martes, marzo 18, 2008

pisando cristales

Ayer fui a Altaïr y estuve mirando mapas con las manos en la espalda.
Me compré
Viaje a Rusia de Steinbeck.
En la puerta, en el corcho, me quedé un rato mirando la cantidad de gente que se mueve, que hace cosas, la cantidad de gente que no tiene miedo.
Luego salí y fui a Laie Pau Clarís. Iba en busca de
Marcovaldo de Italo Calvino,
que será la próxima lectura para clase. Lo encontré.
También me compré
Contra la interpretación y otros ensayos de Susan Sontag,
Los detectives salvajes de Roberto Bolaño y
La oscuridad exterior, Hijo de Dios y El guardián del Vergel de Cormac McCarthy.
Luego fui caminando desde Pau Clarís hasta Plza Espanya. Creo que tardé una media hora, aunque no me fijé en el reloj.
Cogí el autobús de vuelta a casa.
Ya estábamos llegando cuando tuvimos un accidente.
El autobús se precipitó al vacío por un puente y cayó boca a abajo. Por suerte, a mí no me pasó nada, algunos rasguños, pero nada importante. Mientras caía, caíamos, no vi mi vida pasar ni ningún rollo de esos. Sólo estaba pendiente de los libros que me acababa de comprar, por si salían volando.
Salí por mi propio pie a través de una ventana rota. La mujer que estaba sentada a mi lado no se movía ni respiraba ni nada. Caminé alrededor del autobús, pisando cristales y trozos de hierro. Del interior salían gritos, como si allí dentro hubiera una montaña rusa en miniatura, hecha añicos. Aunque no se escuchaban risas.
Comprobé que mis seis libros estaban en la bolsa. Me fijé que el de Calvino tenía una punta doblada aunque no me importó demasiado.
Empecé a caminar alejándome del autobús. Los gritos quedaban atrás y se mezclaban con ambulancias que se acercaban.
Estuve caminando casi una hora hasta llegar a mi casa.
Dejé los libros encima de la cama, dentro de la bolsa. Luego estuve mirando un rato la tele. Esperaba ver algo sobre el accidente que acababa de sufrir, pero allí no dijeron nada.
Fui al lavabo y comprobé que me faltaba una oreja. Había sido un corte limpio, la sangre ya se había secado a lo largo de mi cuello. No me había dado cuenta hasta ahora. Quizá si hubiese llevado el iPod sí, pero justo ayer tarde se le acabó la batería.
Decidí ir en busca de mi oreja.
Cuando llegué al lugar donde había aterrizado el autobús, me encontré con una zona acordonada, una grúa, tres coches de policías y uno de bomberos.
Luces azules y naranjas.
Empezaba a anochecer.
Me acerqué a uno de los bomberos y le pregunté si habían encontrado una oreja. Me miró extrañado y luego miró a un policía. Le hizo un gesto con la cabeza y el policía se me acercó y me dijo ¿qué desea? no puede estar aquí. Le expliqué lo sucedido mientras él miraba el corte de mi oreja. Cuando terminé, el poli fue hacia uno de los coches y volvió con una bolsa llena de orejas. Mira a ver cuál puede ser la tuya, me dijo. Vacié la bolsa en el asfalto y descarté las izquierdas. Ahora me quedaban seis orejas derechas ante mí. Volví a descartar dos que tenían marcas de haber llevado pendientes, luego otras dos demasiado peludas y por último una que era demasiado grande. Cogí la que me quedaba y la examiné. Tampoco estaba muy seguro de que esa fuera mi oreja pero me la metí en el bolsillo, le di las gracias al poli y me fui.
Otra vez en casa volví a observar con calma la oreja. Estaba claro que esa no era mi oreja aunque tampoco me importó demasiado. Cogí aguja e hilo y me la cosí.
Luego me puse un vaso de Coca-Cola y estuve ojeando los libros que me había comprado.
Más tarde, consciente de que no me los iba a leer, decidí comérmelos.
Los de McCarthy los gratiné en el horno con un poco de finas hierbas. Estas ediciones de bolsillo de Mondadori entran muy bien. De segundo me zampé el de la Sontag. Aunque era de la misma editorial, mismo formato, el hecho de ser ensayos se me hizo un poco bola. De postre me comí el de Calvino, cuentecitos en Siruela.
Para desayunar esta mañana he mojado en leche el Viaje a Rusia.
Y hoy para comer tengo a Bolaño.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

los genios pueden no tener miedo...

Anónimo dijo...

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houdini dijo...

El tipo que ha posteado arriba parece el de Everything is Illuminated. "I will mount on the bus", "my penis is premium" :-D

...y, Dieguillo, prueba con la dieta mediterránea de toda la vida, hombre. Un Quim Monzó al horno, con su cebollita y ajo, romerito y limón... o unos poemitas de Gil de Biezma como entrantes. Que ya sabes: eres lo que comes :-)

diego dijo...

e: exactamente no te entiendo. Aunque la frase me gusta. Así que será mejor no entenderla. No me la expliques. Ne me explique pas ;P Besos.

tv de lcd: gracias, pero creo que eso se lo dices a todas.

houdini: supongo que tienes razón. No quiero ni pensar en lo que soy. Besos!