viernes, julio 25, 2008

deja de agacharte

¿A quién le importa cómo acabe Perdidos?

Hoy no voy a hablar de nada en concreto así que prepárate, siéntate bien, la espalda recta y tráete algo de bebida o chocolate.

(Ahora mismo estoy en la tienda escuchando Neu!, un grupo alemán para gafapastas de Barcelona y del mundo así en general, pero sobre todo de Barcelona.)

Me dan pena algunas personas. Esto es lo primero que se me ocurre decir.
No hablo de la pena que te puede dar, por ejemplo, Amy Winehouse en un determinado momento, en según qué fotos. (A mí la Amy a veces me da una pena que lloraría, en serio. También a veces pienso como tú: pues a mí no me da ninguna pena, se está metiendo jaco, coño, y ya es mayorcita.)

Hablo de la pena que te puede dar, por ejemplo, Bernardo, el cantante Bernardo, sabes quién te digo.
Me doy cuenta que me dan pena algunas personas que no tendrían por qué dármela.
Por qué me pasa eso, no lo sé.

Quizá tendría que haber pensado una lista de personas que me dan pena.
No lo he hecho, diré las que me vengan a la cabeza.

Josmar. ¿Sabes quién es?, ¿te acuerdas de Josmar, es superfort? A mí ese chi@ me da pena de llorar, que bostezo para disimular cada vez que lo veo. No me preguntes por qué.

También me da pena Josep Mª Rubio, el actor que hacía de Sr. Barragán.
No me da pena el personaje, sino el actor. Tampoco me preguntes por qué.

Kurt Vonnegut también me da pena cada vez que le veo en alguna foto. Me parece entrañable.

Mariano Rajoy. Es un hombre triste que me transmite lástima. No parece que pueda estar realmente contento nunca.

Estoy pensando y no me da pena nadie relacionado con el mundo de la música.
Quizá Robert Wyatt.
El resto me parecen prepotentes, todos, sobre todo los grupos de Barcelona, excepto La orquesta de la muerte, que ya no existe.

También me dan pena algunos clientes habituales de la tienda.
Uno que sólo compra techno y siempre pide que le quites el plástico del cd.
Otro camionero que sólo compra la colección I Love Disco, música disco de los ochenta. Le tendrían que invitar a cenar un día los directivos de Blanco y Negro. Me da pena.
Otro que viene a la hora de comer, supongo que sale de la oficina, da una vuelta y se va. El traje le viene grande y será que lo relaciono con un clown.

En fin. No sé a qué venía este rollo sentimentaloide.

Otra cosa.
He escuchado varias veces el disco de Bon Iver.
Le he dado varias oportunidades a este loser.
Que le dejó la novia y se fue a una cabaña y parió este disco.
Mira, que no me cuenten más historias, no me contéis historias.
Me da igual que le haya dejado la novia, que haya perdido a sus hijos en el bosque o que su padre se haya comido a su madre.
Me da igual.
Dame algo nuevo, Bon Iver, dame algo que te salga de dentro, no esta mierda mediocre, estoy harto de perder el tiempo, Bon Iver, ¿a ti te sobra?, porque a mí no.
Escucha cien veces el Lady in satin y déjate de tonterías de rupturas y de cabañas.
Te fuiste a una cabaña a hacerte pajas porque aún te duraba el calentón, joder, no nos engañes, que ya tenemos una edad.

La cuestión es que todo el mundo lo pone por las nubes y por supuesto todos los fotologs donde lo encuentres te dirán que es un discazo.
Mierdas.

Hay discos buenos, malos y mediocres. Y el de Bon Iver es mediocre.
Así de sencillo es el asunto.

No me engañes más, prensa musical gratuita.

Mira, el otro día hablaba con Víctor de la prensa gratuita, la prensa musical gratuita.
Yo estoy en contra totalmente, así de claro.
No estoy diciendo que desaparezca (o sí, por mí sí) porque la prensa musical gratuita está bien si tienes entre diez y veintitrés años y algo puedes aprender durante ese tiempo.

Después de los veintitrés te tienes que buscar otra cosa.
Después de los veintitrés lee en inglés. Busca a Lester Bangs o a Simon Reynolds.
Después de los veintitrés deja de agacharte para coger cualquier revista.

Y estoy en contra porque es un viva la vida, que dirían Coldplay.
La prensa musical gratuita es un chat del messenger en el que cada uno dice la suya.
No estoy diciendo que la no-gratuita sea excepcional y que no sea también un poco eso. No.
De hecho, ahora que lo pienso, que desaparezca tanto la una como la otra, que desaparezca la crítica musical tal y como la conocemos.
Unos catálogos mensuales con las novedades discográficas y punto.

Hoy en día, y ahora muy en serio hablo, con el emule o con lo que diablos te bajes la música, con las facilidades de internet, con lo bueno y lo malo que tiene internet pero con lo fácil que es hoy en día acceder a cualquier música, a cualquier información, de cualquier tipo, con lo fácil que es hoy en día, si se quiere, tener un criterio musical propio, dime, ¿qué sentido tiene la crítica musical?

Hombre, me dirás, un poco para orientarse, ¿no? Yo no la veo tan mal.

Y también me podrías decir: ¿y qué puto sentido tiene entonces que tú digas aquí que el de Bon Iver es mediocre?

Ninguno, te respondería mientras me saco un moco, ninguno.

La cuestión es que yo nunca he pretendido nada, ni siquiera tener sentido.
Ahí radica la diferencia.

Yo te digo que el de Bon Iver es mediocre y tú:
a) ya no te lo bajas porque te lo he dicho yo,
b) te lo bajas para ver si tengo razón o si soy un bocazas, o
c) te subes los pantalones al oír a tus padres abrir la puerta.

Fíjate. Si yo hubiera dicho que el de Bon Iver es una obra maestra, las opciones serían las mismas.
A eso me refiero.

La crítica musical no sirve absolutamente de nada.

Siempre acabo hablando de lo mismo.
Mierda.

3 comentarios:

houdini dijo...

...ju.

S. dijo...

La verdad es que está muy buena. El texto ni me lo he leído.

Se trataba de eso, ¿no?

X***

Anónimo dijo...

Yo no creo que criticar sea lo mismo que opinar, ni mucho menos. El trabajo del crítico, qué cosa. Acerca de ese trabajo, está muy bien la película Ratatouille, pero, por encima de todo, es fantástico lo que se dice en una entrevista que André Bazin le hizo a Orson Welles en el 58 y que aparece publicada en el nº 87 de Cahiers du Cinema. Se lo dijo Welles a Bazin: "Ante todo, creo que un crítico sabe siempre sobre la obra de un artista mucho más que el propio artista. Pero, al mismo tiempo, sabe menos: Ese es el cometido primordial del crítico, saber a la vez más y menos que el artista".