de dos asesinos!: 

Jorge Javier, esto hay que explotarlo, 
(haz un programa especial, ponle, qué sé yo, Sálvame serial killer),

compara a los dos asesinos: 

su sangre fría, 

los pantalones apretados del torero, de nuestra figura capital, ¿no son acaso un homenaje a los trajes de piel humana que confeccionaba Ed Gein?, 

el interior de la casa de Paquirri, que me puedo imaginar, todo sobrio, blanco y negro, minimal, nada rococó, con sus cabezas y sus pieles de toro en las paredes, sus orejas cortadas y sus rabos, ¿a dónde van las orejas y el rabo después de ser cortados?, la nevera de un torero: espectáculo dantesco, 
y el interior de la casa de Ed Gein, con su collares de labios humanos, sus cráneos a modo de platos, sus pieles humanas recubriendo lámparas, 
digo yo que tampoco distan demasiado.

(leído como un eco lejano y perpetuo):
tampoco distan demasiado
tampoco distan demasiado
tampoco distan demasiado

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